El concepto de globalización nace y se nutre en la década del sesenta, con el análisis de la conformación de las corporaciones transnacionales a escala mundial para dar paso al desarrollo de un enfoque con base a la globalización de los mercados. (Berkc, 1998),
Al respecto, Serbin (1998) señala que la globalización, en sus conceptualizaciones dominantes, remite a un proceso predominantemente económico, articulado en torno a una reestructuración productiva a escala mundial, la revolución tecno productiva (especialmente en el campo de la informática) y la globalización financiera, es decir, la globalización, en sus conceptualizaciones dominantes, postula una visión unidimensional, centrada en lo económico, la preeminencia de los agentes del mercado sobre las economías nacionales y sobre el rol del estado-nación, la creciente permeabilidad y articulación entre las dinámicas domésticas y las internacionales, y el papel crucial del mercado (particularmente en su visión neoliberal) como autorregulador del sistema.
Así, el considerar la globalización como proceso, está íntimamente ligado a los cambios sustanciales en la economía. En este marco, es importante resaltar en especial el proceso de compresión espacio-tiempo (Giddens, 1998) que acarrea y que hace a su peculiaridad, al acercar los lugares más remotos a través de la comunicación y de las innovaciones en transporte, y al diluir la importancia de la territorialidad asociada a la soberanía nacional, vinculada al debilitamiento del estado-nación.
Este aspecto en particular ha contribuido para que el proceso de globalización no se reduzca a una dimensión económica e implique, asimismo, el desarrollo de procesos de globalización en el plano comunicativo (a través de la globalización de los medios y de la información); cultural (al tender a la homogeneización de los hábitos de consumo); político (al privilegiar como sistema político la democracia representativa occidental) y social (al universalizar, por ejemplo, los derechos humanos).
Sin embargo, para Hirst y Thompson (1996) el análisis de la globalización, más allá del saber convencional y del paradigma actualmente dominante, ha generado un extenso debate como así también el surgimiento de diversos enfoques analíticos sobre el proceso, tanto en el sentido de afirmarlo y reconocerlo como, eventualmente, de negar su existencia alegando la aparición de un mito de la globalización que no se corresponde con la realidad de la actual economía internacional y que pone en cuestión la ficción de la disgregación del rol del estado-nación como actor protagónico del sistema internacional.
De lo expresado en párrafos anteriores se infiere, que se puede considerar a la globalización como un fenómeno resultado de un proceso histórico en el que el ser humano no solo busca ir más allá de las fronteras geográficas y construir modelos societales, con base a una economía de mercado, en donde el individuo se considere como un ciudadano mundial y en esta mundialización se propone una reestructuración del entorno administrativo, económico, sociocultural y tecnológico de las organizaciones de su entorno.
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