Se puede incluir el caos en
las leyes de la naturaleza...
Ilya Prigogine, Las Leyes del caos.
Introducción
Esta sección intenta destacar que en la Ciencia regional importan las explicaciones del por qué suceden los hechos reales, así como deducir cual es la tendencia de los mismos. Pretende proporcionar una síntesis teórica orientada a permitir a los estudiosos de la Ciencia Regional ubicar las perspectivas metodológicas del cambio regional comparando los paradigmas clásicos del análisis regional con las propuestas derivadas del enfoque de la complejidad.
Este capítulo se sitúa en el proceso de transformación de la región; es decir, en su proceso de cambio. Pretende colocar a los estudiosos de la Ciencia Regional en el centro de la problemática metodológica de la Ciencia Regional relacionada con la evidencia empírica que las regiones no permanecen estáticas, sino que están sujetas a un cambio permanente (económico, social, político, cultural, ecológico, etcétera), cambio casi siempre impredecible, y no siempre favorable para la humanidad. Conviene reflexionar si para la Ciencia Regional existen disyuntivas que le permitan indagar los senderos a los que conducen los cambios de la región. Todas las ciencias, incluyendo las sociales, han sufrido cambios metodológicos a lo largo de la historia, y éstos se han venido consolidando y sistematizando fundamentalmente a partir del siglo XVII, provocados por lo que se conoce como ciencia moderna, cambios que hasta nuestros días no han cesado de manifestarse y que conducen a nuevas visiones del mundo, y que conllevan una imagen del cambio regional.
Las líneas de investigación recientes tienen su origen en la crisis global de los paradigmas teóricos de la problemática socioeconómica originada en la década de los '80, lo cual ha fomentado nuevos enfoques y ha abierto nuevos espacios de reflexión en las ciencias sociales. Estas reclaman una reafirmación del espacio como dimensión esencial de la realidad social junto al tiempo. En conjunto, la pluralidad de marcos teórico-metodológicos existentes abren rutas temáticas inéditas y cautivantes para la Ciencia Regional, así como especializaciones y enfoques impelidos por los cambios de este fin de siglo. Se puede afirmar que la Ciencia Regional enfrenta nuevas alternativas y que es imprescindible descubrirlas, analizarlas, interpretarlas y proyectar sus manifestaciones favorables o desfavorables. Los acontecimientos mundiales, nacionales o locales, al interrelacionarse, producen mundos diversos, espacios geográficos dispares que manifiestan los conflictos, contradicciones, aflicciones o alegrías de los grupos sociales, y por lo tanto resultan motivantes para ser examinados con profundidad (Uribe 1996: 67-68).
Uno de estos "enfoques recientes" lo constituye el análisis de la "complejidad", el cual forma parte de un "paradigma emergente", que comienza a visualizarse en diversos campos del conocimiento humano, incluido el de las ciencias sociales. Como se reconoce a partir de Kuhn (1978), un "paradigma"viene a ser una estructura coherente constituida por una red de conceptos a través de los cuales ven su campo los científicos, una red de creencias teóricas y metodológicas entrelazadas que permiten la selección, evaluación y crítica de temas, problemas y métodos, y una red de compromisos entre los miembros de una comunidad científica. Constituye una síntesis de conceptos, creencias, compromisos comunitarios, maneras de ver, "reglas no escritas", compartidos por una comunidad científica. También se puede afirmar que el paradigma representa la totalidad de la información básica, las leyes y las teorías en las cuales se sustenta la ciencia (Richards 1983: 75-77). Los paradigmas conforman "miradas intencionadas" que tratan de abarcar la realidad y que devuelven una imagen de la misma teñida de las intenciones de ese grupo social que las mira y habla de ellas. Los paradigmas suponen entonces, el modo propio e intraducible de construir la realidad que tiene una sociedad durante un período de tiempo relativamente largo. La realidad es creada discursivamente por el paradigma.
En las últimas décadas tanto en las ciencias duras como las ciencias blandas se han manifestado cambios en la interpretación científica con respecto al "paradigma mecanicista-determinista" tradicional, siendo algunos de los principios retomados por el paradigma emergente que a) los fenómenos no están aislados, sino que forman parte de sistemas interrelacionados con otros sistemas y con el medio; es decir, todo se encuentra en constante interacción, ocupando el ambiente un lugar importante en la misma; y b) el orden y el desorden actúan juntos, y su interacción tiende a generar nuevos sistemas y estructuras: no hay nada totalmente acabado (Martínez 1997: 113-158).
Estudios precedentes describen los tipos de región que derivan de la aplicación de algún factor que facilita su delimitación (Boudeville 1968; Palacios 1983; Boisier 1992), y aunque existen proposiciones para discutir más a fondo la problemática social de la región (Coraggio 1981: 147-179), es conveniente colocar nuevamente a los estudiosos en el centro de la problemática metodológica de las ciencias sociales que miran hacia lo regional, en el sentido de ponerse en contacto con las diferentes maneras en que se ha mirado la región y las consecuentes verdades que se han construido a partir de sus paradigmas básicos. Esta es la pretensión del presente capítulo.
El paradigma de la "región tradicional" tiene poco reconocimiento oficial por parte de los estudiosos modernos, es el "paradigma relegado" de las ciencias sociales de la actualidad, pero se basa en el manejo de la economía regional basado en el respeto y el cuidado de la naturaleza, y la producción apoyada en la ayuda y apoyo mutuo, solidario de la gente, como señalara un pensador de afín a este campo "la esencia de ser campesino se encuentra en la complejidad de las relaciones sociales que lo rigen. La vida campesina no está organizada por el salario sino por la participación de la comunidad, por su acceso a la tierra, por su pertenencia a una familia, por el intercambio no comercial de bienes, servicios y trabajos" (Warman 1980: 31), es decir, en base a la “comunalidad” y el misticismo. Este paradigma de región es el que mejor identifican los grupos indígenas, para los cuales la "Madre Tierra" es parte de su vida cotidiana, y no algo separado de ellos. Por la razón referida inicialmente existen pocos autores especializados en su elaboración conceptual, pero en América Latina (Lucas 1992) destaca en relación a este paradigma la discusión entre las líneas de pensamiento derivados de las propuestas de Chayanov (1974), cuyos seguidores dieron margen a la denominada "corriente campesinista", y aquella que nació siguiendo la perspectiva de Lenin (1982) y Kaustky (1983), como "corriente descampesinista". Éstos últimos sostienen que los campesinos están destinados a desaparecer para convertirse en "proletarios" dependientes de los capitalistas (Bartra 1980), en tanto que Chayanov y sus seguidores no solo justificaron la existencia de la economía campesina, también pronosticaron que mientras existan necesidades que satisfacer existirán unidades productivas, normalmente familias, que al tiempo de ser productores también serán consumidoras.
La región que ha derivado de esta visión de la realidad se desenvuelve en un espacio que depende del manejo cuidadoso de los recursos naturales y el ambiente por parte de las familias según las costumbres y las temporadas del año, es reversible (es decir, que si cambia el espacio puede recuperar sus cualidades iniciales), heterogéneo (es decir, es diferente en todos sus puntos), de tipo geométrico no euclidiano, al cual se le atribuyen las propiedades básicas de un orden generado a partir de la capacidad de asociación de las familias (comunalidad), y armonía con que se manejen los recursos regionales (manejo basado en el misticismo). El espacio de la región es no antropocéntrico, pues el ser humano solamente se concibe como una parte de la naturaleza. La región así concebida se asemeja a una "gran morada", a la manifestación de la "Madre Tierra" hacia la gente, la cual en la región proporciona los recursos que los seres humanos requieren para sobrevivir.
El cambio de la Región Tradicional es cíclico, y se concibe como un “eterno retorno” sujeto a las tradiciones de la comunidad y a la estacionalidad de la naturaleza, pero que puede ser orientado por las decisiones de la comunidad en su conjunto.
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