Esposa del generalísimo Máximo Gómez desde el 4 de junio de 1870 hasta su muerte. Integró la junta patriótica de La Habana, fundada el 10 de octubre de 1907. Al comenzar la Guerra de los Diez Años su madre, ya viuda, decide quemar todas sus propiedades y marchar a la manigua, acompañada por sus catorce hijos. Diez de ellos eran mayores que Manana. Ocho eran varones. De sus trece hermanos solo sobrevivieron a la guerra uno de los ocho varones y una de las cinco hembras. Nace en Jiguaní, antigua provincia de Oriente, el 20 de agosto de 1852. Se une en matrimonio con Máximo Gómez, según la ley mambí, el 4 de junio del 1870. En la ceremonia no hubo cura ni juez colonial: sino que es la presidida por un prefecto cubano, en un rancho de yaguas cobijado por guano. Son testigos del matrimonio, Salvador Cisneros Betancourt y Fernando Figueredo. Su matrimonio se prolonga durante 35 años, hasta la muerte del generalísimo. Permanece junto a su esposo compartiendo espartanamente riesgos, peligros, combates y extrema pobreza. De los 11 hijos del matrimonio de solo sobreviven seis. Dos mueren en la manigua, a temprana edad, por las penurias causadas por la guerra, y otros dos casi recién nacidos, durante su exilio en Honduras. Su otro hijo, Panchito Gómez Toro, caerá heroicamente ostentando los grados de capitán, al lado de su jefe, el mayor general Antonio Maceo Grajales, el 7 de diciembre de 1896, en San Pedro, provincia La Habana. Una anotación de Gómez en su diario, de fecha 7 de noviembre de 1877, dice: “Estoy muy preocupado por la situación de mi familia, porque temo por la vida de mis hijos con la soldadesca española y deseara, ya que mi destino está unido a la causa de Cuba, y debo morir o vivir con ella, al menos que mi esposa y mis hijos, aunque fuera por las líneas enemigas, pasaran a Jamaica”. A finales de la Guerra de los Diez Años, el 21 de diciembre de 1877, acompañada de sus tres pequeños hijos, se presenta Manana a los españoles, con el objetivo de salir hacia Jamaica. Al momento de su partida el brigadier español le entrega 24 onzas de oro por encargo del general español Arsenio Martínez Campos. Al llegar a Kingston las devuelve al cónsul español. En 1878 fue a residir a República Dominicana. Allí sufre grandes penalidades y miserias. El recuentro con su esposo, terminada la Guerra de los Diez Años, tiene lugar el 11 de marzo de 1878. Solo disfruta de un poco de tranquilidad entre 1888 y 1895 cuando Máximo Gómez fomenta la finca “La Reforma “en Santo Domingo. Cuando el generalísimo, en 1895, parte con José Martí hacia Cuba para ponerse al frente del Ejército Libertador, queda al cuidado de los hijos en medio de grandes privaciones. En una ocasión la delegación cubana en Nueva York le ofrece ayuda económica. Su respuesta fue tajante: “¡Las que hemos dado todo a la Patria, no tenemos tiempo de ocuparnos de las necesidades materiales de la existencia. No debe gastarse con nosotros lo que hace falta para comprar pólvora!”. A la caída de su hijo Panchito Gómez Toro, crea un club revolucionario femenino con el nombre de él, en Montecristi, que se destaca en la labor patriótica. Regresa a Cuba en 1899. Su esposo Máximo Gómez fallece el 17 de junio de 1905. Con posterioridad, cuando la corriente anexionista -durante la segunda intervención militar norteamericana- pretende convertir a Cuba en un protectorado de Estados Unidos, Bernarda se integra a la Junta Patriótica de La Habana, fundada el 10 de octubre de 1907. Fallece en la capital, , el 29 de noviembre de 1911.
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