ESTRATEGIA PARA EL TRATAMIENTO EVALUATIVO DE LOS ESTUDIANTES QUE INGRESAN EN LA EDUCACIÓN PREUNIVERSITARIA

Rubén Víctor Blanco Rodríguez

1.2 – Fundamentos teóricos sobre la evaluación en el proceso de enseñanza aprendizaje

La educación conduce al desarrollo operando en la zona de desarrollo próximo del estudiante y consideramos que el proceso como categoría general incluye a la instrucción pero que además es necesario por lo menos, en los momentos actuales de la educación considerar que todo proceso educativo necesita ser expresado en escalas que determinen la magnitud de los resultados deseados y esto lo podemos determinar como momentos de la evaluación que indican en cierta forma la calidad del proceso.

Son diversas las definiciones de evaluación aportadas por distintos autores las cuales responden a diversos enfoques de este proceso, como categoría didáctica, como nivel o eslabón del proceso, como componente, función didáctica, estas definiciones en su diversidad, se diferencia por la extensión del concepto y la interpretación del proceso evaluativo.

Ofrecer una definición de evaluación ha constituido un propósito de muchos pedagogos al investigar diversas cuestiones acerca del proceso de enseñanza-.aprendizaje, tanto es así que según Mariana M e Isabel Solé (1990) las distintas definiciones de evaluación tienden a concretarse en lo que pueden ser consideradas como dos polos.

En uno de estos polos y en su acepción más extendida, se habla de evaluación para referirse a la actividad a través de la cual se emite un juicio sobre una persona o fenómeno, una situación o un objeto en función de distintos criterios.

En el otro polo se localizan otras definiciones de evaluación en las que se evidencia una intención relacionada con la apropiación de conocimientos, habilidades, valores útiles para la toma de decisiones y la aplicación de actividades didácticas.

En el primer polo están las definiciones de Carena Peláez (1995), Álvarez de Zayas (1996), González Rey (1997), entre otros y en el segundo polo están las definiciones de Pérez Pérez (1994), Castro Pimienta (1996), González Pérez (2000), entre otros.

En esta investigación se asume críticamente un enfoque integral de la evaluación, considerándola como proceso, que trasciende su concepción como categoría didáctica, lo que le impone mayor complejidad al proceso evaluativo, pero lo hace más objetivo, multifacético y holístico.

Según la autora Guillermina Labarrere “la evaluación se caracteriza por ser un proceso sistemático en el que se evidencian dos elementos fundamentales que son los objetivos y el contenido de la evaluación”, ajustados a este término enfatizamos en la necesidad de sistematizar la evaluación y a la vez otorgarle un carácter cualitativo en aras de garantizar el seguimiento del diagnóstico e influir además en los intereses y motivaciones de los alumnos.

Es preciso destacar que un control y evaluación de elementos instructivos y educativos con más periodicidad conducen al movimiento ascendente de intereses en los alumnos que ingresan a la enseñanza preuniversitaria en aras de garantizar el tránsito eficaz por la misma, por tanto concordamos con la declaración de la autora cuando expresa que “la función del profesor es comprobar el grado de asimilación conciente de los conocimientos y habilidades para aplicarlos a nuevas situaciones, pero el actual modelo evaluativo de la enseñanza preuniversitaria no favorece en su totalidad el cumplimiento del anterior enunciado porque los controles y evaluaciones que inciden en la categoría de un alumno, no tienen un carácter continuo.

Se considera a la evaluación como un proceso, se comparte el criterio ofrecido por Orestes Castro (1999), al ofrecer una concepción clara de la evaluación, no centrada en la calificación, sino en los cambios cualitativos que se manifiestan en la personalidad del estudiante tanto en el aspecto instructivo como educativo.

Hay que evaluar los conocimientos y habilidades que se adquieran, su solidez y duración a partir del desempeño cognitivo logrado en el alumno, sus posibilidades de ser generalizado y transferido a nuevas situaciones es decir su funcionalidad, la evaluación debe ir dirigida igualmente a determinar en qué medida el aprendizaje de conocimientos y habilidades, valores realizado por los estudiantes es significativo y como logra implicarse en la formación de motivaciones, sentimientos, actitudes y valores, debe realizarse de manera sistemática, interdisciplinar e intrardisciplinar, si este propósito se logra, podrá estimularse cada vez más la formación y desarrollo de la educación.

La evaluación debe tener un carácter predictivo por lo que debe indicar aquello que el profesional en formación no ha logrado, pero puede lograr por la acción transformadora del proceso formativo desde los postulados del enfoque Histórico cultural, con su fundador Lev Semionovich Vigotsky al que le corresponde el mérito invalorable de ser el primero en aplicar creadoramente el materialismo dialéctico e histórico a la ciencia psicológica y de haber colocado con ello “sobre sus pies” provocando una verdadera revolución copernicana en Psicología. (Shuere, M, p.57)

Según Vigostky, L. (1987) “… una educación desarrolladora es la que conduce en sí misma al desarrollo”. Este término va delante guiando y estimulando al alumno, además le confiere un carácter socializador por tanto, un enfoque dialéctico materialista del proceso de enseñanza aprendizaje debe estar centrado en el desarrollo integral y considera la unidad de lo afectivo con lo cognitivo y educativo pero todo proceso de enseñanza aprendizaje presenta al final la necesidad de un componente evaluativo para emitir un juicio de valor, por tanto la carencia de un criterio evaluativo en función de aspectos educativos no favorece en su totalidad la vigente concepción de enseñanza desarrolladora en nuestro contexto social. Vigo ski consideró la función formativa como parte integrante del proceso y desarrollo de un programa y explica que este sirve para ayudar a todo el personal implicado en el arte de educar a perfeccionar la labor que está realizando.

Desde la perspectiva psicológica, filosófica y pedagógica existen en nuestros días muchos aportes sobre la función social de la evaluación ya que la misma al ser insertada en un sistema mayor (la sociedad) le confiere un carácter multifuncional determinando que no existe evaluación neutral porque no hay educación neutral.

El enfoque Histórico cultural aporta un marco teórico y metodológico de gran relevancia, para el estudio de la evaluación. A continuación se sintetizan algunos presupuestos que guían esta investigación.

• Al considerar que la enseñanza va delante y conduce el desarrollo, aún cuando debe tener en cuenta las leyes del mismo, exige de la evaluación una función predictiva, de manera que se oriente hacia el mañana y no hacia el ayer del desarrollo psíquico y aporte información que en cierta medida anticipe el desempeño del profesional en educación.

• El hecho de reconocer el origen social de los proceso psicológicos superiores, lo cual requiere que el profesor contextualice el aprendizaje del estudiante en la escuela, la familia y la comunidad, exige que las variables, dimensiones e indicadores de la evaluación exploren todos los contextos y sean ajustados acorde con el entorno social en que se desarrolla el proceso.

• El concepto de zona de desarrollo próximo, que trasciende la descripción y valoración de lo que el alumno hace , para explorar lo que puede hacer, necesita que la evaluación valore no solo el desarrollo actual, sino el potencial, lo cual representa un aspecto muy actual en las investigaciones sobre el tema.

• El profundo conocimiento que se requiere del estado actual del estudiante, para poder determinar y desarrollar el proceso pedagógico en la zona de desarrollo próximo, impone la necesidad de que el diagnóstico de lo que sabe o puede hacer el estudiante resulta la base o punto de partida para el desarrollo futuro y para establecer las direcciones del mismo.

• Si el proceso pedagógico ocurre a partir del tránsito que se produce de lo externo a lo interno, como un proceso didáctico de lo interpsicológico a lo intrapsicológico, requiere de la actividad metacognitiva del alumno, y lo pone en condiciones de desarrollarse por sí mismo, al descubrir su lógica individual, entonces la autoevaluación se convierte en un elemento de mucha importancia si se quiere realizar una evaluación desarrolladora.

• El aprendizaje se considera como proceso que compulsa el desarrollo de la personalidad hacia estudios superiores y requiere el diseño y aplicación de estrategias por los profesores para estimular el activismo del estudiante lo que implica, aparejado a esto, el diseño y aplicación de estrategias evaluativos que ofrezcan evidencias del desarrollo alcanzado.

• En el proceso pedagógico, los fenómenos cognitivos, están estrechamente relacionados con los motivacionales afectivos, lo que implica que el proceso evaluativo debe explorar la personalidad en su integridad y no solamente sus conocimientos, habilidades, hábitos.

• La propuesta de la zona de desarrollo próximo, como la que media entre el nivel de desarrollo actual del alumno con la ayuda del profesor, otro adulto o un coetáneo y lo que será capaz de hacer de forma independiente (desarrollo potencial), es una concepción revolucionaria que se proyecta hacia el futuro de manera óptima y que destaca no solo las potencialidades del educando, sino todo lo que puede hacer el profesor y el grupo de estudiantes dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje por cada uno de los miembros. Este concepto que aporta L. S. Vigotsky tiene un gran valor para la presente investigación porque le ofrece la posibilidad al profesor de conocer los vínculos de desempeño cognitivo de sus estudiantes y al mismo tiempo le permite a los alumno autoevaluarse, ambos componentes del proceso pueden tomar las medidas necesarias para lograr los objetivos propuestos e influir adecuadamente sobre aquellos procesos que aún no han madurado totalmente, sino que se encuentran en pleno proceso de construcción.

El objetivo de la evaluación es valorar el estado del proceso y su fin es establecer las metas y propósitos además de reconocer el rol social de la evaluación.

“El sistema de evaluación permite conocer oportunamente los problemas del aprendizaje para que los maestros y alumnos adopten medidas remediales con vistas a evitar fracasos irremediables”. Castro Rúz, Fidel 2004. (). ob, pág 16

Las transformaciones a lograr en la personalidad del estudiante están sujetas a muchas acciones pero la práctica ha demostrado que los objetivos no se logran en todos los estudiantes de la misma forma, por eso el sistema de evaluación debe ser individualizado y personalizado, aunque responda a concepciones y objetivos generales. (López , F. 2004, pag 35).

El autor en su tesis doctoral concibe a la evaluación como un proceso y se considera que para que la misma constituya un proceso, es necesario que al mismo tributen elementos disímiles; acostumbramos a tratar el proceso docente educativo con un carácter amplio pero el proceso de evaluación que se desarrolla en la enseñanza preuniversitaria se realiza en una forma donde los instrumentos evaluativos utilizados se efectúan con un margen de tiempo que no permiten trabajar de forma eficiente y oportuna con los resultados derivados del propio proceso por otra parte los criterios preestablecidos están en dependencia de los resultados emanados del diagnóstico y el contenido de los programas de cada asignatura, por tanto la existencia de un proceso de evaluación con carácter más sistemático podrá permitir al docente tener un conocimiento más continuo del estado real en el alumno permitiendo entonces contar con más herramientas para comprobar y evaluar los resultados del trabajo docente educativo. Continúa el autor expresando que se obtiene información variada que permite establecer un juicio de valor.

Este término al que se refiere expresa la información variada del estado real en un momento dado estableciendo el nivel de comprensión de un determinado contenido en un grado específico y del estado de desarrollo de determinada habilidad general o específica, pero de acuerdo al concepto de evaluación establecido por el autor la información variada solo está centrada en aspectos cuantitativos y de contenidos lo que no favorece la comprobación y evaluación de otros elementos que complementan el desarrollo del proceso docente educativo por tanto se considera, que el modelo evaluativo previsto en la resolución ministerial 216/89 y que se aplica en la enseñanza preuniversitaria no contribuye de forma general a garantizar información real del estado actual de un alumno en otro tipo de actividades de carácter formativo y educativo que permitan emitir un juicio valorativo con incidencia en sus resultados generales.

Además, este resultado individual y grupal es más acertado con la aplicación de un conjunto de instrumentos destinados a evaluar componentes formativos y consideramos que los juicios de valor integral sobre el desarrollo individual y grupal son más dinámicos y efectivos utilizando un sistema evaluativo que faciliten el intercambio con carácter más sistemático entre los profesores y los estudiantes, además en la medida en que el carácter del proceso evaluativo se haga más sistemático podrán ser más efectivos las decisiones reguladoras establecidas en el propio proceso con vistas a garantizar un aprendizaje desarrollador.

En relación con la influencia de la evaluación en la autoevaluación y la autodeterminación de la personalidad se considera que en la medida en que el estudio sistemático se convierta en un hábito cotidiano se contribuirá a formar determinadas actitudes que formarán parte de la responsabilidad en los alumnos y que en el futuro contribuirán a la adquisición de valores en función de su desempeño laboral. La puntualidad, responsabilidad ante el estudio son elementos que deben estar intrínsicos en su evaluación integral para formar jóvenes con aptitudes y actitudes que respondan a los intereses de nuestro contexto social.

Lo anteriormente expresado ha conducido al autor de la tesis a asumir como definición de evaluación, que “Es un proceso mediante el cual a partir de criterios previamente establecidos determinados por la contextualización e interiorización de los objetivos por evaluadores y evaluados se obtiene información variada que permite emitir un juicio de valor integral sobre el desarrollo individual y grupal alcanzado, lo que facilita la adopción de decisiones reguladoras en un proceso comunicativo que incluye la autoevaluación y la coeducación y contribuye a la formación de la personalidad”. López Medina, F. (2004).

La evaluación holística o globalizadora reclama la visión del estudiante en su integridad y en su contexto, tendencia actual que surge como alternativa a la fragmentación del aprendizaje (y de su sujeto), en ámbitos o esferas cognitivas, afectivas, psicomotoras, presente en las taxonomías que clasifican objetivos y aprendizajes. Y de aquellas posiciones que limitan el aprendizaje a aspectos permanente cognitivos, cuyos productos son los conocimientos y las habilidades, despojados de todo sentido personal. Además se aproxima en mayor medida a la realidad del acto evaluativo y de los fenómenos implicados en él, como los que devienen de la naturaleza de la percepción humana y de la formación de juicios valorativos, cuyo reconocimiento es imprescindible para logar una mayor objetividad en la práctica de la evaluación.

Un enfoque holístico, que considera al estudiante en su integridad, tiene sentido cuando la evaluación se visualiza de manera natural y el proceso didáctico aporta y valora información a partir de la prácticas cotidianas de trabajo, de la realización de las tareas docentes, de la comunicación entre los participantes, a fines de orientar, regular, promover el aprendizaje. Esto es predominio, a su vez, de medios informales de captación de información sobre las vías formales especialmente concebidas para comprobar resultados parciales y finales

La categoría evaluación, ha experimentado cambios sustanciales en la medida que la pedagogía se ha comenzado a reconocer como una ciencia y se ha sustituido paulatinamente la concepción estrecha que siempre se ha tenido de la misma. En la actualidad ha dejado de ser un instrumento de medición fría sobre un conocimiento específico ligado a métodos de enseñanza memorística y se ha llegado en convertir en una verdadera herramienta por su carácter holístico e integrador desde donde se aspira ha que tanto los evaluados como los evaluadores desempeñan sus funciones sin traspasar las fronteras del escenario que le corresponde a cada uno y además se trabaja para que los resultados que se obtienen sean considerados como satisfactorios para todos los protagonistas que participan en el acto evaluativo.  

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