POLÍTICAS PÚBLICAS DE EDUCACIÓN SUPERIOR INTERCULTURAL Y EXPERIENCIAS DE DISEÑOS EDUCATIVOS
Eduardo Andrés Sandoval Forero y otros
Esta página muestra parte del texto pero sin formato.
Puede bajarse el libro completo en PDF comprimido ZIP (164 páginas, 712 kb) pulsando aquí
En el siglo pasado las políticas educativas del Estado se orientaron a la búsqueda de la unidad nacional mediante la integración o asimilación de la población, las que se caracterizaron por múltiples acciones orientadas a evitar la expresión de la diversidad cultural . Kimilcka (1996), plantea la necesidad de entender la diversidad cultural a partir de dos modelos: el primero, parte de ubicar el origen e incorporación de culturas a las que denomina “minorías nacionales” y su deseo de seguir siendo distintas respecto a la cultura mayoritaria de la que forman parte, exigiendo diversas formas de autogobierno para asegurar su existencia. El segundo, escribe, surge de la inmigración individual y familiar que denomina grupos étnicos, quienes desean integrarse y luchan por que se reconozcan sus derechos.
En el caso de las “minorías nacionales”, estas pretenden (a largo o corto plazo) instaurar una sociedad paralela, cosa que no sucede con los grupos étnicos que pretenden conservar su particularidad cultural dentro de las instituciones públicas. La aplicación de uno estos dos modelos plantea al Estado moderno la necesidad de replantearse su idea de nación y a tener que definirse como multinacional o poliétnico, o ambos a la vez.
En nuestro país, como mencionamos antes, hasta hace unos años las políticas educativas se orientaban a buscar la unidad nacional para lograr la integración del Estado, censurando toda expresión de la diversidad, paradójicamente en una nación históricamente multicultural. Recientemente esta perspectiva ha empezado a cambiar, siendo necesario preguntarnos: ¿Quién fue educado para reconocer en la diversidad un recurso pedagógico y no como un problema? ¿A cuántos de nosotros se nos educó desde la escuela a respetar las diferencias culturales? ¿Cuántos maestros han sido formados para atender a la diversidad, así como para garantizar la equidad y pertinencia de los servicios educativos?
Es el 14 de abril del 2001 cuando se reconoce explicita e implícitamente en la Constitución el pluralismo cultural, históricamente existente en nuestro país. No obstante, a más de nueve años de la reforma constitucional en importantes sectores de la población, niños y adolescentes que asisten a la escuela básica, continúa siendo objeto de discriminación y marginación social, producto de una educación que no reconoce la diversidad cultural existente en las aulas.
Esta realidad nos obliga a repensar en el diseño de una escuela abierta donde autoridades, profesores, alumnos y padres de familia reconozcan la existencia de las diferencias de cada uno, como un elemento más de la realidad social; en la que podamos interactuar con los demás para incluirnos y no para marginarnos.
Hacia una educación intercultural
En los lineamientos establecidos en el artículo 3° de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (2001), la Ley General de Educación (SEP, 1993) y el Programa Sectorial de Educación 2007-2012 (SEP, 2007) se establece el compromiso del Estado de ofrecer una educación democrática, nacional, intercultural, laica y obligatoria que favorezca el desarrollo del individuo y su comunidad, así como el sentido de pertenencia a una nación multicultural y plurilingüe, y la formación de una conciencia de solidaridad internacional de los educandos.
El problema es saber hasta donde el sistema educativo está preparado para ofrecer las condiciones que hagan posible la expresión de la diversidad cultural en un plano de igualdad, respeto y equidad en la escuela. Lo cual será posible en la medida que se revise, entre otras cosas, los planes de estudios 1997 y 1999 para la formación docente de educación básica. Planes que si bien apuntan hacia una educación intercultural, incorporando en el currículo escolar elementos de la diversidad cultural (que es sin duda un avance y una revalorización del pluralismo en sí mismo), sin embargo se encuentran dominados por enfoques restrictivos, centrados más en la aplicación de los programas de estudios, asumidos desde una perspectiva curricular de añadidos temáticos y no desde una enfoque transversal, cuestionador de los contenidos curriculares y del marco general de relaciones en la escuela y el salón de clases.
En el Plan de Estudios para la Educación Secundaria I. Las finalidades de la Educación Básica (SEP, 1993: 25-26), se establece la necesidad de una formación en valores favorable a la convivencia, solidaria y comprometida, que prepare individuos para ejercer una ciudadanía activa. En donde, aunque de manera implícita existe el reconocimiento de la diversidad cultural, se contradice en la práctica con los planes y programas centrados en la enseñanza de aprendizaje que hacen énfasis en las metodologías y materiales didácticos más que en la desventaja originada por el currículo, o acerca de la desigualdad social.
En el Cuerpo Académico de Atención a la diversidad y la ciudadanía en la formación de docentes de la Escuela Normal Superior de México, nos dimos a la tarea de elaborar la Asignatura Regional II. Atención a la diversidad y la ciudadanía en la formación docente (2009), que comprende el programa, aplicación, seguimiento y materiales, con la cual se pretende responder a la necesidad de una formación de docentes con capacidad para:
…actuar con juicio crítico frente a los valores y las normas sociales y culturales; proceder en favor de la democracia, la paz, el respeto a la legalidad y a los derechos humanos; participar considerando las formas de trabajo en la sociedad, los gobiernos y las empresas, individuales o colectivas; participar tomando en cuenta las implicaciones sociales del uso de la tecnología; actuar con respeto ante la diversidad sociocultural; combatir la discriminación y el racismo, y manifestar una conciencia de pertenencia a su cultura, a su país y al mundo (Plan de Estudios para la Educación Secundaria I. Las Finalidades de la Educación Básica. SEP, 1993: 25-26).
La asignatura no se limita a abordar la discusión sobre la diversidad cultural como un objeto de estudio particular, teniendo como objetivo central que los futuros docentes “…reconozcan la pluralidad existente en el país y el mundo, y que la escuela se convierta en un espacio donde la diversidad pueda apreciarse y valorarse como un aspecto cotidiano de la vida” (Plan de Estudios para la Educación Secundaria IV. Características del Plan y Programas de Estudio. SEP, 29-34).
Es una propuesta que busca propiciar en los futuros docentes una actitud que promueva la comunicación y la convivencia entre los alumnos de la escuela secundaria, partiendo del respeto mutuo; que aspira a convertirse en propuesta de trabajo y en el principio de la búsqueda de nuevos enfoques metodológicos, que brinde las pautas necesarias para promover la inclusión e invite al ejercicio de una practica docente a partir del reconocimiento de la diversidad cultural existente en el salón de clase.
En suma, la formación de docentes para la atención a la diversidad y la ciudadanía en la educación básica, y de manera especial en la escuela secundaria, presupone la valoración del pluralismo cultural y el reconocimiento del conflicto, así como de puntos de vista diferentes en la construcción de una sociedad democrática.