ÉLITES DEL PODER ECONÓMICO EN MÉXICO

Iago Santos Castroviejo

Poder, democracia, libertad

Nuestro punto de vista consiste en apreciar en el poder un paso imprescindible o, para ser más cautos, casi imprescindible para organizar la cooperación social y potenciar la capacidad de conseguir metas, tanto colectivas como “distributivas”.
Estos dos aspectos del poder –colectivo y distributivo- son bastante inseparables, tanto en la decisión de cuales son las metas colectivas, donde quien detenta más poder decide más en la elección de estas metas, cuanto en el reparto de los resultados de la cooperación. Viene al caso la reflexión sobre el sentido y el reparto de la cooperación y sobre como concebimos la distribución y la misión del poder en la sociedad económica.
Nuestra filosofía social es democrática. Entendemos por democracia, en primer lugar, el principio de igual poder para todos. Incluso la tradición liberal proponía el doble principio de “libertad para todos” más “igual poder para todos”, principio que el autodenominado neo-liberalismo redujo a “libertad para todos” más “justificación de las desigualdades en la distribución del poder”, reducción que pone de patas para arriba el pensamiento liberal.
Adoptamos el punto de vista de que ciertas formas de concentración y ejercicio del poder son puntos de paso obligado para organizar la cooperación social. Negar esto posiblemente nos llevaría a conocer mal nuestras sociedades, por lo menos en el actual momento de su historia. Pero en consecuencia, esto quiere decir que nos interesa muchísimo el poder, quien lo detenta, como  lo ejerce, a donde y como conduce la cooperación de toda la sociedad. Nos interesa a todos los afectados por él, en las palabras de Bertrand Russell. Y esto quiere decir, en esencia, dos cosas: primera, que el poder debe ser ejercido en beneficio de todos los afectados por el. Para eso emana de la cooperación social que ayuda a organizar. Por eso Transparencia Internacional definió corrupción como “toda forma de utilización del poder en provecho propio”.
Segundo, que la sociedad debe tener sistemas de re-igualación del poder y de juicio externo, tal como Jorge Etkin propuso para corregir la tendencia a la concentración del poder, la emergencia de la ley de hierro de las oligarquías y la desviación en la misión de las instituciones y principios de evolución de las sociedades.

Volver al índice