El concepto de artefacto es generalmente utilizado para describir los vestigios físicos de actividades humanas en las organizaciones (Berg 1987, citado por Alvesson, 1992) en la forma de edificios, equipos, productos, etc. Aún cuando los artefactos son el elemento más concreto en una cultura, sorpresivamente poca o casi nula investigación se ha realizado en la interacción, por ejemplo, de la arquitectura de los edificios y el espíritu corporativo o clima organizacional (Gagliardi 1990b).
También encontramos que los artefactos incluyen objetos materiales y no materiales y esquemas que, intencionalmente o no, comunican información acerca de la tecnología, creencias, valores, suposiciones y la forma de hacer las cosas en la organización. Ejemplos de artefactos materiales son: documentos (reportes anuales, memorandos internos, folletos de la organización, y productos para su venta); arreglos físicos (oficinas, distancias entre áreas de trabajo, divisiones o paredes entre oficinas, espacios de trabajo privados o compartidos, puertas abiertas o cerradas o bien ausencia de ellas); mobiliario (alfombrado, tamaño de escritorios, piezas de arte en las paredes); patrones o códigos de vestir, autos de la compañía; entre otros.
Algunos artefactos reflejan y proporcionan información útil acerca de la tecnología de la organización tales como computadoras en los escritorios; densidad y localización de archiveros (centralizados o diseminados en oficinas privadas), la complejidad del sistema telefónico –lo que los antropólogos y arqueólogos llamarían las herramientas modernas de los ejecutivos.
No obstante, no todos los artefactos son cosas tangibles. La modelación de la conducta puede ser un artefacto y así una representación simbólica de la cultura. El lenguaje organizacional, la jerga, las metáforas, las historias, los mitos y las bromas pueden ser artefactos. Es también interesante saber que algunas conductas administrativas y liderazgos organizacionales se han empezado a describir como artefactos culturales en lugar de expresiones de estilos de liderazgo individual o patrones de conducta (Sergiovanni, 1984 citado por Alvesson, 1992).
Thomas Greenfield (1984) argumenta que las organizaciones en sí, son artefactos culturales, “sistemas de significados que pueden ser entendidos sólo a través de la interpretación de significados”. (p. 150)
Por otra parte, los artefactos pueden ser símbolos o simplemente signos. Cuando no son más que signos, sirven a propósitos racionales-funcionales: información de procesos computarizados, ejecutivos que “toman” secretarias de otros ejecutivos para terminar su trabajo. Cuando los artefactos son símbolos, sirven como propósitos simbólicos primero y en seguida como propósitos racional-funcionales. Los artefactos ayudan a crear, mantener y transmitir significados compartidos y percepciones de verdad y realidades dentro de las organizaciones. Es decir, desde la perspectiva de cultura organizacional, significado, realidad y verdad son construcciones sociales –existen como significados, realidades y verdades debido a que los miembros de la organización colectivamente los han definido como tal. Así, se puede afirmar que si la verdad, significado y realidad fuesen absolutas, no existiría una perspectiva de cultura organizacional.
Sin embargo, el punto más importante sobre este nivel en la cultura organizacional es que éstos son fáciles de observar pero muy difíciles de descifrar.
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