Nace el 10 de diciembre de 1932 en el seno de una familia muy pobre, en la finca San Pedro, de Caracusey, municipio de Trinidad, antigua provincia de Las Villas. Sus padres Abel Delgado González y Nieve Delgado, son oriundos de Islas Canarias, España. Su padre fallece cuando él contaba con apenas siete años de edad, por lo que es criado por un ciudadano español nombrado José García, quien residía en esa misma zona. Este vecino también se preocupa por la atención a sus hermanos. La precaria situación económica familiar no le permite alcanzar ninguna instrucción escolar. Cuando tenía unos siete u ocho años de edad, asiste a una escuela primaria pública en la zona de San Pedro, en Trinidad, donde solo pudo permanecer unos pocos meses, ya que tuvo que interrumpir los estudios para trabajar como carbonero. Su niñez la pasa entre grandes penurias como lo expresa el que usa zapatos por primera vez a los 12 años. Con esa edad comienza a trabajar como cortador de caña en la zona de Chambas, actual provincia de Ciego de Ávila. Tuvo por vivienda los barracones y albergues de los obreros agrícolas. De este lugar regresa para su zona natal, en Trinidad, donde continua trabajando como obrero agrícola. En estos lugares permanece hasta los 17 años, cuando por la escasez de trabajo retorna a la zona de Chambas, en la cual trabaja como tractorista, hasta 1958. Realiza sus primeras actividades revolucionarias en la zona de Falla, donde se incorpora a una célula del Movimiento 26 de Julio (M-26-7). Participa en la venta de bonos, avituallamiento y otras misiones que se le encomiendan. En diciembre de 1958 se incorpora a la Columna No. 11 Cándido González del Ejército Rebelde. Participa en el combate de Las Margaritas y en la toma del poblado de Tamarindo, en los que se destaca por su valentía. Al producirse el Triunfo de la Revolución es asignado a una unidad militar en Chambas, Camagüey, hasta 1960. Aprendió a leer cuando la Campaña de Alfabetización en 1961. En ese empeño le ayuda su esposa Tomasa del Pino Suárez. En 1961 se dirige hacia La Habana, y mientras tramitaba su licenciamiento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), por razones de salud, se relaciona con algunos parientes de marcada postura contrarrevolucionaria y decide informar a las autoridades. Es así como de manera voluntaria establece contactos con el Ministerio del Interior y comienza a adoptar una fachada de desafecto al proceso revolucionario. A mediados de octubre de 1961, cuando se producen las intervenciones de nuevas propiedades como consecuencia de la Segunda Ley de Reforma Agraria, Alberto es ubicado por la Seguridad del Estado como administrador de la finca Maisinicú, en la granja de Santiago Escobar, a unos tres kilómetros de Trinidad, donde trabajan varios colaboradores de bandidos y donde actúa bajo la apariencia de un resentido miembro del Ejército Rebelde que, una vez licenciado, esperaba otra recompensa y tuvo que conformarse con lo que consideraba tan modesto empleo. A partir de este momento, Alberto Delgado se convierte para la Seguridad del Estado en el valioso agente “El Enano”, que se gana la confianza de varios cabecillas contrarrevolucionarios, quienes lo designan como el contacto entre La Habana y Las Villas. Alberto es contactado en Sancti Spíritus por Benilde Díaz, madre del bandido Tomás San Gil, muerto ya en combate, para que intercediera por una hija suya y por su hijastro, que resulta ser el jefe de bandidos Maro Borges. De esta forma surge la idea de la Operación Trasbordo, en virtud de la cual, son apresados, primero Maro y sus hombres, y poco después la banda de Julio Emilio Carretero Escajadillo, encabezada por su jefe, a la vez máxima autoridad del autotitulado Ejército de Liberación Nacional del Escambray, y asesino del alfabetizador Manuel Ascunce Domenech, el campesino Pedro Lantigua, la familia Romero y otros vecinos de la zona. Después de realizada con todo éxito la Operación Trasbordo, la Seguridad le plantea a Alberto que podía correr peligro, por lo que su permanencia en la finca es muy peligrosa. No obstante, él se niega firmemente a retirarse, argumentando que su misión dentro del enemigo contribuía a conocer sus planes, a evitar el asesinato de personas inocentes y la muerte de milicianos en las operaciones militares, y que ese modo de operar era menos costoso en vidas humanas. Durante algunos meses Alberto actúa abnegadamente contra las principales bandas de alzados que operaban en la región, pero la intensa actividad que desplegaba provoca que el cabecilla Rubén González León, El Cordobés, comenzara a desconfiar y se mantuviera atento a sus movimientos. Descubierta su identidad, elementos contrarrevolucionarios al mando de Cheíto León y Rubén Cordobés en horas de la noche del 28 de abril de 1964, en las márgenes del Río Guaurabo, frente a la finca Maisinicú, en el Escambray, le capturan, golpean, torturan y finalmente ahorcan de una guásima. Alberto, que se enfrenta solitario a los integrantes de sendas bandas de alzados y a un grupo de colaboradores que intentan obtener información sobre su actividad, es capaz de guardar silencio. Alberto Delgado murió heroicamente, pero por razones de seguridad es sepultado como si fuera un contrarrevolucionario. Tres años después, el 28 de abril de 1967, sus restos son exhumados y se le rindieron los honores correspondientes a un militar caído en el cumplimiento del deber. En esa ocasión fue ascendido póstumamente al grado de teniente del Ministerio del Interior e inhumado en el Panteón de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, en el Cementerio de Colón.
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