Ricardo V. Santes-�lvarez
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A mediados de los setenta, M�xico y Estados Unidos a�n confrontaban un amplio espectro de problemas de contaminaci�n transfronteriza. El papel de la CILA en materia de sanidad continu� limitado a trabajos sobre problemas de drenaje en ciudades que carec�an de infraestructura para prevenir riesgos a la salud; con atenci�n en las �reas de Mexicali-Calexico, Agua Prieta-Douglas, �Ambos Naco� y �Ambos Nogales�, pues las otras ciudades fronterizas estaban procesando sus aguas residuales sin dificultad aparente. Sin embargo, en algunas �reas, el crecimiento poblacional empez� a desafiar los trabajos de la comisi�n, al causar contaminaci�n en varios cauces, como el r�o San Pedro, en el valle de Mexicali-Imperial y el r�o Bravo, desde Paso del Norte hasta Matamoros-Brownsville.
A fines de la d�cada, los operadores ambientales de M�xico y Estados Unidos hab�an percibido una presi�n social incrementada demandando soluci�n a problemas para los que la CILA mostraba incapacidad de gesti�n. Buscando alternativas, autoridades de ambos gobiernos realizaron contactos adicionales a los que normalmente se canalizaban a trav�s de la comisi�n, los que cristalizaron en junio de 1978, cuando la EPA y la Subsecretar�a de Mejoramiento del Ambiente de M�xico (SMA) firmaron un �Memorando de Entendimiento� para la cooperaci�n en la resoluci�n de los problemas comunes.
Seis de los 13 Acuerdos del memorando se traen a la discusi�n. El primero, comprometi� a ambas partes a realizar esfuerzos para resolver sus problemas, as� como cualquier iniciativa de protecci�n ambiental, a trav�s de intercambios de informaci�n y personal, y creaci�n de proyectos paralelos. Los acuerdos segundo y tercero convocaron a llevar a cabo acciones conjuntas sobre asuntos espec�ficos, realizar reuniones anuales, discutir los problemas y coordinar pol�ticas, y participar en todas las ramas de la protecci�n ambiental. El acuerdo cinco fue m�s comprometedor, porque estableci� que las sesiones que realizaran los participantes no se limitar�an a tratar asuntos de frontera, sino que podr�an incluir �discusiones de todas las �reas de protecci�n y mejoramiento ambiental�; en adici�n, reconoci� a la CILA como responsable de los problemas de sanidad. El acuerdo ocho especific� que los principales objetivos del memorando eran el desarrollo de programas para enfrentar la contaminaci�n y el de un sistema preventivo para alertar a ambos gobiernos sobre los riesgos ambientales. Tambi�n aspir� a la revisi�n y consulta p�blica de pol�ticas y estrategias en la colecci�n e intercambio de informaci�n. El acuerdo 10, por su lado, estableci� que cada una de las partes deber�a responder por los costos que implicara su participaci�n para el cumplimiento del memorando.
El memorando de entendimiento fue uno de los primeros intentos de M�xico y Estados Unidos para tratar de manera conjunta los problemas ambientales transfronterizos dentro de un esquema legal y pol�tico amplio. Infortunadamente, en ning�n momento estableci� una lista de prioridades o propuesta de acciones, un marco normativo para la contaminaci�n transfronteriza, o un �rea-regi�n para llevar a cabo trabajos en campo. Pero el aspecto m�s importante de este intento bilateral es que recibi� un apoyo m�nimo por parte de los gobiernos federales.
El memorando estaba �cruzando la l�nea� al opacar el desempe�o de la CILA. Su pol�tica de apertura ofrec�a la posibilidad de incluir al p�blico, as� como de influir en el desarrollo de actividades en �reas no fronterizas; adem�s, fue abierto al concurso de autoridades federales y locales, representantes del sector salud, y as� por el estilo. Sin embargo, las expectativas acerca de su potencial para lograr un mejor ambiente fueron ef�meras. La reuni�n de los presidentes L�pez-Portillo y Carter, en la Cd. de M�xico en febrero de 1979, regres� la CILA a su posici�n privilegiada: un comunicado conjunto instruy� a la comisi�n, �en el contexto de los acuerdos existentes�, a continuar progresando hacia la soluci�n permanente de los problemas de sanidad en las aguas fronterizas. Acto seguido, la comisi�n firm� la �Minuta 261�, la cual extendi� su jurisdicci�n al �rea de sanidad. La comisi�n defini� como �problemas sanitarios� aquellos casos en los cuales las aguas que cruzan la frontera o que fluyen en los l�mites de los r�os Bravo y Colorado presentan condiciones que amenazan la salud y bienestar de los habitantes; o que da�an los usos ben�ficos de esas aguas.
El memorando tuvo �xito en cuanto provoc� que la CILA pusiera mayor atenci�n al ambiente fronterizo, y allan� el camino para aproximaciones m�s definidas a los problemas. Tambi�n fue detonante de algunas iniciativas de descentralizaci�n en M�xico, lo cual permiti� la emergencia de iniciativas locales (una de ellas fue el acuerdo entre el condado de San Diego, el Departamento de mejoramiento del ambiente de Baja California, y la delegaci�n de la SMA en Baja California, en 1981, que comprometi� a las partes a actuar conjuntamente frente a los problemas de contaminaci�n del aire).
El memorando de entendimiento ofrece tres lecciones adicionales para la gobernaci�n ambiental fronteriza; primera, la necesidad de mayor responsabilidad de las autoridades de ambos lados de cara a los asuntos; enseguida, la demanda de mayor compromiso oficial para otorgar la palabra a los ciudadanos ordinarios respecto a asuntos que los afectan directamente; y tercera, la obligaci�n por parte de la burocracia de reconocer que los asuntos ambientales, por su complejidad, no deben tratarse con decisiones t�cnicas �nicamente. El memorando signific� un deseo expl�cito de la autoridad por brindar a las iniciativas locales un asiento de primera fila en el proceso de toma de decisiones, es decir, una propuesta novedosa de descentralizaci�n de las decisiones p�blicas; signific�, en consecuencia, el nacimiento de aspectos de la gobernaci�n que resultaban m�s complejos y, sin duda, dif�cilmente cubiertos por la CILA. La mala noticia es que sus intenciones no trascendieron pues se trataba de lidiar con aspectos para los cuales los gobiernos de ambos pa�ses no estaban preparados.