Además de las referencias antes descritas sobre el concepto de competitividad, mismas que nos ayudarán a compararla con pertinencia con el concepto de atractividad, es interesante mencionar agregar algunas ideas que apoyan el concepto antes descrito de competitividad en el ámbito espacial como son las de autores como Krugman) quien ha señalado por una parte, que la competitividad es la forma elegante de así llamarle a la productividad ( Porter, 1997), es decir, que ésta última es la clave para que efectivamente se alcancen los beneficios socio-económicos: el incremento que se tienen en el ingreso y en el empleo a consecuencia del uso eficiente de los factores de la producción en los procesos de fabricación adecuados que utiliza en forma óptima la capacidad de la planta productiva de las empresas mexicanas. Además, su interesante visión emanada de su estudio del comercio exterior, de que en la actualidad dicha competitividad (productividad) se alcanza más que del análisis de los precios y de evolución de las cuotas de mercado, sino del efecto que tiene “la calidad de los productos y la innovación” ( Furió, 2003: 4), en particular, los nuevos productos, enfoque que puso en entredicho la opinión que se tenía de que era suficiente la especialización de los países para que sus economía tuvieran éxito resolviendo los problemas de demanda de sus sociedades, es decir, ahora es conveniente especializarse en la fabricación de nuevos productos y de su calidad, o como señala Bensidoun et al ( en Furió, 2003:4): 2 en los segmentos de demanda fuerte y dinámica”, situación que de manera implícita da a entender que lo importante es la constante innovación tecnológica como la fuente permanente de la competitividad espacial y sectorial de un país.
La conectividad, parangón y similitud del concepto de competitividad con el de atractividad se aprecia más de manera acentuada, es decir, de que se está hablando de lo mismo dada la realidad económica y espacial que es necesario crear o establecer para incentivar el arribo de la inversión, se ilustra cuando se reitera el hecho de que la globalización incrementó la movilidad de los factores productivos, la intensificación de la división vertical del trabajo en las cadenas del valor agregado y la “producción flexible o segmentada en diversos lugares” ( Sánchez , 2007), dado que ponen de manifiesto que la segmentación se generalizó hacia otro tipo de actividades diferentes a las meramente productivas como son la visualización de nuevos productos, la organización y administración para el estudio de su factibilidad, localización de su planta, su fabricación, comercialización y servicios logísticos para el desplazamiento de los productos en los mercados meta, etc. En otros términos, ello indica que gracias a la innovación tecnológica ahora es posible fraccionar y realizar en diversos lugares muchas de las tareas o acciones que antaño no era factible hacerlo, tal que cuando se selecciona un espacio determinado ello se debe a que se determinó que era el mejor entre otros muchos para ciertas acciones de las antes descritas, esto es, que se usaron métodos e indicadores para identificarlos y seleccionarlos. Esta situación pone de relieve que al ser prácticamente los mismos los objetivos territoriales: dotarlos de competitividad para atraer las inversiones, su metodología es la misma y puesto que que sus resultados son diferentes, ello evidencia que son diferentes las regiones, es decir, que es diferente su atractividad; en otras palabras, su competitividad. Lo anterior no sorprende porque su extensión territorial es diferente, su dotación de recursos naturales, humanos y materiales no es la misma, su infraestructura física, social y productiva sin duda son diferentes, etc.
Derivado de lo anterior es que podemos decir que de acuerdo con los objetivos económicos que se tengan en mente, de la concepción y de la metodología que se aplique para hacer competitiva o atractiva a una región, estas diferencias son útiles porque ayudan a seleccionar el territorio apropiado para hacer más productiva y rentable a la inversión. Por ejemplo, si se desea mucha mano de obra calificada, es incuestionable que no se seleccionará una entidad federativa en que sea alto el analfabetismo o bajo el nivel educativo de sus habitantes.
Así, parafraseando a Krugman podemos decir que competitividad y atractividad son sinónimos de productividad cuando se trata de atraer inversiones a una región determinada.