Una vez situados los elementos que permiten contextualizar la realidad internacional se avanzará ahora en presentar una de las ideas que sirve de base para el desarrollo de este ensayo. Esto se refiere a las bases sobre las que se sustenta la argumentación referida a la globalización cultural. Para ello se presentan inicialmente los fundamentos socio-filosóficos del concepto como concreción conceptual.
Y en los acápites que siguen, se establecen los hilos que conducen el debate de la globalización cultural en sus diversas dimensiones. Siendo central la construcción que se realiza de la categoría globalización cultural, tomando como eje la dinámica del concepto cultura y sus derivados.
El concepto como concreción
Al asumir el concepto como concreción conceptual, se considera como idea central lo siguiente: Del mismo modo que no se construye un edificio cuando se ponen sus cimientos, el concepto del todo no es el todo mismo. Es decir los conceptos no surgen de una vez, en todo lo que tienen de concreto. Su evolución se efectúa, según van expresando de manera más concreta su esencia, a medida que van descubriendo nuevas facetas. Si lo concreto, es la unidad de múltiples determinaciones, es natural que al irse conociendo la multiplicidad de las propiedades de las cosas de los propios conceptos, estos vayan haciéndose más concretos. Relacionado con esto, Hegel en su obra Enciclopedia de las Ciencias Filosóficas señaló, de manera sintética, algo que resume el contenido del concepto como concreción en toda ciencia, cuando expresa:
"El concepto como concreto y toda determinación en general, es esencialmente en sí misma una unidad de determinaciones distintas. Si pues la verdad no fuese otra cosa que la ausencia de contradicción, sería preciso examinar ante todo si cada concepto no contiene en sí mismo una tal contradicción interna". En este sentido, aunque de manera idealista (desde el ángulo del idealismo objetivo), Hegel llamaba a tener en consideración la veracidad de los conceptos en su movimiento, para comprender su tendencia y de ahí deducir las bases que rigen el mismo.
Entendemos por concreción conceptual, el cambio de los conceptos, no porque aparezcan otros nuevos, o de que se puntualicen los viejos, sino en el sentido de que se desarrollan los aspectos por ellos englobados mediante múltiples determinaciones, haciéndose más preciso su contenido, ampliándose los límites de su condicionada aplicación, a diversos fenómenos en distintas condiciones y en distintos nexos.
Los conceptos son concretos también, en el sentido de que pueden poseer diferente contenido, en dependencia del cambio de las conexiones y relaciones del fenómeno dado, respecto a otros fenómenos. Por ello, el concepto aplicado a cada unidad dada, cuyas propiedades generales y esenciales refleja, descubre toda la riqueza de su contenido concreto. Este principio es particularmente importante para la explicación del fenómeno de la globalización cultural, debido a que el pensamiento también es la capacidad de construir y reconstruir activamente esquemas de acción exterior conforme a cualquier nueva coincidencia de circunstancias.
Lo planteado también es relevante para el estudio de las diversas vertientes que acompañan los retos culturales de la globalización en el marco neoliberal. Asunto en el que la diversidad de enfoques dejan ver la conformación de un sistema conceptual complejo, multifacético y contradictorio y cuyas aristas enriquecen el fenómeno planteado.
Génesis del concepto cultura: de Marco Tulio Cicerón a Johan Goofried Von Herder
A los efectos de avanzar en la concreción del concepto globalización cultural resulta provechoso situar la génesis del concepto cultura, la cual tiene un profundo carácter histórico, debido a que los intentos de penetrar su esencia acompañan al hombre desde la aparición del pensamiento científico. Su formación está ligada a las distintas etapas del desarrollo social, siendo enriquecido por la acumulación de conocimientos acerca de la relación hombre-hombre y hombre-naturaleza.
La palabra cultura aparece por primera vez como término teórico en la obra Disputas tusculanas (45 años ANE) del orador y filósofo Marco Tulio Cicerón. Etimológicamente, antes había estado ligada a la palabra cultivar y se había empleado solo como término agrotécnico, vinculado al cultivo de la tierra. Es Cicerón quien por primera vez utiliza esta expresión en sentido figurado relacionándolo con la razón humana. Al concebir la Filosofía como ciencia y continuar la tradición de Sócrates, Cicerón examina los modos en que la Filosofía influye sobre la vida del hombre, formulando su tesis acerca de que "la Filosofía es cultura de la razón". De esta manera introduce el término cultura relacionada con el conocimiento filosófico, así comienza la larga historia del concepto cultura.
Hacia 1684 el filósofo y educador alemán Samuel Pufendorf en su obra Acerca del derecho natural caracteriza a la cultura como algo creado por el hombre, destacando la cultura como algo positivo que eleva al hombre y que es resultado de su propia actividad y complemento de su naturaleza interna y externa.
La etapa siguiente en la formación del término cultura está asociada a la actividad del destacado filósofo Johan Goofried Von Herder, quien mediante su obra Filosofía de la historia humana (17784-1791) realiza un intento de esbozar el camino recorrido por la humanidad, fundamentando la idea de progreso. Este análisis le permitió a Herder llamar cultura a aquello que cohesiona a la gente en un todo y que se manifiesta también como resultado y estimulo del desarrollo social. El resultado ha sido que las ideas de Cicerón y Herder forman parte del núcleo teórico de la concepción humanista de la cultura desde entonces, penetrando los sistemas filosóficos de los predecesores directos del marxismo y sirviendo de premisa y punto de partida para la formación del concepto marxista de cultura.
Referencias históricas de la globalización
Una vez situado el término cultura en lo relativo a sus antecedentes, resulta beneficioso observar el enfoque histórico del fenómeno de la globalización, tomando en consideración que el proceso de integración funcional de actividades dispersas de la sociedad global se acelera con el surgimiento y evolución de las relaciones capitalistas de producción. En el comportamiento de esta dinámica incidieron múltiples factores, destacándose los procesos de acumulación que dieron lugar al desarrollo de ese modo de producción durante los siglos XV y XVI.
Parafraseando a Carlos Marx según su análisis en el Manifiesto Comunista se podría indicar: que un lugar de particular importancia en el desarrollo de una sinergia global, lo desempeñó la formación y desarrollo del mercado mundial, mediante el cual la producción y el consumo de todos los países tiende a asumir un carácter cosmopolita.
En este contexto los resultados han sido variados, siendo notorio la sustitución de industrias cuya introducción se transforma en cuestión vital para todas las naciones civilizadas, y que ya no emplean materias primas de un sólo país, sino, trasladadas de las más lejanas regiones del mundo, y cuyos productos no sólo se consumen en el propio país, sino en todas las partes del globo terrestre.
De lo expresado por Carlos Marx, se puede apuntar que los aspectos culturales han acompañado simultáneamente los procesos políticos, económicos y militares. Por lo que la reflexión sobre la dimensión social y cultural de la globalización, está profundamente vinculada con una mayor intensificación de las relaciones sociales y con el avance del colonialismo, los cuales en su conjunto han puesto en contacto las más diversas contradicciones, costumbres de vida y de solución de los problemas de existencia humana.
Se puede indicar que el contenido social y cultural como proceso que remite a la dinámica de la globalización son aspectos que han estado presentes a lo largo de la historia de la humanidad, y particularmente, su mayor omnipresencia ha estado asociado a las relaciones capitalistas de producción. Hace 157 años Marx y Engels (marzo de 1848), refiriéndose a los aspectos señalados expresaron:
"En lugar de las antiguas necesidades, satisfechas con productos nacionales surgen nuevas, que reclaman para su satisfacción productos de los más apartados y de los climas más diversos. En lugar del antiguo aislamiento de regiones y naciones que se bastaban asímismas, se establece un intercambio universal, una interdependencia universal de las naciones. Y esto se refiere tanto a la producción material como a la intelectual. La producción intelectual de una nación se convierte en patrimonio común de todas. La estrechez y el exclusivismo nacionales resultan de día en día más imposibles; de las numerosas literaturas nacionales y locales se forma una literatura universal"
Lo planteado permite observar que el proceso de universalización de las relaciones sociales de producción material e intelectual, es un fenómeno que tiene una socialización intensiva o unidad de lo diverso con el devenir de las relaciones capitalistas de producción, debido a la vocación universal del capital.
Esto está ligado también a la cultura de consumo que promueve y a los modelos de desarrollo que estimula, acelerando el proceso de "socialización del sistema". Tal proceso por su naturaleza y sus mayores alcances es reconocido a fines del siglo XX y principios del XXI, casi unánimemente por sus analistas como GLOBALIZACIÓN.
Ello es manifestación de que este proceso es una tendencia histórica resultante de diversos procesos sociales de alcance mundial, que apuntan hacia una sinergia global interconectando diferentes regiones y países, en virtud de múltiples y complejas interrelaciones, incluyendo no sólo el aspecto económico, sino también social, político, ideológico y cultural. Como tendencia este proceso produce interrelaciones de organizaciones sociales geográficamente distantes entre sí e intensifica interconexiones preexistentes.
Globalización en su aspecto social
Por consiguiente, la globalización en su aspecto social conduce a una reorganización del espacio geográfico, al viabilizar una creciente interacción e interdependencia de las distintas unidades constitutivas del sistema mundial, lo cual lleva a modificar los ámbitos de acción de sus actores, adquiriendo matices heterogéneos en correspondencia con las interrelaciones que se producen.
A nivel esencial la globalización es un proceso objetivo, resultado del desarrollo de las fuerzas productivas y de la cada vez más desplegada intensificación de las relaciones sociales de producción a lo largo y ancho del escenario mundial intervinculando localidades distintas y distantes, en un mundo heterogéneo en lo económico, social, cultural, demográfico, político e histórico. Esta heterogeneidad, integra a la globalización de una naturaleza compleja y multifacética, tanto por los ámbitos diferentes de la vida social en que se desenvuelve, como por sus impactos, los cuales, también son heterogéneos en su perspectiva socio-clasista y en sus efectos, sobre las diferentes regiones, países y clases sociales. Según esto, y atendiendo a los contenidos diferentes que se le asignan al proceso de globalización es posible identificar "procesos globalizadores o globalizantes", como un conjunto de fenómenos en plural.
Partiendo de ello en este trabajo se utiliza la dimensión de globalización cultural refiriéndose a esta como lo concreto, es decir como un fenómeno que sintetiza distintos aspectos de la realidad social, en lo que es conveniente apuntar que tal concepción, no debe valorarse como equivalente de que las características de este proceso son homogéneas a lo largo y ancho del escenario mundial, lo que está determinado por el contenido socio-clasista con que se despliega. Es por ello que la dimensión cultural de la globalización admite múltiples criterios. Dimensión cultural de la globalización
Existen autores que al referirse a la dimensión cultural de la globalización, la definen como: "la fase actual de la modernidad entendida como un intento de unificar los imaginarios culturales mundiales, que se diferencia de la anterior por la existencia de múltiples actores". Este concepto sugiere que la globalización en lo cultural tiene como centro a la modernidad, la cual en la teoría es entendida de diversas formas.
Por un lado, se le alude como una noción de progreso, sin embargo por otra parte, es interpretada como una visión totalizadora de la realidad; como un fenómeno que no comporta un conjunto de valores o intereses en si misma, y que se conforma por medio de la matriz del poder y las estructuras del sistema de clases donde está enraizada.
Esta concepción vista de manera unilateral tiende a mutilar el carácter objetivo de la globalización en su aspecto cultural, debido a que se tiende a concebir sólo el carácter impositivo con que ha actuado la modernidad desde la lógica dominante de los centros de poder.
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