MORIN Y EL “MÉTODO” CONSOLIDACIÓN DE SU CORPUS TEORICO: UNA LECTURA DESDE EL PARADIGMA ECOLÓGICO
Germán López Noreña
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¿Somos libres, plenamente libres? ¿Nuestras decisiones, escogencias, acciones,…son enteramente libres? ¿Es la libertad el imaginario a alcanzar por el hombre posmoderno?
Cruciales preguntas a responderse el hombre, en estos aciagos momentos de su angustiosa e incierta existencia. Mucho se ha escrito al respecto, pero pocas veces se ha acertado en las aproximaciones o las respuestas a las mismas.
Morin, aborda estos cuestionamientos desde la concepción de una verdadera y efectiva autonomía del ser humano, la que debe ser en verdad una ruptura al paradigma determinista de la mundialización occidental y a su imaginario, pero nunca hasta el momento logrado principio de objetividad:
Durante tres siglos, y hoy todavía en numerosos dominios, la ciencia ha zanjado las cosas en ese sentido. Su principio determinista y su principio de objetividad le impedían concebir un sujeto autónomo. De hecho, experimentamos los constreñimientos de nuestro medio natural; somos prisioneros de nuestro patrimonio genético que ha producido y determinado nuestra anatomía, nuestra fisiología, nuestro cerebro, por tanto nuestra mente; estamos encerrados en nuestra cultura que inscribe en nosotros, desde nuestro nacimiento, sus normas, tabúes, mitos, ideas, creencias, y estamos sometidos a nuestra sociedad que nos impone sus leyes, reglas y prohibiciones; somos poseídos incluso por nuestras ideas, que se apoderan de nosotros cuando creemos disponer de ellas. De este modo, estamos, ecológicas, genéticas, sociales, culturalmente, intelectualmente determinados ¿Cómo podríamos disponer de libertades?
(Morin 2003, pág. 298)
¿Será qué acaso somos homos-sapiens, homos-demens, homos-fabers, sonámbulos y autómatas productos del cuatrimotor enunciado por Morin, sujetos meramente acompañantes en una totalidad y a la vez parte de una humanidad de destino altamente probabilístico? Interesante y compleja indagación, que exige de unas muy buenas aproximaciones a la respuesta, enmarcada en una temporalidad sin fin, pues nuestro destino aleatorio plantea la imposibilidad de llegar a la misma:
¿En qué juego estamos? Estamos en muchos juegos, jugados, juguetes, pero al mismo tiempo jugadores. Toda existencia humana es a la vez jugante y jugada. Todo individuo es una marioneta manipulada de lo anterior, de lo interior y del exterior, y al mismo tiempo un ser que se autoafirma en su calidad de sujeto.
(Morin 2003, pág. 317)