Asumiendo el principio de unidad de lo lógico y lo histórico se puede plantear que al hablar de la historia de la sociedad digital, - cuna del mencionado "Manifiesto", - los historiadores de la Red acostumbran a establecer 1994 como el año de partida, dado que es en dicho momento cuando el gran público accede a la misma. Hasta dicha fecha, el uso de Internet estaba restringido al ámbito universitario, gubernamental y militar. Pero al fijar el inicio de la historia en 1994, se olvida que antes de el año citado ya existían otras comunidades virtuales, algunas muy activas, tanto en Estados Unidos como en Europa; las que se organizaban mediante pequeñas redes autónomas de computadoras, organizadas mediante la iniciativa de aficionados a la informática. Es en el seno de las mismas fue donde se dieron los primeros ataques contra la libertad de expresión en el mundo digital, y es en este ámbito donde se organiza la primera resistencia electrónica, que da lugar a la formación de la Fundación de la Frontera Electrónica, grupo de defensa de derechos civiles en el ciberespacio.
A los efectos del objeto de estudio de este trabajo dicha historia es relevante debido a que abre el diapasón de direcciones en que se pueden emplear los preceptos del denominado "Manifiesto". Ello es indicativo de que desde sus antecedentes, la sociedad digital nace ya plegada de inminentes contradicciones éticas, que en alguna medida están presentes en el decreto que se presenta. ¿Sociedad digital igual a postmodernismo? Las teorías en torno a la sociedad digital se han ido construyendo más mediante constataciones empíricas que por la aplicación de criterios o principios predeterminados. No obstante, no han podido escapar a la influencia de las concepciones de moda. Ello se evidencia en sus postulados básicos, los cuales responden al postmodernismo, lo que se comprende mejor si se considera que la postmodernidad se define a sí misma como reflexión que expresa el estado de la cultura de la civilización, mediante el estudio de las sociedades más desarrolladas.
Por ello sus representantes consideran que la sociedad actual se encuentra en una nueva época, concebida como postindustrial o informatizada, que se caracteriza por el amplio desarrollo y predominio de los medios de comunicación, los que facilitan la transmisión generalizada de saberes, creencias, normas, gustos, valores, etc.; no a escala fragmentada, sino a todo el universo. Lo anterior, según el criterio de los postulados del postmodernismo, hace a los sujetos iguales, inaugurando -a su juicio- una nueva era, con una nueva cultura y modo de vida, en la cual se tienden a disolver las clases sociales, las ideologías y los proyectos emancipatorios; de modo que lo que queda es la multiplicidad de sujetos individuales, diferentes, interconectados entre sí por la comunicación generalizada; pero cuyas experiencias, actitudes y valores tienen sentido y significado para cada uno y, por ende, igual validez y derecho que cualquier otro. El efecto es, según la lógica postmodernista,"un mundo fragmentado y con pluralidad de visiones, en el cual el pasado no debe tener continuidad por su carácter totalitario y de dominación, y el futuro carece de perspectivas". Como se puede apreciar, en este razonamiento, que se presenta muy sucintamente, en tanto no es el tema central de este trabajo, existen diversas omisiones importantes que conducen a una visión deformada de la realidad social actual:
• Se está elaborando una visión de la sociedad sobre la base de extrapolar al todo, lo que solo es una condición de una de sus partes; pues para nadie es un secreto que las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones han alcanzado un amplio desarrollo y uso social solo en las naciones desarrolladas, mientras que en el resto (que son las más) existe una gran carencia de ellas. ¿Por qué este desliz? ¿es involuntario? Detrás de ello pueden haber diferentes razones: no toman en cuenta al mundo subdesarrollado, no es importante para ellos y sencillamente lo excluyen y hacen como si no existiera; o quieren hacernos creer (al mundo subdesarrollado) que vivimos una realidad que no es la nuestra, para obligarnos a vivir una vida ajena en función de intereses de otros, mientras somos incapaces de develar y transformar nuestros verdaderos problemas. • ¿Cómo es posible pensar que las TIC actúan en un vacío social, al margen y por encima de los condicionamientos económicos, socio-políticos, etc.? ¿Cómo creer que ellas contribuyen a delinear un entorno digital, en el que para nada influyen las determinaciones y contradicciones del primer y segundo entorno; y que su sola acción sería suficiente para condicionar la solución a muchos de los complejos problemas sociales que hasta hoy han ocupado al hombre y para los cuales aún no ha encontrado una solución justa y verdaderamente humana? ¿Será esto ingenuidad o intención? • ¿Se corresponde esta visión del mundo actual con la realidad social de los países, incluso de los más desarrollados? ¿Realmente estamos en presencia de una sociedad donde se borran las grandes diferencias sociales y en la que cada individuo puede hacer valer sus ideas y puntos de vista en su relación con los demás, pero siempre desde la individualidad y únicamente desde ella? Esto no es otra cosa que la justificación y aceptación de esta realidad, con todo lo que de irracional tiene; y una posición conservadora de conformismo con la misma, que tiene una profunda raíz ideológica, a pesar de proclamar el Fin de las Ideologías. Quizás no haya llegado todavía la hora de las respuestas, y estemos sólo en la de la formulación de las cuestiones, pero de cuán acertados nos mostremos al plantear éstas, depende en gran medida nuestra capacidad de entendimiento del fenómeno. Y aun no sabiendo mucho, sí se podría decir que existe ya un elenco de definiciones o de precisiones que perfilan las características de la sociedad digital, y que permiten suponer el carácter netamente "turbulento" de la misma.
Comprendiendo la denominada sociedad digital
En la literatura sobre el tema se resumen en seis puntos algunas evidencias, cuya asunción parece del todo necesaria para cuantos quieran acercarse a la comprensión del tema: 1.- La sociedad digital es global: no conoce fronteras geográficas y temporales. Sin embargo, son todavía muchos en la industria, en la universidad, en el comercio, en la política, en la justicia, los que orientan su acción en la red prescindiendo de este carácter de globalidad. Por más que las comunidades locales o territoriales puedan beneficiarse de sus efectos, Internet tiene un comportamiento y un destino planetarios. 2.- La sociedad digital es convergente: confluyen en ella muchas disciplinas, tareas y especialidades del saber y el hacer que acostumbraban a andar por separado y, antes o después, alumbrará una nueva epistemología. 3.- La sociedad digital es interactiva: el fundamento de su acción es el diálogo, la cooperación. 4.- La sociedad digital es caótica: no admite jerarquías reconocidas ni se somete fácilmente a los parámetros habituales de la autoridad. 5.- La sociedad digital es la cuna de una nueva realidad virtual, que no es solo una realidad imaginada o representada. 6.- La sociedad digital es vertiginosa: se desarrolla de forma casi autónoma a gran rapidez, y ha desbordado todas las previsiones sobre su crecimiento. La comprensión de la nueva cultura de la sociedad digital parte necesariamente de estos principios; olvidar cualquiera de ellos es estar condenado al fracaso pero, innegablemente, no se agota ahí, sino que a partir de los mismos es inevitable, y casi urgente, continuar elaborando, estudiando, investigando, meditándose el futuro, para lo que es necesario, una adecuada descripción y comprensión crítica del presente. Apología a las TIC en el manifiesto A partir de los supuestos antes abordados se puede plantear que en el estudio del "manifiesto" por el ejercicio de una ciberciudadanía activa, responsable y comprometida se puede encontrar una gran dosis de apología a las TIC, conjuntamente con una fuerte carga de utopía. Ello se expresa en el primer párrafo del mismo cuando se plantea: "El acceso a la cultura, el conocimiento y la información nunca estuvo tan al alcance de la humanidad como ahora."
El texto no menciona los crecientes problemas y desigualdades que se abren ante los pueblos como consecuencia de la brecha digital ocasionada por la gran polarización de la riqueza y la pobreza, que ha generado el desarrollo desigual del capitalismo a nivel mundial y al interior de los propios países; cuestión reconocida incluso por especialistas norteamericanos como el profesor Emérito de la Universidad de California Herbert I. Schiller quien en su más reciente libro Desigualdad informativa: la profundización de la crisis social en Estados Unidos, presenta la otra cara de la moneda. Su texto confirma el impresionante impacto tecnológico, abriendo serias interrogantes surgidas de aspectos menos estudiados como:
• Disminución del rol equilibrador del Estado, en particular en lo concerniente a la desregulación en gran escala de las normas oficiales y la desnacionalización de los sistemas de comunicaciones y transporte. • Penetración cultural masiva, con pérdida de valores propios y disminución de la conciencia social en países vulnerables. • Privatización generalizada de los recursos e infraestructuras de servicio público. • Aumento del poder del complejo corporativo y de las grandes empresas transnacionales. • Énfasis en un mayor grado de comercialización y mercantilismo. • Fomento de la competencia de intereses en los mercados globales. • Surgimiento de nuevas formas de monopolización a partir de las absorciones corporativas y la concentración financiera entre empresas con economía de escala.
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