La realidad mundial actual indica que en el campo de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC) estamos ante un juego de gigantes, cuyo poder y magnitud de operaciones desafía todos los cálculos, por lo que sus resultados pueden afectar la soberanía e independencia de muchas naciones al suplantar la capacidad de decisión y autonomía del Estado. ¿De qué ciberciudadanía se podría hablar en este entorno privatizador, dominante y homogenizador?; la ciudadanía, lo mismo que las identidades personales o colectivas, son el resultado de una compleja imbricación expresada en una combinación de derechos y deberes, sujetos que los titulan a instancias e instituciones que los protegen. En la construcción de la ciudadanía aparecen dos elementos de singular relevancia:
1. La necesidad de una distribución equitativa del poder, que incluya la posibilidad real de participación y elección. 2. El cuidado de los procedimientos y la necesidad de convenir procesos adecuados al carácter de las decisiones que sea preciso tomar.
Estas notas permiten hacer avanzar en la idea de que el "Manifiesto" está al margen de la compleja situación social mundial; promete para dentro de muy poco, acceso irrestricto a interlocutores y fuentes de información en cualquier parte del mundo, con solo apretar un botón en computadoras conectadas a un sistema integrado universal, y esto como la solución maravillosa a todos los problemas sociales.
La trampa de los heraldos del futuro
La primera trampa de estos heraldos del futuro es que ocultan su naturaleza dual y las numerosas limitaciones que impiden la plena disponibilidad de la infraestructura de las TIC. Su intención es "válida", pero la carga de utopía que tienen sus propuestas es grande, pues entre imaginación y práctica median dificultades aún no conocidas y de inseguro diagnóstico. En ninguna de las partes aparece un reconocimiento de la particular realidad de los países subdesarrollados y de las causas que la condicionan que permita adelantar cómo responder a la difícil situación que atraviesan los mismos. Es en este marco donde pueden darse falsas expectativas, ya que estos procesos, en consonancia con la naturaleza capitalista, han de generar simultáneamente áreas de privilegio y marginación, de abundancia y carestía, de accesibilidad e incomunicación, según la procedencia, el carácter y afluencia de los usuarios. El capitalismo socializa los bienes simbólicos para privatizar los bienes materiales
En efecto, el capitalismo, al intentar reducir al ser humano a la esfera digital y hacerlo prisionero de la lógica implacable de la relación trabajo-capital, se cuida de evitar que los ojos miren de frente a la realidad. En este ámbito la exacerbación de lo imaginario está pasando cada vez más a asegurar la alienación y, por tanto, la propia continuidad del sistema. En otras palabras, para "poder privatizar los bienes materiales, el capitalismo "socializa" los bienes simbólicos", a través de las tecnologías de la información y las comunicaciones que no distinguen las particularidades de las sociedades subdesarrolladas. La mayoría de estas propuestas obvian la raíz socio-clasista de la cuestión, la que se determina, en última instancia, en interés de quién se produce, se disemina y se emplea la información mediante el uso de la TIC. Esto se pone de manifiesto en cada uno de los puntos del denominado "Manifiesto".
Globalización digital neoliberal: ¿un slogan a seguir?
El documento no debe verse como un slogan a seguir, debe leerse con una visión sociopolítica por las profundas implicaciones que puede traer para la práctica política de cualquier país, al estar teñido de conjeturas neoliberales. El mismo responde a la visión de los países desarrollados. Se pudiera considerar, en una lectura entre líneas, que el documento está dando cuenta de los caminos que se sugiere para el empleo de las TIC desde una óptica positiva, ello si se reconoce que estas avanzan a un ritmo impetuoso e interactúan entre sí creando fenómenos y perspectivas hasta ahora desconocidas, que hacen obsoletas las relaciones y estructuras habituales.
Es necesario el desarrollo de una visión conceptual del fenómeno de la Red, no desde un punto de vista de la ingeniería - donde los problemas son eventualmente de naturaleza tecnológica - sino desde sus aproximaciones sociales; intentando, de paso, despejar algunas visiones algo apresuradas - eventualmente interesadas - que ofrecen perspectivas simplificadas de un fenómeno de altísima complejidad y de consecuencias todavía no mensurables. Apariencia de un fuerte compromiso social
El manifiesto por el ejercicio de una ciberciudadanía activa deja ver la apariencia de tener un fuerte compromiso social intentando proponer medidas para resolver los acuciantes problemas de la humanidad en el denominado tercer entorno, por lo que se podría pensar la pregunta sobre dónde quedarán los problemas a resolver por el primer y segundo entorno. ¿Puede desarrollarse la vida en el tercer entorno al margen de los otros dos?
Un pensamiento en esta dirección debería considerar que los postulados del mencionado manifiesto, al tener un contenido posmodernista, coinciden con las doctrinas del nihilismo, negando los valores de la realidad y la posibilidad de conocerlos; creando escepticismo al no reconocer las profundas diferencias políticas y sociales del primer y el segundo entorno y su carácter determinante para el tercero. De hecho la concepción postmoderna tiende a una ruptura con lo tradicional.
Hay que tomar en consideración que las visiones postmodernistas son excluyentes, no responden al mundo subdesarrollado. Lo que se pretende dentro del postmodernismo es la búsqueda para definir la totalidad desde la diferencia, desde la contradicción no soluble, captándose estas diferencias no en su existencia concreta, sino como construcción ideologizada y metafísica. Según esto, es posible entonces entender el porque los postulados de la llamada sociedad digital enraizados en el manifiesto digital, intentan salvar las contradicciones saltando por encima de las diferencias reales que existen en el primer y segundo entorno, así como en los países subdesarrollados.
El manifiesto de ciberciudadanía es un concepto socio-político que tiene poco que ver con el contexto social en el que se mueve el subdesarrollo y para el cual estos países no están suficientemente preparados, ni cuentan con los cuantiosos medios de inversión requeridos para el desarrollo de infraestructuras. El término implica algo más que la dotación de equipamiento, pasando por la eliminación del analfabetismo y la transformación de las estructuras sociales paralizantes, generadoras de subdesarrollo perpetuo. La ciudadanía es un constructo que incorpora con diversa intensidad y a través de diferentes articulaciones en el espacio y en el tiempo, variables como la comprensión de la diferencia y la igualdad, el universalismo de los derechos humanos versus la visión relativista de esos mismos derechos, la interacción y el diálogo entre la dimensión política y civil de la sociedad, etc. Para trabajar cualquier concepto de ciudadanía se debe explicitar -en el punto de partida- con qué elementos vamos a trabajar y desde qué posiciones éticas y políticas los adoptamos; también, en qué contexto operan estos elementos. La resultante, necesariamente coyuntural, será un modo de ejercer la ciudadanía, diverso, similar, análogo o contrario a otros modos de actuarla, cuando cambia alguna de las variables que hayamos contemplado. En el caso de la ciberciudadanía que se le ofrece al mundo, no toma en cuenta estos ingredientes.
El movimiento de lo que se denomina como sociedad digital, hasta ahora es algo inconcluso, como lo son también sus tesis; es un movimiento que comienza, por lo que el debate en torno a ella tampoco debe simplificarse. En cualquier análisis habría que considerar que la sociedad digital interactúa bajo el entorno de la llamada realidad virtual, fenómeno tecnológico por el cual la vivencia de lo que es originariamente un simple videojuego se hace más y más cercana a los mecanismos de percepción, de tal manera que el concepto de medio se diluye, hasta llegar al ideal de una realidad simulada indistinguible de cualquier patrón físico. La realidad virtual crea así un nuevo espacio de actuación y percepción, una realidad transformada por los medios de computación, que puede hacer que acabemos olvidando cómo digerir la realidad cruda.
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