El turismo, como agente dinámico de la globalización, da lugar a procesos de modernización y tiende a integrar las zonas aisladas a la economía de mercado. Produce crecimiento económico y en al- gunos casos contribuye al intercambio cultural, el fomento de las relaciones entre los pueblos y a concientizar respecto a la necesidad de que la diversidad cultural y las diferentes formas de vida, merecen ser respetadas. Sin embargo, las experiencias en el mundo en cuanto al desarrollo de esta actividad, muestran la existencia de impactos negativos en la sociedad y cultura, así como en el ambiente, por los que la mayoría de los inversionistas y gestores públicos no muestran preocupación alguna.
Las nuevas sociedades que entonces se gestan y Bahía de Banderas no es la excepción, evidencian múltiples problemas de carácter so- cial y cultural, así como daños irreversibles al entorno que de no atenderse con oportunidad, pueden derivar en el agotamiento de los destinos, a la semejanza de lugares como Acapulco, Guerrero o Cancún, Quintana Roo, donde en el afán de lucro, el hombre ha convertido verdaderos paraísos terrenales, en territorios devastados.
Por ello, la problemática que el desarrollo de la actividad turística ha traído consigo en Bahía de Banderas, no debe continuar siendo soslayada. El desarrollo no se circunscribe a crecimiento económi- co, empleo o mejores ingresos, éste tiene que ver fundamentalmente con calidad de vida, un concepto que en las regiones turísticas pare- ciera ser válido únicamente para los inversionistas o los turistas con alto poder adquisitivo.
La población nativa paulatinamente está siendo desplazada a la pe- riferia de las localidades con la venta de sus tierras y privada de los espacios comunitarios tradicionalmente utilizados para la recrea- ción y el esparcimiento de adultos y jóvenes. ¿Puede acaso conside- rarse que existe desarrollo sólo porque en la región se construyen grandes hoteles, llegan turistas europeos y hay empleo? ¿Es válido hablar de calidad de vida, cuando se vive con la zozobra permanen- te del robo, el secuestro y que los hijos se hundan en las adicciones? Tenemos sin duda que reflexionar cuidadosamente en ello.
Destaca en el ámbito de lo social, la aparición de adicciones como la drogadicción y el alcoholismo, así como los embarazos no planea- dos ni deseados a edades muy tempranas de la vida. Actualmente la drogadicción se ha convertido en el mayor flagelo para niños, jóvenes, y adultos, incluyendo mujeres, sin que a la fecha existan programas preventivos eficaces para abatirlo, por ninguno de los tres órdenes de gobierno, pese a las demandas de diversos grupos sociales. Entre las drogas más comunes por su consumo, se encuentran la mariguana, la cocaína, el llamado “foquito” (un químico que se calienta en un foco pequeño) y la mezcla de cedalmex con coca-cola.
En la encuesta aplicada a las familias de las localidades consideradas en el estudio realizado - Sayulita, Lo de Marcos y San Francisco - el 55% de los entrevistados manifestó que la drogadicción constituye el problema más serio en sus comunidades, pero hacen hincapié en que los gestores públicos no le han dado la debida importancia. Refieren incluso las personas, que el uso de drogas ha derivado en acciones delictivas que por lo regular quedan impunes. Se denuncia a sabiendas de la existencia de una red de complicidades que evita la aplicación de la justicia.
El alcoholismo es otro de los serios problemas existentes, aunque sólo el 6% de los encuestados lo menciona como el más importante. En localidades como Lo de Marcos, es común observar a no pocos padres de familia bebiendo desde tempranas horas, acompañados algunos de ellos, por sus esposas e hijos menores de edad. Durante las tardes esta imagen se repite en San Francisco, pero protagoni- zada por los migrantes, quienes una vez terminada su jornada laboral en la construcción de obras, se reúnen en grupos para el consumo de bebidas embriagantes.
El comercio sexual es también un problema lacerante sobre el que personas de todas las edades tienen algo que contar. Las casas en San Juan de Abajo, donde las madres alquilan a sus pequeñas hi- jas desde la pubertad, los profesores que testifican la llegada de redes de pornografía infantil a las localidades referidas, los turistas de Puerto Vallarta a los que jóvenes de ambos sexos ofrecen sus ser- vicios (en la llamada “vacilada del barco”) y quienes vienen a las localidades para divertirse por unos días e incluyen en su itinerario la compra de compañía, lo constatan. Refieren incluso los poblado- res, que terminada su educación primaria, muchas niñas se van a los Estados Unidos para dedicarse a esta actividad.
A los problemas mencionados se suman los embarazos a corta edad (en promedio se atienden en el Hospital General de San Francisco, 100 partos al mes, que no se cobran por disposición gubernamental) y el abuso a menores (fundamentalmente por miembros de la familia como tíos, padrastros y abuelastros) que afectan una etapa de la vida sumamente vulnerable.
Los pobladores se ven también obligados a convivir a diario con la delincuencia, que ha tendido a incrementarse durante los últimos años. Aunque todos conocen a quienes delinquen, la mayoría calla debido a la existencia de vínculos familiares en la mayoría de la po- blación, la desconfianza de que las autoridades actúen conforme a la ley o bien el temor a represalias. De esta forma los robos, secues- tros, violaciones y agresiones físicas, quedan sin castigo.
Asimismo, la infidelidad marital y la violencia intrafamiliar han gene- rado un ambiente dañino para el desarrollo emocional de los niños, testigos cotidianos de golpes, abuso psicológico y los efectos de las adicciones en los progenitores. Para la mayoría de los padres, ver la televisión es más importante que ayudar a sus hijos con las tareas, salir a jugar con ellos o convivir en familia. En ese sentido, el co- mún denominador en las localidades de estudio, es la existencia de familias disfuncionales cuyos problemas se reflejan en la vida comu- nitaria.
En materia de salud, la población tiene acceso a un servicio médico muy limitado, ya que sólo se cuenta en las localidades mencionadas (Lo de Marcos, San Francisco y Sayulita), con un hospital y dos clí- nicas de la Secretaría de Salubridad y Asistencia, cuya infraestruc- tura y personal médico son insuficientes, además que permanente- mente se ven afectadas por el desabasto de medicamentos. Agrava este problema, la aparición de enfermedades como la lepra, que es motivo de discriminación para las personas que la padecen. En el 2007, había en San Francisco tres personas con la enfermedad, sin embargo su tratamiento médico se vio interrumpido debido a que la Secretaría de Salud suspendió la provisión de varios medi- camentos, entre los que se encontraba el prescrito a las personas contagiadas con el Bacilo de Hansen.
Llama la atención en este rubro, que de los entrevistados, sólo el
23.3% tiene el beneficio de servicios médicos, lo que evidencia la desprotección en que se encuentra la población en localidades don- de los padecimientos más comunes existentes, como la diabetes y sus complicaciones (problemas renales, glaucoma, neuropatías), neumonías, obesidad y alzheimer, son motivo de mortandad. Se- gún el Censo General de Población y Vivienda 2010, en Lo de Mar- cos, el 23.10% de la población no es derechohabiente a servicios de salud, en San Francisco, el porcentaje es de 25.56% y en Sayulita el
48.98%.
Se agrega a esta problemática, el que existe una “cultura del no pago” debido a la cual el Hospital de San Francisco recibe exi- guos ingresos por cuotas de recuperación. La mayoría de las perso- nas acuden con las autoridades municipales y hacen uso de sus “in- fluencias” para que se les condonen los pagos, aunque su condición económica sea desahogada, situación que agrava las condiciones en las que trabaja este nosocomio donde reciben atención médica po- bladores no sólo del municipio, sino también del estado de Jalisco.
En educación el panorama tampoco es alentador. La mayoría de las personas tienen cursado únicamente el nivel básico y muy pocas el medio básico, en ese sentido, a los empleos mejor remunerados ac- ceden personas calificadas de otras entidades como Jalisco, mientras que la población nativa percibe bajos salarios. Es importante mencionar que el 21.6% de los encuestados reveló que no sabía leer ni escribir y el mismo porcentaje, que únicamente estudió la primaria. Sólo el 5% manifestó que había cursado estudios de Licenciatura. Según cifras publicadas por INEGI, con base en el Censo General de Población y Vivienda 2010, en Lo de Marcos, el grado promedio de escolaridad es de 7.49, en San Francisco 8.93 y en Sayulita de 7.62.
No se cuenta además, en los poblados mencionados, con institu- ciones educativas de nivel medio superior ni superior, por lo que los jóvenes, si desean continuar su educación formal, tienen que tras- ladarse a otras localidades del municipio - Nuevo Vallarta o La Cruz de Huanacaxtle - donde se encuentran la Universidad Tecnológica y el Instituto Tecnológico de Bahía de Banderas, o bien a la ciudad de Puerto Vallarta, que alberga al Centro Universitario de la Costa, de la Universidad de Guadalajara; lo que implica para las familias, una erogación económica que por sus limitados ingresos les es difícil sufragar.
Muchos jóvenes terminan su educación secundaria y no cursan el bachillerato, debido a la influencia negativa que en este aspecto ejercen sobre ellos sus padres, quienes les convencen de que no es necesario estudiar para ganar dinero y mantener una familia, ya que en Bahía de Banderas siempre hay empleo para todos (una afir- mación que en estos momentos ya no está vigente, debido a la crisis económica mundial). De esta forma, los jóvenes prefieren ingresar a edades muy tempranas al mercado laboral, que esperar varios años por la obtención de un título universitario que les permita el acceso a empleos mejor remunerados.
Un factor adicional que sin duda ha incidido en esta decisión, ha sido el que la mayoría de los profesores no muestran interés alguno en establecer con los padres de familia, una relación que les ofrezca una visión distinta sobre el futuro de sus hijos. Varios docentes son originarios de otros municipios y sólo esperan la oportunidad que les sea concedido un cambio de adscripción, para irse de locali- dades cuya cultura nunca comprendieron ni aceptaron.
En cuanto a las áreas de recreación y esparcimiento, son muy pocas las existentes. Los diferentes Comisariados Ejidales han vendido práctica- mente todas las áreas comunes que podían haberse utilizado para la recreación y el deporte, cancelando de esta forma las posibilidades a niños y jóvenes, de canalizar parte de sus energías en una actividad que puede prevenirles de caer en las garras de las adicciones.
La expectativa de cada ejidatario con un título agrario en sus ma- nos, es recibir el mayor número de veces posible, los miles de pesos que significa la venta de un área común, sin importar que en sus comunidades no existan jardines ni canchas deportivas. Parques, espacios donados para proyectos productivos y terrenos en la pla- ya, han sido vendidos en aras de la modernización y el supuesto “progreso para todos”.
Paradójicamente, aunque la mayoría de las personas consideran que con la venta de terrenos se están autoexpulsando de sus localidades, perciben este fenómeno como consustancial al desarrollo y lo jus- tifican bajo la premisa que son muchos millones los que da la tierra y que vale la pena vender mientras haya quienes deseen comprar. El adquirir una o dos camionetas y guardar algún dinero en el banco, les proporciona seguridad y la convicción que la tierra los ha hecho ricos, aunque no pocos duerman en habitaciones insalubres y su alimentación sea tan exigua como sus sueños.
Respecto a lo económico, se observa una oferta de empleo suficien- te para los varones (nativos y migrantes), pero reducida para las mujeres y el que los salarios devengados se encuentran por debajo de los índices de inflación existentes en las regiones turísticas. Las personas se emplean fundamentalmente en la construcción, como empleados en los servicios turísticos, la administración y limpieza de residencias de extranjeros y se dedican al comercio y los oficios, pero no todas gozan de prestaciones. Según la encuesta aplicada en las localidades referidas, el 56.6% de los entrevistados gana menos de $4500.00 al mes, el 50% no cuenta con prestación alguna en su trabajo y sólo el 18% es beneficiario como trabajador, de servicios médicos, vacaciones y prima vacacional.
Muchas de las personas nativas poseen una vivienda que les fue otorgada en el periodo de Luis Echeverría, pero no pocos, sobre todo los migrantes, han tenido que rentar viviendas de una sola ha- bitación y sin servicios, por más de dos décadas.
La Riviera Nayarit (proyecto turístico desconocido para el 85% de las personas encuestadas), que se extiende desde el norte del estado de Nayarit hasta el municipio de Bahía de Banderas, ofrece al visitante de alto poder adquisitivo, hoteles con playas privatizadas, restaurantes in- ternacionales e imponentes campos de golf, para su descanso o diver- sión, pero a los pobladores locales, la marca con la que son promovidas en el mundo sus playas, sus montañas, su selva y paisajes para atraer inversiones y turistas, no ha sido sinónimo de bienestar.
En Lo de Marcos, los terrenos ubicados frente a las playas de Las Minitas y Los Venados, lugares de encuentro comunitario por mu- chos años, han sido vendidos por el Fideicomiso Bahía de Bande- ras (administrador de los terrenos habitacionales y turísticos expro- piados en la región), con la anuencia del Ejido, para la construcción de hoteles de lujo. Actualmente, altas vallas y guardias privados, resguardan las playas para que nadie tenga acceso a las mismas.
Del modelo inmobiliario existente en esta región turística, los úni- cos beneficiados han sido los desarrolladores y especuladores (por lo regular extranjeros), algunos de los cuales llegaron sin capi- tal alguno, utilizando incluso oficinas prestadas, pero ahora son prósperos inversionistas que se han apropiado de casi la totalidad de los pueblos. Es común observar por internet, que se ofrezcan residencias en terrenos propiedad de personas nativas que tienen allí su vivienda. La estrategia utilizada es ofrecer a extranjeros la propiedad en muchos miles de dólares y una vez acordada la tran- sacción, convencer al dueño de vender por una cantidad ante la cual no pueda negarse, pero que es irrisoria comparada con la ganancia del especulador.
En cuanto al turismo, es importante mencionar que el 83.3% de las personas encuestadas consideran que les ha beneficiado y el 86.6% que ha sido fundamentalmente por la llegada de los turistas extran- jeros, que tienen empleos, mayores ingresos económicos, mejores servicios y calidad de vida (el 56.6% de quienes respondieron las preguntas de la encuesta, cuenta con agua potable, energía eléctri- ca, drenaje, teléfono y cable y el 45% posee uno o más vehículos). Sin embargo, están conscientes que sus comunidades distan mucho de parecerse a aquellas en las que vivían antes de que llegaran “los gringos” a comprar terrenos para vivir por temporadas o permanen- temente en sus pueblos. Sin embargo, el 53% de las personas mani- festó que el turismo también les ha traído desintegración familiar, delincuencia, drogadicción, prostitución, alcoholismo, pérdida de valores y normas éticas, depredación de los recursos naturales y modificación de las costumbres y tradiciones.
La cultura se ha visto también afectada en este proceso de transición que se vive. Valores como la solidaridad, el bien común, el servicio a los demás, la amistad y el respeto, prácticamente desaparecieron y cedieron el paso a antivalores que han desmembrado el tejido social. Los entrevistados mencionan que ahora el dinero es lo más importante y que la nueva sociedad emergente en Bahía de Banderas la integran en su mayoría, personas que anteponen el beneficio personal al comunitario.
Aunque manifiestan que la familia y la fe que profesan orientan sus acciones, esto no se traduce en actitudes de responsabilidad hacia sus hijos, ni tampoco en una práctica cotidiana permeada por va- lores como el amor, la fraternidad, la justicia y el perdón, promo- vidos por los distintos movimientos religiosos asentados en las localidades.
La llegada de los extranjeros a la región de estudio (norteamerica- nos, canadienses, italianos, alemanes, argentinos, chilenos y vene- zolanos), data de veinticinco años a la fecha y algunos tienen esta- blecida en las localidades, segundas residencias por algunos meses, pero otros, los menos, se han quedado de manera permanente. Se dedican por lo regular, a la oferta de servicios turísticos, el comer- cio y el negocio de bienes raíces, pero también a la realización de labores de beneficio social, como la instrumentación de programas en las escuelas, orientados al aprendizaje del inglés, el manejo de la computadora y el cuidado del medio ambiente. Han creado incluso, asociaciones de apoyo a la niñez como la Casa de los Niños, en Lo de Marcos.
Muchos de ellos, sobre todo los que viven en San Francisco, cuentan con estudios universitarios de posgrado, pero al igual que el resto de los extranjeros asentados en la región, no se han preocupado por establecer una relación con la población nativa, que pueda conside- rarse un encuentro de culturas, enriquecedora para ambas partes.
Proveen empleos para las personas de la comunidad, sobre todo del sexo femenino, pues necesitan quienes les atiendan y administren sus residencias, pero los sueldos son bajos y sin prestaciones, motivo por el cual las mujeres de las localidades llegan a trabajar en varias casas de extranjeros, cubriendo horarios que superan hasta las diez horas diarias.
Llama la atención que haya extranjeros con residencia permanente en la región - desde hace más de quince años - que no hablan el idio- ma español, aunque coordinan el trabajo de asociaciones protecto- ras de animales. ¿Cómo involucrar entonces a la población en ac- ciones de conservación del medio ambiente, si no se tiene en común el idioma, un vehículo fundamental para la comunicación? o ¿Será acaso que esto no importa si al fin y al cabo se puede convocar a jóvenes extranjeros que gustosos aceptan venir a Bahía de Bande- ras, incluso sufragando sus gastos, porque la ecología está de moda? ¿Cómo pensar que puede ser más importante en términos de eficacia en la labor realizada, contar con el apoyo de europeos que con el de mexicanos que viven en el territorio de la especie que se pretende proteger?
En lo político destaca la existencia de tres partidos políticos (PRI, PAN y PRD), ninguno de los cuales representan, en opinión de la ciudadanía, opciones reales para la atención de la problemática exis- tente, aunque en los procesos electorales, han sido candidatos priís- tas quienes han quedado al frente de la alcaldía desde la creación del municipio, a excepción del actual alcalde cuya filiación política al momento de rendir protesta como Presidente Municipal de Bahía de Banderas, era panista (actualmente se encuentra afiliado al PRI). En el 2008, durante el proceso de renovación de Ayuntamientos, por primera ocasión y como resultado de una modificación a la Cons- titución del Estado de Nayarit, también fue sometida a votación la elección de regidores. En el caso de las localidades donde se realizó el estudio, la mayoría de votos la obtuvo el candidato priísta, en ese momento Comisariado Ejidal de Sayulita.
Es motivo de reflexión, el que aun cuando las personas de las loca- lidades consideran que los gobernantes y representantes populares no han estado a la altura de los problemas que demandan atención, les otorgan en la encuesta aplicada una calificación muy aceptable. El 56.6% le dio al Gobernador del Estado Ney Manuel González Sánchez y al Presidente Municipal de Bahía de Banderas (durante el trieno 2005-2008), una calificación de 8 a 10 en su gestión. Sin embargo, a los Diputados locales, sus representantes en el Congreso, sólo el 25% les da este puntaje, haciendo hincapié muchos de ellos, que ni siquiera los conocen.
En el caso de la Presidenta del DIF (Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia), esposa del Presidente Municipal, es un por- centaje mayor, el 68.3% de los encuestados, el que le otorga una calificación en los rangos mencionados, llegando a ser la mejor pon- derada; lo cual puede explicarse porque es el DIF quien encabeza la asistencia social y se encarga de instrumentar programas y acciones relacionados con la salud, educación, de apoyo a adultos mayores, jóvenes, niños y personas con necesidades especiales, etc. Es el ros- tro femenino de la gestión municipal, diría Verdú, el del contacto humano, familiar y solidario (Verdú, 2007).
Respecto a lo ambiental, es visible la afectación a los recursos natu- rales. Una región que debiera centrar toda la atención de los gestores públicos, en la conservación de la biodiversidad que alberga, está siendo devastada con el pretexto del desarrollo. Cabría preguntarse ¿Desarrollo para quién?
La tala de árboles por la construcción de infraestructura turística y re- sidencias de extranjeros, la comercialización de especies animales como el jaguar, la tortuga y la iguana, la contaminación del agua por la insuficiencia de plantas de tratamiento ( hay colonias que no están conectadas al drenaje), la basura en los arroyos, las calles y la playa, así como una laxitud en el cumplimiento de la norma, han agravado los problemas. Aunque existen en las localidades de estudio, asocia- ciones y Organizaciones no Gubernamentales (ONGs) para la pro- tección del jaguar y la tortuga y se ha promovido su conservación, tanto la piel del primero como los huevos de la segunda son motivo de comercialización. Se suma a ello, en el caso del jaguar, que no existe control sobre la caza del venado, especie de la que principal- mente se alimenta este depredador.
Por otra parte, la escasez de agua, un líquido vital para la vida, es otro de los problemas que se han detonado con el desarrollo de la ac- tividad turística. Mientras que las familias reciben el agua racionada para el consumo doméstico, los hoteles y campos de golf disponen de millones de litros para el servicio a los turistas. Los extranjeros por su parte, que cuentan con cisternas de 20,000 litros y grandes albercas en sus residencias, también son privilegiados con la obten- ción en grandes cantidades, de este preciado líquido.
Sin embargo, difícilmente podrían explicarse los profundos cambios que a partir del desarrollo de la actividad turística se han suscitado en Bahía de Banderas, sin identificar el papel que tanto las autori- dades ejidales como los tres órdenes de gobierno han jugado en este proceso.
Las personas entrevistadas refieren actos de corrupción relaciona- dos con los terrenos ejidales y una ambición desmedida que ha ignorado los efectos de la venta de las áreas comunes en la vida familiar y comunitaria. “Que los hijos se rasquen con sus uñas”, son la frase con la que algunos ejidatarios justifican el aprobar que en sus localidades todo se venda. Aunque algunos de ellos están cons- cientes de lo que este proceso afecta, no titubean al levantar la mano para manifestar su apoyo a la decisión de nuevas ventas de terrenos, pues ello significa y así lo expresan sin recato, miles de pesos en sus bolsillos.
Por su parte, los gestores públicos han orientado gran parte de sus esfuerzos, a la promoción del destino en el extranjero (para la atrac- ción de inversiones y la construcción de infraestructura turística), así como al posicionamiento de la marca Riviera Nayarit, con la que se promueve al turismo - a través de diversas estrategias publicitarias
- como la panacea para resolver los problemas económicos que padecemos, lo cual es una falacia.
Cuando llegan los turistas, sólo ven de las localidades - porque eso es lo que se quiere mostrar para que regresen - los colores y las lu- ces. Los graves problemas sociales causados por el desarrollo de la actividad, se mantienen underground para que no sean vistos. Los viven y padecen quienes allí crecieron, los que añoran la vida tranquila de sus localidades, donde la solidaridad, la amistad y el respeto, eran los valores que permeaban la convivencia pero que ahora ya no están más.
En este contexto de frustración y desesperanza, la religión juega un papel fundamental como respuesta humana al problema de signifi- cado y como escudo cultural contra el caos potencial de la realidad contingente. Nos ofrece, dice Kaufmann (1989), respuestas que el individuo busca y no encuentra en los valores de la utilidad, la eficacia y el pragmatismo imperantes.
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