APUNTES SOBRE LA CIBERCULTURA Y LA ALFABETIZACI�N DIGITAL POSMODERNA
Germ�n L�pez Nore�a
Esta p�gina muestra parte del texto pero sin formato.
Puede bajarse el libro completo en PDF comprimido ZIP (150 p�ginas, 2 Mb) pulsando aqu�
Las aproximaciones a las definiciones de tipo culturalistas, presentan sus antecedentes en el retomar y el reelaborar la propuesta te�rica de Tylor sobre cultura por parte de los estudiosos de este concepto de Gran Breta�a y Estados Unidos.
El estadounidense Lewis Henry Morgan , considerado uno de los gestores de la Antropolog�a Moderna estableci� en uni�n de antrop�logos de Gran Breta�a las bases de la teor�a de la Evoluci�n cultural.
Morgan sosten�a que el proceso de la evoluci�n social humana (tecnolog�a, relaciones sociales y cultura) se pod�a identificar con el proceso de crecimiento de un individuo de la especie. Por lo tanto, Morgan comparaba el salvajismo con la "infancia de la especie humana", y la civilizaci�n, con la madurez.
En los Estados Unidos las investigaciones sobre la cultura, daban un viraje hacia el relativismo, erigi�ndose como su gran representante Franz Boas. La posici�n te�rica relativista entro en una directa oposici�n a las ideas evolucionistas en la cultura, siendo Boas un agudo critico de Morgan y otros defensores del evolucionismo en la cultura, incluso llegando a afirmar que esas teor�as eran meras conjeturas.
Franz Boas pretende dar una descripci�n anal�tica de los rastros fundamentales del arte primitivo; el desarrollo del tema se basa en dos principios: la identidad fundamental de los procesos mentales de todas las razas y en todas las formas culturales de nuestros d�as, y la consideraci�n de todo fen�meno cultural como resultado de acontecimientos hist�ricos
articulo.mercadolibre.com.ar/MLA-72885203-fra...
La teor�a evolucionista en la cultura cuestionada por Franz Boas , se entiende como el cambio a lo largo del tiempo de todos o algunos de los elementos culturales de una sociedad (o una parte de la misma). La evidencia muestra que, la cultura -usos, costumbres, religi�n, valores, organizaci�n social, tecnolog�a, leyes, lenguaje, artefactos, herramientas, transportes-, se desarrolla evolutivamente por la acumulaci�n y transmisi�n de conocimientos para la mejor adaptaci�n al medio ambiente.
Sobre este episodio del entramado hist�rico en el desarrollo del concepto de cultura, Gilberto Gim�nez (2005), autor ya citado, nos argumenta al respecto de la siguiente manera:
Corresponder�a a Franz Boas, - un antrop�logo marcado por el historicismo alem�n que brill� en los a�os veinte y treinta del siglo pasado � rectificar esta perspectiva evolucionista contraponi�ndole una concepci�n de la cultura basada en el particularismo hist�rico. En efecto, con Boas la cultura recupera la historia que obliga a enfatizar m�s bien las diferencias culturales y la multiplicidad de sus imprevisibles derroteros. Es decir, frente al r�gido esquema evolutivo tyloriano, Boas afirma la pluralidad hist�rica irreducible de las culturas. Esta pluralidad implica en Boas y sus disc�pulos el relativismo cultural que obliga a abandonar �la pretensi�n de objetividad absoluta del racionalismo cl�sico para dar entrada a una objetividad relativa basada en las caracter�sticas de cada cultura� (Wagner, 1992, 16).
Se puede considerar que con Boas culmina el periodo fundacional de la antropolog�a cultural. A partir de aqu� la elaboraci�n del concepto de cultura atraviesa por tres fases sucesivas � la fase concreta, la fase abstracta y la fase simb�lica � caracterizadas respectivamente por otros tantos conceptos claves: costumbres, modelos y significados.
La cr�tica de Boas a la lectura evolucionista de la cultura retoma elementos de los fil�sofos alemanes Herder y Wilhem Dilthey , esto en raz�n de ser una propuesta direccionada a considerar la cultura como un fen�meno plural. Desde este enfoque Boas no habla de una cultura, sino de culturas, siendo lo m�s importante para esta escuela el estudio de la cultura desde la perspectiva etnogr�fica.
La concepci�n te�rica de Boas fue asimilada y repensada por seguidores del maestro:
�Los antrop�logos formados por Robin Reid hubieron de heredar muchas de las premisas [�]. Entre otros casos notables, est�n el de Ruth Benedict. En su obra Patterns of culture (1939), Benedict se�ala que cada cultura es un todo comprensible s�lo en sus propios t�rminos y constituye una suerte de matriz que da sentido a la actuaci�n de los individuos en una sociedad. Alfred Kroeber, retomando la oposici�n entre cultura y naturaleza, tambi�n se�alaba que las culturas son fen�menos sui generis pero, en sentido estricto, eran de una categor�a exterior a la naturaleza. Por lo tanto, seg�n Kroeber, el estudio de las culturas deb�a salirse del dominio de las ciencias naturales y encarar a las primeras como lo que eran: fen�menos superorg�nicos. Melville Herskovits y Clyde Kluckhohn retomaron de Tylor su definici�n cientificista del estudio de la cultura. Para el primero, tambi�n la recolecci�n de rasgos definitorios de las culturas permitir�a su clasificaci�n. Aunque, en este caso, la clasificaci�n no se realizaba en sentido diacr�nico, sino espacial-geogr�fico que habr�a de permitir el conocimiento de las relaciones entre los diferentes pueblos asentados en un �rea cultural. Kluckhonn, por su parte, resume en su texto Antropolog�a la mayor parte de los postulados vistos en esta secci�n, y reclama el dominio de lo cultural como el campo espec�fico de la actividad antropol�gica� (Wikipedia La Enciclopedia Libre).