Reconocido pianista cubano especializado en las contradanzas de su país y en la adaptación de óperas y de canciones de otros artistas. Además tocaba el piano en iglesias, hacía crítica en la prensa bajo el seudónimo de El Timbalero y daba clases a personas cercanas a él. Incluso, hay muchas generaciones de cubanos piensan que con la muerte de Saumell el universo cultural perdía a una de las figuras claves que iniciaron el llamado nacionalismo musical, y afirman que, por su aporte a la cultura cubana, es el músico más importante del siglo XIX en La Isla. El Conservatorio de música de La Habana recibió su nombre, Conservatorio Manuel Saumell. Nacido el 17 de julio de 1817 en La Habana, fue catalogado como un precoz en la música, a pesar de que se vio obligado a estudiarla de forma autodidacta, debido a que nació en el seno de una familia humilde, que no podía enviarlo a una escuela de música. Hijo del catalán Cristóbal Saumell, quien fue un hombre de pensamiento revolucionario quien le mostró a corta edad sus ideales y las inconformidades que tenía acerca del Teniente General Tacón, quien era en ese momento (1834-1838) el gobernador de la Isla. Se recuerda que éste hombre escribió sus primeras producciones alrededor de los 15 o 16 años, justo cuando estaba aprendiendo a tocar el piano con la ayuda de su profesor Juan Federico Edelman y cuando fue rendido admirador del estadounidense Louis Moreau Gottschalk. Pero poco después de cumplir los veinte se atreve con una ópera que tendría de telón de fondo los escenarios y el ambiente capitalino, lo cual fue elogiado por Alejo Carpentier, quien afirmó que con el nacimiento de la obra de Saumell, fueron fijados y pulidos los elementos constitutivos de una cubanidad que hasta entonces estaban “perdidos”. Años más tarde Maurice Pyke, director de la ópera italiana, le enseñó conocimientos de armonía, contrapunto, instrumentación y fuga, lo cual, lógicamente, permitió que el autor de “La música en Cuba” afirmara que Saumell “significa mucho dentro de la historia de los nacionalismos musicales de nuestro continente”. Pero uno de los suceso más importantes de su vida fue su nombramiento como presidente de la sección de música de la habanera Filarmónica Santa Cecilia, acontecimiento al cual siguió la fundación del Liceo Artístico Literario, junto a Ramón Pintó y al pianista español José Miró. Tenemos además que mencionar que, aunque Saumell provenía de una familia de escasos recursos, con el pasar de los años, realizó inversiones de capital por medio de su amigo y corredor de compraventas, el pianista Pablo Desvernine. Además, contrajo matrimonio con Concepción Amegui, una mujer natural de La Habana hija de una familia “acomodada”, con la cual tuvo 3 hijos. Pero, el hombre falleció a los 53 años (en La Habana el 14 de agosto de 1870), a pesar de que estaba en plena facultad de condiciones. Los contradancistas como él fueron involucrados en la llamada Conspiración de la Escalera, y, además, él siempre tuvo un detalle revolucionario, por lo que él llamó a una de sus piezas, “El Somatén”, que es una palabra que viene del catalán “Som Atents”, que se traduce al español “Estamos en Guardia”, el cual era el órgano de prensa de los independentistas catalanes, que llegaba clandestinamente a Cuba. Ya mencionado esto, podemos decir que Saumell transformó de manera impactante el estilo de la música cubana que hasta entonces estaba disperso en el ambiente y no salían de las casas de baile. Los precursores de Saumell, quienes hasta hoy muchos son anónimos, fueron los que le infundieron un estilo más ambiental, influenciado en cierto modo por la música haitiana. Además de esto, Saumell dejó un detalle muy personal en su estilo, que fue asimilado a lo largo de su vida en las salas de baile y con la compañía de sus contemporáneos, quienes, al igual que él, eran unos increíbles visionarios. Por último, Saumell, como fue previamente dicho, fue alumno del italiano Pyke quien le enseñó conocimientos de armonía, contrapunto, instrumentación y fuga, que fueron detalles que también marcaron a las contradanzas de su autoría, en las cuales aparecen, por vez primera, claves rítmicas de la música popular cubana que se escuchaba en el siglo XIX.
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