José López
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Algunas ideas para mejorar la lucha por la Tercera República.
En momentos tan duros como los actuales, es imprescindible que el movimiento republicano se haga oír más que nunca. La Tercera República debe ser vista por la ciudadanía en general como la necesidad de desarrollar la democracia, como la alternativa concreta realista a corto plazo que permita aumentar notablemente las posibilidades de resolver los grandes problemas que preocupan y afectan directamente a los ciudadanos. La crisis sistémica actual representa una oportunidad histórica única para que el pueblo se conciencie definitivamente. El movimiento republicano debe intensificar la ofensiva. Para ello es imprescindible la autocrítica y el debate sobre cómo mejorar la lucha. Hay que “pisar el acelerador”. La lucha por la Tercera República debe ser prioritaria, debe generalizarse y debe hacerse en todos los frentes.
Para combatir la monarquía, hay que combatir el “Juancarlismo”. La monarquía actual se sustenta en la imagen transmitida a la población sobre el actual monarca. Hay que deshacer esa falsa imagen que han transmitido. No hay que pensar que con la muerte del actual rey vendrá automáticamente la República. El sistema de propaganda monárquico procurará, como ya hizo con Juan Carlos, justificar la institución por la siguiente persona que ocupe el cargo. Debemos evitar que al “Juancarlismo” le suceda el “Felipismo”. Debemos deshacer la propaganda monárquica desenmascarándola ya mismo, contra informando, apelando a la desconfianza natural de la gente hacia el poder, haciéndola pensar. A diferencia de Felipe, su padre ha cometido ya, presuntamente, graves errores que pueden y deben acabar con la institución monárquica (ésta es de hecho la principal preocupación de los poderes fácticos y de los partidos políticos que la apoyan). No se trata sólo de denunciar el carácter anacrónico e intrínsecamente antidemocrático de la misma, sino que además, y sobre todo, se trata de denunciar el mal uso hecho de ella por el actual inquilino. En mi anterior artículo En busca de la Tercera República, ya expuse mi opinión sobre la estrategia general a emplear en la lucha por la República. Me propongo ahora, humildemente, plantear algunas ideas concretas y factibles a corto plazo para que los republicanos consigamos hacer oír nuestra voz de forma más efectiva en estos tiempos que se avecinan de cierta agitación social.
1) Hay que simultanear manifestaciones y actos públicos. Las manifestaciones por la República deben celebrarse simultáneamente en las principales ciudades de todo el Estado y en horas punta en las que haya más gente en la calle. Por ejemplo, un sábado de abril hay más gente a las 7 o a las 8 de la tarde que a las 6 (hora casi de sobremesa). Hay que llamar la atención de toda la ciudadanía y de todos los medios de comunicación. Frente a la censura Real, hay que crecerse, hay que unirse, hay que coordinarse.
2) Hay que promocionar más las manifestaciones y actos públicos. La mayoría de la gente no se entera de su existencia. Los días anteriores hay que movilizarse en todos los frentes para informar a la ciudadanía sobre dichos actos. Hay que recurrir a las octavillas en la calle, sobre todo en el centro de las ciudades, a colocar pegatinas en los puntos más concurridos de las mismas, incluidos los medios de transporte, etc. Hay que promocionar activamente los actos a celebrar en Internet (tanto en sitios afines, como sobre todo en los foros de los diarios más conocidos), en las radios libres, etc. Y hay que hacerlo con varios días de antelación, intensificando la campaña a medida que se acerca la fecha.
3) En las manifestaciones conviene usar lemas más contundentes y menos “inofensivos”. Se trata de que las personas que acudan a las mismas (muchas de ellas quizás sólo por simpatía con la causa, pero sin mucha información sobre la necesidad y urgencia de traer la República a España), o de que las personas que se las encuentren por casualidad (por esto es importante celebrarlas en lugares céntricos y concurridos de las ciudades), se enteren de ciertas cosas que no hayan oído nunca. Hay que recordar que la inmensa mayoría de los ciudadanos está poco o mal informada sobre los graves déficits de nuestro sistema “democrático” actual, que sólo se informa a través de los medios oficiales, que no conoce la prensa alternativa.
En particular:
• Hay que resaltar que la monarquía actual es antidemocrática, que es heredera de una dictadura, que practica censura, que es inadmisible que el Jefe de Estado, además de no poder ser elegido por el pueblo, esté por encima de la ley y sin control.
• Hay que resaltar que la monarquía le sale cara al pueblo, que nuestro rey cobra mucho más que el presidente de cualquier república de nuestro entorno mientras que no tiene prácticamente responsabilidades, que mientras los trabajadores pagan la crisis con la congelación salarial o el desempleo, a nuestro rey le suben su, ya de por sí escandaloso, sueldo, etc.
• Hay que resaltar que ha habido denuncias públicas contra el actual rey que no están siendo investigadas. Que se está investigando a los acusadores en vez de al acusado. Que los medios de comunicación de masas ocultan dichas acusaciones así como las propias manifestaciones por la Tercera República. Hay que hacerle ver al ciudadano que curiosea alrededor de nuestros actos, que no es casualidad que no vaya a poder ver en la tele que se produjeron los mismos. Se trata de informarle de que son censurados sistemáticamente, de que en nuestra presunta democracia hay censura, de que la libertad de expresión, de prensa, no se cumple. En definitiva, hay que resaltar que la monarquía está blindada, legal y mediáticamente, y que esto es inadmisible en una democracia.
• Hay que resaltar que el sistema está podrido, que no puede aspirarse a una vivienda digna, a un empleo digno, a una sanidad digna, mientras el poder no sea del pueblo, mientras no tengamos verdadera democracia. Que no es casualidad que la crisis golpee más fuerte en España, que no es casualidad que tengamos más paro o más corrupción. Menos democracia implica más paro, más corrupción, más desigualdades, más crisis. La falta de democracia afecta directamente a las condiciones de vida cotidianas de los ciudadanos.
• Hay que resaltar los déficits de nuestra “democracia” actual: falta de independencia de poderes, falta de transparencia, falta de control de la gestión pública, falta de libertad de prensa, falta de laicidad del Estado, inexistencia de igualdad de oportunidades, justicia al servicio del poder, ley electoral injusta, represión, torturas, incumplimiento de los derechos sociales reconocidos en la Constitución actual, falta de democracia en las empresas, y sobre todo hay que resaltar que el poder económico controla toda la sociedad. Hay que resaltar que se reprimen, cada vez más, movimientos populares indiscutiblemente democráticos (tanto por lo que defienden como por cómo lo hacen), como por ejemplo, el movimiento por una vivienda digna. Hay que destacar los casos de compañeros perseguidos, encarcelados, que sufren en sus propias carnes la desproporción de una “Justicia” que se ceba con ellos, mientras grandes banqueros o políticos corruptos se ríen de ella, por no hablar de nuestro rey, que ni siquiera es investigado, a pesar de las graves acusaciones vertidas contra él. Hay que denunciar la persecución de la izquierda abertzale, pero al mismo tiempo, condenar el terrorismo y toda complicidad con la violencia, venga de donde venga. Hay que reivindicar la lucha pacífica. El republicanismo debe demostrar que es un movimiento democrático y pacifista. Hay que ser coherentes y, a la vez que apoyar a Cuba en su soberanía, a la vez que condenar su injusto y desproporcionado bloqueo, condenar también sus déficits democráticos y contribuir a erradicarlos por el bien de su revolución. Un régimen donde su cúpula permanece invariable, donde el poder es transmitido entre hermanos, como si perteneciera a una dinastía “monárquica”, no puede considerarse democrático (aunque en ciertos aspectos su “democracia” sea más participativa que la nuestra). El movimiento republicano debe dar imagen de coherencia ante la ciudadanía. Si criticamos nuestra “democracia” entonces también hay que criticar las deficiencias de otras “democracias”. Más nos vale solidarizarnos con la revolución bolivariana exportada desde Venezuela hacia otros países de Latinoamérica. Afortunadamente, en dichos países, la democracia sí parece estar dando pasos importantes hacia un sistema donde el poder resida realmente en el pueblo. La izquierda debe aprender de sus errores para volver a tener credibilidad ante la ciudadanía, para dejar de ser marginal (ver el capítulo “Los errores de la izquierda” de mi libro “Rumbo a la democracia”).
• Hay que resaltar que los medios de comunicación más conocidos ocultan y manipulan sistemáticamente la verdad. Hay que instar al ciudadano a informarse por otros medios, hay que informarle de la existencia de prensa alternativa en Internet. Hay que insistirle en que para saber la verdad, es imprescindible contrastar entre versiones opuestas. Hay que hacerle ver que dichos contrastes hay que hacerlos entre la prensa oficial y la alternativa. Que los diarios oficiales dependen del mismo poder económico y por tanto son poco plurales. Hay que hacerle ver que los medios de comunicación de masas intentan distraernos con cuestiones secundarias para no hablar de las causas de fondo de los problemas.
• Hay que resaltar que organismos internacionales denuncian a España por sus déficits democráticos. Que Amnistía Internacional y la ONU han instado a nuestros distintos gobiernos (hasta ahora infructuosamente) a poner medios para evitar las torturas y los malos tratos policiales, que abogados europeos han pedido el cierre de la Audiencia Nacional, tribunal de excepción heredado del franquismo, que Amnistía Internacional ha denunciado la impunidad de los crímenes del franquismo, que la ONU ha recomendado derogar la ley de amnistía de 1977, etc.
• Hay que resaltar la impunidad del franquismo. Que mientras que en otros países se declararon ilegales regímenes dictatoriales anteriores y se juzgaron los crímenes cometidos por ellos, aquí en España el franquismo no ha sido aún declarado formalmente ilegal, ni se han juzgado los crímenes cometidos, ni siquiera se ha perdido perdón por los mismos. Hay que resaltar que los crímenes contra la humanidad nunca prescriben y no deben quedar impunes. Que no es posible pasar página si no se hace justicia. Que no es posible construir un futuro mejor sin corregir los errores e injusticias del pasado, latentes aún en el presente. Que, como dijo Amnistía Internacional, para pasar página primero hay que leerla.
• Hay que resaltar que el pueblo tiene derecho a elegir entre república y monarquía mediante un referéndum, que se le obligó en su día a aceptar conjuntamente “democracia” y monarquía sin dar ninguna oportunidad a la república. Ésta debe ser una de las principales reivindicaciones en todos los actos del movimiento republicano.
• Hay que resaltar que república significa más democracia y por tanto más libertad y justicia y por tanto mejores condiciones de vida para la inmensa mayoría. Hay que insistir en que la República es NECESARIA. La República debe suponer la necesaria regeneración democrática de nuestro país. Hay que adaptar nuestro discurso a los tiempos actuales, no debemos empeñarnos en agarrarnos a viejas fórmulas que, desgraciadamente, “venden” poco ante el gran público. Si bien es importante defender también el socialismo o el derecho de autodeterminación, hay que dar prioridad a ideas más aceptadas por el gran público como libertad o igualdad. Es imprescindible que aparezcan las palabras democracia y referéndum en los principales carteles de las cabeceras de las manifestaciones. La gente debe asociar república a democracia. La gente debe tener claro que exigimos más democracia, que reivindicamos la República pero no queremos imponerla. Si somos un movimiento democrático, debemos demostrarlo ejemplarmente. Reivindicamos que el pueblo pueda elegir por fin explícitamente entre república y monarquía, en igualdad de condiciones. Queremos alcanzar la Democracia de forma democrática, dando el máximo protagonismo al pueblo. Por esto debemos reivindicar un referéndum libre y justo.
Por ejemplo, lemas más contundentes serían:
• Por la verdadera democracia, Tercera República.
• No a la monarquía antidemocrática, no a la monarquía franquista impuesta.
• No a la censura Real, no al blindaje mediático y legal de la monarquía.
• Referéndum por la República, ya.
• Por un debate público y libre sobre el modelo de Estado.
• Más democracia, menos corrupción. Por la igualdad ante la ley.
• Libertad, igualdad, fraternidad.
• Socialismo = democracia económica.
• Por la democracia participativa y directa.
• Por que los derechos humanos no sean papel mojado.
• Que investiguen al Rey. Sin transparencia ni control no hay democracia.
4) En las manifestaciones hay que repartir octavillas, especialmente a los curiosos, no tanto a los que acuden a las mismas, no tanto a los que ya estamos concienciados sobre el tema. Se trata de ganar adeptos a la causa, de convencer a ciudadanos que no están informados. Éste debe ser el objetivo principal de estas manifestaciones, que cada vez se apunte más gente a la causa republicana. Sería deseable no abrumar al ciudadano con exceso de octavillas. Sería recomendable que todas las organizaciones que participan en cualquier manifestación se pusieran de acuerdo para repartir una sola octavilla con las principales ideas (resumidas y concisas), por ejemplo con el manifiesto conjunto, y también sería deseable promocionar ciertos libros, ciertas páginas de Internet (de organizaciones republicanas, de prensa alternativa, etc.) que despierten la curiosidad del ciudadano para que se pueda informar más sobre el tema. Pero no hay que abrumarlo de exceso de información desorganizada, si no lo “espantamos”. Tenemos que saber “vender la causa”, hay que usar ciertas tácticas de “marketing”. Además, sería deseable que al acabar los actos, se repartieran las octavillas por los alrededores a los transeúntes, hasta agotarlas. En las octavillas repartidas hay que indicar también que se celebran todos los años manifestaciones en las mismas fechas y que dichos actos son censurados sistemáticamente por los medios de comunicación de masas, especialmente la televisión.
5) En las manifestaciones, además de a los cánticos, es necesario también recurrir a las arengas. En éstas, se debe informar al ciudadano sobre cuestiones que no conoce, se debe concienciar sobre la inexistencia de auténtica democracia, en particular, se deben emplear los lemas mencionados anteriormente. También es imprescindible que estemos todos más activos en las manifestaciones. Estamos muy “apagados”, demasiado tímidos. Se ve poco entusiasmo, poca fe en las reivindicaciones. Debemos ser más combativos, pero siempre con métodos pacíficos, sin extralimitarnos, sin dar excusas a las fuerzas policiales para intervenir. Tenemos que denunciar claramente al sistema pero con cuidado de no caer en sus trampas, sin llegar a la “injuria”, tan deseada por él para reprimirnos, para amedrentarnos, para desprestigiarnos. Debemos estar más convencidos de nuestras reivindicaciones. Debemos transmitir seriedad, ilusión y entusiasmo. ¿Cómo vamos a convencer a los ciudadanos que nos ven, si nos manifestamos casi en silencio, si prácticamente nos limitamos a pasear y nos conformamos con agitar, apenas, las banderas, si nos limitamos a poner una cinta pregrabada con nuestros cánticos, no digamos ya si nos ven (a unos pocos) haciendo el “botellón”?. Debemos ser más serios a la hora de manifestarnos, si no, estamos condenados a que nos vean sólo como unos cuantos nostálgicos e idealistas que se limitan a reunirse un par de veces al año, si no, nuestras manifestaciones se convierten casi en actos semi-lúdicos, en actos puramente sociales. No nos engañemos, muchos de los que nos ven “desfilar” piensan que somos “cuatro pringaos”, que no tenemos nada que hacer. No imponemos respeto, no damos miedo al sistema. Éste no se siente para nada amenazado ante semejante “movimiento” republicano desunido, descoordinado, tímido y autorreprimido. Si somos la vanguardia del pueblo, si se supone que somos más activos, si se supone que somos más luchadores, debemos demostrarlo. ¡Pobre sociedad ésta en la que el espíritu de lucha sólo permanece, bajo mínimos, en una minoría que resiste, minoría que muestra poca fe en lo que reivindica! Si queremos combatir la pasividad del conjunto de los ciudadanos, debemos primero combatir nuestra propia pasividad, nuestra pereza, nuestra comodidad, nuestra timidez.
6) En los días siguientes a las manifestaciones, hay que denunciar, en todos los frentes, especialmente en Internet, y especialmente en los foros de los diarios más conocidos, las posibles censuras informativas sobre las mismas. Son ocasiones muy buenas para que la gente vea que se practica censura sistemática. Es una forma muy clara de que el ciudadano vea que esto no es realmente una democracia. Es una oportunidad de ir ganando adeptos a la causa. Hay que aprovechar todas las ocasiones en las que el sistema se pone en evidencia.
7) Los militantes de los principales partidos políticos y sindicatos deben presionar a sus dirigentes para acudir a las manifestaciones. No puede ser que a la manifestación por la Tercera República, no acudan (o sólo acudan algunos), por ejemplo, los dirigentes de IU o del PCE. No sólo deben movilizarse todas las organizaciones republicanas, también deben hacerlo todos los partidos políticos y sindicatos que apoyen el republicanismo. No sólo se trata de enviar a las manifestaciones a las juventudes correspondientes, hay que movilizar a toda la militancia, dando protagonismo especialmente a la más experimentada. El movimiento republicano da imagen de inocencia, de estar poco maduro, de estar demasiado “verde”. Sin unidad ni movilización generalizada, no tenemos nada que hacer.
8) Hay que promocionar la causa republicana también en manifestaciones que no tengan que ver exclusivamente con la República, en todas aquellas ocasiones en las que haya que defender causas justas. En las manifestaciones contra la crisis, contra la guerra, contra la precariedad laboral, contra los despidos, contra la privatización de los servicios públicos, etc. En las reivindicaciones laborales y en las huelgas, junto a los sindicatos, aunque tengamos poca fe en ellos. En las reivindicaciones políticas, junto a los partidos políticos de masas. Es especialmente importante estar también en aquellos actos de la presunta “izquierda”, la causa republicana debe también expandirse entre los militantes y votantes del PSOE, muchos de ellos engañados por sus dirigentes, por las siglas, por las etiquetas. Asimismo, también debe promocionarse la causa republicana entre los seguidores de todos los sindicatos. Debemos acudir a donde esté la gente, allá donde haya “potenciales” republicanos. El ciudadano debe acostumbrarse a ver banderas republicanas siempre que vea alguna protesta popular. Es especialmente importante que la causa republicana sea cada vez más conocida por toda la ciudadanía y por tanto hay que llevar las banderas y hay que repartir panfletos de propaganda republicana allá donde acuda la ciudadanía. Esto ya se viene haciendo en parte desde hace tiempo, pero hay que hacerlo aún mucho más, hay que intensificar la propaganda republicana ahora que se avecinan movilizaciones populares. Éste es el momento de “poner toda la carne en el asador”. Quizás no tengamos otra oportunidad.
En definitiva, se requiere más activismo (en la calle y en Internet, a nivel colectivo y a nivel individual), más organización, más unidad, más coordinación (sobre todo a nivel estatal), más contundencia, más presencia en los actos de masas, más entusiasmo, más fe en las propias posibilidades del movimiento republicano. Debemos ir aprendiendo de nuestros errores, para que cada manifestación sea más concurrida, para que el movimiento republicano siga creciendo, para que la República esté cada día más cerca. No debemos olvidar que el objetivo principal de toda manifestación por la República es ir ganando adeptos, y todos nuestros esfuerzos deben concentrarse en dicho objetivo. Es verdad que tenemos pocos medios, pero debemos precisamente por esto, gestionarlos mejor. No desperdiciemos las octavillas repartiéndolas a los que sabemos que ya están con nosotros, compartamos gastos entre todas las organizaciones para hacer una octavilla conjunta, para hacer una única pegatina de promoción de nuestros actos, usemos Internet, hagamos más ruido, proclamemos bien en alto nuestros argumentos, seamos más insistentes. Hay que concentrar los recursos sobre todo en la promoción (de los actos antes de realizarlos, de la causa republicana entre los que no la conocen). Es decir, la propaganda debe priorizar todos nuestros esfuerzos y medios. Hay que concienciar a los ciudadanos sobre la falta de democracia, hay que informarles de aquello que nosotros sabemos pero ellos no. Hay que “despertar” al ciudadano medio. No es suficiente con agitar las banderas tricolores. No es suficiente con pasear un par de veces al año por el centro de Madrid, como si paseáramos por el Retiro.
¡La República hay que traerla, no vendrá sola! ¡Ante las dificultades, debemos crecernos! ¡Impliquémonos todos activamente! ¡Mejoremos la lucha! ¡Desprendámonos del sectarismo y del dogmatismo! ¡Seamos abiertos a la crítica constructiva!