EL TRABAJO SOCIOCULTURAL COMUNITARIO. FUNDAMENTOS EPISTEMOLÓGICOS, METODLÓGICOS Y PRÁCTICOS PARA SU REALIZACIÓN

Rafaela Macías Reyes

1.5 Etapas del trabajo sociocultural en Cuba

Construir  una sociedad de justicia social  y dignificación  personal  en condición de país del tercer mundo es  cada día un reto  para las fuerzas del progreso social. Después  del derrumbe del socialismo en Europa del Este la realidad cubana se erige como proyecto en sí misma de emancipación social y dignificación humana.
Miguel Limia David en su trabajo “¿Una sociedad imposible?” señala:  
“Los intentos de cuantificar y, sobre esta base, evaluar interiormente los diferentes aspectos de las relaciones sociales conformadas en Cuba a lo largo de la revolución, son  fallidos y profundamente engañosos, cuando pierden de vista lo esencial; la revolución cubana perfectible por vocación, inspirada  en un nuevo paradigma  de racionalidad, es decir, en un modo radicalmente diferente al liberal para organizar, entender, conocer, evaluar y transformar la vida social, llevado a la práctica a través  de un sin número  de contradicciones. A él lo signa un mecanismo más  profundo y consecuente  en la promoción y desarrollo  de la sociedad y la persona, que aquel  que se nos preconiza, desde la concepción  hoy dominante de  la cultura, “homogeneizada” por la globalización”. [Limia 1999]
Esta visión conduce a considerar que la obra de la Revolución Cubana tiene sus peculiaridades en el entorno universal y por tanto, marca con un sello distintivo las relaciones sociales y el tipo de persona que interviene como objeto y sujeto en el proceso de desarrollo. Los cubanos de los años 90 son profundamente distintos en su fisonomía social a lo que eran en las décadas del 50 y el 60. Ha aparecido el genio colectivo, se han diversificado las fuentes de autoridad y los asuntos resultan objeto de debate y dirección.
El cambio no ha sido logrado por la espontaneidad, es resultado de un proceso lógico y racional a partir de 1959, matizados por los acontecimientos internacionales afrontados por la Revolución Cubana. Desde el triunfo revolucionario la participación popular resultó la clave para el éxito de grandes tareas, prioridad para el Estado es propiciarla cada vez más en el proceso de desarrollo social, a través de las distintas formas de organización con que cuenta la estructura social cubana.
En el caso de Cuba y a diferencia de otras sociedades que miran hoy con atención la participación, la construcción del socialismo ha exigido que esta sea entendida en su sentido más integral, no solo como respuesta a movilizaciones convocadas desde un centro, sino como vínculo activo en todo el proceso social, identificando sus necesidades, formulando políticas y ejecutando acciones en pos del desarrollo. Como afirma Carlos Núñez Hurtado ´´La participación, es pues, un elemento sustantivo de la Democracia; sí, pero no podemos quedarnos solamente en la afirmación certera, si no sabemos cómo promoverla, desarrollarla, resguardarla… en fin construirla cotidianamente, día a día y con la participación de todos. (1988; 20) y más adelante significa que la participación es tener capacidad de decidir, controlar, ejecutar y evaluar.
El desarrollo social se da en el nivel macro, en tanto existe en el marco de las localidades de manera latente, pues es allí donde viven los sujetos de todo progreso. En Cuba la comunidad ha sido un referente importante durante todo el desarrollo histórico de la nación, baste pensar en la infinidad de barrios que abrigaron proyectos para las gestas emancipadoras.
Con el triunfo revolucionario la sociedad cubana asume una organización que se aviene a muchos elementos arraigados en la manera de ser del cubano. No hubiera sido posible, sin una tradición cultural, formar con la aceptación pública los CDR, la FMC, FEEM, FEU, UNEAC, ANIR, UPC, UPEC, ANAP, entre otras organizaciones que aglutinan a hombres y mujeres en su medio de convivencia1.
Además de la tradición cultural, que permite asimilar con rapidez conceptos como dignidad, solidaridad, cooperación, honradez, honestidad, laboriosidad, sentido de pertenecía y ayuda mutua, con el establecimiento de la propiedad social socialista comienza un proceso de  socialización de las relaciones de producción que sirven de base al proyecto socialista de desarrollo de la sociedad cubana.
El proyecto socialista de desarrollo social privilegia como cuestión estratégica la gestión comunitaria y la cooperación social entre los grupos y niveles de la sociedad, en su desarrollo, ha ido generando transformaciones e incorporando diferentes instituciones, y organizaciones que han fortalecido el tejido social, favoreciéndose el trabajo sociocultural comunitario. Se pueden destacar etapas con sellos particulares que nos pueden dar una idea más exacta del desarrollo alcanzado por el trabajo sociocultural comunitario, tres son esas etapas importantes:

Los hechos más importantes que caracterizan cada una de las etapas definidas serían, si de trabajo sociocultural comunitario y desarrollo cultural se habla:
PRIMERA ETAPA

  
La organización asumida por la sociedad cubana a partir del triunfo revolucionario garantizó la realización del trabajo sociocultural comunitario, favorecido por todo el proceso de creación y fortalecimiento de las potentes organizaciones de masas, sociales y políticas que concluye en 1965 con la fundación del Partido Comunista de Cuba.
La característica más importante del trabajo comunitario en esta etapa, se centra en las experiencias que se desarrollan de intervención comunitaria, especialmente en las zonas periféricas de las ciudades. En las comunidades de pescadores y granjas agrícolas creadas por la Revolución, toda esta labor se desarrolla con un alto nivel de empirismo.
Otras características de la etapa:

  1. Proceso ininterrumpido privilegiado por el estado como garantía de la participación comprometida.
  2. Diversas experiencias de intervención comunitaria profundamente empíricas.

SEGUNDA ETAPA

Estas acciones no fueron las únicas, no obstante, con sus aciertos y desaciertos van pautando el desarrollo cultural del país, acompañando el desarrollo económico, y la creación de una infraestructura capaz, de potenciar el desarrollo cultural en sus inicios. Esta infraestructura tiene las características siguientes:

 

En correspondencia con estos cambios, ya desde los años 80 el Ministerio de Cultura concibe la conformación de Programas y Proyectos de Desarrollo Cultural a mediano y largo plazo,  tendente a planificar el mismo, tomando en consideración el conjunto de factores de diversa índole que influyen directamente en la cultura, se privilegia en esa visión  el rol de las comunidades, municipios y provincias con su potencial de trabajadores de la cultura en el sentido amplio de la palabra que incluye tanto a los profesionales de deferentes ramas y  a los intelectuales, sus experiencias y proyecciones.

La división político administrativa que se adopta en el país en 1976 demostró la necesidad de crear una estructura organizativa intermedia entre la instancia municipal y la población. En esta división se crearon 14 provincias y 169 municipios, desapareciendo la estructura regional; se incrementaron las provincias en 8 y los municipios decrecieron en número, aumentando su tamaño; esa acción estatal contribuyó sustantivamente a la reorganización del trabajo sociocultural.

Se caracterizó esta etapa por el redimensionamiento del trabajo sociocultural comunitario y la realización de investigaciones, centradas la mayoría de ellas en el estudio de las condiciones materiales de vida o de aspectos muy específicos como el hacinamiento, la prevención del delito, los problemas de planificación familiar. Comenzaron a trabajar  en las comunidades equipos de investigadores de las universidades y de cultura, en menor escala de otras instituciones, y se elaboraron los primeros proyectos para la investigación y la intervención desde nuevos fundamentos.

 Características  de la segunda etapa:

 

TERCERA ETAPA

En 1990, la Asamblea Nacional del Poder Popular y el PCC, después de estudiar la experiencia de organización y funcionamiento de los Consejos Populares en Ciudad de la Habana decide su extensión a todo el país, pues como se ha concebido.

Los consejos populares se organicen teniendo en cuenta las tradiciones de la zona: su demarcación en barrios o repartos, la conciencia o el arraigo que esto tenga en la población, su sentimiento de pertenencia al barrio, las características funcionales, es decir, los lugares a donde tienen que acudir las personas para satisfacer sus necesidades y para la solución de problemas variados: económicos, culturales sociales y otros, y las características del lugar desde el punto de vista demográfico. [Arias 1995, 20]

Si bien es cierto que, en el orden teórico y en cierta medida práctico, la división político administrativa y, por consiguiente, la aparición de los consejos populares, marcaron un momento importante en el trabajo comunitario, no podemos dejar de señalar que uno de los saldos negativos se encuentra vinculado al elemento cultural, haciendo más complejo el trabajo con las comunidades, sin que esto llegue a constituir el caos, como sucede en otros países con contradicciones étnicas, clasistas, raciales y políticas casi irreconciliables.
Otros autores explican este fenómeno con bastante claridad afirmando:
Ciertamente, la división política administrativa  puede considerarse un proyecto racional y realista que devino de una consecuente política regional dirigida a reducir las disparidades de desarrollo, promover la integración e interdependencia regional y, al mismo tiempo disminuir la brecha campo-ciudad, de la cual resultaba compromisoria. Sus diseñadores, sin embargo, no siempre pudieron evitar cierto disloque de las regiones socio - culturales en función de una distribución demográfica y económica más equitativa y funcional a – los planes de desarrollo. Esto generó, en cierta medida, desfases entre entidades político legal, los municipios y sus comunidades constitutivas, bien por fragmentación o por agregación de identidades heterogéneas con frecuencia tradicionalmente autodefinidas en antítesis respecto a sus vecinas inmediatas. [Dilla, González, Vicentelli 1993, 12]

Con relación  a esta etapa, el trabajo sociocultural comunitario en los años 90 estuvo marcado por los significativos cambios en el ámbito económico y político a nivel mundial. La coyuntura actual se produce cuando el país se encontraba inmerso en la rectificación de errores, proceso que, entre otros propósitos, tenía el del perfeccionamiento del sistema político en cuanto a profundizar la democracia y la participación.

El período especial modificó el balance del tejido social cubano, según datos ofrecidos por el General de División Ulises Rosales del Toro en reunión efectuada con los presidentes de las asambleas del Poder Popular en1995:
El país tiene 1.4 millones de amas de casas, 1.25 millones de jubilados, 0.5 millones de desocupados y 200 mil trabajadores por cuenta propia, lo cual demuestra que en el barrio permanecen a tiempo completo cerca de 5 millones de personas. La inmensa mayoría de  nuestra población vive y conoce el barrio, el reparto, el caserío o los bateyes, pueblos o comunidades que se cohesionaron durante años, crearon hábitos y costumbres, tradiciones, enfrentaron adversidades naturales, aprendieron a defenderse, a divertirse y a producir juntos. [CIE; APC 1999:61-62]
Aún cuando las cifras planteadas se hayan modificado, no cambiaría la esencia del  criterio esbozado, debido a la veracidad con que refleja nuestra cotidianidad, inclusive, en algunas localidades. Debido al volumen poblacional que alcanzan, ha sido necesaria la creación de estructuras intermedias.
Al trabajo sociocultural comunitario tampoco le es ajeno en Cuba la estructura intermedia, el distrito, - como nivel intermedio en las ciudades - municipios grandes, ubicado entre el Consejo Popular y el Municipio, donde se sitúan superestructuras tales como las de educación, salud, servicios comunales y personales, entre otras, llamando la atención la ausencia del sector de la cultura entre las mismas.
El trabajo sociocultural comunitario en Cuba tiene, desde su concepción, la intención de lograr el desarrollo armónico de las comunidades, de manera que se fortalece el trabajo cohesionado, y se aprovechan las potencialidades de la comunidad, a partir del principio endógeno que significa trabajar con  la comunidad desde la comunidad y para la comunidad, como un miembro  más de la misma.
En muchas ocasiones se encuentra en la literatura foránea experiencias de trabajo sociocultural comunitario que logran solucionar problemas ya resueltos en Cuba y dejan la ilusión de que no queda mucho por hacer, lo que no es cierto. Son otras las tareas que debe emprender la sociedad cubana en sus localidades, de modo fundamental, en el aspecto cultural que, como se pudo observar, tiene influencia global. En la medida que se avance en la cooperación vinculada a la cultura, habrá adelantado nuestro proyecto, ya que la cooperación tiene fundamentos culturales.
Las enormes limitaciones materiales que han afectado al país después del derrumbe del socialismo en los países de Europa del Este y la URSS  y el recrudecimiento del bloqueo y la guerra económica por parte de Estados Unidos, así como de las embestidas dadas por los fenómenos naturales, han limitado la capacidad del estado de solucionar  problemas sociales y materiales al ritmo deseado, sin embargo  los Consejos Populares han desarrollado un movimiento social  de solución de los problemas comunitarios con esfuerzos de las comunidades.
En ese mismo orden, se observa  que las universidades, instituciones culturales y otras han acelerado el ritmo de participación en el asesoramiento, investigación  y apoyo al trabajo sociocultural comunitario, influyendo positivamente en las transformaciones socioculturales. En esta etapa  se ha producido un auge en el trabajo sociocultural comunitario, al respecto Ricardo Alarcón, en una de las sesiones de trabajo de la Comisión Permanente de Trabajo Comunitario, de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba se refirió a que se  aprecia  que estamos en una etapa diferente y más favorable para el trabajo sociocultural cultural comunitario con la formación de instructores de arte y de trabajadores sociales. Los nuevos programas que la Revolución está desarrollando crean las bases para lograr una sociedad mejor y más democrática, elevar el protagonismo de las personas y mejorar su calidad de vida.
Características: 

  1. Auge del trabajo sociocultural comunitario.
  2. Mayor participación de los actores sociales en la solución de los problemas de las comunidades.
  3. Aparecen nuevas figuras en el trabajo de la comunidad que contribuyen a crear nuevas bases para el trabajo.

1 Organizaciones creadas en el proceso revolucionario: CDR (Comités de Defensa de la Revolución); FMC (Federación de Mujeres Cubanas); FEEM (Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media); FEU (Federación de Estudiantes de la Enseñanza Universitaria); UNEAC (Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba); ANIR (Asociación Nacional de Inventores y Racionalizadores); UPEC (Unión Nacional de Periodistas de Cuba); ANAP (Asociación Nacional de Agricultores

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