BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

POLÍTICAS PÚBLICAS DE EDUCACIÓN SUPERIOR INTERCULTURAL Y EXPERIENCIAS DE DISEÑOS EDUCATIVOS

Eduardo Andrés Sandoval Forero y otros




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REFLEXIONES SOBRE LA EXPERIENCIA DE LA EDUCACIÓN INTERCULTURAL EN EL ESTADO DE MÉXICO

Diana Patricia Bailleres Landeros
Universidad Intercultural del Estado de México

Resumen

Estas reflexiones tratan sobre la experiencia de cinco años de trabajo en la Universidad Intercultural. El enfoque de esta reflexión es eminentemente empírico aunque toma como base el modelo educativo intercultural creado por pedagogos y pedagogas de la Coordinación de Educación Intercultural y Bilingüe. En la primer parte recorre la historia de la educación en México, sus características y deficiencias con respecto de la población indígena. El texto aborda en detalles de las actividades como docente frente a grupo, los restos que enfrentan los profesores que se integran a este modelo educativo cuyos efectos y resultados serán evaluados en el futuro. Es el resultado de la experiencia de cinco años de trabajo docente en la primera Universidad Intercultural del Estado de México

Palabras clave: modelo educativo intercultural, educación intercultural, educación tradicional, neoindigenismo, reindianización.

Reflexiones

En las reflexiones que aquí presento me he permitido remitirme a la historia de la educación, esa larga trayectoria que no resuelve la exclusión de muchos y pone de manifiesto uno de los pensamientos que han caracterizado a Jürgen Habermas: el inacabado proyecto de la modernidad. El proyecto educativo indígena en la historia mexicana tiene una larga trayectoria desde la llegada de los europeos al continente americano, tiempo en el que la combinación de ambas culturas produjo una reestructuración que transformó la identidad de los pueblos mesoamericanos. Las crónicas de los evangelizadores narran los avances, encuentros y desencuentros que las culturas mesoamericanas, principalmente, tuvieron con la fusión de ambas visiones, la de los recién llegados y la de los indígenas. En los albores de la educación indígena, la Iglesia Católica tuvo a su cargo el rol educador, luego, el liberalismo atrajo al estado este papel, el cual ha venido desempeñando de entonces a la fecha. En el periodo del liberalismo del siglo XIX, la educación en general se caracterizó por la adopción de los modelos positivistas europeos en convivencia con la educación impartida por oficiantes religiosos, con la consecuente exclusión de las etnias locales. Luego, los procesos posrevolucionarios ponderaron la integración de las etnias que habían participado en el movimiento armado, a través de la educación y de ese modo saldar las promesas de mejoramiento de las condiciones de vida. La política educativa de la posrevolución auspiciada por los principios del artículo 3º de la Constitución de 1917, impuso su laicización, despojar a la educación de la intervención de la Iglesia Católica como educadora, papel que había tenido desde la reestructuración posterior a la implantación de nuevas estructuras administrativas en la reorganización de imperio en el nuevo territorio. Además, la nueva constitución obligó a cambios estructurales en la política educativa que había prevalecido a lo largo del siglo XIX después de la consumación del movimiento de independencia en la cual los indígenas no habían sido incluidos.

El proyecto de las universidades interculturales, proyecto que se encuentra en manos de la Secretaría de Educación Pública, a través de la Coordinación General de Educación Intercultural y Bilingüe trata de subsanar las carencias que los grupos indígenas padecieron durante siglos y décadas después de la Revolución de 1910, han padecido en esta materia y no podemos aun hablar de que el problema haya alcanzado una solución definitiva. Los planteles de este modelo educativo se han establecido en lugares claves cuya elección se dio tomando en cuenta principalmente a la población indígena para la cual fuera accesible llegar a estos centros educativos.

Las universidades interculturales han sido establecidas en puntos que difieren por causa de las características sociales que las etnias han adquirido en los tiempos recientes. Por ejemplo, la ubicación de la primera universidad intercultural, la del Estado de México, se encuentra muy cerca de un centro industrial en desarrollo como Atlacomulco, alrededor del cual, giran poblaciones como Acambay, Ixtlahuaca, Jiquipilco, Jocotitlán, El Oro, San José del Rincón, Temascalcingo y hasta poblaciones fronterizas del Estado de Michoacán como Tlalpujahua y Maravatío, además de encontrarse a dos horas de la capital de México, y a una hora de la capital del Estado.

Existen otras universidades interculturales como la de Puebla, cuya ubicación se encuentra alejada de la capital del estado, en medio de la espesura de un clima semitropical muy distante (aproximadamente 4 horas) de ciudades importantes. Ello tiene como consecuencia la incomunicación, el aislamiento y un entendimiento a veces lento, sobre los objetivos para los que se crearon.

El modelo intercultural también tiene características diversas y diferentes acordes con cada circunstancia histórica y contexto sociocultural en el que se han establecido estos proyectos de manera que, desde mi punto de vista, cada universidad construye su particular forma de poner en práctica la interculturalidad.

Es una experiencia distinta en cada lugar. La normativa y dinámica social en cada estado impone reglas diferentes. De no haberse establecido desde hace cinco años, muchos jóvenes asumen que difícilmente asistirían a la universidad; las posibilidades de obtener un ascenso social vía la educación superior estarían lejanas.

El establecimiento de la universidad con un modelo intercultural planteó retos a todos los participantes, sobre todo a los profesores que proveníamos de una formación convencional, finalmente, en este país, nadie había sido formado profesionalmente. Fallaban tantas cosas durante los primeros semestre. Construir sobre el ensayo y error era el único camino que nos quedaba como docentes.

La realidad pluricultural de México es aun desconocida para una gran mayoría. Se ha visto siempre como una parte de la nacionalidad, de forma distante e indiferente. La realidad social, política y cultural de los indígenas es algo que se encuentra al lado de la realidad de los mestizos, silenciosa porque su voz no se escucha aunque suene. En muchos casos, esa voz ha sido mediatizada durante décadas; ha sido acallada por medio de dádivas sin nunca haber resuelto sus problemas de fondo.

Esta es la situación muy conocida en el contexto de los grupos indígenas del Estado de México. No puede ser de otra manera en el contexto de dominio del Partido Revolucionario Institucional, el cual ha estado en la administración pública más de setenta años. Para llevar a cabo tales propósitos en el Estado de México, se crearon instancias gubernamentales como la Comisión para el Desarrollo Institucional de los Pueblos Indígenas del Estado de México (CEDIPIEM) la cual tenía como fundamento resolver el problema social de las cinco etnias: mazahua, otomí, nahua, matlatzinca y tlahuica.

Uno de los principales problemas que se presentaron en el contexto de la UIEM, desde el principio han sido posturas radicales de quienes han pensado que la interculturalidad es consecuente o continuación del indigenismo de otras épocas en nuestro país; con ese indigenismo que sirvió a la consolidación del estado posrevolucionario y que construyó su fortaleza clientelar durante las siete décadas del Partido Revolucionario Institucional en el poder, ofreciendo privilegios y dádivas sólo por el hecho de ser indígena, pero al mismo tiempo, sin resolver la pobreza y marginación en la que aún permanecen y la cual les ha obligado a emigrar al norte del continente.

Desde sus inicios, la universidad ha tenido que bregar con el radicalismo que promueven quienes pretenden hacer a un lado un proceso social de doscientos años de cultura mestiza en un intento de reconstruir un discurso cuyo eje es una fantasía idílica sobre la condición de las culturas mesoamericanas antes de la llegada de los europeos pues como dice Enrique Florescano, ya los olmecas y los toltecas habrían compuesto su propia historia a su contentillo: una historia que a decir de los historiógrafos había sido adecuada al relato de los evangelizadores.

El proceso de construcción del concepto interculturalidad es un proceso tan envolvente como la globalización; un concepto del cual es irresponsable hablar con ligereza. Un proceso, -para muchos- cuyo desarrollo comenzó en las postrimerías de la Conquista. Aquella etapa del encuentro de las dos culturas en la que los frailes tuvieron un papel muy importante en la preservación de lo que había sido el proceso civilizatorio en el territorio de Mesoamérica.

La historiografía reciente de tal encuentro hace una lectura orientada hacia la búsqueda de esos rasgos de interculturalidad que se daban de manera incipiente en el siglo XVI y XVII. En la actualidad, el proceso sin embargo, aun inconsciente en la etapa en la que se encuentra, va ganando espacio día a día con proyectos como el que realizan las universidades interculturales.

A la distancia de estos cinco años me sigo preguntando sobre inmensas dudas que giran alrededor del proceso de construcción de la interculturalidad, para el caso particular de México, primero como concepto, o primero como práctica cotidiana, o como una manera de pensar sobre los demás, sobre los grupos minoritarios, sobre los otros, sobre los diferentes y todos los que están incluidos en ese gran grupos que de tantas minorías termina por constituir una mayoría en la cual, de un modo un otros, todos nos encontramos.

Al mismo tiempo, la experiencia en la UIEM ha albergado de manera tangencial mas no institucional, una corriente de pensamiento y práctica que ha virado hacia los principios del indigenismo de la década del cuarenta a cincuenta en el que es posible percibir el discurso clientelar que tanto benefició al Partido Revolucionario Institucional hasta el fin de siglo.

Esta corriente tiende a sustancializar la postura de lo que debería ser una construcción social sobre la experiencia histórica, una reflexión reto para la academia de UIEM. Sistematizar los saberes de los pueblos indígenas no puede significar juicio de valor y ataque contra el proceso irreversible de la Historia y no lo que ha venido imperando, el juicio de valor revanchista y el empirismo.

En este proyecto, el mapa curricular de cada carrera ha sido diseñado a la luz de la reflexión sobre la situación actual y la situación deseable de los estudiantes que pertenecen a cada una de las cinco etnias que se han desarrollado en el territorio de lo que es el Estado de México. Esta tarea continúa al amparo de la reflexión que esta experiencia hace en cada uno de los profesores que nos encontramos dentro de la institución Dichas reflexiones se encuentran presentes en seminarios y academias que se realizan de manera permanente.

La totalidad -hasta ahora- de los docentes de las universidades interculturales fuimos formados en el modelo educativo que tradicionalmente se ha impartido en México desde los años 40 en el que se avanzó de manera sustancial en lograr los objetivos constitucionales del artículo 3º y por lo tanto, mediar en esta nueva propuesta con el estudiantado ha sido una tarea que podríamos calificar de ardua.

Reestructurar la mentalidad colonizada con la que hemos crecido y fuimos educados es, sin duda, sostener una vigilancia sobre los prejuicios y los formatos positivistas de la educación que se impartió por más de un siglo y aún continua en la mayor parte del sistema educativo nacional. Bajar del podio de la “superioridad” académica como se ha entendido durante siglos, al ego de quien se siente maestro es en mi experiencia el primer reto de la educación intercultural. No obstante, puedo decir en favor de los docentes, la convivencia con los jóvenes que provienen de comunidades que en el Estado de México, su aislamiento no es tan acusado, es una oportunidad cotidiana de reformar nuestra consciencia y nuestra mentalidad.

A través de estos cinco años, la aplicación del modelo educativo intercultural no ha sido fácil para quienes provienen de la formación tradicional y muy diferente de quienes han sido docentes activos de la educación bilingüe en el nivel primaria. Sin embargo, para nuevas generaciones de un nuevo tiempo, la universidad intercultural ha significado un sueño realizado de muchos jóvenes estudiantes que de otro modo no sería posible para ellos asistir a la educación superior.

En mi experiencia, he podido observar que, cuando un nuevo docente llega a la UIEM asume su responsabilidad de manera dilecta pensando en su experiencia y en la forma en que ya antes dio clase, en los métodos que ya aplicó y a poco se encuentra uno con un estudiante muy diferente del que sobrevive en el medio citadino urbano y aún metropolitano.

Una experiencia que me gustaría compartir es la impresión en el primer mes del ciclo en la UIEM, allá por septiembre del 2005, fue la buena letra que un buen número de estudiantes tienen, una herencia del profesor rural multigrado; pero también por otro lado, igual que en otros los contextos universitarios del mundo actual, los hábitos de lectura no existen, por factores múltiples también, entre ellos, un acercamiento fatídico a la literatura que los profesores de preparatoria hacen a través de autores como Herman Hesse, Kafka y Camus o peor aún, de Sartre, los cuales a un jovencito lo llevan al precipicio de su existencia respeto de lo cual no haré más comentario pero que es digno de tomarse en cuenta.

Para interesar un poco a los jóvenes en la lectura, lo cual es muy poco probable se tenga éxito opté por leer en clase, con ellos, pequeños cuentos de Borges, Rulfo, García Márquez, Galeano aunque probablemente se hayan visto en la preparatoria, pero ahora buscando en ellos elementos de la interculturalidad, de los referentes de otros países y de otras culturas.

En aquel curso de literatura, en las dos evaluaciones parciales, los estudiantes leyeron en el examen fragmentos de novelas y cuentos que ellos tomaron de una pila de libros que tuve a bien disponer de mi haber para que analizaran de acuerdo con los parámetros que se habían visto en clase. Los estudiantes lo tomaron con calma y el examen duró alrededor de 6 horas en las cuales trabajaron el texto tanto en la lectura como en la redacción. El desempeño de los estudiantes evaluados fue muy sorprendente ya que trabajaron de manera ordenada y respetuosa del momento en el que se trataba de una evaluación.

Asignaturas como Historia, Economía y Sociedad en México, se cuentan como un espacio en el cual tanto profesor como alumno tiene la oportunidad de profundizar en la reflexión de los conceptos y anécdotas que la historia oficial ha contado sobre México y quienes han hecho y construido esta sociedad en la cual, después de la primera etapa de invención de la Nueva España, los grupos indígenas quedaron sometidos a una nueva economía y a una integración del trabajo esclavizado de tal modo que nunca se volvió a oir su voz sino hasta 1994.

El programa de esta asignatura busca siempre en la historia, los actos y papel que los indígenas tuvieron y tienen en la Historia y al mismo tiempo se busca desarticular imaginarios fundamentalistas en los que suenan voces extremas que ponen en riesgo la construcción de la convivencia y diálogo intercultural. Figuras como Bartolomé de las Casas y Bernardino de Sahagún son un paradigma para encontrar algún indicio muy elemental de la interculturalidad.

Por otra parte, el problema del método de investigación también merece especial atención pues, nos movemos entre los saberes comunitarios que han sido excluidos durante el siglo pasado del “parnaso” de la comunidad científica. En busca de un canal de acceso, por fortuna, hemos encontrado que existen propuestas de acceso a la metodología histórica como las corrientes de Foucault, De Certeau y Ginzburg para acercar el conocimiento del sentido común a una sistematización “seria y aceptable” por la ciencia y al mismo tiempo, acercando todo eso a conceptos como la interculturalidad que de manera general se confunden con un trato especial hacia lo indígena como si la interculturalidad hubiera sustituido al indigenismo.

Por último, otra forma de acceso a la comprensión de los procesos de interculturalidad, con la cual pensamos hay una va de acceso a la interculturalidad es el cine, particularmente el cine que plantea las relaciones interraciales, las luchas sociales de las minorías sexuales y las relaciones intergenéricas en las cuales sobresale la violencia hacia las mujeres. Ejemplos múltiples los hay en la oferta reciente del cine comercial e independiente. Si en las comunidades no hay cine y la oferta televisiva es tan pobre como lo que ofrecen los dos oligopolios televisivos mexicanos, la universidad intercultural promovería un cineclub formativo de crítica y reflexión sobre lo que concierne a los medios de comunicación y lo que hoy por hoy se entiende como interculturalidad en México.

El conocimiento en proximidad de las comunidades indígenas permite en el día a día una experiencia como ninguna otra puede tenerse sobre quienes por décadas han sido abordados por los antropólogos, sociólogos e historiadores, principalmente los primeros. Eso, esa experiencia, creo sin temor a equivocarme es la mayor riqueza que trabajar en la universidad intercultural, puede uno obtener. Cada día, el rostro de los jóvenes nos revela sus inquietudes, sus sueños, sus problemas y cómo el conocimiento se vuelve una esperanza en ellos. Desde sus inicios, la universidad ha tenido que bregar con el radicalismo que promueven quienes pretenden hacer a un lado un proceso social de doscientos años de cultura mestiza en un intento de reconstruir un discurso cuyo eje es una fantasía idílica sobre la condición de las culturas mesoamericanas antes de la llegada de los europeos pues como dice Enrique Florescano, ya las olmecas y los toltecas habrían compuesto su propia historia a su contentillo: una historia que a decir de los historiógrafos había sido adecuada al relato de los evangelizadores. El proceso de construcción del concepto interculturalidad es un proceso tan envolvente como la globalización; un concepto del cual es irresponsable hablar con ligereza. Un proceso, -para muchos- cuyo desarrollo comenzó en las postrimerías de la Conquista. Aquella etapa del encuentro de las dos culturas en la que los frailes tuvieron un papel muy importante en la preservación de lo que había sido el proceso civilizatorio en el territorio de Mesoamérica. Así la historiografía reciente de tal encuentro hace una lectura orientada hacia la búsqueda de esos rasgos de interculturalidad que se daban de manera incipiente en el siglo XVI y XVII. A la distancia de estos cinco años me sigo preguntando sobre inmensas dudas que giran alrededor del proceso de construcción de la interculturalidad, para el caso particular de México, primero como concepto, o primero como práctica cotidiana, o primero como una manera de pensar sobre los demás, sobre los grupos minoritarios, sobre los otros, sobre los diferentes y todos los que están incluidos en ese gran grupos que de tantas minorías termina por constituir una mayoría en la cual, de un modo un otros, todos nos encontramos. Esta corriente tiende a sustancializar la postura de lo que debería ser una construcción social sobre la experiencia histórica, una reflexión reto para la academia de UIEM. Sistematizar los saberes de los pueblos indígenas no puede significar juicio de valor y ataque sin reflexión contra el proceso irreversible de la Historia y no lo que ha venido imperando, el juicio de valor y la empiria. En este proyecto, el mapa curricular de cada carrera ha sido diseñado a la luz de la reflexión sobre la situación actual y la situación deseable de los estudiantes que pertenecen a cada una de las cinco etnias que se han desarrollado en el territorio de lo que es el Estado de México. Esta tarea continúa al amparo de la reflexión que esta experiencia hace en cada uno de los profesores que nos encontramos dentro de la institución Dichas reflexiones se encuentran presentes en seminarios y academias que se realizan de manera permanente.

La totalidad -hasta ahora- de los docentes de las universidades interculturales fuimos formados en el modelo educativo que tradicionalmente se ha impartido en México desde los años 40 en el que se avanzó de manera sustancial en lograr los objetivos constitucionales del artículo 3º y por lo tanto, mediar en esta nueva propuesta con el estudiantado ha sido una tarea que podríamos calificar de ardua. Reestructurar la mentalidad colonizada con la que hemos crecido y fuimos educados es, sin duda, sostener una vigilancia sobre los prejuicios y los formatos positivistas de la educación que se impartió por más de un siglo y aún continúa en la mayor parte del sistema educativo nacional. Bajar del podio de la “superioridad” académica como se ha entendido durante siglos, al ego de quien se siente maestro es, en mi experiencia el primer reto de la educación intercultural. No obstante, puedo decir en favor de los docentes, la convivencia con los estudiantes es una oportunidad cotidiana de reformar, de reestructurar nuestra consciencia y nuestra mentalidad.

A través de estos cinco años, la aplicación del modelo educativo intercultural no ha sido fácil para quienes provenimos de la formación tradicional y muy diferente de quienes han sido docentes activos de la educación bilingüe en el nivel primaria. Sin embargo, para nuevas generaciones de un nuevo tiempo, la universidad intercultural ha significado un sueño realizado de muchos jóvenes estudiantes que de otro modo no sería posible para ellos asistir a la educación superior.

El modelo educativo intercultural, al decir de Casillas, Schmelkes y quienes aún continúan involucrados en el establecimiento de estos centros educativos, es perfectible como todos los modelos en los que participa la sociedad, sea cual sea. Lo que si puedo concluir es que mi aprendizaje, en un balance enseñanza-aprendizaje ha sido, con mucho, mayor a lo que yo he logrado o querido, o intentado enseñar en un contexto social, cultural y étnico tan rico e interesante como es la etnoregión mazahua. Estoy convencida de que he aprendido mucho sobre la construcción de la interculturalidad sin poder decir que soy una persona completamente intercultural. Todavía quedan en nosotros resabios de la colonización que foros como este ayudan a seguir elaborando esa construcción social: el horizonte intercultural de la sociedad mexicana.


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