Como señaláramos párrafos más arriba, el objetivo central de este trabajo, no es medir ni analizar el nivel o grado de competitividad del país, ni tampoco del sector de la pequeña y microempresa, no por carecer de importancia, sino que como lo señaláramos también, el objetivo central de nuestra investigación es el de profundizar en la relación existente entre inversión en recursos humanos y la competitividad en el sector de la pequeña y microempresa.
Sin embargo, consideramos necesario, presentar de manera sucinta un panorama del estado en que se encuentra la competitividad en el Perú; para lo cual hemos tomado los aportes de dos trabajos que consideramos relevantes con respecto a este tema: Competitividad e integración con la economía mundial, de Mercedes Araoz Fernández (2006), y el Informe Global de Competitividad 2010 – 2011, elaborado por The World Economic Forum (2011).
Según Araoz (2006), el estado de la competitividad en nuestro país se encuentra aún en un estado incipiente, ella afirma que:
“En el Perú, las limitaciones se presentan en los aspectos institucionales y los problemas de infraestructura, y se debe consolidar los aspectos microeconómicos y de políticas de capital humano básico. A la vez, es necesario realizar esfuerzos sustantivos en consolidar la eficiencia en los diferentes tipos de mercados, en particular aquellos relacionados con la inserción internacional. Finalmente, es de suma importancia que se tome con seriedad la inversión en investigación y desarrollo tecnológico, la innovación y los incentivos para el establecimiento de redes empresariales sofisticadas, pues, son los factores que nos aproximarían a una economía basada en el conocimiento y la innovación. Así nuestro énfasis será en tres aspectos: las barredas institucionales; la eficiencia de los mercados y en ella la inserción internacional; y la innovación, el desarrollo tecnológico y la articulación empresarial.
El Perú no aparece como una economía que posea un entorno institucional sólido, aparecemos en un pobre posicionamiento en los rankings, en particular en el componente seguridad jurídica y respeto a los contratos. La poca efectividad del aparato estatal a todo nivel de gobierno reduce la competitividad y se muestra en el grado de descoordinación de políticas y la falta de un sistema de planeamiento estratégico que incorpore a la competitividad como uno de sus ejes. Por eso recomendamos como medidas principales:
Como se puede observar, de las apreciaciones señaladas por Araoz, acerca del estado de la competitividad en el Perú, y de las recomendaciones que ella señala en su investigación, para mejorar el estado de la competitividad en el país; estas se encuentran íntimamente relacionadas con el poco desarrollo de las instituciones en el país, afectados estos por una ausente carrera pública, en la cual no se valora la meritocracia, que es el único factor que garantiza la calidad en los servicios públicos.
Otro factor que determina el bajo nivel de competitividad, es el de la corrupción de las instituciones públicas, que afectan el normal desarrollo de las actividades empresariales en nuestro país, un factor difícilmente medible, sin embargo un intento muy serio y valioso al respecto, para medir la percepción de la corrupción en nuestra economía, es la encuesta realizada por el Latinobarómetro (2011); y algunas otras estimaciones que se hacen de cuanto pierde el estado peruano debido a la corrupción existente en sus instituciones, como la hecha por la Contraloría General de la República, quien estima en 8 000 millones de soles anuales las pérdidas que sufre el estado peruano por este concepto.
Finalmente, en esta parte Araoz (2006), hace hincapié en la necesidad de invertir en temas relacionados a la ciencia y la tecnología, lo cual a decir de ella, incide en la mejora de los procesos productivos, reduciendo costes innecesarios, mejorando la productividad; y generando innovación en el producto, mediante la creatividad, que está íntimamente relacionada con la calidad de los productos sean estos bienes o servicios, todo esto nos permitiría generar competitividad en un país como el nuestro, donde estos procesos son carentes, y el estado de la investigación, la tecnología y la inversión en educación, según las cifras oficiales es uno de los más bajos de Latinoamérica.
En cuanto a la capacidad de articulación empresarial de nuestras unidades productivas, la misma Araoz, señala que:
“En el Perú, el nivel de articulación empresarial es muy bajo debido al alto grado de fragmentación en el sector empresarial. El Nivel de interacción entre los agentes públicos y privados es bajo, y existen muy pocos instrumentos de promoción por parte del Estado que incentiven la consolidación de sistemas empresariales articulados. Por otro lado, se carece de una cultura de innovación y de desarrollo tecnológico, ubicándose entre los peores puestos en estos dos aspectos. Por ello recomendamos entre otras medidas:
En tal sentido, visto lo señalado por Araoz (2006), respecto a la capacidad de articulación empresarial, uno de los factores que más inciden como barrera a este tipo de relaciones entre agentes económicos, es el factor cultural de los empresarios, el cual no considera a la innovación como algo relevante en su actividad empresarial, quizás esto sea el reflejo de una baja o escasa inversión en la formación y capacitación de su fuerza laboral, una herencia que viene de la década de los 90 en el Perú.
El ver al trabajador como una fuente de generación de riqueza, mediante la explotación de su fuerza laboral en estado inferior, es dejar de lado el inmenso potencial del trabajo superior, o especializado, que genera procesos de innovación. Por lo tanto, alienta la productividad empresarial, apertura la mente de los dirigentes empresariales a nuevas formas de gestión, de trabajo en equipo extendido con los que ellos consideran sus competidores, formando cadenas productivas, clusters, consorcios productivos y cuanta forma de asociatividad pueda existir.
La misma Araoz, señala además, que el rol del Estado, en los temas referidos a la ciencia, tecnología e innovación, en nuestro país es casi nulo, que este rol en todo caso, debe de ser más activo, promotor, e inclusive generador de una demanda que incentive la formación de una oferta que hoy es escasa, y viniendo esta propuesta de una persona que piensa que el rol del estado es subsidiario, es reveladora, porque nos muestra además que es de urgente necesidad mejorar la calidad de nuestras instituciones educativas, fomentar la aparición de centros de investigación y hacer que la investigación y la tecnología sea el centro de las políticas universitarias en el Perú, más aún hoy, cuando en el sistema universitario público, se ha conseguido la homologación de los docentes ordinarios.
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