Lic. María del Carmen Azorín Domínguez
MsC. Yudy Aguila Cudeiro
yuaguila@ucf.edu.cu
Generalmente, las disparidades en el desarrollo son estudiadas desde un enfoque global: entre países, provincias o regiones, lo cual puede ocultar posibles desequilibrios en áreas de menor tamaño. Por tanto, es necesario profundizar en los análisis, a través de investigaciones acerca de la evolución del nivel de desarrollo socio-económico a escala territorial, preferentemente con una desagregación municipal, para poder identificar los problemas existentes en el interior de las zonas de los territorios o provincias. En este sentido, en Cuba, el municipio constituye el menor ámbito espacial sobre el cual es posible disponer de suficiente información del tema para poder considerarlo una unidad de análisis significativa.
En el país, desde el triunfo de la Revolución de 1959, el estado adoptó una política orientada a disminuir las desproporciones entre los diferentes territorios, lo que implicó grandes transformaciones en el orden cuantitativo y cualitativo.
Las estrategias orientadas a alcanzar un desarrollo territorialmente equilibrado se implementaron a través de diversos programas inversionistas, fundamentalmente; en el sector industrial, los servicios y la dotación de infraestructuras, que hasta cierto punto, lograron contener el peso relativo de la capital del país en determinados sectores de la economía, en algunos servicios y en los propios movimientos migratorios.
En este contexto, las cabeceras municipales se concibieron como centros de servicios intermedios, con su propia base económica, infraestructura y dotación de servicios, para contribuir a articular un sistema de asentamientos humanos más coherente en cada provincia o región.