PATRIMONIO NATURAL Y TERRITORIO
Coordinadores: León Enrique Ávila Romero y Giovanni Pardini
Esta página muestra parte del texto pero sin formato.
Puede bajarse el libro completo en PDF comprimido ZIP (332 páginas, 3.72 Mb) pulsando aquí
Desireé González Otero*
[…] el proceso de apropiación de la naturaleza, inherente a cualquier sociedad, no puede comprenderse –como por desgracia se ha hecho- como un proceso exclusivamente material, casi siempre de carácter económico, como si la apropiación material careciera de sentidos. Toda apropiación material es al mismo tiempo simbólica, puesto que se apropia de lo que tiene o hace sentido.
Carlos Walter Porto Gonçalves, Geo-grafías.
Quisiera comenzar la presente ponencia, considerando el cuestionamiento hecho cuando recibí la confirmación de la misma. En la carta, además de la aceptación se me informaba que formaría parte de la sesión 2 “Biodiversidad y Manejo de espacios naturales”. Todo iba de maravilla, sin embargo al revisar nuevamente la convocatoria me percaté de que en dicha sesión la cuestión estaba densa por el ruido que me causaron dos palabras: ictiología genética, área en la que se especializa uno de los conferencistas invitados y de la cual puedo afirmar no saber absolutamente nada. ¿Me habré equivocado de sesión? Acto seguido, respiré profundamente y me dije: cuál puede ser el problema si tú también vas a hablar sobre biodiversidad, aunque desde la mirada sociológica y el entender de los actores sociales a quienes acompaño en el trayecto emprendido, con la creación de una Reserva Ecológica Campesina en donde existen diferentes propuestas productivas, entre ellas el turismo alternativo que lleva tras de sí todo un historial organizativo, de defensa y cuidado de su monte como ellos le llaman (no tala de leña verde, cacería, ganadería, etcétera), que lleva implícito el desarrollo de un proceso social, una propuesta que estriba en el “aquí estamos, así somos y así hacemos las cosas”.
Y heme aquí, con ustedes a apunto de entrarle al tema que hoy nos reúne, resaltando que de lo que se trata es de intercambiar experiencias, saberes, ideas, sentires, haceres o aquellas diarreas mentales que llegan sin avisar alterando los esquemas u horizontes de comprensión fundamentados en el conocimiento.
Por eso deseo compartir con ustedes –y aprender de ustedes- la siguiente interrogante Significación de la biodiversidad ¿desde dónde, para qué y de quiénes? O bien, Significación de la biodiversidad y lo que la atraviesa.
En este sentido, resalto que las reflexiones entorno al tema surgen a partir del trabajo que vengo desarrollado en una comunidad campesina e indígena1 de la mixteca poblana que lleva por nombre Tochmatzintla2 –Tierra de los conejos-, perteneciente al municipio de Huatlatlauca, Puebla. Dicha comunidad se encuentra enclavada en las faldas de la Sierra del Tentzon o del Tenzonhuehue –El viejito de barbas largas-, al que se respeta porque él es el que cuida y custodia los montes y todo lo que en ellos crece, emana y habita (agua, tierra, árboles, palmas, animales).
De ahí la importancia de reconocer lo simbólico y lo mítico que tiene para los habitantes de Tochmatzintla la biodiversidad, que bajo la figura emblemática del Tenzonhuehue tejen y organizan sus actividades religiosas, productivas y cívicas, pero sobre todo la esencia de su vida y su cosmovisión; por lo tanto son elementos fundamentales cuando se tratan cuestiones como la biodiversidad, que hoy se enmarcan en esa Reserva Ecológica Campesina.
Es decir, hablamos de una relación entre hombre y naturaleza que es atravesada por el sentido, la historia, la cultura, la lengua y la organización social de las propias comunidades campesinas e indígenas, lo que nos remite a una relación biocultural (Boege, 2006) en la que las prácticas productivas como el trabajo con la palma y el otate, el uso de plantas medicinales y comestibles, el autoconsumo de aves y mamíferos, entre otros están presentes como parte de su reproducción social.
Aunado a ello, baste decir que México es una región megadiversa3 en la cual, los pueblos indígenas y comunidades campesinas se encuentran asentados, lo que devine interacción recíproca entre los primeros y la segunda, en donde el manejo, uso, aprovechamiento y cuidado de esta última se debe reconocer y comprender desde otra lógica. Porque actualmente, la visión dominante (capitalista, neoliberal) avanza por los caminos de la economización de la naturaleza, lo que equivale a asignarle un precio o un valor económico a la misma (Leff, 2004).
Por ello, no es casual que en México las medidas o acuerdos para el no deterioro de la biodiversidad se inscriban bajo esta visión dominante, que junto con la lógica conservacionista, regula, prohíbe y separa a la gente del medio ambiente (Gómez 2005).
Es menester destacar que si bien es cierto las comunidades campesinas e indígenas tienen una importancia en cuanto al cuidado del ambiente, ya sea como parte de sus prácticas, sus formas organizativas y por la valoración del entorno natural, no significa que ambos –campesinos e indígenas- estén aislados del contexto histórico-social, ya que como lo menciona Escobar4 se ha dado una reificación de las culturas indígenas como entidades puras y aisladas, “no contaminadas” por el capitalismo, y situadas fuera de la historia, lo que implica cuestionar hasta dónde éstas no han sido trastocadas por los sistemas de dominación económica y al mismo tiempo, considerar casos en los que la sobreexplotación de la biodiversidad alcanza niveles preocupantes, como por ejemplo, la comunidad de San Antonio Juárez, cercana a Tochmatzintla que es señalada como una de las principales en cuanto a deforestación en la zona del Tentzon.
Sin embargo, así como existen casos como el anterior, también “hoy predomina en las comunidades rurales de México una creciente preocupación colectiva por el futuro del patrimonio natural” (Illsley, et al, 2003: 2). Muestra de ello son las diversas experiencias comunitarias en manejo y conservación de espacios naturales que coexisten en la misma zona (Atoyatempan, Huehuetlan, Santa Martha, que se ubican del otro lado de la Sierra del Tentzon) o las que están en manos de campesinos e indígenas de Oaxaca, Chiapas, o Guerrero, quienes con sus prácticas cotidianas, productivas, conocimiento popular5 y relación biocultural regulan el acceso, uso, aprovechamiento y control de la biodiversidad, contribuyendo así al cuidado de la misma, extendiendo sus haceres y saberes al resto del mundo en tanto generación de servicios ambientales.
No obstante, en la mayoría de los territorios indígenas y comunidades campesinas se aplican instrumentos y políticas públicas basados en esa visión conservacionista que tiene su referente inmediato en aquel artículo publicado en 1968 por Garret Hardin La tragedia de los comunes, que considero ha tocado las fibras del quehacer por la diversidad biológica en México, estableciendo la figura de Área Natural Protegida (ANP) que se sustenta en la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al ambiente (LGEEPA)6.
Sin embargo, Massieu y Chapela consideran que dicha ley es una copia y calca de la Wilderness Act7, subrayando dos problemas básicos al respecto:
El primer problema es que en Estados Unidos no tienen la densidad de población de México, ni la intensidad de manejo mediante técnicas tradicionales de su vecino del sur y no han realizado una reforma agraria como resultado de la revolución. Las formas colectivas de propiedad, como son el ejido y la comunidad agraria en México, no existen en la legislación de Estados Unidos. No es obvio, por lo tanto, que en el caso de México por razones de tipo ‘científico, educativo, escénico, o histórico’ las tierras de propiedad privada o colectiva deban de pasar al dominio del gobierno federal. El segundo problema es que las áreas de mayor densidad biológica de México no pueden cumplir con el requisito que establece la ley de que no han sido significativamente alterados por la actividad del ser humano. La reserva de la Biosfera de Calakmul en Campeche fue un centro urbano maya. La presencia humana es tan significativa que la estructura y composición de la selva muestra efectos antropomórficos evidentes y la presencia de edificios mayas es precisamente uno de sus atractivos. (Massieu y Chapela, 2006: 347-348)
En efecto, la ideología de la conservación y la postura asumida por Hardin se resumen en el entender de que el acceso abierto a los “recursos naturales” y los haceres de la gente son las principales causas de la destrucción y deterioro de la naturaleza, empero asumir una posición como la anterior significa negar la historicidad, las acciones y las estrategias de los campesinos e indígenas, además de las relaciones complejas entre éstas, otros actores e instituciones, originando conflictos por la aprobación y la participación de las comunidades, la delimitación de la superficie a proteger y conservar dentro de sus territorios, así como la dirección de las mismas.
Bajo ese marco, la privatización y regulación de la biodiversidad aparecen como la única alternativa para la conservación y preservación en sí misma de la naturaleza, dejando de lado la otra visión que parte de incluir al ser humano y su cultura como esencial de la conservación de la biodiversidad. Es decir, no se pueden separar biodiversidad y ser humano; sin embargo podríamos señalar que dicha privatización y regulación está en función de la comprensión que sobre ser humano ha desarrollado el capitalismo.
De igual manera, se debe de entender que las comunidades no son cerradas e interactúan en un contexto global, regional y local, siendo complejos grupos de relaciones formadas a través del tiempo, interna o externamente y que son atravesadas por cuestiones de poder, género, clase, etcétera.
Así, las líneas precedentes han servido de acicate, análisis y reflexión en esta aventura de la investigación en Tochmatzintla y su comunidad que se rige mediante el sistema de Bienes Comunales, y en donde las 1,238 hectáreas son sentidas, cuidadas y respetadas porque la biodiversidad es inherente a su vida y como tal vienen construyendo un proyecto de Reserva Ecológica Campesina que piensan devolverá al monte, a ese Tenzonhuehue la esperanza de no seguir deteriorándolo.
Finalmente, no pretendo generalizar el asunto que hoy he compartido con ustedes, pero sí tomar en cuenta aquellos elementos, que inciden o atraviesan a la biodiversidad, en tanto una relación distinta o armoniosa con ella, y mirar en qué marco de relaciones estas nociones se traducen en prácticas de la gente, que hacen de la experiencia única en sentido e historia.