DESARROLLO DEL ANÁLISIS FACTORIAL MULTIVARIABLE APLICADO AL ANÁLISIS FINANCIERO ACTUAL
Alberto Ibarra Mares
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Con respecto a los valores utilizados dentro de los ratios, sabemos que toda empresa tiene dos tipos de valores: valor contable y valor de mercado. El primero es el coste histórico menos las depreciaciones y amortizaciones y así se establece que se tienen que elaborar los estados financieros. En cuanto al valor de mercado, éste es el precio en que se adquiere el activo o pasivo en el mercado.
El valor contable puede ser inferior o superior al valor de mercado y pocas veces coinciden. La diferencia entre estos dos tipos de valores varía dependiendo del tipo de activo o pasivo. En el caso de la tesorería la diferencia es cero. Sin embargo, en el caso de los activos fijos la diferencia siempre tiende a ampliarse. Para los pasivos se establece la cantidad que se ha prometido pagar. En la medida en que la empresa sea o no solvente, el pasivo tendrá un valor contable mayor o menor respecto al valor de mercado, por ejemplo, la deuda a corto plazo de una empresa insolvente (en sus pasivos de pagos) tiene un valor contable mayor a su valor de mercado. También podemos decir que el valor de mercado de un pasivo a largo plazo puede ser superior o inferior al valor contable.
Respecto al capital social, las diferencias entre ambos valores aún pueden ser mayores con referencia a las que existen entre el activo y pasivo. Según Brealey, Myers y Marcus (1998: p.32), lo más importante del capital social es su valor de mercado y no su valor contable, pues el primer tipo de valor es el precio en que el accionista puede vender sus acciones.
En diversas operaciones financieras, las empresas han intentado expresar el balance en valores de mercado y no contables, es decir, el contable excluye los valores históricos y sus amortizaciones. Entonces la diferencia existente entre el activo y el pasivo (a valor de mercado) es igual al valor de mercado de los derechos de capital de los accionistas. Así, el precio de las acciones es simplemente el valor de mercado de los accionistas dividido por el número de acciones en el mercado.
6. Evolución de la Contabilidad para Base de Datos de Ratios.
La contabilidad, que constituye un sistema de información y la base de datos para calcular los ratios, es una técnica que sirve para registrar todas las operaciones identificables y cuantificables que lleva a cabo una empresa de forma sistemática, cronológica y estructurada. Esto con la finalidad de producir indicadores para la toma de decisiones sobre la financiación, inversión, riesgo y política de dividendos.
Esta información se comprime o sintetiza aún más para dicha toma de decisiones a través de los coeficientes o ratios. Si dicha información (que viene sintetizándose desde los asientos de diario y mayor) pierde validez y confiabilidad, entonces los resultados del análisis financiero no sirven en el mundo real de los negocios. Entonces para una correcta toma de decisiones es necesario desarrollar un sistema de información integral empresarial confiable basado principalmente en el sistema contable. Sin embargo, desde el enfoque de la contabilidad positiva, en el contexto interno y externo de la empresa existen variables que constantemente distorsionan la utilidad y confiabilidad de la información empresarial. En el caso particular del sistema contable, el efecto window dressing o contabilidad creativa (que consiste en una serie de técnicas para manipular la contabilidad) se ha convertido en uno de los principales y más complejos problemas internos de distorsión del sistema de información integral empresarial. Además, su efecto negativo aumenta al interactuar con otras variables exógenas que crean mayor riesgo a la empresa (por ejmplo: la inflación, la devaluación de la moneda y la variación en las tasas de interés).
En la contabilidad de las empresas es común que se presenten diversos grados de distorsión, tanto en los conceptos como en las cifras, lo cual provoca que la información financiera pierda parte de su utilidad. También otros problemas muy importantes, y que son independientes del contexto interno de la empresa, son originados por la excesiva heterogeneidad de la terminología y el desacuerdo en las cuantificaciones contables. Ambos elementos constituyen una clara muestra de la todavía deficiente estructura básica de la teoría contable, que impide que a su vez se le utilice como una base de datos fiable para desarrollar ratios financieros eficientes para la toma de decisiones.
Dentro de la práctica contable muchas de las operaciones comerciales y financieras varían en su complejidad entre las empresas. Esto dependiendo del grado de dificultad para obtener la información cualitativa y cuantitativa. En el caso de la empresa moderna, la observación inmediata del fenómeno medido no es tan fácil en muchas de sus operaciones y entonces la información cuantitativa resulta errónea o compleja .
Según Stevens (1982), esto se debe a que los principales usuarios del sistema contable, aunque perciben su subjetividad, erróneamente se han convencido de que la contabilidad refleja con exactitud la situación real de un negocio al utilizar números detallados y formatos ordenados de clasificación e interpretación basados en principios y normas . En cambio el experto contable al ir desarrollando su trabajo, se encuentra en repetidas ocasiones con serias limitaciones, ambigüedades y contradicciones en sus métodos e instrumentos de trabajo que le impiden certificar la utilidad y fiabilidad de los estados financieros. Un método para tratar de dar solución al anterior problema surge a partir del estudio y comparación entre las categorías que forman la estructura ideal y básica sobre las que se fundamenta la teoría contable, y que se ha denominado “contabilidad normativa”. Por otra parte, es importante considerar otro criterio, que se refiere a los conceptos y técnicas más populares sobre las que se desarrolla la técnica contable, y es el enfoque de la “contabilidad positiva”. Ambos elementos se analizan a continuación
Actualmente se reconocen tres características fundamentales que tiene que presentar la información contable: utilidad, confiabilidad y provisionalidad. Dichas características surgen del proceso de cuantificación, que va desde la obtención y transformación de datos, hasta la generación y presentación de la información financiera en reportes y ratios. Sin embargo, dicha información no tiene una única presentación, sino que se estructura con base a los objetivos informativos que desea el usuario. Esto implica que sólo una parte de la realidad sea de interés como objeto de análisis y a este enfoque se dirige la contabilidad positiva.
Friedman (1953) fue de los pioneros en utilizar el término de “positivo” en los círculos de estudio contables a mediados de la década de los setenta. Posteriormente, esta idea se continúo desarrollando por parte de Watts y Zimmerman (1978) y a través de los trabajos elaborados en la Universidad de Chicago por parte de los australianos Ray Ball y Philip Brow (1968). Éstos últimos utilizaron para sus trabajos una serie de métodos de investigación empírica aplicados en finanzas.
Anteriores a estas investigaciones, los trabajos académicos sobre contabilidad eran exclusivamente normativos, y como apunta Monterrey(1998): “ninguno intentaba explicar el mundo real de la contabilidad”. Según Watts (1995) el cambio curricular en las grandes escuelas de negocios estadounidenses (entre la década de los cincuenta y hasta principios de los setenta) fue impulsado sobre todo por la “Fundación Ford” y la “Carnegie Corporation”. Ambas instancias se encargaron de cambiar los programas MBA cuya tendencia era marcadamente normativa. A cambio propusieron una investigación que tratara sobre cómo hacer negocios en el mundo real. Este hecho impulsó en definitiva el enfoque positivista de la contabilidad, más aún cuando el Comité de Programas de Doctorado de la Asociación Americana de Contabilidad (“American Accounting Association´s Committe on Doctoral Programs”) también dictó una orientación positiva de su investigación. Por otra parte, en 1963 la Universidad de Chicago y la London School of Economics iniciaron la publicación del Journal of Accounting Research. En estos trabajos se comenzó a reforzar el enfoque positivista de la contabilidad a través de la limitación de la práctica excesiva de normatividad, la cual generalmente proponía soluciones contables específicas. Por otra parte, se reconoció que información contable no debería se ser considerada como un producto neutral.
En los países no sajones la orientación clásica de la investigación contable, generalmente se dirigió al estudio de la regulación contable, y en específico se ha centró el interés en el proceso de producción de la información financiera más que en su análisis financiero. Ambos enfoques responden a una contabilidad positiva que se sustenta sobre dos fundamentos básicos que son: a) la moderna teoría financiera y b) la teoría de la firma.
En la primera teoría se establece la hipótesis de la eficiencia. Sus precursores fueron Ball, Brow y Beaver (1968) quienes a través de sus trabajos analizaron la respuesta del mercado de capitales a la información contable. También Ball y Brow estudiaron la asociación existente entre los precios de las acciones y los resultados contables de las empresas (Monterrey1998: p. 436).
Con respecto a la Teoría de la Firma, que establece el conflicto que existe entre propietarios y directivos (Coase:1937), considera que la contabilidad no es un producto neutral y sí un factor que origina fenómenos distorsionadores del sistema de información empresarial, como es el caso del efecto negativo del “window dressing”. Este tipo de efecto da origen a dos tipos de contabilidades dentro de la dinámica empresarial que son: 1) la denominada contabilidad creativa, y 2) la que jurídicamente se sanciona en las leyes como contabilidad del fraude. Ambos tipos de contabilidades se producen actualmente más por un deseo malintencionado que por la falta de una estructura normativa y conceptual. Aunque es importante reconocer que en no pocos casos dicha normativa y estructura es aún deficiente en ciertas cuentas. Por su parte Lev (1989) aportó nuevos elementos para ampliar el concepto de la contabilidad positiva y expuso el escaso papel que la información contable y sus respectivos ratios desempeñan en el mercado de capitales. Según él el resultado contable no constituye una buena medida de la capacidad de creación del valor de una empresa dada su alta probabilidad de manipulación. Para Lev en cambio, los pronósticos de los analistas y las expectativas creadas por los participantes en el mercado son los que realmente provocan los movimientos en las cotizaciones, y por tanto, los precios son los que originan cambios en los resultados y no a la inversa. Otros trabajos como los de Ohlson (1992) sugirieron que las causas que explican el bajo contenido informativo de la información financiera y los ratios se deben a que, el resultado contable anual mide la capacidad de creación del valor de las empresas en un plazo muy corto y con varios errores. Además, en el caso de los modelos predictivos, cuando se utiliza a los resultados acumulados de varios ejercicios como variable explicativa, éstos aumentan el grado de error en las mediciones según lo demuestran los resultados de sus investigaciones.
La contabilidad creativa es un sistema legal que aprovecha las deficiencias del sistema normativo contable y está designado para necesidades a corto plazo y de uso transitorio para alcanzar diversos objetivos. Respecto a la contabilidad fraudulenta, la podemos definir como aquella que se sale de los márgenes normativos y jurídicos permitidos por la ley y comúnmente no pretende reflejar la realidad financiera de la empresa a sus usuarios. Amat (1996: p.20) ha hecho una observación interesante sobre las similitudes y diferencias entre la contabilidad creativa y la contabilidad del fraude. Primero afirma que en ambos casos existe la intención de engaño así como una necesidad real de dar respuesta a dificultades financieras en una determinada empresa. La diferencia radica en que la contabilidad creativa no es ilegal en sí misma. Sin embargo, si presenta una deficiente calidad profesional y ética que puede ser la “antesala” hacia la contabilidad del fraude.
Stevens (1982, p.87) ha definido este fenómeno así: …”es una ecuación que siempre pierde al lego a pesar de que su teoría es muy sencilla”. Griffiths (1986: p.11) por su parte considera que la contabilidad creativa es en realidad un “fraude completamente legítimo” , ya que las empresas normalmente manipulan los beneficios y en la práctica ningún contable desconoce este campo exigido por la realidad empresarial. Amat (op.cit.,p.12) opina que en la práctica la contabilidad creativa es un hecho generalizado. Por su parte Griffiths considera que la manipulación de la contabilidad presenta ciertos elementos centrales como: la flexibilidad que dan los principios de contabilidad generalmente aceptados, la imprecisión o “lagunas” de las reglas contables y la falta de homologación de los procedimientos de auditoria.
La contabilidad creativa sirve también para retrasar y suavizar la evidencia de las malas marchas del negocio pero no garantiza su eliminación, y a largo plazo puede llevar a las empresas con altas cotizaciones en sus acciones a estrepitosos desplomes en sus precios. Es aquí donde las cifras producidas por el efecto window dressing cobran una mayor relevancia, al tener el inversor y acreedor que tomar decisiones más acertadas ante unas cifras que no son un fiel reflejo de la empresa. Por otra parte, la auditoría externa tampoco ha sido el elemento capaz de garantizar la fiabilidad de las cifras e informes financieros, y tal es así, que actualmente auditores de grandes corporaciones han popularizado la práctica de contratar seguros de indemnización para protegerse de reclamaciones sobre el riesgo de sus auditorias, pues aún está por resolverse el alcance de la responsabilidad o “irresponsabilidad” limitada del auditor externo.
La contabilidad creativa en realidad no puede ser totalmente descubierta, pues la ley permite una serie de transacciones económicas y financieras que pueden estar registradas fuera de balance. Los importes de estas operaciones en ocasiones son muy significativos y hasta más altos en comparación con las partidas que componen el balance general. Esto provoca que los ratios no reflejen en su conjunto todos los eventos financieros de la empresa. Lo anterior a llevado en repetidas ocasiones a que los analistas tengan una total falta de credibilidad en las cuentas anuales de algunas empresas o sectores económicos que producen información financiera.
También es importante recordar que en ciertos países con grandes problemas económicos, se ha permitido ciertas prácticas de contabilidad creativa entre las empresas foráneas a través de especies de “paraísos fiscales” para resolver otro tipo de problemas, tales como la escasa oferta de empleo o la falta de inversiones productivas en el país. Así, la mayor flexibilidad de ciertos criterios contables parece ser que se convierte en un elemento antagónico respecto a la razonabilidad y fiabilidad de la información financiera. Griffiths (1986: p.18) dice que en este caso, lo único que se exige a las cuentas de las empresas es que sean más que nada un fiel reflejo de la realidad, pero sin embargo añade que “nadie a llegado a definir del todo lo que esto significa”.
La anterior situación en gran parte se debe a la evolución del pensamiento contable de principios de siglo encaminado sólo a mostrar el historial económico de la empresa. Esto cambio y actualmente con el extraordinario cambio tecnológico y los nuevos enfoques de la actividad económica, el objetivo empresarial se dirige a lograr maximizar el valor de la empresa. Dicho objetivo se puede alcanzar en muchas ocasiones a través de la cotabilidad creativa para afectar directamente al valor de las acciones. Esta situación ha venido ha ejercer una extraordinaria presión profesional en el contador y auditor para mostrar los mejores resultados de la empresa, cumpliendo al mismo tiempo con los criterios contables que son susceptibles de varias interpretaciones.
Las técnicas utilizadas en la contabilidad creativa comprenden desde aplicaciones muy sencillas hasta complejos métodos que son difíciles de detectar. Pero en ambos casos, el window dressing afecta siempre a las cifras y por ende a sus respectivos ratios financieros así como resultados económicos y financieros de las empresas, lo cual impide reflejar su realidad. Así, los usuarios de la información financiera sienten cada vez más la necesidad de saber “nadar” en un mundo de cifras y clasificaciones más inestables y ambiguas en su interpretación. Algunos sectores opinan que actualmente al contable se le ha “asignado” el papel de “encargado” para satisfacer a los diversos actores que están interrelacionados externamente con la marcha de la empresa, y que exigen comportamientos de crecimiento regular en lugar de rendimientos oscilantes. Tanto Griffiths como Stevens aseguran que dada la intensa competencia en el mercado de las auditorías, los directivos empresariales tiene la capacidad real de presión para sugerir “sutilmente” ciertos convencionalismos contables. Esto es posible porque frecuentemente no existe una respuesta claramente definida como errónea o correcta. Así, el pragmatismo tal vez sea el factor decisivo y esta situación es probable que no vaya a mejorar.
Por su parte Niessen (1985) apunto ya desde hace dos décadas que la contabilidad, y en particular el establecimiento de cuentas, se ha convertido por su complejidad en una verdadera rama del derecho que denomina: “derecho contable”. Para él, las normas promulgadas por el jurista se dirigen primero a aquellos que establecen las cuentas y su objetivo es proteger los intereses de los que toman las decisiones sobre la base de las cuentas.
Por otra parte, la estructura contable de medición es de partida defectuosa y se distorsiona aún más por la inflación, la devaluación de la moneda y la variación en las tasas de interés. Ante esta evidente situación que se da de forma más acentuada en las economías emergentes, la revelación y la reexpresión son los dos únicos caminos que actualmente se han desarrollado de manera sistemática para mantener al máximo la utilidad de la información financiera a través del tiempo y utilizar entonces estos estados como base de datos para la estimación de ratios.
En el caso de la reexpresión, que es el método más eficaz para erradicar los efectos de distorsión del sistema de información empresarial, éste se fundamenta en dos principios que están en constante evolución y son: a) El principio de mantenimiento del capital financiero (contabilidad en moneda constante o al nivel general de precios). Este modelo busca mantener el poder adquisitivo general del capital que han invertido los accionistas. La contabilidad que se produce bajo este principio está diseñada para evitar la distribución del poder adquisitivo que reside en el capital financiero, centrándose en los efectos del declive de dicho poder adquisitivo. Es decir, el método se centra en la unidad de medida para modificarla o cambiarla por monedas de poder de compra y así eliminar el concepto de la moneda como unidad fiduciaria. b) El principio de mantenimiento del capital físico (contabilidad al coste actual). Los fundamentos de la contabilidad que se produce bajo este principio, se basan en la premisa de que una empresa no puede declarar utilidades si antes no ha cubierto el mantenimiento de su capacidad de explotación existente. Este modelo se centra en los cambios de precios específicos que afectan a la empresa. Es decir, se centra en el atributo medido, buscando reemplazar los valores en que están valuadas las inversiones no monetarias por sus valores de reemplazo o actuales, tomando en cuenta para ello el uso y la capacidad de servicio del bien.
Sin embargo, a pesar de los numerosos estudios y prácticas en la realidad empresarial, ambos métodos han demostrado sus significativas diferencias entre sí, y sus probadas limitaciones por separado para evitar la perdida de utilidad del sistema contable para muchas de las más importantes decisiones financieras por parte de los directivos. En este contexto Baidya y Ribeiro han concluido que los modelos basados en ratios como el de Altman presentan problemas fundamentales en cuanto a la calidad y disponibilidad para obtener bases de datos fiables. Por otra parte, Kim Won Dong y Eom Young Ho (1995) añaden que cualquier análisis financiero y basado en ratios requiere una base de datos con calidad. Para Edward B. Deakin (1972) los ratios que miden los “aspectos permanentes” de la empresa y en donde es más difícil aplicar el efecto window dressing, son los que determinan los indicadores más importantes para advertir sobre el fracaso empresarial. Por eso, en los modelos predictivos, los ratios que medían los “aspectos temporales” y eran más manipulables (como la liquidez) tendían a perder importancia dentro del modelo. Por otra parte, Deakin opina que un número elevado de ratios al incluirse en el análisis financiero aumenta significativamente los costos y hace más compleja la explicación objetiva de las causas del éxito o quiebra a través del modelo. Por último, Robert Edmister considera que algunos ratios son mejores predictores que otros, aunque aclaró que en ciertos casos no siempre los mismos ratios son los mejores predictores para todas las empresas.
Podemos concluir que la justificación para realizar un análisis sobre los ratios financieros en cuanto a su evolución y aplicación para la toma de decisiones financieras con métodos multivariantes se dirije principalmente a crear en la gerencia un criterio de prudencia en cuanto al grado de confiabilidad que se debe depositar en esta herramienta erróneamente considerada por muchos como sencilla y pragmática. Es común que sobre todo la gerencia de las pequeñas y medianas empresas, menos especializadas en el tema, desarrollen sus análisis financieros única y exclusivamente a través de coeficientes y utilizando sólo bases de datos contables. Esto por considerar que dicha información es altamente confiable y veraz. De ahí la importancia de proponer la inclusión del análisis financiero multivariable basado en valores actuales netos y flujos de efectivo para una mejor toma de decisiones.
Con base en lo anterior, las conclusiones a las que llegamos sobre este tema y que pueden ser de interés para la alta gerencia es que: la tendencia de los ratios en forma univariable no siempre indica si una empresa se dirige al fracaso o éxito financiero. Esto se basa en el hecho de que puede existir una manipulación en los estados financieros, y en específico en aquellas partidas que son parte de los componentes de los ratios más representativos para medir el éxito financiero. A este hecho se debe añadir la calidad de la auditoria y la disponibilidad de los directivos para asumir mejores criterios de contabilización. Así lo demuestran los extensos estudios que se han desarrollado durante más siete décadas y la práctica contable diaria que observamos.
Esto por supuesto no descarta la gran ventaja que tiene el método de ratios de forma univariable para resumir la información financiera. Sin embargo, también hay que considerar que este método, al no tener un carácter obligatorio, lleva a que los cálculos de los ratios presenten diversos criterios y componentes. Por lo tanto, no es factible alcanzar una armonización entre las empresas para la selección y cálculo de sus coeficientes más estratégicos.
También hay que considerar la experiencia de Beaver (1966) que demostró en sus investigaciones que los ratios no presentan la misma capacidad de evaluación o predicción a través del tiempo, ni predicen con igual exactitud el fracaso y el éxito financiero.
Lo ideal para desarrollar adecuadamente un modelo de análisis financiero multivariable basado en ratios sería que la contabilidad presentase en todo momento dos características fundamentales para el usuario: utilidad y confiabilidad. Sin embargo, la naturaleza propia de la técnica contable es provisional y en la práctica este sistema no refleja con exactitud la situación real de una empresa, ni tampoco el resultado contable constituye una buena medida de creación de valor dada la alta probabilidad de manipulación que puede introducirse y que se denomina efecto window dressing.
Otro fenómeno importante que también hace vulnerable al sistema de análisis financiero basado en ratios es la falta de armonización contable, pues la tendencia de la técnica varía entre los diferentes países y usuarios. En algunos casos o países se dirige a las necesidades del inversor; en otros el sistema contable se enfoca a los acreedores y proveedores; y por último, también se diseña para cumplir con políticas macroeconómicas del gobierno, tales como el nivel de crecimiento y el fortalecimiento del sistema tributario. Aunque hay que apuntar que con el fenómeno “globalizador” de la economía se han logrado significativos avances en este rubro y en varios países existe ya la intensión de adoptar como principios contables fundamentales a las normas internacionales de contabilidad (NIC´S) en lugar de utilizarlas como normas supletorias.
También sugerimos reafirmar la ideas de Lev (1989), que recomienda dentro de la practica del análisista multivariable encaminarse hacia nuevos elementos para el desarrollo del análisis financiero basados en el concepto de la contabilidad positiva, pues es evidente en la actualidad el escaso papel que la información contable desempeña en el mercado de capitales, dado que el resultado contable no constituye una buena medida de la capacidad de creación del valor de una empresa.
En general todas las conclusiones y reflexiones de los expertos que hemos analizado, nos dan una primera idea de lo complejo que se ha vuelto el estudio de los ratios en tan sólo algunas décadas, y como se apuntó al principio, aún no esta concluido el tema pues apenas estamos en una fase inicial en el desarrollo empírico de los ratios para un mejor análisis financiero. Esto sin duda deja abiertos nuevos desafíos y oportunidades a los expertos para retroalimentar a la teoría financiera ante sus problemas clásicos y los nuevos que se le presentan. Por último, vale la pena resaltar que en la última década han sido muy escasas las nuevas aportaciones que se han hecho a esta línea de investigación, a pesar de los cientos de trabajos financieros que se escriben diariamente sobre el tema.