Dr. Salvador Estrada Rodríguez
Dra. María de la Luz Martín Carbajal
Dr. Rubén Molina Sánchez
Coordinadores
riconsoto@hotmail.com
Generalmente se tratan de abordar los problemas económicos con acciones tecnológicas, pero separadas de la dimensión cultural. De tal manera que el problema es técnico y que es solo cuestión de implementar una estrategia o de cambiar una pieza. Esa disección entre cultura y tecnología ha salido costosa a México, ya que se sigue dependiendo de los países del primer mundo con su alta tecnología, sin que se haya construido esa plataforma simbólica y social que permita generar tecnología desde las prácticas de la vida cotidiana, las significaciones y las aspiraciones de los actores. Imitar solo traspola experiencias sin impacto social. Al margen, aislado, enajenado.
Imaginar con tecnología, es decir con creatividad, requiere espacios de aprendizaje temprana, formas nuevas de solucionar problemas, apropiaciones y desarrollos propios. Espacios de difusión de la ciencia y la tecnología, Universidades que estimulan la invención, procesos de síntesis que se diga que se está haciendo en otros países, pero también emprender rutas propias sin aislarnos.
La cultura de la investigación no nace espontáneamente en los doctorados, se debe generar en todo el proceso educativo. La ciencia popular tiene una contribución social importante, (ni los proyectos se deben de orientar a los aspectos productivos, solo), en los países con tecnologías la ciencia salió a las calles en ferias mundiales, en revistas, en proyectos educativos didácticos, programas de televisión, concursos, etcétera. Si nosotros analizamos la falta de invención científica tecnológica, veremos tramos donde no se articulan con la cultura y eso hace que falle.
Se habla hasta al cansancio de la triple hélice como mecanismo de impulso para la innovación y la competitividad, pero, con empresarios que viven en feudos – elites y que actúan egoístamente quieren dinero sin inversión a su personal, a su medio, a la educación e investigación, pasa a ser un discurso hueco. Este es un problema cultural “el empresario oportunista y marrullero”. La inversión y la generación en innovación requieren de acciones específicas y genéricas, formas de aprendizaje colectivas, cadenas de trasmisión de conocimiento, valoración simbólica.