El nuevo paradigma de la globalización, sustenta el perfil de un individuo que debe poseer flexibilidad, capacidad de negociación, voluntad para trabajar en equipo y la posibilidad de delegar decisiones.
Según Orbegozo (2007) El reto del gerente social es el que se plantee cómo hacer para que cada uno de los miembros de éste pueda ir realizándose como persona en la misión. Las personas se realizan en la medida de que usen su capacidad de ser autónomos y creativos.
El trabajo en las organizaciones sociales debe generar espacios para que sus miembros ejerzan su autonomía creativamente, enmarcada dentro de la misión de la organización, en coherencia con su marcha, y con el reconocimiento y valoración de la organización.
La gestión social se convierte en una marcha pedagógica de constantes aprendizajes y crecimiento, donde los resultados hacia fuera, deberán ser contrastados y complementados con el desarrollo personal de los miembros de la organización gestores, y en todo caso cogestores, de los procesos sociales.
El trabajo en una organización desde la perspectiva de las autonomías creativas de los equipos originará indudablemente tensiones organizacionales. La función del gerente social será la de crear los canales y la cultura organizacional necesaria para que esas inevitables tensiones, sean tensiones creativas para la misma organización. El saber convivir con tensiones, el saber manejarlas y enfocarlas adecuadamente de modo que se logren avances importantes en la marcha de la organización y de su misión, es una de las tareas más delicadas del gerente social, ya que de ello dependerá la actualidad y permanencia social de la misma.
Una última reflexión con respecto a este punto. El gerente social debe generar un clima de confianza al interior de la organización y en los equipos de la organización. Toda organización social, se mueve motivada por el clima de confianza que se respira al interior de la organización y, particularmente, por la confianza que cada uno de sus miembros siente que la organización ha depositado en ellos. Y la confianza se debe concretar en depositar, en manos de los equipos y de sus miembros, retos y tareas de peso que están más allá de sus expectativas y de sus aparentes posibilidades.
Todo esto lleva a plantear la necesidad de cuidar la coherencia y propiedad de las actitudes y tomas de decisión en la gestión de las organizaciones. El gerente social, en su vida personal y en su gestión profesional, no sólo deberá vivir esa coherencia sino que deberá, también, proyectarla enviando las señales adecuadas al interior de la organización.
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