LA TEORÍA DE LA COMPLEJIDAD Y EL CAOS EN LA CIENCIA REGIONAL

Andrés E. Miguel
Julio C. Torres
Pedro Maldonado
Néstor Solís
janos016@gmail.com

7.2 Desórdenes y complejidad en el Distrito del Centro

7.2.a. La problemática de la Centralidad en el Distrito del Centro

En el año 2000, en el Distrito del Centro la alta centralidad correspondía a los municipios de Oaxaca de Juárez, Santa Lucía del Camino y Santa Cruz Xoxocotlán. En esta microregión existe una relación directa en cuanto al tamaño de la población y la jerarquía urbana, pues ha sido el municipio de Oaxaca de Juárez en donde históricamente se han concentrado la población y la actividad económica, así como la infraestructura y servicios públicos. En los próximos años los municipios que tienden a aumentar su centralidad son San Sebastián Tutla, San Agustín de las Juntas, San Antonio de la Cal, Santa Cruz Amilpas y Santa María del Tule, espacios municipales que tienden a ensanchar el área de operación del lugar central original del Distrito del Centro (ver Mapa No. 7.1).

Por lo que respecta al desarrollo del área de estudio, el “nivel de desarrollo alto” lo poseían los municipios de Oaxaca de Juárez, Sta. Lucía del Camino, San Jacinto Amilpas, San Sebastián Tutla, Sta. Cruz Amilpas, Sta. María del Tule y San Andrés Huayapan. Con un nivel de “desarrollo medio” se encontraban los municipios de San Raymundo Jalpan, Cuilapam de Guerrero, Sta. María Coyotepec, Sto. Domingo Tomaltepec, Tlalixtac de Cabrera y Sta. María Atzompa. Con un nivel de “desarrollo regular” se hallaban los municipios de Sta. Cruz Xoxocotlán, San Bartolo Coyotepec, Animas Trujano, San Agustín de las Juntas y San Antonio de la Cal; y con un nivel de “bajo desarrollo” los municipios de San Agustín Yatareni, San Andrés Ixtlahuaca y San Pedro Ixtlahuaca, los municipios de menor centralidad del área de estudio.

El Distrito del Centro tiende a desenvolverse en un escenario en el cual su desarrollo se hace dificultoso porque: a) su entorno se encuentra inmerso en problemas de sostenibilidad; y b) la distribución de su población tiende a ser caótica espacialmente hablando, lo cual repercute en el manejo dificultoso de su sustentabilidad, y dotación de infraestructura básica.

Así, en el año 2000 la distribución de la población del Distrito del Centro no registró cambios significativos con respecto a los presentados en las décadas anteriores, manteniendo tres municipios el mayor porcentaje de la población: Oaxaca de Juárez (con el 54%), Santa Cruz Xoxocotlán (el 11%), y Santa Lucía del Camino (el 9%). El 26% de la población restante se encontraba distribuida en los 18 municipios que rodean la mancha central, formada por estos tres municipios.

La regularidad rango-tamaño indica que en el Distrito del Centro el asentamiento humano de mayor jerarquía es el municipio de Oaxaca de Juárez, el cual es “mucho más grande” que los del orden siguiente. Este análisis se ve reforzado con el índice de Clark-Evans que en 1995 resultó de 0.57, lo cual significa que la distribución espacial de la población del Distrito del Centro es de “tipo aleatorio”, acercándose de alguna manera a la concentración (González 1997), y a una distribución espacial caótica.

En el mismo tenor, el enfoque del “desarrollo sustentable” viene a ser un auxiliar para la “teoría del lugar central”, proporcionando la pauta para incorporar el manejo de los recursos naturales y el ambiente en el diseño y manejo de los sistemas urbano-regionales, y también como un referente que puede ayudar a entender las perturbaciones o desequilibrios, fundamentalmente de tipo ecológico-ambiental que afectan a las regiones y ciudades. Así, considerando la problemática del Distrito del Centro, se estima que de continuar las actuales tendencias de crecimiento poblacional, los municipios de mayor centralidad como Oaxaca de Juárez, Sta. Cruz Xoxocotlán y Sta. Lucía del Camino, continuarán concentrando los problemas de contaminación del agua, suelos, y aire, lo que puede repercutir negativamente en la mejora de la calidad de vida y el bienestar de su población.

Así por ejemplo, las áreas verdes que se registraron en la década de los noventas no satisfacen los requerimientos de la población. Como ejemplo, éstas solamente satisfacen el 3.28% de la población del municipio de Oaxaca de Juárez, considerando que debe existir un mínimo de 9m² por habitante (Díaz 1997). En esta microregión, las viviendas crecen a un ritmo acelerado, en tanto que la superficie agrícola decrece en 2.6% anual. Los municipios más representativos de esta problemática lo son sido Sta. Lucía del Camino, Oaxaca de Juárez y Sta. Cruz Amilpas, los cuales han disminuido su área cultivable  hasta en un 74%, como es el caso de Sta. Cruz Amilpas (Hernández 1997). El acelerado incremento de viviendas tiende a ocasionar un importante déficit en el abasto de agua potable con relación a las viviendas ocupadas, pues se reconoce que en las épocas de estiaje se atiende menos del 50% de las necesidades que del vital líquido poseen los habitantes (Imparcial 2000: 3A). Al mismo tiempo tiende a incrementarse el uso de drenaje, aumentando el volumen de aguas residuales y la cantidad vertida a los ríos. Se estima que solamente el municipio de Oaxaca de Juárez descarga al sistema de drenaje y alcantarillado de 2 a 4 millones de m³ por año (Pineda 1997), sin que exista tratamiento de las aguas vertidas a los ríos y arroyos del área.

La basura o desechos sólidos eliminados por los habitantes han ido en aumento a través de los años por el crecimiento y concentración de la población. Así por ejemplo, solamente el municipio de Oaxaca de Juárez producía 170.8 toneladas diarias de basura, siendo la capacidad de recolección de 140 toneladas (Zamora 1997), trayendo esto como consecuencia la proliferación de tiraderos de basura a cielo abierto que operan en forma clandestina, los cuales tienden a aumentar en el futuro. Por otra parte, solamente los 209 hornos ladrilleros que operaban en el Distrito del Centro emitían 1504.8 toneladas por mes de contaminantes al ambiente (Vásquez 1997); repercutiendo directamente en la calidad del aire de la zona.

Todos estos aspectos sugieren que la sostenibilidad está en conflicto en esta área, indicando, junto con la distribución aleatoria de sus asentamientos, que el desarrollo del Distrito del Centro sufre un proceso de transformación o adaptación caótica sincronizado al crecimiento de su población.

7.2.b. Los desórdenes y los atractores de caos en el Distrito del Centro

En el Distrito del Centro se detectan al menos nueve “círculos de retroalimentación” de desórdenes de su actividad cotidiana (ver Figura No. 7.1). Cada uno de estos círculos puede considerarse un “atractor complejo”. En la interacción de los atractores puede tomarse como clave del comportamiento del sistema urbano-regional el crecimiento de su población, el cual da origen a la aparición y aumento de la “centralidad”, ésta última fuertemente asociada a la creación de la vivienda, equipamiento, infraestructura y servicios públicos. A partir de éstos “elementos” se generan los círculos de retroalimentación para sostenerla e incrementarla.

Por el número de círculos detectados (9), el Distrito del Centro pose un nivel de “complejidad III”, lo cual indica que posee más de un círculo virtuoso y más de un círculo vicioso interactuando (ver Figura 7.1). Por consiguiente, el sistema es “inarmónico”, y los desórdenes juegan un papel transcendente en el comportamiento y transformación de la zona. Estos desórdenes derivan de los aspectos que tienden a hacer poco armoniosa la actividad cotidiana del área de estudio, como por ejemplo, la escasez de inversión, el desempleo, la pobreza, la escasez de agua y de diversos servicios públicos como la recolección de basura y el alumbrado, etcétera. Estos desórdenes se manifiestan en 6 atractores: los de la contaminación (I), tributación (III) y el de transporte (VII); que puede considerarse que cotidianamente generan “microcaos” en la zona estudiada; los atractores de agua y suelo (IV) y el de la actividad política (V), los cuales pueden considerarse generadores de “macrocaos”; y finalmente el “atractor de las catástrofes naturales” (IX), el cual ocasiona “megacaos” en la zona de estudio. Estos atractores actúan aisladamente o se sincronizan, impactando desfavorablemente el “desarrollo” de la zona. Solamente los atractores II (de la inversión), VI (salud) y VIII (educación), propician círculos virtuosos en la microregión analizada.

En el Distrito del Centro el nivel más alto de “desórdenes” corresponde a Oaxaca de Juárez, el municipio de mayor centralidad; el nivel medio a Sta. Cruz Xoxocotlán, San Antonio de la Cal y Cuilapam de Guerrero; el nivel regular a Sta. Lucía del Camino; y un bajo nivel a los 18 municipios restantes. La correlación entre los desórdenes y la población total es una muy alta (0.99), indicando que las turbulencias están asociadas al crecimiento poblacional del área de estudio.

Por lo que respecta al “nivel de caos”, nuevamente el Municipio de Oaxaca posee el rango mayor, asignándosele un nivel de “megacaos”, debido al número de atractores (6 en total), que generan “círculos de retroalimentación negativa” en su desarrollo. El resto de los municipios que rodean a este lugar central solo alcanzan un nivel de "atractores aislados". Es decir, se cumple tentativamente que en el municipio de mayor centralidad, la sincronización de los desórdenes y el caos es la mayor del área.

La correlación “desarrollo-desórdenes” en el Distrito del Centro era de 0.28 en el año 2000, pero esta baja significancia indica que en la zona ya existe la tendencia que a más desarrollo, más desórdenes; es decir, puede aceptarse que los desórdenes son una propiedad ya sincronizada al desarrollo del área de estudio. Cabe señalar que en el mismo año existía una concentración de los desórdenes en esta microregión, ya que el coeficiente de Gini poseía en ella un valor de 0.64, lo que indicaba una concentración media en la zona. Esta concentración se manifestaba en los municipios de más desarrollo, pues hasta el decil VIII la concentración era del 24%, y cambiaba bruscamente al 98% a partir del decil IX que correspondía a los municipios de Xoxocotlán, Santa Lucía del Camino, y especialmente Oaxaca de Juárez, los de mayor desarrollo en el área de estudi.

Por lo que respecta al impacto de los desórdenes en la microregión, éste se refleja en las actividades cotidianas de la población debido a la ausencia de los satisfactores básicos como la carencia de infraestructura equipamiento, y servicios públicos. Otro impacto deriva del stress ocasionado por las marchas, manifestaciones y bloqueos que cotidianamente ocurren en el lugar central, pues en el municipio de Oaxaca de Juárez hasta el mes de septiembre del año 2003 se habían efectuado un total de 216 manifestaciones, 116 marchas, y 330 bloqueos, haciendo un total de 662 eventos de este tipo (en promedio 2.2 eventos por día) (El Imparcial 2003).

Si el desarrollo se concibe como el arte de crear y convertir la riqueza en bienestar humano, es decir, la habilidad de aprovechar el crecimiento económico para la prosperidad de la población, cuando en el Distrito del Centro se genera “megacaos” --el máximo nivel posible--, la “metodología de la complejidad” prevé que sólo tiende a aprovecharse un 2.5% del crecimiento de su economía, desperdiciándose el 97.5% de su potencial. De igual manera si se toma en cuenta la probabilidad que cualquier tipo de caos se manifieste en cualquier momento (incluyendo los desórdenes aislados así como el Mega, Macro y Microcaos), el crecimiento de la economía promedio posible a alcanzar sería el 30% de su potencial, lo cual indica que el impacto de los desórdenes es desfavorable, y tiende a repercutir en que el bienestar humano de la zona de estudio no avance según lo esperado.

En resumen, del análisis de la complejidad existente en el Distrito del Centro puede recalcarse que:

  1. Los atractores II (inversión), VI (salud) y VIII (educación), favorecen el aumento de la población al impulsar la “inmigración” hacia la zona, realimentando el ciclo de crecimiento del Distrito del Centro.
  2. Los atractores I (contaminación), III (tributación), IV (agua), V (actividad política), VII (transporte) y IX (catástrofes naturales) retroalimentan la reducción de la población al estimular la “migración” en el área, o atentando contra la calidad de vida del Distrito del Centro.
  3. Las interacciones entre los atractores se retroalimentan, a veces en el mismo sentido de su ciclo, a veces en sentido opuesto, manteniendo encuentros bruscos cuyos resultados son las “turbulencias” que cotidianamente se manifiestan en el área de estudio.
  4. Las turbulencias provocan efectos contradictorios, los cuales tienden a ocasionar conflictos en el Distrito del Centro y su área de influencia.
  5. La consecuencia de lo anterior es una secuencia de escenarios armónicos e inarmónicos, cuya transición tiende a ser precedida por nuevas turbulencias en el área de estudio.

En casos como éste, las tendencias del desarrollo sugieren que debían diseñarse políticas públicas orientadas a regular los atractores de caos o sus efectos en la zona analizada.

7.3 Conclusiones: el aporte de la complejidad al lugar central

La “teoría del lugar central” muestra las pautas que pueden conducir hacia la estructuración ordenada de los espacios urbano-regionales. El "desarrollo sustentable" ha realimentado esta visión al proporcionar la pauta para el manejo y preservación de los recursos naturales y el ambiente que puede asegurar el futuro desarrollo armonioso de la región y sus lugares centrales.

Pero el comportamiento del Distrito del Centro confirma que las regiones y sus lugares centrales no solo son fuerzas productivas y sociales que siempre promueven el bienestar de su población, sino que también se convierten en “atractores de caos complejos”, cuya función es asegurar su transformación y adaptación al contexto regional del cual forman parte.

Si los científicos de las "ciencias duras" parecen jugar al caos sobre el gran tablero de la naturaleza, los analistas de la modernidad de las sociedades se lanzan con menos probabilidad de éxito a un juego similar. El caos posee como fórmula el movimiento más la incertidumbre (Balandier 1996: 10-12). Aplicado al campo urbano-regional, el concepto de “caos” tiene como función redefinir el comportamiento de las regiones y sus lugares centrales, y por lo tanto dar cuenta de sus transformaciones, de su capacidad de adaptación, aunque desde esta perspectiva, el desarrollo urbano-regional no siempre sea un proceso con un control total sino turbulento.

En el Distrito del Centro, estas turbulencias tienden a provenir de la falta de un manejo sostenible de los recursos naturales y el ambiente, y de la distribución desordenada de su población. Pero aquí el caos que suponen tales tendencias, aparte de ser un indicador de “desórdenes”, puede convertirse en una guía de la regulación que requiere el futuro del área analizada.

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