Emiliano Mansilla Pizá
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El ser humano en muchas ocasiones no se da cuenta ni siquiera en su término, lo que en su vida ocurrió; en otras tantas pasa en forma desapercibida por las diversas etapas que corren desde la niñez hasta la edad madura pasando por la pubertad y la adolescencia; pero en otras tantas existen acontecimientos que le permiten experimentar cambios radicales ya sea en bien o en perjuicio de su desarrollo pero que siempre le dejan una marca a partir de la cual puede señalar lo que sucedió antes y después de la misma, su comportamiento y forma de pensar antes y después de ese hecho, es decir, son cambios que se convierten en parte aguas significativos en su existencia.
Pues bien, la elaboración de una tesina como la que se presenta, es para quienes la formulan por primera ocasión un verdadero parte aguas o punto a la vez final y de inicio de una nueva etapa en nuestro desarrollo que nos acerca más a la cúspide de nuestro crecimiento intelectual.
Antes, cuando pequeños, allá en la época de preescolar, tal parecía que las tareas (por lo general dibujos, muñequitos de plastilina y otras artes manuales), lo eran para los papás entre los que se daba una franca competencia para ver quien entregaba el mejor elaborado, con la más alta tecnología y por supuesto más bonito pero muy lejos del alcance y capacidades de los niños obligados a realizarlos y así sucedía inclusive en la primaria. Más adelante en las épocas de secundaria y preparatoria se presentan cambios sustanciales, se leen libros, se compran monografías, se consiguen artículos de investigación, se consulta e interrnet y en el mejor de los casos se realizan resúmenes, se presentan ideas y se formulan algunas aportaciones, pero en la mayoría de ellos se acude al clásico “copy paste” (recurso de copiado y pegado) y se entregan trabajos hermosamente presentados en busca de la aceptación del profesor mas por su vista que por su contenido.