1) Referencias primarias.
Aunque en el segundo capítulo de este trabajo se desarrolla la evolución de las dimensiones propuestas para el estudio de la RSE, explorando los antecedentes en cada una de ellas, en esta ocasión se hace referencia a la evolución del concepto de RSE, procedente de las actividades industriales y del management, especialmente en Estados Unidos y Europa, y de algunos estudios teóricos precursores.
El desarrollo industrial de Norteamérica durante los siglos XVIII y XIX se fincó sobre la base de la libre empresa y en una cultura de valores que fomentaba la acumulación de capitales, así como en la idea de compartir con la sociedad los beneficios económicos, a través de acciones de filantropía, consideradas como las prácticas pioneras de la RSE.
De esta forma se recuperan las contribuciones de los primeros hombres de negocios altruistas, como Stephen Girard (1750-1831) inmigrante francés llamado el “padre de la filantropía”, quien fundó el Colegio Girard para los jóvenes indigentes, funcionando hasta la fecha con las reglas por él dictadas. Andrew Carnegie (1835-1919) inmigrante escocés, para quien los industriales tenían una obligación moral a fin de mejorar el bienestar social. Fundó colegios, universidades, hospitales, museos; patrocinó proyectos comunitarios y las primeras iniciativas medioambientales y de derechos humanos (Holt y Wigginton, 2002).
En el ámbito de los valores morales y la ética empresarial, en el siglo XVIII los cuáqueros norteamericanos rehusaron invertir en dos de los mercados más rentables de esos tiempos: el armamento y el comercio de esclavos. A consecuencia de esta actitud, numerosas asociaciones religiosas prohibieron las inversiones en empresas donde los beneficios resultan en acciones de pecado, como el sector del alcohol, el tabaco, juegos de azar, la pornografía (Ballet y de Bry, 2001; Le Saou y Serret, 2006).
En relación con la presencia del individuo en las organizaciones, Mary Parker Follett (1868-1933) fue pionera de la gerencia centrada en las personas y de las primeras promotoras de la ética empresarial. Participó en diversas actividades contribuyendo a la creación de escuelas nocturnas en Boston, así como en la oficina de colocaciones, de guías vocacionales y fue miembro de la Comisión de Salarios Mínimos de Massachusetts.
Follett abogó porque la organización debe estar fundada en el reconocimiento de los deseos motivacionales de los individuos y del grupo. Señaló que el problema básico de toda organización era el armonizar y coordinar los esfuerzos del grupo para lograr la mayor eficiencia en el trabajo. Reconoció la necesidad de “un nuevo principio de asociación, al que llamó el concepto de grupo y auguró que sería la base de los sistemas industriales, del nuevo enfoque a la política y el fundamento del orden internacional... Fue una profetiza en la jungla administrativa que pedía unión e identificación con el grupo” (Graham, 1997).
Las fundaciones de beneficio social tienen un lugar relevante en la promoción del desarrollo social6. Entre las más antiguas e importantes se encuentran las siguientes:
* La Fundación Rockefeller, constituida en 1913, con el fin, según sus estatutos, de promover el bienestar de la humanidad;
* La Fundación Kellogg, creada en 1930, para ayudar, según sus disposiciones, a las personas en las áreas de la salud, alimentos, educación y desarrollo rural;
* La Fundación Ford, creada en 1936, para recibir y administrar fondos para propósitos científicos, educativos y caritativos, para el bienestar público.
F. Emerson Andrews, según el CAD, emplea cinco criterios para identificar a las fundaciones filantrópicas: no-gubernamentales; sin ánimo de lucro; propietarias de un fondo principal de su propiedad; gestionada por sus propios fideicomisos y directores; y promotora de actividades sociales, educativas, caritativas, religiosas o de otro tipo que contribuyen al bienestar común. Mediante la aplicación de estos criterios logró identificar los siguientes tipos de fundaciones: las de propósito general, las de propósito específico, las familiares o personales, las corporativas, y las comunitarias.
Las contribuciones de las fundaciones, continúa el documento citado, se encuentran en terrenos varios incluyendo los campos científicos, sociales y económicos. Sobresalen los beneficios en materia de:
* La “Revolución verde”, referida al establecimiento de programas encaminados al mejoramiento de la calidad y cantidad de productos agrícolas para el consumo humano;
* Los “Programas poblacionales”, vecinos de la idea maltusiana respecto de la asimetría del crecimiento exponencial de la población humana en razón del crecimiento de los alimentos;
* El “Control de enfermedades infecciosas”, tales como la anquilostamaliasis, la malaria, y la fiebre amarilla, entre las más importantes.
Actualmente la figura de las fundaciones es ampliamente utilizada por las grandes empresas para la realización de obras sociales. Así, en México se encuentran las fundaciones Telmex, Televisa, Azteca, Banamex, entre muchas más. Algunas fundaciones, cabe señalar, han recibido críticas en relación con los verdaderos motivos de su altruismo.
Aunque las iniciativas desde la filantropía y las fundaciones permiten percibir una importante influencia de la formación moral y axiológica de los actores, el examen de la RSE a partir de la ética, evoca antecedentes de estudios filosóficos recientes, ponderados como fundamentales en las iniciativas deontológicas que confluyen en el campo de la bioética, tecnoética, ética empresarial y ética ecológica. Entre ellos está la obra de Hans Jonas El principio de responsabilidad: Ensayo de una ética para la civilización tecnológica (1973), proponiendo una nueva ética para la sociedad industrial y tecnológica.
La aportación de Jonas en la reflexión ética, producto de su experiencia durante la Segunda Guerra Mundial, llama la atención sobre las promesas y amenazas de la técnica moderna y la vulnerabilidad de la naturaleza ante la intervención del hombre. En alusión al imperativo de conducta de Kant, propone un nuevo imperativo: "actúa de tal modo que los efectos de tu acción sean compatibles con la permanencia de una vida humana auténtica", o bien “no pongas en peligro la continuidad indefinida de la humanidad en la tierra”.
Los conceptos tradicionales de ética, afirma, quedan eclipsados ante el obrar colectivo, imponiendo a la ética una nueva dimensión de responsabilidad.
La filantropía, las fundaciones sociales y la ética, pueden considerarse como las esferas generales donde circunscribir las primeras prácticas de la responsabilidad social empresarial, con gran vigencia hoy día, aunque para muchos estudiosos deben tomarse con ciertas reservas, hasta no conocer los verdaderos motivos de estas actividades.
El campo de estudios de la RSE ha crecido significativamente y hoy día contiene una amplia proliferación de teorías, enfoques y terminologías, tales como: sociedad y negocios, management social, políticas públicas y negocios, administración de las partes interesadas, y rendición de cuentas corporativas. Otros conceptos alternativos incluyen los términos empresa ciudadana y la sustentabilidad corporativa (Garriga y Mele: 2004).
Como punto de partida para una clasificación propia de RSE, los autores citados asumen como hipótesis que las teorías de mayor relevancia y enfoques relacionados están orientados en alguno de los siguientes aspectos de la realidad social: económico, político, de integración social y éticos, permitiendo clasificar las teorías en los siguientes grupos:
1) Teorías instrumentalistas, asumen que la organización es un instrumento para la creación de bienestar, siendo ésta su única responsabilidad. Se enfocan en la maximización del valor de los accionistas, estrategias para ventajas competitivas y mercadotecnia.
2) Teorías políticas, enfatizando el poder social de la organización, específicamente en sus relaciones con la sociedad. Se enfocan en el constitucionalismo corporativo, la teoría de contrato social integrado, y corporación ciudadana.
3) Teorías integrativas, asumen que los negocios deberían integrar las demandas sociales, dependen de la sociedad para su continuidad. Enfocan asuntos del management, la responsabilidad pública, los stakeholders, y el desempeño social corporativo.
4) Teorías éticas, ponderan que las relaciones entre los negocios y la sociedad están ligados con valores éticos. Se enfocan en la teoría normativa de los stakeholders, los derechos universales, el desarrollo sustentable, y el bien común.
Durante la última década, concuerda la mayoría de los investigadores en la materia, los directivos de las corporaciones comienzan a tomar consciencia de la existencia de una nueva realidad en los negocios o que el mundo ha cambiado, surgiendo un tipo de consumidor preocupado por la conservación del ambiente, la defensa de los derechos humanos y la exigencia de actividades socialmente responsables por parte de las organizaciones, así como la transparencia en el manejo de los recursos públicos y privados.
2) Evolución y ambigüedad conceptual
De acuerdo con Lee (2007), la evolución del concepto de RSE no ha sido de forma súbita, sino que presenta un trayecto gradual y laborioso. Como sabemos, existe un sector de académicos, encabezados por M. Friedman (1962) para quienes la única responsabilidad de la empresa es la generación de riqueza para los dueños y accionistas, en contraste con la propuesta de R. E. Freeman (1984) quien desarrolla la teoría de los stakeholders o partes interesadas en la organización; en el aspecto interno (accionistas, directivos, sindicatos, empleados), como en lo externo (clientes, proveedores, gobierno, sociedad en general).
En el interludio de estas dos propuestas con frecuencia incompatibles, durante los años setenta la mayoría de los consejos de administración de las corporaciones mostraban resistencia para adoptar los postulados de la RSE, hasta que ya adentrados los años ochenta lo percibieron como una oportunidad de negocios en el ámbito de una mercadotecnia con orientación social, con fines económicos, evidentemente.
Durante los años noventa el concepto de RSE llegó a estar mejor armonizado con el desempeño corporativo financiero (DCF) de la organización, y fue ampliamente aceptado tanto por los practicantes de negocios como por los académicos. El cambio ocurrió en tres etapas evolutivas principales: de exclusión, inclusivas e integradas (Lee, 2007).
A continuación se explica brevemente cada una de ellas.
a) Relaciones excluyentes: El punto de vista tradicional entre el DCF y RSE es que son mutuamente excluyentes, cuyo principal supuesto es que una organización de negocios es una entidad social creada solo para dedicarse a las transacciones económicas, y la meta primaria es crear beneficios vía la eficiencia organizacional o la innovación tecnológica.
b) Relaciones incluyentes: Plantea que las relaciones entre DCF y RSE no son excluyentes necesariamente, sino que existen considerables traslapes entre ellos. La preocupación por la RSE puede erosionar la tasa de ganancias en el corto plazo, pero debería ayudar a los componentes sociales, incluyendo la corporación, en el largo plazo, donde la idea central es que las corporaciones y la sociedad dependen unas de la otra para su bienestar.
c) Relaciones integradas: Este punto de vista va más allá, sus proponentes afirman que hay una oportunidad comercial para la RSE. Las firmas pueden desempeñarse mejor financieramente siendo justas, haciendo el bien, estimulando los empleos morales, con la finalidad de mejorar su reputación y la lealtad de los consumidores; desarrollando nuevos mercados, y diluyendo así una posible animadversión de los consumidores.
Por otro lado, varios autores señalan la obra de Howard Bowen Social Responsabilities of the Businessman (1953) como el primer intento para teorizar las relaciones entre las corporaciones y la sociedad de manera sistemática y racionalizada (Carroll, 1979; Lee, 2007). Si bien la obra contiene amplios estudios sobre la vida económica y su relación con los valores espirituales y morales, en un entorno legal, social y empresarial que ofrecía perspectivas favorables para el desarrollo de la RSE.
Bowen, continúa Lee, está más interesado en saber “cuáles son exactamente las responsabilidades de los hombres de negocios” y “qué puede hacer la sociedad para proponer cambios institucionales en la promoción de la RSE”. Según Bowen, la responsabilidad social de las empresas reposa sobre dos principios:
a) el contrato social, en el nivel macro; en el cual la existencia de la empresa obedece a la aceptación de la sociedad y en reciprocidad, debe respetar las leyes sociales; y
b) la agencia moral, a nivel micro; que por su influencia social, la empresa debe tener una conducta ejemplar, coherente con los valores sociales (citado por Ernult y Astha, 2007).
Un avance importante en el desarrollo conceptual de la RSE se presentó en 1970 vía la publicación del estudio Una nueva racionalidad para la política social corporativa, elaborado por el Comité para el Desarrollo Económico (CDE) en Estados Unidos, reformando el debate en relación con el fenómeno. Particularmente, el artículo de Wallich y MacGovan (1970) ha representado un nuevo paradigma con un impacto duradero en el estudio de la RSE, cuyo propósito principal fue “hacer un esfuerzo para proporcionar una reconciliación entre los intereses social y económico de las corporaciones” (Lee, 2007).
Al año siguiente, el mismo CDE publica el libro Social Responsabilities of Business Corporations, considerado como una de las obras más influyentes por tomar en cuenta la opinión del sector empresarial en el tema de la RSE, la cual predica como un aspecto de la gestión empresarial con un papel fundamental en el desarrollo de la sociedad, aceptando la necesidad de nuevos compromisos sociales de la empresa.
El CDE utilizó un enfoque de “tres círculos concéntricos” para describir la RSE: el círculo interno incluye las responsabilidades para la eficiente ejecución de las actvidades económicas, productos, trabajo y cecimiento económico; el círculo intermedio comprende una responsabilidad para el ejercicio de la función económica con una sensible conciencia de cambio de valores y prioridades sociales –con respecto a la conservación del medio ambiente, contratos, y relaciones con los empleados –; el círculo externo traza los hechos recientes y responsabilidades aún imprecisas que las empresas deberían asumir para estar más involucradas en el mejoramiento del medio ambiente social (Carroll, 1979; 1991).
Ante la carencia de un paradigma teórico generalmente aceptado en la construcción del concepto, investigación y desarrollo de políticas en RSE, Carroll (1979) elaboró un modelo conceptual tridimensional de desempeño social corporativo (DSC), de pronta aceptación y siendo aún más desarrollado por otros autores. El modelo combina tres dimensiones: responsabilidad social corporativa, cuestiones sociales, y sensibilidad (responsiveness) social corporativa. Vista como una institución social, la organización necesita cuidar tanto el medio ambiente y los empleados, tan bien como hacer buenas ganancias7.
El autor ofrece un modelo conceptual que, a su juicio, describe exhaustivamente los aspectos esenciales del desempeño social corporativo. Los tres aspectos del modelo tratan los asuntos principales que preocupan a los académicos y gerentes, tales como:
1) ¿Qué incluye la responsabilidad social corporativa?
2) ¿Cuáles son los asuntos sociales que la organización debe atender? y
3) ¿Cuál es la filosofía de la organización o modo de sensibilidad social?.
El concepto de RSE, según diversos autores, debe implicar la toma de decisiones en áreas como la contaminación ambiental, problemas de pobreza y discriminación racial, consumismo y otras áreas de problemas sociales. Consideran también que la RSE se relaciona con la rendición de cuentas y con su receptividad o sensibilidad de los asuntos sociales, continúa Carroll, e implica cuestiones de conducta corporativa y desempeño.
A continuación se presenta una lista de algunos de esos puntos de vista con respecto a los medios de responsabilidad social.
3) Modelo de Desempeño Social de Carroll.
Dado que los estudiosos proponen el análisis de la RSE desde múltiples enfoques, Carroll (1979) sugiere los siguientes tres aspectos de desempeño social corporativo, que deben ser articulados e interrelacionados de alguna manera:
1. Una definición básica de responsabilidad social.
2. Enumeración de las cuestiones por las cuales la responsabilidad existe.
3. Especificación de la filosofía de respuesta.
Una definición de responsabilidad social empresarial puede considerarse completa si comprende el rango de obligaciones que la empresa tiene con la sociedad, representando las categorías de económico, legal, ético y discrecional del desempeño del negocio. La siguiente figura ilustra este conjunto total de responsabilidades, en la inteligencia que las proporciones simples observadas sugieren la magnitud relativa de cada responsabilidad.
Responsabilidades
discresionales
Responsabilidades
éticas
Responsabilidades
legales
Responsabilidades
económicas
Según el autor, estas categorías no son mutuamente excluyentes, ni acumulativas o aditivas y no enseñan de manera intencionada un continuum con cuestiones económicas por un lado y preocupaciones sociales por el otro. Simplemente nos recuerdan los motivos o acciones que pueden estar caracterizadas como primariamente entre estas cuatro clases:
- Responsabilidad económica. Es la primera y más importante responsabilidad social de los negocios, considerando a la empresa como la unidad económica básica de la sociedad, produciendo y veniendo los productos y servicios que aquella requiere.
- Responsabilidad legal. Referido al sistema de reglas, leyes y regulaciones, bajo las cuales se espera operen las empresas, asumiendo su papel productivo como un cumplimiento parcial del “contrato social”.
- Responsabilidad ética. Toma en cuenta las conductas y actividades adicionales a las referidas en los asuntos económicos y normativos, se encuentra entre las más difíciles de cumplir en virtud de la ambigüedad en la definión del término ética en los negocios.
- Responsabilidad discresional. Sugieren una actitud puramente voluntaria de las empresas cuyo mensaje llega poco claro a la sociedad. Entre ellas están las contribuciones filantrópicas, programas de abuso de drogas, centros de asistencia a grupos vulnerables, etc.
El modelo de Carroll implica las siguientes dimensiones:
- Cuestiones sociales involucradas. La propuesta involucra asuntos tales como: seguridad del producto, seguridad industrial y salud, ética en los negocios (shareholders), medio ambiente, consumismo y discriminación en el empleo.
- Definición. De acuerdo con Carroll, “la responsabilidad social de los negocios comprende las expectativas económica, legal, ética y discrecional que la sociedad tiene de las organizaciones en un momento dado”.
- Filosofía o sensibilidad. El tercer componente que complementa el modelo conceptual de Carroll son los modos o las estrategias en que se basan los gerentes para dar respuesta a la responsabilidad social y las cuestiones sociales, llamado también “sensibilidad social”.
Frederick (1972) expresó el punto de vista de la sensibilidad social con el término CSR2, y establece que “la sensibilidad social corporativa se refiere a la capacidad de una corporación de responder a las presiones sociales”8 (citado en Wartick y Cochran, 1985).
Durante los años ochenta se produjo un vasto número de investigaciones en el campo de la administración estratégica destinadas a dilucidar la cuestión de porqué algunas empresas tenían mayor desarrollo que otras. Uno de los enfoques de mayor influencia, el análisis de los stakehoder (traducido al español como partes interesadas en la organización), resulta de gran utilidad y aplicación en los estudios de la RSE.
El concepto aparece durante los años sesenta en Estados Unidos en la literatura del management entre profesores y gerentes ante la carencia de modelos teóricos en este campo de estudios. Sin embargo, es hasta 1984 cuando Robert Freeman logra reunir diversos enfoques sobre los stakeholders, entre los que considera a los accionistas, empleados, sindicatos; clientes, proveedores, competencia, comunidad, asociaciones de consumidores, el gobierno, entre otros; y construye una teoría coherente y sistemática de gran influencia en el campo, siendo objeto de diversos estudios empíricos durante los años posteriores.
Wartick y Cochran (1985) publican el artículo La evolución del modelo de desempeño social corporativo, considerando un enfoque de tres desafíos del concepto de responsabilidad social corporativa, a saber: responsabilidad económica, responsabilidad pública, y sensibilidad social, incorporando el examen de la gestión de las cuestiones sociales como una dimensión del desempeño social corporativo (DSC).
El término desempeño social corporativo, alegan los autores, no tiene una definición precisa, utilizándose como sinónimo de responsabilidad social corporativa, sensibilidad social corporativa, o cualquier otra interacción entre la empresa y el medio ambiente social. Sin embargo, más recientemente el DSC ha comenzado a tomar un sentido más propio.
Con base en la propuesta tridimensional de Carroll, los autores proponen un modelo de DSC que refleja las interacciones subyacentes entre los principios de la responsabilidad social, los procesos de la sensibilidad social; y las políticas desarrolladas para dirigir las cuestiones sociales. Es decir, el enfoque principio/proceso/política como plataforma para el análisis de las empresas y la sociedad.
Dos sugerencias fundamentales provenientes del trabajo de Bowen, a saber: todos los negocios existen por la complacencia de la sociedad, ligados mediante un contrato social, y las empresas actúan como un agente moral dentro de la sociedad, reforzando los valores de forma similar que lo hacen los estados y las iglesias, sirven de premisas básicas para el concepto de responsabilidad social, desde el cual los autores desarrollan su modelo de estudio mediante el análisis de los siguientes retos:
Reto 1. Responsabilidad económica. Con Fundamento en la tesis de los economistas clásicos este desafío comienza en el macronivel mediante la acometida tanto a la premisa del contrato social como a la premisa de la agencia moral de la responsabilidad social –considerándola como una “doctrina subversiva”–, con implicaciones en el micronivel.
Reto 2. Responsabilidad pública. Algunos autores proponen el concepto de responsabilidad pública como un sustituto de la responsabilidad social, centrándose más en el contrato social de la empresa y menos sobre la cuestión de la agencia moral.
Reto 3. Sensibilidad social. Pretende cambiar el énfasis lejano desde las obligaciones sociales a los procesos de respuestas sociales, dirigiéndose tanto al contrato social como a la agencia moral de los negocios.
Wartick y Cochran sintetizan los retos revisados para la construcción de su modelo de DSC mediante la siguiente estructura:
Principios |
Procesos |
Políticas |
Responsabilidad social corporativa |
Sensibilidad social corporativa |
Administración de los asuntos sociales |
Económica |
Reactiva |
Identificación |
Figura 3. Modelo de desempeño social corporativo, modificado de Wartick y Cochran (1985)
Durante la década de los ochenta se habló también de una filantropía estratégica entre los consejos de administración de las corporaciones que pueden permitir beneficios en varios aspectos, a saber: reputación en el medio y prestigio social, deducciones e incentivos fiscales, perspectiva mercadotécnica, nuevos mercados y ventajas competitivas, cooperar con el desarrollo de la comunidad, ayudar en el mantenimiento del medio ambiente, etc.
En los albores del nuevo milenio, la institucionalización de la RSE se fortalece con la demanda de las organizaciones de proveedores favorablemente calificados por sus actividades de responsabilidad social, lo cual se fundamenta en la ética de los directivos. Es así como en Estados Unidos y Europa proliferan las agencias de calificación para otorgar el reconocimiento mediante la etiqueta de “empresa socialmente responsable”, sugiriendo que los directivos deducen una relación causal positiva entre sus actividades de RSE y el desempeño financiero de la empresa.
Según la reseña anterior, los estudios de la responsabilidad social de las empresas inician con un concepto ambiguo de naturaleza a la vez: a) semántica, a partir de las expresiones inglesas Social Corporate Responsability y Social Corporate Responsiviness; b) teórica, en el debate ético/moral y un enfoque pragmático, contractualista, reposando en la teoría de la agencia; y c) ideológica, en función de su alcance, restringido solamente al aspecto económico, o su apertura a atender las necesidades de las partes interesadas, con un carácter social (Ernult y Astha, 2007).
Siguiendo a Holt y Wigginton (2002) el concepto Corporate Responsiveness implica tanto una respuesta proactiva para prevenir potenciales problemas sociales, o una respuesta reactiva, cuando la compañía es forzada por una crisis, por una intervención legal o por grupos de presión externo, y es percibida como rezagada en su conducta ética.
Algunos autores, afirman Ernutl y Astha (2007), presentan el problema semántico como los estadios sucesivos de un mismo proceso de conceptuación de la noción de responsabilidad societal, mientras que otros lo presentan como alternativas irreconciliables.
La traducción del concepto anglosajón Corporate Social Responsability, por otro lado, da lugar a formulaciones diversas que pueden ser fuente de confusión. La traducción castellana como responsabilidad social de las empresas puede limitarse a las relaciones humanas en el seno de una organización. Por tal motivo, la locución responsabilidad societal es preferida por expresar una dimensión ampliada a la sociedad en su conjunto.
Actualmente existe una amplia gama de publicaciones en relación al tema de la RSE, en algunos casos complementarios, y en otros contrapuestos, de acuerdo al enfoque del autor. Frederick (1987, 1998) clasifica la producción bibliográfica en cuatro categorías:
a) CSR1, las obras que tratan la RSE como un concepto ético-filosófico;
b) CSR2, textos que la tratan como un concepto de gestión y acción empresarial;
c) CSR3, los que incluyen elementos normativos basados en la ética y los valores; y
d) CSR4, textos normativos en temas de gestión empresarial que valoran el papel de la ciencia y la religión (citado en Albareda, 2006).
Mientras el debate se enriquece con las aportaciones de los investigadores provenientes de diversas ciencias, la mayoría de los autores parece estar de acuerdo en que la RSE debe atender las dimensiones económica, social y medioambiental, frecuentemente modeladas en tres círculos intersectados, compartiendo escenarios con otras regiones del conocimiento estrechamente vinculadas, como son el gobierno corporativo y el desarrollo organizacional, temas de análisis en capítulos subsiguientes.
6 OCDE (2003) Fundaciones filantrópicas y cooperación al desarrollo. Extracto del Diario del CAD (Comité de Ayuda al Desarrollo), Volumen 4, Nº 3. www.oecd.org/, consultado el 30 de marzo de 2008.
7 Es probable que Carrol haya sido influenciado por el trabajo de Sethi, quien desde 1975 propuso el concepto de Corporate Social Performance (CSP), distinguiendo tres niveles de actuación empresarial: a) cumplimiento de las leyes, normas y obligaciones sociales; b) la responsabilidad social como aceptación voluntaria por parte de las organizaciones; y c) la conducta que las empresas pueden desarrollar orientadas a responder a las exigencias sociales (citado en Albareda, 2006).
8 El término inglés responsiveness no acepta una traducción directa al español, la expresión responsive significa sensible o receptivo, de entre las cuales se utiliza la primera en este trabajo para expresar sensibilidad.
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