APUNTES SOBRE LA CIBERCULTURA Y LA ALFABETIZACIÓN DIGITAL POSMODERNA
Germán López Noreña
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Ahora bien, ya vistos algunos de los diferentes términos acuñados por los teóricos de este campo de investigación, para denominar el fenómeno antes mencionado, preguntémonos entonces por la cultura en la cibercultura. Al respecto, el gran teórico de esta cuestión, Pierre Lévy nos dice:
Cualquiera sea el nombre que se imponga, lo cierto es que los síntomas de lo que será muy pronto la consolidación de un modo distinto de ver y hacer las cosas, están en marcha. Y entre esos síntomas se destaca una apuesta por la usanza extendida de lo que aquí llamaremos las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (NTIC), cuyo paradigma es la red de Internet. Alrededor del uso de las NTIC se está produciendo una galopante carrera de productos, utilidades, racionalidades, reglas de juego, costumbres y valores, que algunos autores disponen bajo el nombre de “cibercultura”. En efecto, la digitalización de contenidos de todo tipo: textos, imágenes, sonidos, sumada a nuevas formas de entrega basadas en estructuras de hipertexto (Internet), al fortalecimiento y extensión de las tecnologías que permiten la interactividad (la interacción humana mediada por computadoras), y a las posibilidades de conexión —no sólo de la información sino de las personas mismas—, configuran las condiciones para el desarrollo de toda una forma de pensar-vivir que empieza a distinguirse dramáticamente de las maneras tradicionales y asentadas por la llamada sociedad moderna. Algunos autores han agrupado este conjunto de características bajo el término “lo virtual”, con el cual expresan y promueven la visibilidad de una de las peculiaridades del ser que hasta ahora parecía supeditada, sino relegada, por el poder de lo real. Visibilidad que se ha hecho posible precisamente por el auge de las NTIC.
Por lo tanto, debemos preguntarnos por el cómo aproximarnos desde la cultura a una investigación matizada por un alto valor epistémico, en el estudio de Internet como epicentro paradigmático, en toda la conmoción social que ha suscitado y que actualmente se está vivenciando, referida sucintamente por Pierre Lévy en la cita anterior.
Manuel Castells Oliván: "Quien gana la batalla de las mentes gana la batalla del poder". En: “Comunicación y Poder”.
www.rtve.es/.../301270.shtml
Por cierto, la Historiografía nos dice como en el año 700 antes de nuestra era el invento del alfabeto en Grecia, el que fue un valioso aporte del transito de la cultura de la oralidad a la cultura de la escritura. De lo que Castells , nos comenta, como estudiosos prominentes del mundo clásico del talante de “[…] Havelock han sostenido que esta tecnología conceptual constituyó el cimiento para el desarrollo de la filosofía y la ciencia occidentales tal y como las conocemos en la actualidad. Hizo posible tender un puente de la lengua hablada al lenguaje, con lo que se separó lo hablado del hablante y se posibilitó el discurso conceptual. Este decisivo momento histórico fue preparado por unos 3.000 años de evolución en la tradición oral y la comunicación no alfabética, hasta que la sociedad griega alcanzó lo que Havelock denomina un nuevo estado mental, «la mente alfabética», que indujo a la transformación cualitativa de la comunicación humana. La alfabetización no se generalizó hasta pasados muchos siglos, tras el invento y la difusión de la imprenta y la fabricación del papel. No obstante, fue el alfabeto el que proporcionó, en Occidente, la infraestructura mental para la comunicación acumulativa, basada en el conocimiento”.
Continúa el sociólogo español , argumentando, como pese a establecerse el nuevo orden alfabético, que dio paso a la apertura de la socialización escrita del pensamiento racional, se da una clara escisión entre la comunicación escrita y el sistema audiovisual de símbolos y percepciones, relegándose este último a los bastidores de las artes y al mundo público de la liturgia:
Sin embargo, él nuevo orden alfabético, aunque permitió el discurso racional, separó la comunicación escrita del sistema audiovisual de símbolos y percepciones, tan importante para la plena expresión de la mente humana. Al establecerse implícita y explícitamente una jerarquía social entre la cultura alfabetizada y la expresión audiovisual, el precio pagado por la fundación de la práctica humana en el discurso escrito fue relegar el mundo de sonidos e imágenes a los bastidores de las artes, para ocuparse del dominio privado de las emociones y del mundo público de la liturgia. Por supuesto; la cultura audiovisual se tomó una revancha histórica en el siglo XX, primero con el cine y la radio, luego con la televisión, superando la influencia de la comunicación escrita en las almas y los corazones de la mayoría de la gente. En efecto, esta tensión entre la comunicación alfabética noble y la comunicación sensorial e irreflexiva subyace en la frustración de los intelectuales opuestos a la influencia de la televisión, que sigue dominando la crítica social de los medios de comunicación de masas.