Compositor cubano, profesor y constructor de órganos. Nace en Manzanillo el 1 de febrero de 1902. Es el menor de los nueve hijos del español Francisco Borbolla García y la cubana Carolina Téllez. En la segunda mitad del siglo XIX su padre había introducido el instrumento llamado popularmente “órgano oriental” o “de Manzanillo”, en esa ciudad del oriente cubano. Este “órgano de cilindro” es un híbrido de piano y organillo, que funciona sobre la base de rollos perforados que producen el movimiento de las teclas a partir de pedales. Algunos autores sostienen que la introducción del órgano en Manzanillo se remonta a 1876, en tiempos de la Guerra de los diez años (1868-1878), y que llega allí procedente de Cienfuegos -pues ambas ciudades se encuentran en la ruta de cabotaje de la costa sur de Cuba-, por encargo de Francisco Borbolla, cuya familia se dedica desde entonces a su empleo y construcción. Los franceses que radicaban en la ciudad cienfueguera y sus alrededores, amenizaban las fiestas con este instrumento, y con un repertorio totalmente europeo. Los Borbolla introdujeron modificaciones en el órgano para adecuarlo a los requerimientos de ritmo y timbres de la música cubana. Así construyeron tres órganos modificados, a los que dieron los nombres de “La Música”, “La Orquesta” y “El Gran Órgano”. Este llegó a tener noventa teclas. Siguiendo los planos de Carlo, se construye un órgano capaz de almacenar en sus fuelles aire suficiente para tocar música lenta, como el danzón. Así nace el llamado “Rumba”, que poseía doce registros. Éste no solo es constructor de órganos, sino un original compositor, con obras reconocidas por músicos de alta formación y musicólogos como Alejo Carpentier. Su catálogo autoral alcanza casi quinientas obras: sones, congas, rumbas, danzas, piezas para canto y piano y para orquestas de cuerdas, así como piezas didácticas. Gran parte de su producción está constituida por piezas solo para piano. A partir de 1927, cursa estudios musicales en París. Estudia piano con Pierre Lucas y recibe clases de armonía y composición de Louis Aubert. En 1929 publica en esa ciudad sus Cuatro Sones Cubanos, que suscitaron admiración entre notables músicos europeos de la época, pero que no obstante no son conocidos en Cuba, hasta la década de 1940, gracias a músicos como Hilario González y Julián Orbón. Estos sones marcan profundamente la obra de Borbolla como compositor y originan una escuela, pues su estilo novedoso significa una ruptura en relación con la escritura que provenía de Ignacio Cervantes, y proponía una proyección diferente de lo cubano. En 1930 Borbolla regresa a Manzanillo sin haber culminado sus estudios, y se dedica a la construcción de órganos junto a sus hermanos Francisco y Joaquín; afina pianos y se especializa en la ebanistería. Comienza entonces a escribir música para los cartones de órganos, pues nadie como él, que los construía, transformaba y restauraba, conocía las capacidades y posibilidades de esos instrumentos. Así nacen “El Jorocón”, “Pimienta”, “El Cocalito”, “La Palanca” y “El Gozón”, los cuales han roto las barreras del tiempo y cuentan aún con la preferencia del público amante del órgano oriental. A las obras que escribe para el instrumento, Borbolla las llama “organerías”. A finales de 1951 se traslada a La Habana, para iniciar un proyecto de pedagogía musical, en estrecha vinculación con los conservatorios de la capital. Durante esa etapa confecciona los cinco Cuadernos de Rítmicas Cubanas, encaminados a la enseñanza de la síncopa cubana, y escribe piezas originales para distintos instrumentos y formatos. Por esos años inicia también la elaboración de una Enciclopedia de la Música, que lo ocupa por décadas y no llegaría a concluir. Con más de ochenta años de edad regresa a su ciudad natal, a la que dedica un libro aún inédito: Estampas de Manzanillo. En esa ocasión los manzanilleros le dedicaron un homenaje que el compositor recibe con su proverbial modestia. Éste fallece en su casa del municipio del Cotorro, en La Habana, el 12 de abril de 1990, a los 88 años de edad, dejando una copiosa obra musical inédita, pues se mantuvo trabajando hasta su muerte.
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