Estas ideas de potenciar el uso económico del espacio disponible en función de las necesidades de la sociedad local, hicieron eco en el Estado mexicano cuyo gobierno federal desde el sexenio del Presidente Lázaro Cárdenas, que al introducir la planeación como directriz de las acciones gubernamentales, se preocupó por hacer una aplicación adecuada de los recursos fiscales en las diferentes entidades federativas del país. Así fue como en ese periodo se gestó en algunos casos la creación y en otros del fortalecimiento de las instituciones públicas que debían impulsar el desarrollo regional, destacándose entre otras, la consolidación de Nacional Financiera como promotora del sector industrial, de la empresa Ferrocarriles Nacionales cuya función principal fue enlazar a los territorios y de mover a bajo costo los flujos comerciales que en ellos se gestaban, de la creación de la Comisión Federal de Electricidad y de la expropiación petrolera como garantes de la energía necesaria para la proliferación manufacturera, etc.
En este lapso surgieron los teóricos del desarrollo regional mexicano quienes además de transmitir en las aulas las teorías de los extranjeros, concibieron las suyas propias, mismas que permearon entre los funcionarios responsables de elaborar en cada año fiscal la Ley de Egresos de la Federación, mediante la cual se indica el monto del gasto público así como su asignación a los programas prioritarios para el desarrollo nacional sostenido y sustentable.
Dentro de los expertos de las décadas de los cincuenta y sesenta conviene recordar a los profesores y luego investigadores: Ángel Bassols Batalla, al Ingeniero Jorge Tamayo y al doctor Ricardo Carrillo Arronte, cuya influencia se reflejó en los nuevos criterios usados para optimizar el gasto público regional y sectorialmente, tanto en infraestructura básica, como social y productiva, es decir, en el aumento propiciado institucionalmente de la competitividad macro económicamente. Dentro de los criterios utilizados por el sector público con esos propósitos sectoriales y espaciales, es grato recordar la Administración del Presidente Miguel Alemán Valdés que modernizó al turismo y dio a México una imagen de modernidad. Con este antecedente es que la Administración del Presidente Adolfo Ruiz Cortines en materia regional se caracterizó por impulsar la “Marcha al Mar”. Enseguida, durante la de su sucesor don Adolfo López Mateos, se inició y culminó la Presa del Infiernillo en Michoacán que en su época fue la más grande de Latinoamérica generando múltiples beneficios: eléctrico, acuícola y agrícola; como puede observarse, él como Lázaro Cárdenas, también procuró asegurar el suministro oportuno y suficiente de energía, en este caso, la eléctrica que nacionalizó durante su mandato.
Así fue como a grandes saltos observamos que se empezó a trabajar con método en la presupuestación del gasto público con propósitos regionales. En este contexto, fue interesante ver como en la Administración del Presidente Echeverría empezó a instrumentarse la técnica para la elaboración del presupuesto por programas, mismos que privilegiaron la creación turística de Cancún como resort de tipo internacional, la construcción de la Siderúrgica Lázaro Cárdenas, el complejo agro-industrial de la Chontalpa, etc. entre otros.
Con esta inercia de desarrollo regional fue posible que en la Administración del Presidente López Portillo, en que se profundizó en el uso de la planeación territorial para ordenar el crecimiento de los Asentamientos humanos, es que se visualizó el crecimiento de la economía en “ciudades medias” para ya no saturar las grandes conurbaciones creadas en torno a la ciudad de México, de Guadalajara y de Monterrey, así como en cuatro puertos industriales ( Lázaro Cárdenas, Salina Cruz, Coatzacoalcos y Tampico/Altamira) que al ser polos de desarrollo detonarían el crecimiento regional. Estas acciones fueron acompañadas de la clasificación e impulso de las entidades y de los municipios de acuerdo con su vocación como prioritarios para una u otra actividad, tal que determinaron que se construyera el Complejo Petroquímico Morelos que dio un claro lanzamiento a la industrialización del país, que se vigorizó con la construcción de grandes presas en el sureste. Posteriormente, con la ampliación sustantiva de autopistas que hizo el Presidente Salinas con el fin de incorporar a México a la modernidad, incrementó su competitividad mediante la creación de un entorno institucional favorable para el desarrollo de toda la economía en lo que se dio en llamar la “globalización irreversible”.