El fenómeno de la migración de trabajadores mexicanos hacia Estados Unidos en busca de trabajo es uno de los fenómenos que más influyen en la relación entre ambas naciones. Aunque a lo largo de la historia de la relación entre México y Estados Unidos este fenómeno se ha constituido como un elemento de beneficio, lo es también de preocupación particularmente después de la segunda mitad del siglo XX. Aquí se plantea que para contrarrestar la necesidad de las personas que cruzan la frontera de México hacia los Estados Unidos en busca de empleo, una de las vías más exitosas es la generación de oportunidades de empleo bien remunerado en las regiones donde se originan los flujos migratorios, principalmente en el estado de Michoacán. Se sugiere que en el marco de la colaboración bilateral entre ambas naciones, y particularmente en el del TLCAN, se diseñen programas de desarrollo en las regiones expulsoras con la colaboración y participación activa de los gobiernos de ambos países, que en un plazo relativamente corto generarían beneficios en materia de contención y regulación de los flujos migratorios. Para sustentar lo anterior este artículo contendrá una explicación del desarrollo de la fruticultura en Michoacán, particularmente el caso del aguacate; luego, mediante un estudio econométrico se planteará cómo el crecimiento de las exportaciones de los municipios productores de aguacate de ese Estado al mercado de los Estados Unidos, ha provocado una disminución en el flujo migratorio.
El fenómeno de la migración de trabajadores mexicanos hacia los Estados Unidos en busca del trabajo es, sin duda, uno de los fenómenos que más influyen en la relación entre ambas naciones.Aunque a lo largo de la historia de la relación entre México y Estados Unidos este fenómeno se ha constituido como un elemento de beneficio lo es también de preocupación, particularmente después de la segunda mitad del siglo XX.
La mano de obra mexicana ha sido de gran ayuda para la economía estadounidense desde el siglo XIX. Durante la Segunda Guerra Mundial y las dos décadas posteriores una proporción importante de la fuerza laboral de ese país participó, primero, en la confrontación bélica y, posteriormente, en la expansión de la infraestructura productiva estadounidense. Entre 1942 y 1964 los gobiernos de ambas naciones acordaron el Programa Bracero que permitió el otorgamiento de alrededor de cinco millones de visas de trabajo temporal para que los trabajadores mexicanos laboraran por periodos de tiempo mutuamente acordados en actividades de construcción y agropecuarias que no eran cubiertas por la fuerza laboral estadounidense por falta de oferta suficiente.
Durante las décadas posteriores la demanda de trabajadores para desempeñar actividades con bajas calificaciones laborales y de trabajo pesado se ha mantenido con altas y bajas. Sin embargo, para muchos mexicanos la expectativa de encontrar un empleo mejor remunerado en Estados Unidos los ha inducido a cruzar la frontera la mayoría de las veces sin una visa de trabajo.
A lo largo de los años, y con la excepción del Programa Bracero y de los programas de visas de empleo temporal, no ha existido una política bilateral para atender y regular el fenómeno de la migración de mexicanos a Estados Unidos en busca de empleo. Este hecho ha significado que los flujos migratorios hayan sido determinados, más por la expectativa infundada de los migrantes de que encontrarán un empleo en Estados Unidos, que por el tamaño de la demanda de trabajadores inmigrantes en ese país.
En ese contexto, la presión migratoria de mexicanos en busca de empleo en territorio estadounidense sobrepasa la demanda real de tal forma que se ha constituido en un motivo de malestar para una parte de la población nativa. En efecto, la reacción de esa parte de la sociedad estadounidense se ha ido transformando paulatinamente en una actitud intolerante, incluso xenofóbica, hacia la población inmigrante, sobre todo hacia la inmigración de origen mexicano en los estados limítrofes con México (Bustamante, 1978, 1989; Garavina, 2004)
Partiendo de la base de que el fenómeno migratorio antes descrito no es materia de preocupación o de solución que pueda ser atendido de manera exclusiva solamente por una de las partes, la respuesta necesaria para neutralizar los brotes xenofóbicos de grupos de la población estadounidense en contra de los ciudadanos mexicanos y los flujos migratorios provenientes de su vecino país no resulta sencilla, sin embargo, debiera buscarse a través del esfuerzo de construir una política migratoria bilateral integral, a partir de la comprensión amplia de las causas que originan el fenómeno y de las formas de prevenirlo y regularlo, con la participación de los gobiernos de ambas naciones, y de los estados expulsores y receptores en ambos lados de la frontera.
Tal como se muestra en el siguiente cuadro, por lo menos en el año 2000el Estado de México, Distrito Federal, Veracruz, Jalisco, Puebla y Guanajuato representaron el 46% del total nacional de entidades con mayor tradición migratoria haciaEstados Unidos. Michoacán por su parte, el 4.1% de los cuales la migración femenina es mayor (cuadro)
En este trabajo no se pretende formular un diagnóstico sobre el fenómeno de la migración de mexicanos hacia Estados Unidos en busca de empleo, tampoco hacer una revisión de las políticas puestas en práctica por ambas naciones para contrarrestar o regular el fenómeno, más bien sugiere que la colaboración concertada entre los gobiernos de ambos países puede ser una herramienta importante para atacar el problema.
Por lo anterior, aquí se plantea que para contrarrestar la necesidad de las personas que debido a la pobreza cruzan la frontera de México hacia los Estados Unidos una de las vías más exitosas es la generación de oportunidades de empleo bien remunerado en las regiones donde se originan los flujos migratorios, principalmente en el estado de Michoacán. Se sugiere que en el marco de la colaboración bilateral entre ambas naciones, y particularmente en el del TLCAN, se diseñen programas de desarrollo regional en las regiones expulsoras con la colaboración y participación activa de los gobiernos de ambas naciones, que en un plazo relativamente corto generarían beneficios en materia de contención y regulación de los flujos migratorios.
Para sustentar lo anterior este artículo se divide en tres partes. Después de la introducción en la siguiente se describe y explica el desarrollo de la fruticultura en Michoacán, particularmente el caso del aguacate; en la tercera sección se explica, mediante un modelo, el fenómeno de la migración vinculado a las exportaciones de aguacate y en la última sección se ofrece una reflexión final con respecto a los resultados del modelo.
Michoacán es un importante productor frutícola, hortícola, de granos, ganadería porcina y vacuna, silvícola, pesca en aguas continentales y cuenta con importantes yacimientos de minerales metálicos y no metálicos. Sin embargo, la mayoría de estos productos no se procesan mayormente para enviarse a los mercados nacional y/o internacional, más bien los productos agrícolas se comercializan en fresco o como insumos para otras industrias y los minerales como materias primas.
La economía michoacana se caracteriza por la inexistencia de economías de escala, carencia de tecnologías modernas, debilidad de las cadenas productivas y falta de planeación integral para su desarrollo, así como baja o nula organización entre los productores (Solari y Padilla, 2006;)
No obstante, en el Estado existen casos de éxito en lo que se refiere al aprovechamiento de productos agrícolas a través de la integración de cadenas productivas eficientes, la agregación de valor a los productos frescos, la industrialización y la planeación de mercados como es el del aguacate Hass. Esta variedad de fruta es la más popular en el mundo debido a sus buenas características de manejo y vida de anaquel –que es relativamente larga pues puede mantenerse en refrigeración alrededor de 30 días sin perder sus características organolépticas- y la textura y sabor de su pulpa son muy apreciados por los consumidores en el mercado nacional o internacional.
Michoacán es el principal productor de aguacate en el país con aproximadamente 80% de la cosecha nacional y México es el principal productor en el mundo con más del 60% de la producción mundial. Más del 95% del aguacate que se cultiva en Michoacán es de la variedad Hass, que es prácticamente la única que México exporta diferentes destinos.
Hasta 1997 el mercado estadounidense estuvo cerrado al aguacate mexicano por motivos fitosanitarios; la autoridades estadounidenses alegaban que el aguacate mexicano era hospedero de dos plagas cuarentenarias en territorio estadounidense: el gusano barrenador del hueso del fruto y ramas del árbol que lo produce y la mosca de la fruta. En general, el gusano barrenador del hueso se encuentra en regiones geográficas con alturas menores a los 1000 m. sobre el nivel del mar y su control depende de medidas fitosanitarias preventivas. En el caso de la mosca de la fruta, no hay antecedentes de la presencia de esta plaga en el aguacateporque este insecto busca frutos con contenido de edulcorantes naturales que no existen en el aguacate (Aluja, 1999).
Sin embargo, para poder demostrar que el problema del gusano barrenador del hueso y ramas está bajo control y no representa peligro para la fruta que ingresa al mercado de exportación a los Estados Unidos y que el aguacate no es hospedero de la mosca de la fruta, fue necesario cumplir con un protocolo de investigación y seguimiento minucioso que requirió de la cooperación de los productores interesados en exportar su fruto a ese mercado para que sometieran sus huertos a tratamientos fitosanitarios, vigilancia extrema por parte de las autoridades del Servicio de Inspección Sanitaria de Plantas y Animales (APHIS, por sus siglas en inglés) durante un período de tiempo de varios años, y al monitoreo específico de las huertas de aguacate para detectar la posible presencia de huevecillos o larva de mosca de la fruta en la cáscara o pulpa del aguacate, con la participación de connotados investigadores e investigaciones académicas especializados en el tema (López, Aluja y Sivinski, 1999).
El esfuerzo, además de la inversión de las autoridades gubernamentales de ambos países, requirió el involucramiento activo y la construcción de una organización de productores interesados en participar en el programa de exportación y del fortalecimiento de las Juntas de Sanidad Vegetal, a través de la participación de dichos productores y el pago de sus cuotas, además de un programa de trabajo conjunto con las autoridades de la APHIS.
Sin embargo, el Protocolo de investigación se desarrolló con lentitud y poca participación por parte de los productores, por su escepticismo en cuanto a que el resultado del esfuerzo implícito pudiera concluir en un fracaso, y por la falta de cultura de organización y trabajo conjunto y solidario de los productores aguacateros.
Finalmente, en marzo de 1997 el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos informó que a partir del 15 de octubre de ese año el aguacate Hass cultivado en determinados Municipios de Michoacán podría exportarse a 20 estados del Noroeste del territorio estadounidense, siempre y cuando las exportaciones de fruta cumplieran con una serie de condiciones de carácter fitosanitario, verificables por los inspectores de APHIS, tales como el monitoreo, inspección y certificación de las huertas para garantizar que la fruta cosechada en las mismas estuviera libre de riego fitosanitario y fuera susceptible de exportación al mercado estadounidense.
Por otro lado, en el caso de las plantas de empaque se requirió que su entorno y zonas de manejo de la fruta de exportación estuvieran herméticamente selladas con malla mosquitero, mismas que se sanitizarían permanentemente, además de contar con instalaciones especializadas.
En sí mismo el manejo de la fruta debe cumplir normas especiales que inician en la huerta y concluyen hasta que el embarque de exportación cruza la aduana estadounidense: el corte de la fruta debe hacerse con tijera, no “a jalón” como se practicaba, la misma debe colocarse sobre mantas de plástico o directamente en cajas previamente sanitizadas, evitar que la fruta tocara el suelo para ser trasladadas a las plantas de empaque. Además, los transportes en que se trasladan a las empacadoras deben ir cubiertos con lonas para evitar que la fruta este expuesta al sol.
Una vez en las plantas de empaque deben retirarse algunas muestras para ser analizadas por los inspectores designados por APHIS y certificar que cumplen con los requisitos de sanidad necesarios; deben ser seleccionadas por tamaño, cuidando que no tengan daño exterior, empacadas por calibre en cajas de cartón, entarimadas y flejadas para entrar a las bodegas de refrigeración.
Las tarimas refrigeradas son introducidas en contenedores refrigerados que una vez cargados bajo la vigilancia de los inspectores o certificadores autorizados por APHIS serán sellados herméticamente, con un sello inviolable para ser trasladaos a la frontera o al puerto de ingreso a los Estados Unidos donde pueden ser abiertos para revisión por parte de las autoridades aduanales y agrícolas estadounidenses.
Adicionalmente el Congreso y las autoridades federales estadounidenses aprobaron una orden de mercado que estableció la creación de una comité conformado por los comercializadores de aguacate doméstico y de importación en el mercado estadounidense, además del pago de una cuota de diez centavos de dólar por cada kilogramo de aguacate que se comercialice para sostener las campañas de promoción al consumo en los Estados Unidos.
Lo anterior ha resultado en el incremento de los precios al productor de un promedio de treinta centavos de dólar en 1997 a más de un dólar en la actualidad para los productores cuyas huertas están certificadas para exportar al mercado estadounidense. No obstante, ha habido una derrama económica importante en los municipios productores de aguacate del Estado de Michoacán que se ha traducido en mayores ingresos al productor,3 la creación de más empleos directos e indirectos, un impacto positivo en la economía regional y aparentemente en una reducción de la emigración hacia otras regiones, y en particular hacia los Estados Unidos, para buscar trabajo.
El trabajo de los productores y los empacadores-exportadores michoacanos en este proceso ha requerido de mayor inversión en el manejo y cuidado de las huertas, que se ha recuperado con creces. Se ha vencido la cultura del individualismo, construyendo organización, trabajando en forma colectiva, aportando cuotas, planeado la presencia en los mercados y sujetándose a los acuerdos relativos a volúmenes de cosecha cada semana de la temporada de exportación. Se ha construido y fortalecido la cadena productiva del aguacate y se ha desarrollado de un sistema logístico que trabaja como maquinaria de reloj.
Algunos resultados que muestran el éxito del programa de exportaciones de aguacate de Michoacán hacia los Estados Unidos y su contribución a reducir los flujos migratorios en busca de trabajo a partir de las regiones productoras del fruto hacia territorio estadounidense se presentan a continuación. Desde que se inició el programa de exportaciones, en la temporada 1997-98 hasta la temporada 2008-09, el volumen de ventas de aguacate a ese país creció de 2 mil a 320 mil toneladas, con un valor de 4 millones a 720 millones de dólares, respectivamente.
De lo anterior se supone que el crecimiento en el volumen y valor de las exportaciones de aguacate michoacano a los Estados Unidos a partir de octubre de 1997 ha tenido un efecto inverso sobre los índices de los flujos migratorios originados en los municipios productores del fruto en busca de empleo y con destino en los Estados Unidos, reduciendo el número de personas que intentan cruzar la frontera entre los dos países con ese fin.
Se considera que el crecimiento en la demanda del aguacate michoacano en el mercado estadounidense y en otros destinos de exportación, tanto en términos relativos como absolutos respecto al volumen total de producción, han influido de manera directa en el incremento de los precios al productor generándole mayores ingresos. De la misma manera, la adopción de prácticas especializadas en las etapas de: producción, cosecha, post-cosecha, empaque y manejo de las exportaciones del fruto, han contribuido a la generación de más empleos y mejor remunerados, elevando el nivel de los salarios en la región y fortaleciendo la economía local del aguacate.
Lo anterior se ha traducido en un incremento real en los niveles de empleo y en mejores salarios en los municipios donde están establecidos los huertos y los empaques para exportación del aguacate, desestimulando la emigración hacia los Estados Unidos en búsqueda de empleo.
1 Dra. en Ciencias Sociales, Facultad de Economía “Vasco de Quiroga” Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, lmartin@fevaq.net; luzmc@yahoo.com; Teléfono: 443 3167152; 443 3178873.
2 En este trabajo no se pretende formular un diagnóstico sobre el fenómeno de la migración de mexicanos hacia Estados Unidos en busca de empleo, ni hacer una revisión de las políticas puestas en práctica para contrarrestar o regular la migración, más bien sugiere que la colaboración concertada entre los gobiernos de ambos países puede ser una herramienta importante para atacar el problema.
3 Principalmente Uruapan, Tacámbaro, Tancítaro, Tingambato, Ziracuaretiro, Ario de Rosales, Peribán, Tingüindin, Los Reyes y Salvador Escalante.
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