EL LIBRO Y EL BIOS: ALGUNOS MOMENTOS EN SU HISTORIOGRAFÍA. LECTURA DESDE EL PARADIGMA ECOLÓGICO
(VOLUMEN II)
Germán López Noreña
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El legado en la impresión dejado por Juan Pablos en La Nueva España fue seguido en el siglo XVI, gestándose un número significativo de bibliotecas, en gran parte impulsadas por religiosos. Por lo que no es exagerado afirmar, que como México, ningún país americano presentó tan prolija producción de libros en el transcurso de los tres siglos de la Colonia.
Aspecto argumentado por Fernández de Zamora (2001), quien nos dice que “A lo largo del siglo XVI se empiezan a formar bibliotecas muy valiosas como las que surgieron en la Catedral de México, en el Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco y la personal de Fray Juan de Zumárraga. Las bibliotecas conventuales aparecen por el anhelo que los frailes pusieron en proveer a sus conventos de los libros indispensables para sus estudios y sus labores educativas. Se distinguieron por sus bibliotecas los franciscanos, agustinos y dominicos. Más tarde, los jesuitas comenzaron a formar las bibliotecas de sus colegios en los que impartían cátedras de teología, derecho y estudios de latinidad. La Real y Pontificia Universidad demandó la impresión de textos universitarios desde
La imprenta, gestó un inusitado interés e implosionó -guardadas las proporciones en lo que al significado del termino concierne- al México del siglo XVI, en este sentido, destacándose Antonio De Espinosa, Pedro Ocharte, Pedro Balli, Antonio Ricardo, Melchor y Luis Ocharte y Enrico Martinez en el arte de la impresión y como dignos herederos del ilustre italiano Juan Pablos, pionero en este campo para América.
Gracias a estos impresores ya se da la publicación de libros diferentes a los de tipos religiosos; siendo los casos de libros de estudio para las profesiones ofertadas por la naciente Universidad Real y Pontificia Universidad de México.
Otro ejemplo de la importancia de esos libros para la historia bibliográfica y cultural de América, lo aporta Lota M. Spell, estudiosa de la historia de la música en Austin, quien señala que en la ciudad de México, el centro de vida cultural de América del Norte en ese tiempo, fueron publicadas de 1556 a 1604, diez obras que contenían música impresa, la mayoría a dos tintas, rojo y negro, entre las que se encuentran el Ordinarium sacri ordinis (1556), el Missale Romanum Ordinarium (1561), el Graduale dominicale (1576) ejemplar de la Biblioteca Nacional de México, considerado el más elaborado y bello, y el último de ellos el Liber in quattuor passiones, único impreso musical del siglo XVII. Estos libros, “de los que ningún impresor puede avergonzarse”, constituyen los primeros impresos de música de América.
Opera medicinalia de Francisco Bravo, México, Pedro Ocharte, 1570.
www.adn.es/cultura/20080117/IMA-2547-imprenta
De igual manera se pueden mencionar los cuatro libros de medicina, el primero la Opera Medicinalia (1570), los de legislación, Ordenanzas y copilacion de leyes (1548) y los textos universitarios, Physica speculatio y Dialectica resolutio (1554) para la Real y Pontificia Universidad […].
(Fernández De Zamora; 2001)
A la izquierda Graduale dominicale (hoja tres). A la derecha Liber In Quattuor Passiones Chirsti Domini... (Hoja 2). Las notas en ambos textos son los usados por Ocharte y Espinosa.
www.adabi-ac.org/.../paginas/05art_ecv04.htm
A la izquierda Liber In quattuor Passiones Chirsti Domini... A La Derecha Protesta De Juan Pablo Que Se Halla En Los Preliminares De La Physica Especulatio.
www.adabi-ac.org/.../paginas/05art_ecv04.htm
En términos generales, según los estudiosos del desarrollo de la tipografía Mexicana, el siglo XVI fue el periodo de manufacturación de los más bellos libros, y en el que la presencia de la mayor cantidad de impresores extranjeros fue mayor, para 10 en total con una producción de 180 libros.
En los dos siglos consecutivos de México la sociedad colonial presentó una profunda transformación:
se convirtió en una época de riqueza y esplendor, de lujo y ostentación para los criollos, por supuesto, quienes ya sentían orgullo de lo propio y pensaban que no todo se lo debían a España. La Nueva España era su patria y la consideraban honorable y hermosa. Habían creado una cultura original, exagerada en su pompa y solemnidad, en su cortesanía, en su arte y gastronomía exquisitos. Era una sociedad al mismo tiempo devota y sumamente festiva.
(Sefchovich; p. 41)
Convirtiéndose los libros de estos dos siglos en una manera de expresión de los intereses de esta sociedad, y también las bibliotecas de esta época, sobresaliendo La Biblioteca Palafoxiana, La Biblioteca Turriana y la de de La Academia de San Carlos, siendo la última, la primera biblioteca de Arte fundada en territorio mexicano.
El siglo XVII presentó un significativo incremento en el número de impresores y libros publicados –según Medina y De La Torre, 30 en los cien años y 1824 obras. Sobresaliendo entre otros: Juan Ruiz Bernardo Calderón, quien fue fundador de una dinastía de impresores; Francisco Rodríguez Lupercio, Juan de Ribera; y Juan José Guillena Carrascoso. Es de suma relevancia mencionar que muchos de los impresores de este siglo el arte de la imprenta lo convirtieron en su modus vivendi, y unos cuantos por hobby.
En el siglo XVIII, se presentó paradójicamente una cuestión bastante interesante. La producción de los libros se incrementó en el casi 383% de la producción del siglo anterior –según la investigadora Emma Rivas (2002), se confeccionaron 7000 libros. No siendo así el número de tipógrafos, de lo que los estudios registran un total de 31; uno más que el siglo XVII.
Probablemente ello influyó en la baja de la calidad del libro en esta centuria, en razón de haberse tenido que atender un alto número de textos, para esa época en tan pocas tipografías, entendiéndose lo dispendioso del trabajo. Situación comentada por Ernesto De La Torre, quien escribe al respecto:
En el siglo XVIII no tenemos, salvo contadas ocasiones, ejemplares tan selectos como los de la centuria anterior, varias razones influyeron en la decadencia que cayó el arte tipográfico. En el siglo XVIII en su primera mitad, fuera de algunos libros salidos de las casas de Bernardo de Hogal, como las Selectas Dissertationes de Eguiara y Eguren, quien tiene dignidad y buen gusto en su impresión, pocas obras pueden mencionarse.
Recurramos al trabajo ya relacionado en esta sección del Volumen II, realizado por Rosa María de Fernández, en el que mencionando los trabajos de los estudiosos de la bibliografía de la Novo Hispana, en los 300 años de la Colonia Joaquín García Icazbalceta, José De Paula Andrade y Nicolás León; nos presenta en el siguiente cuadro la producción de libros entre 1539 – 1821:
Avance De La Imprenta Durante El Período Colonial En El Virreinato De La Nueva España
http://ar.kalipedia.com/historia-mexico/tema/graficos-avance
PRODUCCIÓN BIBLIOGRÁFICA MEXICANA 1539-1821
SIGLO TITULOS OBRA AUTOR
Siglo XVI 118 Bibliografía Mexicana del Siglo XVI. J. García Icazbalceta.
2 ed. 1954 Millares Carlo
Siglo XVII 1394 Ensayo Bibliográfico del S.XVII. V.P. Andrade
Siglo XVIII 4000 Bibliografía Mexicana del Siglo XVIII. Nicolás León
12412 La imprenta en México J.T. Medina
2864 La imprenta en Puebla J.T. Medina
La pregunta obligada ante tan prolija producción de libros lo es ¿En donde están esos libros? En verdad los impresos Novohispanos se encuentran diseminados por diversas bibliotecas de México, Estados Unidos y Europa. Siendo necesario la ejecución de proyectos encaminados a recuperar este patrimonio escrito e histórico de México y América. Cuestión que ya se ha puesto en marcha en el país mexicano.
En síntesis hablar de la historia de la bibliografía Mexicana en la Colonia es un episodio del libro fascinante, pues en él observamos, como pese a las dificultades en la consecución de la materia prima, el papel, México fue pionera en la Producción del libro en América y fue el mojón para la difusión del mismo en el resto de las colonias de España, que conformaron el antiguo Imperio Español.
Es así, que al continuar en el recorrido de la imprenta en América, y siguiendo el orden cronológico establecido por los investigadores de este campo académico, nos detendremos en el Perú; país americano en el que se instala en 1576 la primera imprenta en Suramérica por parte de Antonio Ricardo.