Líder sindical e incansable luchador por los derechos de los obreros. Participa activamente en las luchas obreras en el sector azucarero. Hijo de padres españoles, nace el 16 de octubre de 1917, en el poblado de Cuatro Caminos, del barrio de Cascorro en la provincia de Camagüey. En 1920 sus padres deciden volver a Villa Frechoz, Castilla la Vieja, lugar de donde habían partido años atrás, pero retornan en 1925 a Cuba, al propio poblado de Cuatro Caminos; aquí Amancio estudia con una maestra particular, hasta alcanzar el cuarto grado. En 1929 la familia decide mudarse para la colonia Sevilla, del antiguo central Francisco. Con sólo doce años, Amancio tiene que dedicarse a las labores agrícolas. En 1933 la familia Rodríguez Herrero se muda para la colonia La Lomita, del propio central. En este lugar éste continúa trabajando como obrero agrícola; de 1939 a 1946 trabaja como gruero y pesador de caña en la colonia Los Ciegos y posteriormente como despachador de gasolina en la bomba del ingenio. En La Lomita, se vincula a los revolucionarios del lugar, entre ellos conoce a Arsenio Yero Álvarez, fundador del Partido Comunista en la zona, del cual recibe grandes enseñanzas. En 1935 ingresa en la Unión Juvenil Socialista y este mismo año es nombrado secretario general del sindicato en La Lomita, y ya en 1937 es admitido como militante del Partido. Al crearse el Sindicato de los Trabajadores Azucareros del central Francisco y sus Colonias en 1939, forma parte de la directiva electa y el 10 de mayo del propio año es nombrado vicesecretario general. El 23 de marzo al presentar la renuncia el secretario general, pasa a ocupar la dirección del Sindicato, puesto que ocupa hasta su muerte ya que los obreros lo ratificaban todos los años en esta responsabilidad por inmensa mayoría de votos. Desde que asume este cargo termina para siempre la etapa en que los dirigentes del Sindicato se dejan intimidar o sobornar por los patrones apoyados por la Guardia rural. En 1942 ingresa a la Federación de Camagüey y ese mismo año es nombrado secretario general de la FNTA. Por el Partido es electo concejal del Ayuntamiento de Santa Cruz del Sur, donde lleva múltiples demandas a favor de la clase obrera. La constante persecución a que son sometidos Amancio y sus compañeros no pudo impedir que el movimiento obrero en el central Francisco se convierta en uno de los más poderosos en el país. Prueba de ello es que enfrentaron treinta y tres pleitos judiciales con la patronal, ganándolos en su totalidad. En 1948 los mujalistas, apoyados por la guardia rural, se apropiaron del local del sindicato, tratando de imponer por la fuerza una directiva que respondiera a los intereses de los explotadores, pero los obreros seguían planteando sus problemas a la dirección unitaria y no a los farsantes. Como Amancio se había convertido en una amenaza para los intereses de la compañía norteamericana, propietaria del central, Mujal y sus incondicionales planean el asesinato de Amancio, y para ello envían al central Francisco al asesino Rafael González Marrero, conocido por el Burro. Los mujalistas convocan para la tarde del 18 de septiembre de 1948, una asamblea en el local del sindicato, poniendo como pretexto la unificación del movimiento obrero del central y sus colonias. Esa tarde, ya el local lleno de trabajadores, comienza la asamblea. Un mujalista llamado Oscar Páez hace uso de la palabra, iniciando la provocación al referirse de forma ofensiva sobre la persona de Amancio. Este pide la palabra, la que le es negada, por lo que los obreros presentes exigen el derecho a la palabra a su verdadero líder. En medio de grandes aplausos camina éste hacía la tribuna cuando en ese instante se escucha un disparo. José Oviedo, fiel amigo de Amancio, que marcha a sus espaldas, también recibe un mortal disparo. Se produce una fugaz confusión, que es aprovechada por los pistoleros para salir del local. Inmediatamente llega la Guardia Rural para protegerlos y asumir su custodia. La clase obrera sólo pudo lograr que los asesinos no pudieran escapar al campo de aterrizaje donde los esperaba una avioneta. El sepelio de Amancio y Oviedo constituyó la más alta expresión de duelo jamás visto en el Francisco. Como protesta y repudio al régimen y las fuerzas mujalistas que habían llevado la división del movimiento obrero a la localidad. A su sepelio asiste el respetado dirigente de la clase obrera Lázaro Peña, quien en la despedida del duelo, expresa proféticamente como algún día este crimen será vengado y que cuando esto ocurra este central llevará el nombre de Amancio Rodríguez. El 6 de agosto de 1960 el gobierno revolucionario interviene el central Francisco, y los obreros allí reunidos acordaron que éste llevara su hombre.
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