BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

PATRIMONIO NATURAL Y TERRITORIO

Coordinadores: León Enrique Ávila Romero y Giovanni Pardini




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TERRITORIO

Aspectos de la organización territorial indígena y desarrollo rural sostenible: ovinocultura y cafeticultura orgánica indígena

M. en C. Edith Cervantes Trejo

Como señala Dolfus, “el espacio geográfico está impregnado de historia” . Efectivamente, las regiones naturales del sureste mexicano y de Chiapas nos señalan, en unas un pasado más o menos lejano o modificado pero siempre presente , y en otras procesos actuales de larga duración, resultado de la apropiación social del territorio por parte de pueblos mesoamericanos. Entonces, el patrimonio natural de Chiapas asentado en su biodiversidad, y expresado a través de la multiplicidad de sus sistemas productivos comprendidos en términos temporales amplios, constituye un acervo mantenido por los pueblos originarios de México.

La organización del espacio de los pueblos mayenses se extiende mas allá del manejo de los recursos naturales, y se expresa en niveles de organización social del territorio, que van desde el bloque lingüístico, manifestación cultural en el territorio regional del habla de cada pueblo indígena; el municipio, herencia cultural de pueblos congregados en la Colonia y reforzado por la organización institucional del espacio dada por el Estado nacional, considerado como sistema social, por ello, es posible hablar del pueblo chamula, zinacanteco, san andresano, etc., pues los límites municipales constituyen una diferencia con su entorno y ésta un elemento para la autorrefencia que le da especificidad a cada pueblo; los barrios ligados al Sistema de Cargos Religiosos y a la reproducción social del grupo; los parajes, marcos de los patrones de vida cotidiana y de la organización de los servicios comunitarios, adscrita fundamentalmente a la conservación de las fuentes de agua, que garantiza la residencia de la población ante el vacío estructural de los servicios básicos en las localidades indígenas, pues el tamaño de su población no alcanza la “jerarquía urbana” que exige la normatividad del Estado para el acceso a los servicios públicos; las toponímias, manifestación de la propiedad de los grupos de filiación que regulan el acceso a la tierra a las unidades domésticas mediante un patrón consuetudinario de herencia, y son lugar de residencia de los mimos; hasta llegar a la organización del territorio parcelario, manifestación de los sistemas productivos manejados por la familia indígena que se corresponden con un patrón cultural de producción y consumo alimentario, de bienes y de servicios, en el marco de una economía campesina basada en la obtención de ingresos en especie, en dinero y en servicios para la satisfacción de sus necesidades básicas.

La expresión regional de los sistemas productivos en las distintas áreas de uso del suelo de una región indígena, nos señalan, en unas procesos actuales de larga duración, y en otras un pasado más o menos lejano o modificado pero siempre presente. Así, para el caso de la región de Los Altos de Chiapas, al área pecuaria la configura la ovinocultura indígena, carácter adquirido por el pueblo Chamula en la época de La Colonia y legitimado a través de quinientos años de práctica productiva. En el marco de sistemas productivos desarrollados en términos temporales amplios, de reciente manufactura es el área cafetalera de la región alteña, en donde el cafetal se adapta al huerto familiar y se transforma en sistema productivo, emergiendo de manera extensiva –no solo en numerosas regiones chiapanecas, sino también en el sureste de México-, debido a la acción institucionalizada del Estado mexicano a través de Inmecafé, al promover en la década de los 70’ del siglo XX la cafeticultura en las zonas montañosas, características del hábitat campesino e indígena.

Estos sistemas productivos han sido han sido permeables a procesos de adaptación tecnológica-productiva bajo una lógica mesoamericana. La sustentabilidad de la ovinocultura indígena se evidencia en la permanencia de la Raza Chiapas que aporta a biodiversidad regional, y además contribuye a un nuevo manejo de la fertilidad del suelo a través del uso de subproductos del sistema productivo ovino, como es el estiércol, que posibilita la intensificación del uso del suelo bajo condiciones criticas de un proceso de minifundismo exacerbado del pueblo chamula.

La cafeticultura indígena permeada por la agricultura orgánica que impulsan organizaciones sociales cafetaleras regionales y nacionales, aporta a la conservación de medios de vida campesina, atendiendo a una acepción amplia del concepto de tierra y medios de producción, como son la biodiversidad, cuencas hidrográficas, manantiales, etc., destacándose en este proceso el manejo de la biodiversidad, en las esferas de la domesticación de las especies y en la diversidad de productos alimenticios y de servicios que aporta al autoabasto familiar y comunitario.

Otro plano de la sustentabilidad del sistema productivo es el autoabasto de insumos para cubrir los requerimientos de los principales sistemas productivos (café y milpa), con base al uso de materiales locales y subproductos de los mismos sistemas productivos. Minimizar el uso de insumos externos a la producción, repercute en el plano económico de la unidad doméstica en la orientación de los escasos ingresos en dinero hacia la obtención de otros satisfactores básicos (alimentación, vestido). Para hacer sustentable la cafeticultura indígena se ha hecho necesario fomentar la valoración del trabajo campesino a través del precio mínimo garantizado de los productos en el Comercio Justo, logro económico que hace posible el autoempleo rural y rompe el riesgo a la migración.

La autonomía laboral en la región Latinoamericana y Caribeña que impulsa el Comercio Justo, es un proceso desde abajo generado por la articulación de las organizaciones de pequeños productores en la región a contracorriente del contexto hegemónico mundial del Mercado Neoliberal.

Estos procesos desde abajo de apropiación social del territorio por parte de los pueblos mesoamericanos dan cuenta de su capacidad potencial de desarrollo, pues se han generado fuera de los mecanismos institucionalizados del Estado Mexicano.


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