Existen dos teorías que explican el papel de la complejidad y el caos en la región. Una de ellas, la teoría de las “estructuras disipativas”, propone que la complejidad permite entender que el conjunto de los diversos subsistemas naturales, biológicos y humanos que componen la región generan durante su convivencia intercambios de energía, recursos o informaciones, que dan origen a una “entropía dinámica” en la misma. Desde esta perspectiva la región se auto-organiza a partir del “caos” (Prigogine 1993).
La otra teoría, el enfoque de los “atractores extraños” proporciona herramientas para entender (“medir”) dicho caos. En este caso el caos aparece cuando se activa el atractor. “Atractor” es el término técnico para la figura o trayectoria básica del comportamiento caótico, es decir, el estado final al que tiende el sistema. Su complejidad ha hecho que se le denomine como “extraño atractor” (Hayles 1999). Las regiones son “sistemas de atractores múltiples”. Éstos son resultado de la acumulación de experiencias, situaciones, conocimientos y actitudes resultado de la interacción de la sociedad, la economía, la cultura, la ecología y el territorio de las propias regiones.
Ha quedado señalado que los fundamentos metodológicos de la “complejidad” son “dialécticos”. En la Filosofía la “dialéctica” se define como el método que investiga la naturaleza de la verdad mediante el análisis crítico de conceptos e hipótesis. El filósofo alemán Hegel aplicó el término dialéctica a su sistema filosófico, considerando que la evolución de las ideas se produce a través de un proceso en el cual un concepto se enfrenta a su opuesto y como resultado de este conflicto, se alza un tercero, la síntesis. Ésta se encuentra más cargada de verdad que los dos anteriores opuestos. Posteriormente Karl Marx aplicó el concepto de dialéctica a los procesos sociales y económicos a través del llamado “materialismo dialéctico”, el cual afirma que las ideas son resultado del determinismo de las condiciones materiales dadas. Desde la perspectiva dialéctica la complejidad puede concebirse como un proceso cambiante debido a la interacción de sus elementos y estructuras sujetos a contradicciones y conflictos, que la retroalimentan provocando su continua readaptación. Con este enfoque deben entenderse las propiedades de la complejidad, entendiendo éstas como “dualidades” que se contraponen y complementan mutuamente .
La complejidad posee la propiedad de la inclusión, y ésta puede resumirse indicando que la complejidad se desarrolla al aumentar (incluir) más elementos, referentes o estructuras al sistema original de la región. Esta propiedad proporciona los atributos de heterogeneidad, multicausalidad, multifuncionalidad y multidisciplinariedad a los sistemas complejos.
La inclusión de nuevos elementos en la región puede ser fuente de desórdenes. La propuesta del enfoque de la complejidad es que el desorden en las regiones tiende a ser recurrente, jugando la “propiedad incluyente” de la complejidad un papel protagónico en este proceso.
A la propiedad “incluyente” (“aditiva”) de la complejidad se debe el aporte metodológico para el análisis de la región por medio de la creación de “números” cada vez mas complicados que combinan muchas variables e indicadores, como es el caso de los “índices de desarrollo” que son resultado de la combinación de datos de economía, vivienda, demografía, salud, educación, etcétera. A esta propiedad también se debe la creación de campos del conocimiento como el “desarrollo sustentable” que resulta de la aplicación de los principios ecológicos a la economía de la región, y que hace predecible la aparición de nuevos y más complejos campos del conocimiento humano, incluyendo aquellos que combinarán la ciencia, la filosofía, el arte y la religión. También ha aportado la creación de “productos” cada vez mas complejos, como la infraestructura moderna de comunicaciones que combina electricidad, redes informáticas, señalamientos, seguridad, etcétera, en la región.
La inclusión puede antojarse algo infinito, más sin embargo, el conflicto delimita el alcance de la complejidad, poniendo límite al crecimiento indeterminado del consumo de los recursos, la economía, la migración, etcétera, de la región; entendiéndose por “conflicto” la tensión que los elementos regionales o las regiones mantienen o generan al estar sometidos, compararse o interactuar con otros elementos o regiones que se excluyen mutuamente. El conflicto surge cuando las respuestas de la inclusión de nuevos elementos o relaciones en las regiones manifiestan incompatibilidad. Por consiguiente, esta cualidad delimita las regiones complejas armónicas y las regiones complejas inarmónicas. En éstas últimas se manifiesta el caos como algo “cotidiano”, en tanto que en las primeras puede manifestarse la complejidad sin conflictos serios o definitivos.
Los tipos de conflictos derivan de la “simbiosis regional” (del griego, symbioun, 'vivir juntos'), es decir, de la interdependencia de la diversidad regional. No existe conflicto cuando en esta relación existe el “mutualismo”, el cual es el tipo de simbiosis en la cual los elementos o regiones obtienen un beneficio mutuo de su cooperación. Un ejemplo es la relación de intercambio de bienes complementarios existentes en las regiones. Tampoco existe en la simbiosis del tipo “comensalismo”, la cual ocurre cuando los elementos o regiones comparten algunos aspectos como intercambios económicos. Estas relaciones generan una “complejidad armónica”, es decir, una complejidad donde el conflicto es superable. En cambio en la “simbiosis antagonística”, un elemento o región satisface sus necesidades a costa de perjudicar a otros elementos o regiones. Este tipo de asociación es la que acciona el caos en la región.
El mundo de las regiones entraña un gran número de conflictos. Estos conflictos pueden ser solamente a nivel de ideas (lo cual se denominará “conflicto suave”), o en operaciones económicas de competencia (“conflictos operativos o intermedios”), hasta “conflictos declarados” (cuando las regiones entran en franca confrontación por la lucha de los recursos naturales, mercados, etcétera). Lo peor que de esto deriva es cuando los conflictos de las regiones degeneran en conflictos legales, agresiones físicas, e incluso en “guerra”.
En resumen, el conflicto es una propiedad de la “complejidad inarmónica”, y es esta cualidad la que acciona los “atractores”, “activadores” y “receptores” de caos en la región, cuyo papel se indica en los apartados subsecuentes.
La “homogeneidad” es la propiedad que el análisis clásico atribuye a las regiones de generar un todo agrupando o creando elementos de igual naturaleza o condición. Por su parte, la “heterogeneidad” es la propiedad de las regiones complejas de generar un todo integrando partes de diversa naturaleza o condición. La complejidad se aboca a esta última propiedad, y gradualmente ha venido constituyéndose como el conjunto de conocimientos sustentados en un andamiaje categórico-conceptual que valora el papel de la diversidad (heterogeneidad) en la región, ya que la "complejidad" puede entenderse como la unidad e interacción nolineal de la diversidad.
La complejidad y el desarrollo socioeconómico se han adaptado mutuamente, y dado que una manifestación de la complejidad lo es la diversidad, ésta puede cambiar en consonancia con la región. En sí misma, la "complejidad" es la unidad e interacción nolineal de la diversidad, y la incertidumbre tiende a resultar de los problemas del manejo inadecuado de la diversidad regional.
La "diversidad" es resultado de la convivencia o interacción de elementos y aspectos heterogéneos. Las funciones que cumple la diversidad en la región son: a) favorecer la multifuncionalidad (induce a la cooperación o a la especialización); b) dinámica (evita el estancamiento y la monotonía en la región); c) adaptabilidad (obliga a la convivencia y competencia de los elementos y aspectos de la región); d) armonización (induce a los cambios y la búsqueda de nuevas formas de organización); e) favorecer la diferenciación e integración de los diversos elementos y aspectos de la región; f) creatividad para transformar la región; g) la diversidad es vida en sí misma: una homogeneidad total puede llevar a la extinción de las propias regiones; h) genera las referencias y jerarquías que son las bases de organización de las regiones. En el pasado, la región contribuyó a la creación del hombre. Hoy en día, aunque necesariamente mantiene una interacción mutua con la naturaleza, el hombre recrea la región. Existen muy pocos espacios que posean una diversidad natural pura, pues la mayoría de las regiones actuales poseen una diversidad mixta, y tienden a valorarse más por lo “artificial” que cobijan.
La diversidad se retroalimenta y mantiene gracias a la unidad que la complejidad autogenera. Sin esta unidad la diversidad carecería de sentido. La región resulta ser una permanente unidad de la diversidad, y de esta interacción resulta la “conciencia” que proporciona la experiencia que de alguna manera todos contribuyen con el todo, y que gracias a esta cooperación el todo contribuye con todos.
Cuando el cambio socioeconómico está contra la diversidad, un cambio socioeconómico implica una transformación de la diversidad, muchas veces hacia su destrucción. Una razón para provocar esto es propiciar la reducción o eliminación del espacio de la diversidad (biológica, climática, cultural, etcétera) en busca de la rentabilidad económica. Este proceso se relaciona con la “cualidad de conflicto” y de “caos” de la complejidad.
El caos se manifiesta a través de la evolución errática o el cambio brusco de los eventos o sucesos de los sistemas, y puede definirse como un conjunto de desórdenes o la manifestación de un desorden de gran magnitud en la región. La “Teoría del Caos” trata de explicar como sucede el rompimiento de la armonía de los sistemas, o en su defecto como puede recuperarse ésta, partiendo de la propuesta que el caos es una regla de la naturaleza tanto como el orden (predecibilidad). En las ciencias sociales la Teoría del Caos puede orientarse al establecimiento e interpretación de los mecanismos de la aleatoriedad que subyacen en los diversos sucesos económico-sociales, y que por lo tanto explican el cambio de las regiones.
La Teoría del Caos propone que la probabilidad que el cambio sea brusco e impredecible en una región tiende a ser mayor de cero. Se acepta que el caos tiene como función redefinir el comportamiento de los sistemas, y dar cuenta de sus transformaciones y de su capacidad de adaptación, es decir, del cambio ocurrido en la región inarmónica. Para la ciencia actual, el caos significa un comportamiento aleatorio que puede ocurrir en sistemas determinísticos, sin que niegue la existencia de un caos totalmente probabilístico (como el que puede ocurrir por causas naturales impredecibles aun).
El “caos” aparece con los conflictos que puede propiciar la complejidad, y de manera específica es resultado de la interacción de un “atractor” y un “activador”. Cuando el caos arraiga en una región puede formar en sí mismo un “espacio-sistema”, el cual puede denominarse “atractor de caos”. Éste entra en actividad al contactar algún “activador” en la región (como los actores sociales de las regiones o los sucesos naturales). Los "atractores y activadores de caos" son resultado de desórdenes arraigados en las regiones, y repentinamente tienden a originar más desórdenes en la región. Los atractores que ocasionan el caos son resultado de la acumulación de experiencias, situaciones, conocimientos y actitudes resultado de la interacción de la sociedad, la economía, la cultura, la ecología y el territorio de las propias regiones. Se convierten en “sistemas referentes” que en ocasiones repentinamente son activados por situaciones que se asemejan a las experiencias precedentes: están siempre presentes en espera de ser puestos en operación por los “activadores de caos” de la propia región. A través de los atractores y activadores en interacción, las regiones confirman su carácter complejo, cambiante, su comportamiento no lineal, oscilante entre el orden y el caos. Para que el caos tenga efecto se requiere de un “receptor”, que es el elemento que resiente los efectos del caos, y que puede ser la población, las ciudades, los sistemas ecológicos, etcétera.
En una región el caos ocasiona estragos diferentes, y por lo tanto existen “niveles” de caos, como por ejemplo, el “microcaos”, que es un tipo de caos que en un sistema regional está casi siempre presente, genera incomodidades, pero ocasiona cambios lentamente (como por ejemplo la pobreza); el “macrocaos”, que es un tipo de caos que en un sistema regional ocasiona transformaciones, reformas o nuevas normatividades, sin llegar a destruirlo (por ejemplo, los conflictos políticos); y finalmente el “megacaos”, que es un tipo de caos que en un sistema regional tiende a ocasionar los mayores estragos, y sus consecuencias tienen manifestaciones cualitativas nuevas, es decir, ocasiona verdaderas conmociones al sistema regional, propiciando su transformación radical (por ejemplo, la destrucción de la biodiversidad).
La presencia del caos indica que los elementos del sistema regional están operando de manera inarmónica, y que la diversidad está en proceso de una nueva adaptación. Los desórdenes de los diversos espacios son indicadores de cambio, de una interacción inarmónica entre los mismos, y permiten: a) determinar las tendencias que deben corregirse para propiciar el comportamiento armónico de la diversidad regional; b) detectar que aspectos o elementos de la diversidad sufren las mayores desventajas o ventajas de dicha interacción; y c) detectar si el cambio tiende a ser parcial o global en la región, dependiendo si afecta o destruye la diversidad.
La complejidad proporciona a la región un ciclo permanente de armonía-inarmonía, debido a la interacción, no siempre sin conflictos, de los elementos de la diversidad. Cuando los conflictos y el caos se hacen cada vez más recurrentes, el recuperar la armonía se convierte en el gran objetivo de los elementos integrantes de la diversidad para convivir y desarrollarse, pues de otra manera el caos se convierte en un disipador de recursos, que limita o inhibe el desarrollo de la región.
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