Gerardo Nicolás Contreras Ruíz
Ricardo Contreras Soto
Coordinadores
riconsoto@hotmail.com
La emergencia en el tiempo actual del reconocimiento de la multiplicidad de formas en que se expresa la vida humana en común, un encontrarnos ante diversos modos de ser, estar, actuar y comprenderse de lo humano en el mundo, ha venido a ampliar el margen en que se juega el pensamiento filosófico respecto de cuestiones que ocuparan la atención de un pasado lejano y reciente; a la vez, sobre problemas concernientes al ágil presente al que nos ha tocado asistir, antes sólo tenuemente vislumbrados. Si la filosofía ha de entenderse como una actividad cuyo sentido es más la búsqueda del saber que un saber concluido, una orientación para encontrar la verdad que un sistema de verdades, la cultura viene a ser el horizonte privilegiado de ese discurso. Sin embargo, en esto último hay que precisar que la cultura, antes que ser el objeto de un trabajo teórico o una reflexión general, es una condición del propio pensar filosófico, la filosofía como una praxis cultural. El vínculo entre filosofía y cultura es de reciprocidad, remite a un movimiento que va tanto de la cultura a la filosofía como de la filosofía a la cultura, es decir, la cultura es límite y condición de la actividad filosófica, a la vez que tema y espacio del pensamiento filosófico.
La composición múltiple de la condición humana, su pertenencia a plurales tradiciones culturales que confluyeran en el pasado y que coexisten en la actualidad, reclama de la acción filosófica una orientación abierta, contraria a cualquier pretensión de verdad última, de significación unívoca y uniforme, una concepción que tome a esa acción a la manera de un saber inmediato, abstracto y puro. Más que de una asunción de ese fenómeno complejo de la vida en común como un hecho, se trata de entenderlo en el margen del hacer de la filosofía como una realidad que ha de interpretarse. Más exactamente, el “hecho” de la multiculturalidad se da en un marco de comprensión e interpretación. Consideramos que es ese el sentido que traducen las reflexiones vertidas en los documentos que integran el trabajo colectivo que se ofrece a la consideración del lector. En ellas fluye un pensamiento crítico que problematiza, cuestiona, abre la interrogación sobre cuestiones y temas de referencia obligada para una aproximación mayor a la elucidación de la complejidad que acompaña los procesos de nuestros intercambios en el horizonte cultural. Todos ellos, a partir de sus intereses particulares, recorren el espacio disciplinar de la filosofía inscribiéndose en sus aspectos principales: Ontología, Epistemología o Teoría del conocimiento, Ética o filosofía práctica y Estética, para afrontar desde ahí temáticas insoslayables directamente vinculadas con el carácter plural de lo cultural.