Pompeyo, después de su triunfo se llevó al depuesto rey Aristóbulo y sus cuatro hijos, sin embargo uno de ellos, el mayor llamado Alejandro como su abuelo logró escapar. La presencia romana se mantuvo con Escauro quien emprendió una campaña en contra del árabe Aretas, pero la falta de víveres, lo agreste de la zona y el llamado a Roma, lo hizo desistir y conformarse con un pago de 300 talentos que le diera el árabe, por lo que los romanos se marcharon temporalmente de la zona. A la salida romana, Alejandro el hijo de Aristóbulo, organizó una revuelta y expulsó a su tío Hircano. Pero los romanos no habían abandonado sus aspiraciones de dominación de la zona, el relevo de Escauro, Gabinio pronto llegaría y encontraría los cambios realizados desde la salida de Escauro. Con Gabino venía un personaje que posteriormente sería notable, Marco Antonio, Gabino marchó contra Alejandro y como era de esperarse lo derrotó y restituyó en el sacerdocio a Hircano, pero también realizó cambios en el poder político, estableció cinco sanedrines o consejos, tres para la Judea con residencia en Jerusalén, Jericó y Gaza, uno para la Galilea con residencia en Séforis y uno más para el este del Jordán con residencia en Amato. Los romanos con la división en provincias internas y la creación de cuerpos civiles para la administración e impartición de justicia, habían logrado la división del reino y prácticamente la desaparición de la monarquía. Pero la pérdida de influencia de Jerusalén no fue bien vista, lo que aprovechó Alejandro y de nuevo se levantó en armas para ser vencido de nueva cuenta, pero el romano decidió darle supremacía al Sanedrín de Jerusalén para conocer los asuntos de Galilea. El triunvirato romano ocasionó la división romana, lo que aprovecharon los Partos y los judíos para revelarse nuevamente, pero al final Roma consolidó su poder y Alejandro que tanta batalla ocasionó a los romanos, fue decapitado en Antioquía por orden del general romano Escipión. Una vez que terminó el triunvirato y César logró el poder, decidió marchar a Egipto llegando a Judea en el año 47 a.e.c. (Cohen, 2011, pág. 289), a su paso por esta tierra recibió el apoyo del edomita Antípatro antiguo servidor de los Hasmoneos y converso al judaísmo, quien logró intermediar para que los árabes de la zona y los judíos tanto de Judea como de Egipto apoyaran a César, además tuvo una participación importante en el asalto a la fortaleza de Pelusio al abrir la primera brecha, por lo que se granjeo el favor de César y al resultar herido en otra batalla defendiendo la causa romana, definitivamente ya era el hombre de confianza de los mercenarios que apoyaban al emperador Romano, César sabía recompensar a los hombres que le resultaban útiles, por lo que otorgó a Antípatro la ciudadanía romana, la exención de impuestos y el cargo de procurador o administrador de Judea. El edomita demostró una habilidad política increíble, tanto para convertirse en representante romano, como para conservar hereditariamente los honores obtenidos, ya que encargó a su hijo mayor Fazael el gobierno de la comarca de Jerusalén y al menor, de solo quince años, cuyo nombre era Herodes le encargó la comarca de Galilea. La juventud tiene la facultad que permite actuar con valentía y copiar los padrones de conducta con suma facilidad, el joven Herodes de manera inmediata imitó la política romana de mantener contenta a la población, por lo que a pesar de su edad actuó con la idea de congraciarse con el pueblo, eliminando de la Galilea a una cuadrilla de salteadores que tenían azolada la región. Pero Julio César no solamente favoreció a Antípatro y su familia, sino a todo los judíos por su apoyo y participación en la toma de Egipto, ya que sin el soporte de víveres y el apoyo militar extra la empresa hubiera sido casi imposible, por lo que también benefició a Hircano y sus hijos nombrándolos aliados de Roma y amigos personales, también había ratificado el derecho a las prácticas religiosas judías y además, de que toda causa judicial contra un judío debería resolverla los propios judíos por conducto de su sumo sacerdote, también eximió a los judíos del acantonamiento de las tropas en invierno, prohibió las extorsiones y ordenó que el pago de impuestos para Roma contemplara las particularidades de la ley judía, exceptuando el año sabático de contribuciones ya que la tierra no producía, regresó además al dominio judío la ciudad marítima de Jafa que Pompeyo había liberado, además otorgó a Hircano y su familia un lugar al lado de los senadores en el Circo y el privilegio, de presentar solicitudes directamente al senado Romano con aprobación del dictador o de su adjunto, también la población en general recibió beneficios, se les exentó del servicio de las armas, respetando que las leyes del Shabat no les permitirían realizar actividades en ese día. César sabía recompensar a sus aliados y los judíos no quedaron mal colocados con Roma, por lo que muchos judíos llegaron a la propia Roma y con la facilidad que caracteriza al judaísmo supieron adaptarse y convertirse en hábiles mercaderes, ocupando el otro lado del Tíber para establecerse; pero el 15 de marzo del 44 a.e.c. César fue asesinado, y las cosas cambiarían para los judíos (Holtzmann & Oncken, 1918, págs. 277, 286 - 290).