3.5 El Paradigma Competitivo o de la Región Global
Este ha nacido de la consideración que en la actualidad la regionalización y la globalización son el resultado de varios fenómenos impulsados desde Europa y Norteamérica por los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que agrupa a las naciones de mayor desarrollo capitalista en el mundo (Marín 1998: 14). La globalización es la aceleración de la economía a través de las fronteras políticas nacionales y regionales. Se manifiesta por la ampliación del movimiento de los bienes y servicios corporales e incorporales, y comprende los derechos de propiedad y la multiplicación de las migraciones (Reich 1993). A la globalización se aúna un desarrollo técnico acelerado que entraña cambios profundos por los avances de la tecnología en informática, la robótica, la electrónica, las telecomunicaciones, la biotecnología y los nuevos materiales, avances que han dejado en un segundo plano los sectores tradicionales como la manufactura y la siderurgia (Marín op. cit.).
La regionalización, por su parte, es un proceso que implica el movimiento de dos o más sociedades y economías hacia una mayor integración. Puede adoptar la forma de un Tratado de Libre Comercio de mercancías o de comercio preferencial como Unión Aduanera (Ibíd.). Globalización y regionalización forman un "sistema-mundo", es decir, "un sistema mundial social, un sistema que posee límites, estructuras, grupos, miembros, reglas de legitimación y coherencia. Su vida resulta de las fuerzas conflictivas que lo mantienen unido por tensión y lo desagregan en la medida en que cada uno de los grupos busca eternamente remodelarlo en su beneficio" (Wallerstein 1996:16).
En los sistemas regionales actuales, la globalización se relaciona con la expansión planetaria de la red de la economía de mercado capitalista. Es un proceso básicamente vinculado a la expansión histórica del sistema mundial y a la producción de un mundo en donde distintas localidades pueden mantener relaciones importantes de manera cada vez más independientes de las distancias físicas entre ellas; y de la mediación de los estados nacionales en donde se localizan (Lins 1996: 46), y la necesidad de los países desarrollados de asegurar bloques para la adquisición de materias primas, mano de obra, y la venta de sus productos. La globalización puede conceptualizarse como el impulso definitivo al "crecimiento del mercado" para promover el desarrollo del "centro" y la "periferia" aparentemente "más rápido, más fuerte, más alto", pero en realidad generando formas de dependencia e interrelación financiera, tecnológica y mercantil más complejas. Se afirma que por encima de todo, en una visión de largo plazo, los países deberán encaminar sus esfuerzos tanto al desarrollo sustentable y equitativo dentro de su propio territorio como a la cooperación internacional, global, en la misma materia y con los mismos objetivos (Urquidi 1997: 157). La globalización es resultado y promueve la interaccción de los diversos sistemas, pero no de manera equitativa, sino basada en la desigualdad. Es un proceso que tiende a modificar el orden local, a partir de la interacción de lo local con el exterior.
El impacto de este paradigma en la Ciencia Regional puede visualizarse a través del concepto de "centralidad". En su origen, ésta se entiende como la influencia de una localidad o ciudad determinada por el excedente de infraestructura, servicios, y su aprovechamiento en beneficio de la población de su área de influencia, la cual determina su jerarquía y operatividad ante el conjunto de localidades con las cuales se interrelacionan. Gran parte del entendimiento de la evolución de las teorías del desarrollo regional está fundamentado en la evolución, teórica y empírica de ésta durante el presente siglo; pues la centralidad ha evolucionado desde la percepción de su impacto local cuando fue formulada originalmente la "teoría del lugar central" de Christaller (1966), hasta el concepto de la centralidad como impacto internacional que se reconoce a la globalización en los ‘90s. Metodológicamente dichos conceptos involucran la concepción de sistema en su formulación: desde el concepto de "sistema simple" en la década de los ‘30s, hasta el concepto de "sistema complejo" (sistema de sistemas) en la década de los ‘90s.
De esta evolución deviene para la Ciencia Regional la "teoría del sistema de ciudades" (Bourne 1975), y la "teoría de redes". El primer concepto analiza el conjunto de asentamientos que, bajo la supremacía de uno o de varios centros, y dentro de un marco espacial determinado, mantienen relaciones estrechas y complementarias de índole demográfica, política, social, económica y cultural. Para los países en vía de desarrollo que desean superar los problemas que hereda la "polarización", o que difícilmente se ubican en un "equilibrio" permanente, la creación de un "sistema de ciudades" constituye una alternativa para su desarrollo. Se trata de integrar en redes regionales las ciudades, o de manera particular, sus actividades.
Por su parte, la "teoría de redes" parte del supuesto que en el mundo actual esta vigente la "competitividad sistémica", la cual requiere tanto de la localización in situ a la vez que una política regional que trascienda las fronteras de las economías nacionales. Las nuevas políticas de localización son diferentes a los planteamientos de la política industrial tradicional, de la planeación industrial y de la política de inversiones, porque el potencial de acción, el "know how" necesario para formular políticas a largo plazo así como las capacidades de implementación, están distribuidos entre múltiples entidades estatales, privadas e intermediarias (empresas, asociaciones, ciencia, instituciones intermediarias estatales y privadas, sindicatos, etcétera).
El paradigma globalizador se basa en la “competitividad”. Así, para crear ventajas competitivas se necesitan políticas selectivas y específicas que rebasan el ámbito regional e incluso nacional, junto con las condiciones que promueven la innovación (la instrucción básica y los estímulos fiscales de la investigación y el desarrollo). El mejoramiento del espacio regional y nacional debe ser complementado con políticas de agrupamientos regionales y locales. El cambio de la visión de la producción que partiendo de la producción masiva estandarizada se ha orientado a la producción flexible, y el carácter interactivo de la innovación, han aumentado claramente la importancia de las localizaciones industriales y de los espacios aglomerados regionales para la competitividad de las empresas. En las regiones van surgiendo redes complejas, en las que se interrelacionan organizaciones empresariales, sindicatos, asociaciones, administraciones locales, institutos tecnológicos y universidades. Las redes se introducen entre el estado y el mercado y elaboran propuestas o escenarios para el desarrollo regional; preparan decisiones estratégicas fundamentales y hacen posible una conducción política no estatal de los programas de reestructuración económica orientados a la integración mundial.
La región que deriva de esta visión se desenvuelve en un espacio interactivo, es decir, que existe en la medida en que la sociedad lo recrea, y cuya relatividad se manifiesta en la interacción entre el "espacio real" y "el espacio virtual", debido a que gran parte de la interacción regional de la globalización sucede a través de las redes informáticas. El espacio de esta región también es reversible (es decir, que aunque cambie puede retornar a sus condiciones iniciales), homogéneo (es decir, las regiones tienden a ser similares), de tipo geométrico-euclidiano, al cual se le atribuyen las propiedades básicas de un orden generado a partir de la accesibilidad y la conectividad. La región así concebida se asemeja a una red de capitales dispuesta a crecer indefinidamente, tratando de englobar todo lo que sea “competitivo”.
El cambio de
la Región Global es "lineal", y depende del mercado internacional, de la producción orientada a las exportaciones, de los sucesos económicos globales. Es un cambio que puede ser predecible en la medida que las regiones adoptan medidas, reglas y planes orientados a la mejora empresarial, de la calidad de la producción, de la productividad, y también del conocimiento que eleva la competitividad regional.
3.6 El Paradigma Ecológico o de la Región Sustentable
Deriva del reconocimiento a lo limitado de los recursos de que disponen las regiones. Esto último ha nacido de la crítica a los "paradigmas del mercado y del estado" descritos, los cuales a su vez tienen en común un supuesto muy particular: el del "crecimiento ilimitado". El crecimiento es un aumento cuantitativo de los elementos o estructuras del sistema de una economía. En los paradigmas hasta ahora considerados se hace referencia al crecimiento cuando se alude al incremento del producto de un país; al "aumento" del ingreso personal o del número de empresas; cuando en los programas de desarrollo se pretende que a través de las inversiones se logre la mejora económica; o sencillamente cuando se acumula capital.
La realidad se ha encargado de recordar que el "crecimiento ilimitado" no lo es tal al mostrarnos la fragilidad del ambiente, de los ecosistemas, o el agotamiento de los recursos naturales cuando éstos se utilizan de manera indiscriminada. El "desarrollo sustentable o sostenible" es en esencia, un enfoque basado en este "nuevo paradigma" del "crecimiento limitado". A partir del mismo, el desarrollo económico y sus modelos explicativos se deben equiparar al equilibrio entre lo que se "desea" y "lo que se puede" por parte del ambiente y recursos naturales, la economía y la sociedad de una región.
El "paradigma del desarrollo sostenible", alguna vez denominado "economía verde" (Ekins 1992) o "ecodesarrollo" (Sachs 1982), propone como objetivos: "la eliminación de la pobreza, y el mantenimiento de la economía en su tamaño ecológico óptimo". Por un lado, la "pobreza destruye la motivación y el potencial, y fomenta la ira y la alienación"; y por el otro, el "tamaño óptimo de la economía depende de su relación con el ecosistema correspondiente; éste, para la economía humana, es toda la biosfera" (Ekins 1992: 33). Pretende ser una propuesta alternativa al "paradigma del crecimiento", pues sugiere "crecer", pero hasta el límite de los recursos, de la tecnología, o de la adecuación cultural de las diversas sociedades y regiones (Meadows 1985, 1993). Las teorías anteriores al desarrollo sostenible han aceptado como un hecho cotidiano de la actividad del sistema regional el manejo de sus "recursos naturales y el ambiente" (RNA), sin considerar su destrucción o agotamiento. Sostenibilidad significa entonces regular la tasa de uso de los recursos al tope de su tasa de crecimiento o reposición.
El paradigma del desarrollo sostenible no es un enfoque homogéneo, pues en su conceptualización destacan al menos tres corrientes en la actualidad: a) la que considera a la "explosión demográfica" la clave de la no sostenibilidad, que será denominada "corriente demográfica" en el presente análisis (Hardin 1997; Meadows 1985, 1993; Costanza 1997); la "corriente mercantilista" (Daly-Cobb 1993; Martínez 1991; Schmidheiny 1992; Sunkel 1992), ésta considera el mercado y sus ajustes la clave de la sostenibilidad. Finalmente la "corriente crítica" (Leff 1994, Amin 1990, Sachs 1982, y Barkin 1996), que considera las contradicciones del capitalismo la clave de la sostenibilidad.
Para la "corriente demográfica" el que la insostenibilidad esté vigente se debe a la "explosión demográfica". El desarrollo sosteniblepretende una realización material y cultural "que satisface las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades". Para ser efectivo este "desarrollo" debe ser ecológicamente posible, económicamente viable, y socialmente aceptable. La Comisión Brundtland propuso que en última instancia la posibilidad de la materialización de la sostenibilidad no es un estado de armonía fijo, sino un proceso de cambio por el que la explotación de los recursos, la dirección de las inversiones, la orientación de los progresos tecnológicos y la modificación de las instituciones concuerden con las necesidades tanto presentes como futuras. Para lograr el desarrollo sostenible se propone un acuerdo internacional de conservación de los RNA, se sugieren políticas del control de la natalidad de la población, el logro de la autosuficiencia alimentaria y cambios en los modelos de industrialización (CMMAD 1988).
Para la "corriente mercantilista" la insostenibilidad es una consecuencia de las "distorsiones del mercado". La sostenibilidad, en este caso,se basa en la idea del carácter indefinidamente sostenido de la producción, lo cual significa que la tierra en el futuro debe ser tan productiva como ahora. Esto también implica un control del crecimiento demográfico, readaptaciones tecnológicas hacia la preservación ecológica y el ambiente, la eliminación de la desigualdad del ingreso, reducir el crecimiento a la satisfacción de las necesidades básicas, y sobre todo, readaptar el "mercado" a las nuevas condiciones que exige la preservación de los RNA. Se sugiere que esto requiere de una actitud ética (religiosa) hacia la tierra (Daly-Cobb 1988), o bien, la adecuación de "tecnologías limpias" que conduzcan a la "ecoeficiencia" (Smichdheiny 1992).
Barkin (1996) y Leff (1994), en la "corriente crítica" sugieren que la sostenibilidad no es simplemente un asunto del ambiente y de justicia social, pues su destrucción y deterioro constituyen algo inherente al capitalismo, cuyo objetivo más importante es la obtención de la ganancia (Leff 1994), y por lo tanto tiende a subordinar cualquier otro objetivo, incluyendo la sostenibilidad.
Para la "corriente demográfica" el logro de la sostenibilidad debe orientarse hacia las instituciones internacionales y de los diversos países, aunque menciona la importancia de las comunidades de base. Daly-Cobb (1993), en la "corriente mercantilista", hacen un llamado a la buena disponibilidad de los individuos y a las comunidades que éstos forman (territoriales, económicas, sociales, culturales, religiosas o étnicas). Por su parte Barkin (1996) y Leff (1994) en la "corriente crítica" dirigen sus propuestas de sostenibilidad hacia las comunidades poseedoras de los RNA fundamentalmente.
No existe una teoría específicamente regional en este campo, sin embargo, la región que deriva de esta visión de la realidad posee un espacio interactivo (es decir, que existe en la medida en que la sociedad lo recrea en interacción con su entorno), reversible (es decir, que aunque cambie puede retornar a sus condiciones iniciales), heterogéneo (es decir, diverso), de tipo geométrico-euclidiano, al cual se le atribuyen las propiedades básica de la extensión y el volumen del espacio. La región así concebida se asemeja a un ecosistema-territorial que favorece la ubicación de los recursos naturales y el ambiente, y que tiene la capacidad de regenerarse o mantenerse si sobre él se logra el equilibrio entre la naturaleza, la sociedad y la economía.
El cambio de la Región Ecológica es "lineal", y deviene y depende de los cambios ambientales, del manejo (aprovechamiento y explotación) de los recursos naturales, y de la actividad humana (crecimiento del consumo de productos y energéticos que repercute en las emisiones, y desperdicio de los recursos naturales). Es un cambio que ya no depende de medidas aisladas, sino que es resultado de sucesos globales, y puede ser desfavorable en la medida que afecta la actividad humana y provoca cambios irreversibles en el ambiente y en los recursos naturales (cambio climático, deforestación, erosión, etcétera).
3.7 Las bases metodológicas de la región antes de la complejidad
Aparentemente irreconciliables en muchos aspectos conceptuales, los paradigmas de la región descritos tienen en común los supuestos metodológicos: a) del "determinismo-mecanicismo”; y b) el supuesto de la “reversibilidad”. Existe un tercer supuesto que marca un rompimiento en estos paradigmas, es el “antropocentrismo”.
Así, el "paradigma económico", a través de la influencia de las "escuelas clásica y neoclásica", posee como base metodológica que el "mercado" es la "causa final" que explica la riqueza de una nación a través del ahorro y el trabajo, y la motivación de las empresas es la competencia (egoísta) por las ganancias. Su "mecanicismo" puede visualizarse a través de su propuesta de la "predicción" del comportamiento de las variables económicas que regulan el mercado como la oferta, la demanda o los precios, pues se conoce todo del sistema económico regional si se tiene un control sobre las mismas.
También en el "paradigma político" el "determinismo-mecanicista" está presente. Así, aunque uno de los atractivos de la "escuela marxista" ha sido su caracterización sistémica de los sucesos de la economía, pues incluye aspectos sociológicos, históricos y filosóficos, para el mismo la causa final de los problemas en la economía y la sociedad lo es la "lucha de clases". También posee implícita una visión "mecanicista-sistémica", pues para esta escuela el comportamiento del sistema económico es el determinante del comportamiento de todos los demás "sistemas" de la región (cultural, religioso, político, etc.).
Algo similar ocurre con el keynesianismo, pues la causa última del comportamiento económico regional lo es el "gasto público", el cual al estimular la demanda, determina el comportamiento de todas las demás variables de la economía (ahorro, inversión, consumo, etc.), y asimismo, el buen estado de la economía es la garantía de la "felicidad regional". El "paradigma de la globalización" no escapa a lo anterior al atribuir a la "internacionalización del capital" la causa última de la integración de la economía.
Por su parte, el "desarrollo sostenible" ha sido concebido para impulsar el "equilibrio" entre la economía, la sociedad y la naturaleza, considerándose “al manejo adecuado de los recursos naturales y el ambiente” el “factor definitivo” de la estabilidad regional deseada. Tampoco ha desterrado el supuesto de "reversibilidad" que comparte con los demás paradigmas. Este implica que las cualidades originales o deseables de la región son "algo" que puede sufrir alteraciones ocasionales, pero que con determinadas medidas o acciones de regeneración se puede recuperar el estado original del espacio regional.
Pero finalmente el mismo “paradigma sustentable”, a través de su propuesta que “el desarrollo” es resultado del equilibrio entre la economía, la sociedad y la naturaleza, ha sido el primer paradigma que ha puesto en tela de juicio el “antropocentrismo”, que en los países y regiones latinoamericanos llegó a convertirse en “euroamericacentrismo”, por considerar no sólo al hombre el centro del universo, sino básicamente a todo lo relacionado con la cultura europea y norteamericana. Este supuesto, un aporte metodológico de las ciencias sociales a la ciencia en general, se encuentra en revisión en el análisis social a partir de la reconsideración del paradigma sustentable hacia el importante papel que juega la naturaleza en la propia sociedad humana. ¿Puede aportar algo diferente el "paradigma de la complejidad" a la Ciencia Regional?
3.8 El Paradigma Adaptativo o de la Región Compleja
Debido al supuesto de la reversibilidad en que se apoyan, las teorías del desarrollo regional que tienen su origen en el pensamiento neoclásico (Von Thunen 1966; Weber 1909; Christaller 1966; Losch 1954), proponen un equilibrio perfecto basado en la ausencia total de desórdenes. Como ya se señaló, son "teorías del orden perfecto". Las de origen keynesiano (Perroux 1955; Myrdall 1964; Hirschman 1975) consideran que el desorden es temporal, pasajero, cíclico. La teoría marxista supone que el desorden en la región puede manifestarse de manera temporal y pasajera, pero que sus ciclos se hacen cada vez más y más recurrentes. Sugieren que el capitalismo termina imponiendo su orden, o sucumbiendo a su propio desorden. R. Luxemburgo (1967), por ejemplo, considera que el capitalismo requiere para su desarrollo de las regiones periféricas. En éstas traslada su orden a costa del desorden que ocasiona. Estas teorías regionales consideran entonces que el orden se manifiesta y proviene del centro (lugar central), y el caos tiene su asiento en la periferia (el hinterland) (Smith 1976): son "teorías del orden imperfecto". En éstas tiende a ubicarse el "desarrollo sostenible", pues el mismo ha sido concebido para impulsar el "equilibrio" entre la economía, la sociedad y la naturaleza, considerándose el mal manejo de los recursos naturales y el ambiente algo pasajero.
La propuesta de la complejidad a través de la "teoría del caos" es que el desorden en las regiones es recurrente, pues parte de la evidencia empírica que la dinámica regional no muestra una periodicidad regular, sino irregular, debido a que el trayecto entre un extremo y otro del orden se encuentra "bloqueado" por algún elemento extraño, un "extraño atractor". Este atractor, o múltiples atractores, ejercen la función de bloquear el movimiento regular de un escenario de orden a otro, originando el caos (los "escenarios cáoticos"). Un "atractor" de un sistema caótico de las ciencias duras es una maraña de trayectorias, turbulencias. En las ciencias blandas los atractores tienden a ser "elementos", "factores", "cuellos de botella" o "causas complejas" que originan el caos.
Esta trayectoria acompañada por los "extraños atractores" describe una oscilación del orden y el caos. La propuesta de los inarmónicos múltiples propone que la presencia del caos en las regiones las conduce por diversos escenarios: "armónicos" (donde predomina el orden), o "inarmónicos" (donde predominan diversos atractores y activadores de caos), es decir, las hace transitar por un ciclo donde alternan el orden y el caos, cuyas consecuencias pueden ser desfavorables, como tiende a ocurrir en la actualidad con el manejo de los RNA de la mayoría de las regiones. Los "atractores de bienestar y caos" no nacen solos en la región, son producto de la interacción de la sociedad con su entorno, lo cual significa que los atractores pueden aparecer o desaparecer repentina o gradualmente, originando su dinámica la transformación de la región a través de la modificación de su diversidad (aumentándola o eliminándola). Desde esta perspectiva es importante estudiar la economía, la sociología, la demografía, la ecología, así como los desastres naturales, la emigración, el desempleo, las rebeliones políticas, etcétera, pues desde esta perspectiva todo está en constante interacción y es importante para propiciar o impedir la armonía regional.
Por consiguiente, la región que deriva de esta visión posee un espacio fractal, interactivo (es decir, que es resultado de la interacción e entre la sociedad y su entorno), irreversible (es decir, que cuando cambia ya no puede retornar a sus condiciones iniciales), heterogéneo (es decir, diverso), de tipo geométrico no-euclidiano, al cual se le atribuyen las propiedades que generan orden y caos a partir de la distancia, la extensión (área), la integración, la accesibilidad o conectividad, pero también la autosimilitud (un espacio que busca reproducirse de manera similar a partir de un orden básico), y la diversidad (un espacio que busca la variedad a través de las cualidades de diferenciación y de la unidad).
Para este paradigma, la región debe ser tratada con un enfoque científico multidisciplinario, pues propone que el comportamiento de la región no puede ser determinista, sino de tipo sistémico complejo, probabilístico, nolineal, impredecible en el sentido de conocerse con exactitud su estado final. El cambio tiene un comportamiento que se bifurca (posee diversas alternativas en sus resultados), por poseer condiciones variables. En otras palabras, se basa en el reconocimiento a la aleatoriedad, al azar, junto con el orden, como parte importante de la explicación del cambio de la región. Para el mismo el orden nace del desorden o viceversa, y la función del caos es orientar la transformación de la región a través de la creación de estructuras que la autoorganicen a través del libre albedrío o de la planificación, lo cual convierte la región en un sistema adaptable a los cambios e interacción económica, social y ambiental a que se enfrenta permanentemente. En la región la sostenibilidad se combina con la globalización y lo local, pero también con la polarización y la extensión de los problemas en el espacio.
Este paradigma tiene que basarse en la multidisciplinariedad de la Ciencia para intentar cambios favorables en la Región, pues éstos ya no dependen de una sola actividad humana, ni apuntan solamente hacia lo favorable, ya que rompe con los aspectos metodológicos básicos de las concepciones de la región precedentes: el "determinismo-mecanicismo", la "reversibilidad" y el “antropocentrismo”, concibiendo las regiones como una extensa red compleja de sistemas territorial-espaciales diferenciados, que poseen una dinámica no necesariamente antropocéntrica, pues la región que sugiere se comporta como un sistema adaptativo que puede reaccionar a través e independientemente del ser humano, con la intención de generar y auto-organizar su propia diversidad económica, social y natural. La "región compleja" es la conjunción del aprovechamiento económico de los recursos, el equilibrio que deriva de la sustentabilidad, de la creación de una red mundial de capitales, pero también de la revaloración de la unidad de esta diversidad con otros aspectos como la cultura, la ecología, los idiomas, etc., lo cual debe obligar a dar un tratamiento particular a cada tipo de región, y no caer en el determinismo de tratar igual los diversos espacios. Su mensaje es que cada región es un espacio único que, junto con el tiempo, cobija y transforma nolinealmente la irreversible diversidad.
Actualmente, este paradigma se refleja en el desarrollo urbano-regional latinoamericano en aspectos como: a) el desarrollo “ordenado” en algunos puntos o zonas, y “desordenado” en el resto de la extensión de las regiones y ciudades, producto de la falta o inoperancia de la planificación urbano-regional; y b) en que junto con las expectativas de “orden” (planes, programas y proyectos), son los desórdenes de los espacios sociales, económicos, políticos, culturales, ambientales, etcétera, de las ciudades y regiones, manifestados en problemas ambientales, marchas, plantones, enfermedades, inseguridad, etcétera, los que “indican” que es lo que debe cambiar.
La complejidad posee la propiedad de la inclusión, y ésta puede resumirse indicando que la complejidad se desarrolla al aumentar (incluir) mas elementos, referentes o estructuras al sistema original de la región. Esta propiedad proporciona los atributos de heterogeneidad, multicausalidad, multifuncionalidad y multidisciplinariedad a los sistemas complejos. La inclusión de nuevos elementos en la región puede ser fuente de desórdenes. La propuesta de la metodología de la complejidad es que el desorden en las regiones tiende a ser recurrente, jugando la “propiedad incluyente” de la complejidad un papel protagónico en el proceso de cambio.
La inclusión puede antojarse algo infinito, más sin embargo, el “conflicto” delimita el alcance de la complejidad, poniendo límite al crecimiento indeterminado del consumo de los recursos, la economía, la migración, etcétera, de la región; entendiéndose por “conflicto” la tensión que los elementos regionales o las regiones mantienen o generan al estar sometidos, compararse o interactuar con otros elementos o regiones que se excluyen mutuamente. El conflicto surge cuando las respuestas de la inclusión de nuevos elementos o relaciones en las regiones manifiestan incompatibilidad, y esta “cualidad” acciona los “atractores”, “activadores” y “receptores” de bienestar y caos en la región, provocando los cambios regionales, muchas veces imprevistos.
En resumen, en el “Paradigma de la región compleja” el cambio de la región es “no lineal”, y deviene de la interacción de todos sus elementos y estructuras, pues reconoce que el “aleteo de una mariposa en alguna parte del País puede ocasionar una tormenta en todo México”. El cambio de la Región es no-lineal, dialéctico, permanente, impredecible, pudiendo ser desfavorable o favorable, y es ocasionado por el hombre (su economía, política o cultura), o la naturaleza (cambios en el ambiente, la ecología o por contingencias naturales). Este paradigma apunta hacia el logro de la armonía integral --la “geoarmonía”-- de tipo social, económica, ambiental, cultural, etcétera, en la región (es decir, hacia el “desarrollo urbano-regional armónico”), basado en el aporte multidisciplinario de la Ciencia.
3.9 La complejidad en el cambio regional
Las regiones cambian, se desarrollan y se transforman. A veces favorablemente, otras no. A veces el cambio es predecible, otras no. A veces el cambio es lineal, otras no lineal. A veces el cambio es dirigido, otras aleatorio. Las Figuras No. 4.1 y 4.2 resumen la visión del cambio de los paradigmas predominantes de la región.
Con respecto al aporte que la metodología de la complejidad puede proporcionar para entender el cambio, puede señalarse que:
Ahora bien, las regiones se comportan de manera diferente con respecto al cambio en base a la siguiente clasificación:
Las regiones con complejidad II y III poseen una tendencia a cambiar impredeciblemente y fuera de control. Esto puede inducir a la perdida de bienestar y a la reducción de la calidad de vida, así como al deterioro ecológico, perdida de competitividad y declive de la región.
Para evitar los efectos negativos (desórdenes y caos) que pueden resentir las regiones complejas, se requiere prever el manejo adecuado de los recursos humanos, materiales y tecnológicos de la región. Esto último destaca la importancia que la metodología de la complejidad atribuye a la planificación de corto plazo pero con una visión de largo plazo (estratégica) en la región, pues los desórdenes evolucionan exponencialmente conforme aparecen las bifurcaciones: más a futuro, más probable el caos (ver la Figura No. 4.3).
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