EL LIBRO Y EL BIOS: ALGUNOS MOMENTOS EN SU HISTORIOGRAFÍA. LECTURA DESDE EL PARADIGMA ECOLÓGICO
(VOLUMEN II)
Germán López Noreña
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Centro de Producción Papelero Del Siglo XIII
www.asociacionbuxa.com/.../
Posteriormente, gracias a los árabes la elaboración del papel se extendió a Francia e Italia que lo produjeron utilizando lino desde el siglo XII. Del siglo XIII al siglo XVIII las técnicas de producción del papel no sufrieron mayores modificaciones, pero si se crearon verdaderos gremios productores de papel.
Es así como en este sentido las primeras noticias de los molinos papeleros en Europa las tenemos de la cuenca del Mediterráneo, sobresaliendo, entre otras, en este periodo la fábrica de papel con sede en Fabriano, en el siglo XIII en Italia.
Un molino papelero , en esta época era mucho más que un centro fabril. En verdad era una gran vivienda. Alrededor de ella habitaban, el propietario de la fábrica y las familias de los trabajadores. Las jornadas de trabajo no existían, ellas estaban determinadas por los pedidos a producir y a entregar, en tiempos estipulados por el comprador del papel.
Dándose de esta manera jornadas laborales agotadoras e inhumanas que llevaban a la muerte a muchos de los trabajadores ocupados en elllas, pues además de las extenuante e inhumana carga de trabajo se sumaban el ruido ensordecedor, la acentuada humedad y los malos olores.
En el siglo XV y XVI, fue el uso general de la camisa, lo que permitió que hubiera suficiente trapo o camisas viejas disponibles para fabricar papel a precios económicos y, gracias a lo cual la invención de la imprenta permitió que unido a la producción de papel a precios razonables surgiera el libro, no como una curiosidad sino como un producto de precio accesible.
La expansión de la tipografía en el siglo XV contribuyó a un gran auge comercial de la producción papelera, eclosión que logró desplazar al pergamino:
Las diferentes fibras vegetales, normalmente en forma de trapos viejos, constituyen la materia prima más importante en la fabricación de papel tradicional. Los trapos hervidos y lavados primero se machacan en un molino movido por fuerza hidráulica hasta convertirse en una pasta homogénea. Hay que procurar separar las fibras sin cortarlas demasiado. A finales del siglo XV en muchos molinos esta tarea se aceleraba dejando podrir los trapos, no sin perjudicar el producto final. En el siglo XVII los holandeses inventaron una máquina trinchadora a base de cuchillos que aceleraba mucho el trabajo del molino. En el curso del siglo XVIII este invento se adoptó en toda Europa y relevó paulatinamente el sistema tradicional. La pasta espesa se disuelve con agua en una tina. El operario sumerge la forma (el tamiz) en la tina y remueve todo el líquido con esmero. La forma es una especie de colador hecho de una fina malla de latón fijada en un marco de madera. La estructura de los alambres de latón deja una estructura en el papel, las verjuras1, que pueden ayudar a identificar su fabricante.
Mazos Desfibradores de trapo
www.grupoenciclo.com/.../economia/papel.htm
Después de remover el líquido, el operario saca la forma en posición horizontal, de manera que la mayor parte del agua se puede filtrar a través de las mallas del tamiz. Sobre el colador ya sólo hay una capa uniforme de pulpa. El operario golpea repetidamente al tamiz en diferentes direcciones, lo que facilita la salida del agua, pero sobretodo facilita un mayor entretejido de las fibras, necesario para la futura consistencia de la hoja de papel. Ahora la capa de papel se deposita sobre un tejido de fieltro. Para esta operación se quita la parte superior del marco de la forma y se vuelca sobre el fieltro, un poco como un flan sobre su plato. Cuando se ha obtenido una pila suficientemente grande de capas alternativas de fieltro y de papel, esta se introduce en una prensa, para sacar el agua sobrante y para reforzar la fibra. Luego las hojas de papel se cuelgan individualmente para su secado. Las hojas secas se sumergen en una solución de cola, que puede ser de origen animal o vegetal, lo que cierra los poros, de manera que se pueda escribir sobre el papel con tinta. Finalmente se suele alisar la superficie del papel. Antes se fregaba manualmente, ahora se usa una calandria, una prensa consistente de dos rodillos de acero que ejercen una gran presión sobre el papel que pasa entre ellos.
(M. Riat, 2006: Págs. 242-243)
Como era de esperarse, de inmediato se buscó la producción en gran escala del papel para dar cumplimiento a la alta demanda de este insumo para los libros y las tipografías, y la papelería necesaria para asuntos del Estado e instituciones privadas. En torno a este episodio de la historia del papel se dice, aunque sin confirmar, de la existencia de una maquina legendaria del siglo XVII, en la que se producía un papel de gran tamaño y en un alto volumen de producción.
Al tenor de las exigencias planteadas a la alta producción del papel y de buena calidad, entre 1798-1799 el francés Nicholas Louis Robert logró desarrollar una máquina que no solamente permitió la producción de hoja por hoja, sino también, en forma de cinta de gran longitud. Máquina, que permitía al papel enrollarse sobre una bobina; constituyéndose en lo que modernamente son las máquinas de producción de papel, pues estas no difieren mecánicamente de ésta, en mayores cosas.
El novedoso artefacto mecánico de Robert abarató los costos del papel y fue perfeccionada años más tarde por los hermanos ingleses Henry y Sealy Fourdrinier. Iniciándose la producción de papel en gran escala desde 1803 en Inglaterra y en 1818 en Alemania.
Versión Moderna De La Maquina De Robert
http://icarito.tercera.cl/especiales/dialibro/libro2.htm
M. Riat en su obra ya varias veces citada en la página 244, nos describe de manera general la producción del papel en la ya mejorada máquina de Robert, en los siguientes párrafos:
La pulpa fluye desde un depósito, en el que una hélice mantiene una buena homogeneidad, a través de una hendidura sobre una cinta transportadora permeable al agua que se mueve por encima de varios rodillos y atraviesa una zona sometida a vibraciones laterales constantes. Esta parte de la máquina se llama tela y corresponde analógicamente a la forma manual, la pulpa pierde gran parte del agua, las fibras se entrelazan y la capa delgada que penetra en la zona siguiente de la máquina, la zona de las prensas secadoras, el producto es comparable a la hoja que el fabricante artesano vuelca sobre la tela de fieltro. En la zona de las prensas el contenido de agua se rebaja a un 60 % y al mismo tiempo la estructura se refuerza.
En la próxima fase el papel se desliza bajo presión entre cilindros de acero calentados, lo que rebaja la proporción de agua a un 5 ó 10 %. Si se quiere obtener papel couché, especialmente indicado para la impresión de tramas finas, ahora la superficie se sella mediante cola almidonada o similar y se somete a la alta presión de unas calandrias. Finalmente el papel se envuelve sobre una bobina en la última fase de su fabricación.
Hasta el siglo XIX hace presencia hegemónica el trapo de color blanco de las camisas como materia prima para la producción del papel. Después fue necesario utilizar de otros colores, ante la escasez del blanco; siendo necesario la implementación del cloro para dar la tonalidad blanca al papel. Situación inicialmente causante de problemas en la calidad del papel:
Debido al creciente consumo del papel, la obtención de materias primas, que era casi exclusivamente de trapos viejos, empezó a constituir un serio problema, creándose una enorme desproporción entre la oferta y la demanda. Hay informes de todos los países sobre continuos conflictos entre papeleros y traperos. Muchos soberanos decretaron prohibiciones de exportación para proteger su industria. Por ello, ya desde el siglo XVII, se trabajó en la obtención de nuevas fibras papeleras. El naturista francés Réamur entregó, en 1719, un informe a la Real Academia de Ciencias de París sobre la forma en que las avispas elaboran sus nidos con un papel obtenido con fibras vegetales e impermeable al agua. El alemán Jacobo Chistian Shaeffer, entre 1765 y 1771, estudió la obtención de papel a partir de varios vegetales: vello de álamo, musgo, abeto, ortigas, cardo, etc; aunque no consiguió la fabricación de papeles blancos para escribir, demostró que estos materiales eran utilizables.
En 1777, K.W. Scheele descubrió el efecto del cloro para aumentar la blancura de la pasta de papel, por lo que se pudieron emplear, para su elaboración, trapos más gruesos y coloreados. A pesar de la escasez de materias primas, que fue cada vez mas creciente, tuvieron que pasar ciento veinticinco años, desde los primeros estudios de Reamur, hasta encontrar un nuevo material idóneo para la obtención del papel: la madera.
(Asenjo Martínez y Brinquis; Pág. 6)
Sólo hasta 1843 se da inicio a la utilización de la madera como materia prima para su producción. Friedrich Gottlob Keller, desarrolló un procedimiento que permitió la elaboración de papel usando como materia prima la madera. El método consistió en combinar la madera con fibras de trapos, logando con el tiempo hacerlo solamente de madera. Este último presentó problemas de calidad, al obtenerse una tonalidad amarillenta en el papel y ser supremamente quebradizo. Muy probablemente la mala fama de la calidad del papel del siglo XIX derivó de esta situación.
Dificultad, mejorada hacia el año 1867 gracias a las investigaciones del alemán A. Mitscherlich y el norteamericano B. C. Tilghman:
Se obtuvo una notable mejora substituyendo esta pulpa mecánica por la pulpa química, en la cual se separaba la celulosa pura de la madera. Alrededor de 1867 dos inventores […] crearon simultáneamente un procedimiento que permitía separar la celulosa pura químicamente. Cuando se habla de papel sin madera, uno no quiere decir que el papel se ha fabricado sin madera, sino que de la madera sólo se ha utilizado la celulosa pura.
(M. Riat, 2006: Pág. 245)
Desde entonces el papel se ha convertido en uno de los productos emblemáticos de nuestra cultura, elaborándose no sólo de trapos viejos o algodón sino también de gran variedad de fibras vegetales; además la creciente invención de colorantes permitió una generosa oferta de colores y texturas.