7.1 Marco Teórico
7.1a. Complejidad y lugar central
Los enfoques teóricos que tienen su origen en el pensamiento neoclásico (Von Thunen 1966; Weber 1909; Christaller 1966; Losch 1973), suponen el orden como la base del desarrollo urbano-regional. Son teorías del "orden perfecto", destacando en este sentido la “teoría del lugar central”. En 1933, poco después de cumplir un siglo de aparecido el trabajo de Von Thunen y una generación después de las contribuciones de Alfred Weber al entendimiento de la localización industrial, se publicó en Alemania el trabajo de Walter Christaller, marcando el inicio de la “Teoría del Lugar Central”. Ésta ayuda a explicar diversos aspectos interrelacionados del desarrollo urbano-regional: (1) la ubicación de los asentamientos humanos como centros óptimos de distribución para los servicios y ciertas mercancías; (2) la forma en la cual estos servicios y mercancías se distribuyen dentro del sistema espacial de los lugares urbanos; (3) las "funciones" desarrolladas por los lugares centrales; y (4) la jerarquización de los lugares centrales.
Esta teoría supone que la movilidad y los asentamientos humanos son fenómenos que se encuentran influenciados por diversos factores tales como los servicios, las mercancías, educación, oportunidades de trabajo, el abastecimiento de alimentos, etcétera, es decir, por la búsqueda de bienes y servicios especializados. La idea básica es la de explicar el tamaño, número y distribución de los asentamientos.
Lo que en términos prácticos se deduce de está teoría es que los centros de población (para propósitos generales considerados las áreas de mercado), se ordenarán de acuerdo a una jerarquía que va a depender del número de funciones (o actividades) que realizan los mismos. De esta manera el área de mercado de mayor jerarquía (casi siempre la de más población) realizará “m” funciones. La siguiente en importancia m-1, y así sucesivamente, hasta la población de jerarquía “n”, la cual realiza m-n funciones. Se acepta entonces que la función 1 solamente es ejercida por la población de rango 1 y es suficiente para cubrir todas las demás áreas de mercado 2, éste es suficiente para cubrir las áreas de mercado de poblaciones de rango 3 con la función 3, y así sucesivamente.
Un concepto derivado del tema de la "jerarquía" lo es el de centralidad, entendiendo por ésta el excedente de infraestructura, servicios, y su aprovechamiento en beneficio de la población que se encuentra bajo el área de influencia del lugar central, determinando su jerarquía y operatividad ante el conjunto de lugares centrales que se interrelacionan en la región (ITO-CONAPO 1988), todo bajo un esquema teórico de distribución uniforme y aprovechamiento óptimo del espacio.
Según Christaller los asentamientos no aparecerían de una forma desordenada sobre el espacio, sino que debería existir un principio que regulara esas distribuciones. Para dar una explicación general de la ordenación de los lugares centrales, así como de su jerarquización, y para cuantificar las relaciones que guardan entre ellas se usan indicadores como la “regla rango-tamaño”, o el “índice de Clark-Evans”. La primera cuantifica la distribución por tamaños. Propone que el tamaño PR de una ciudad de rango R (ordenadas de mayor a menor) de un sistema de ciudades, cuya urbe mayor es de tamaño P1, se halla dividiendo P1 por el rango Rq, es decir,
PR = P1 / Rq
La regularidad rango-tamaño se cumple para sistemas de ciudades o localidades en naciones consideradas desarrolladas y con un alto nivel de urbanización. La regularidad rango-tamaño no se cumple en sistemas de localidades desequilibrados, y se caracteriza, o bien porque la ciudad o localidad mayor es mucho más grande que las siguientes, o porque un estrato de ciudades o localidades pequeñas es dominado por una o varias localidades grandes. Las ciudades o localidades medianas casi no existen o son muy pocas.
A pesar que en la realidad es muy difícil encontrar áreas de mercado uniformemente distribuidas, y que se han intentado formular modelos de estructuración del espacio analizando empíricamente las situaciones de la realidad para explicar su regularidad, la propuesta teórica original del lugar central descarta el “desorden” como componente de las “funciones” que ejerce el mismo, aspecto que si toma en cuenta la “metodología de la complejidad” en este tipo de análisis, entendiendo por desorden el sistema de condiciones internas o externas que producen la insatisfacción económica, política, administrativa, ambiental o cultural de la población del lugar central.
7.1.b. Turbulencias y lugar central
La “metodología de la complejidad” aporta al análisis teórico la multicausalidad, la multidisciplinariedad y la multifuncionalidad, y se entiende como el conjunto de conocimientos sustentados en el andamiaje categórico-conceptual basado en el principio de la existencia simultánea de una heterogeneidad estructural y de una reciprocidad funcional de los elementos o subsistemas, “espacios funcionales” o “círculos de retroalimentación” positiva o negativa, que llegan a formar parte de una región y sus lugares centrales. El “caos” es un conjunto de desórdenes o un desorden de gran magnitud, y puede entenderse como el comportamiento impredecible que se presenta en las regiones y sus lugares centrales, y no necesariamente posee la connotación destructiva que popularmente se le atribuye, pues expresa la evolución errática de los eventos o sucesos, el rompimiento de la armonía de la actividad cotidiana. Ha sido mencionado que desde el punto de vista de su magnitud, el caos puede clasificarse en: a) megacaos: tipo de caos que en un sistema urbano-regional tiende a ocasionar los mayores estragos, y sus consecuencias tienen manifestaciones cualitativas nuevas, es decir, ocasiona verdaderas conmociones al sistema urbano-regional; b) macrocaos: tipo de caos que en un sistema urbano-regional ocasiona transformaciones, reformas o nuevas normatividades; c) microcaos: tipo de caos que en un sistema urbano-regional está casi siempre presente, genera incomodidades, pero ocasiona cambios lentamente. Estos “niveles de caos” pueden operar de manera aislada, o bien, sincronizadamente, entendiendo por “sincronización” el acoplamiento repentino, sin causa aparente, de los sucesos caóticos.
El caos que aparece en una región y sus lugares centrales deriva de la interacción de los “atractores de caos”, y éstos provienen a su vez de los “círculos de retroalimentación” positiva y negativa de los desórdenes del lugar central. Éstos son en realidad “atractores complejos”, los cuales son resultado de desórdenes arraigados en las regiones y sus lugares centrales, y al ser activados repentinamente tienden a originar “turbulencias” en la economía, cultura, política o ambiente. Estos “atractores complejos” son resultado de la acumulación de experiencias, situaciones, conocimientos y actitudes resultado de la interacción de la sociedad, la economía, la cultura, la ecología y el territorio de las propias regiones y sus lugares centrales. Se convierten en “sistemas referentes” que en ocasiones repentinamente son activados por situaciones que se asemejan a las experiencias precedentes: están siempre presentes en espera de ser puestos en operación por algún “activador”. A través de los atractores, las regiones y sus lugares centrales confirman su carácter complejo, cambiante, su comportamiento no lineal, oscilante entre el orden y el caos.
En un sistema complejo como el de una región o ciudad es posible la existencia de “atractores múltiples”. Esto significa que los sistemas urbano-regionales pueden tener múltiples estadios inestables activos que son los que activan los “círculos de retroalimentación” positiva o negativa de la región y sus lugares centrales. Estas modificaciones generan las “turbulencias sociales”, que son las que pueden repercutir en contra de la calidad de vida de la población de los propios lugares centrales (por generar stress, contaminación, violencia social, desempleo, etcétera).
En resumen, la transformación de la región o lugar central ocurre en gran medida debido a la actividad de sus "atractores", la cual se manifiesta en “turbulencias sociales”, las cuales se convierten en los "elementos" generadores de entropía activa o inactiva en los lugares centrales (Briggs 1994: 19-23). La primera aumenta las oportunidades de desarrollo, en tanto que la segunda tienden a reducirlas o destruirlas si no se maneja adecuadamente.
7.1.c. El papel de la complejidad en los lugares centrales
A través de la acción de las turbulencias derivadas de sus “círculos de retroalimentación”, los lugares centrales se transforman y se adaptan. En términos generales puede plantearse que esto ocurre debido a que:
1) La "complejidad del sistema urbano-regional" permite entender y valorar la multifuncionalidad económico-social, cultural, política y ambiental que poseen los lugares centrales, y por lo mismo determinar la viabilidad de lograr un "desarrollo" basado en la interacción de la funcionalidad de todo tipo (ecológica-ambiental, sociopolítica, cultural y económica) de los mismos.
2) La multifuncionalidad en las ciudades y regiones cumple el papel de regulador del comportamiento armónico o inarmónico del sistema urbano-regional.
3) Los atractores de caos modifican (aumentando o eliminando) la multifuncionalidad de los lugares centrales, ya que los atractores de caos favorecen o dificultan su existencia y sobrevivencia.
4) La presencia del caos es un indicador que los elementos del sistema urbano-regional están operando de manera inarmónica, y que el lugar central está en proceso de una nueva adaptación. Los desórdenes derivados de los círculos de retroalimentación son indicadores de cambios, de una interacción inarmónica entre los mismos, y permiten: a) determinar las funciones del lugar central que deben corregirse para propiciar su comportamiento armónico; y b) detectar que aspectos o elementos del lugar central sufren las mayores desventajas o ventajas de dicha interacción, proporcionando señales que prevén su rescate o remoción.
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