4.4. GOBERNACIÓN AMBIENTAL Y PROPUESTA PREDOMINANTE

El panorama de la gobernación ambiental no puede separarse del acontecer del resto de procesos de gobernación en su sentido amplio. Los modos de producción y consumo, los procesos de reforma a las instituciones políticas, las interconexiones corporativas, así como de novedosas estrategias de vinculación entre individuos o grupos organizados de muy diversos rincones del planeta, tienen reflejo constante y decisivo en fenómenos locales. En la actualidad, las condiciones de los ambientes naturales en regiones específicas son muestra de la influencia de las actividades humanas globales, directas o indirectas.

La gobernación ambiental en “el mundo real”, debe apreciarse a la luz de un contexto de fenómenos que trascienden lo ambiental pero que a la vez determinan su circunstancia. En el caso de América, puede hablarse de una gobernación en un escenario contrastante, de afluencia y poder, a la vez que de pobreza e iniquidad; para Europa es razonable hablar de una gobernación ambiental inmersa en fuertes ímpetus de expansión e integración pero también de persistentes resistencias a modos democráticos. Para la región Asia-Pacífico, por su parte, es de anotarse que la gobernación ambiental encuentra uno de los mayores retos, si no es que el mayor: conciliar los intereses de una mayoría de la población mundial, que busca pasar de un estilo de vida de subsistencia a uno de consumo, sin causar con ello daños irreversibles en el medio ambiente social y natural de esa región. La gobernación ambiental se encuentra inmersa en este contrastante panorama regional mundial. Por ello, el desafío que encuentra es dual; por un lado, como se ha visto, consolidarse como campo normativo útil para el desarrollo del trabajo institucional; por otro, servir de marco explicativo y programático de cara a los diferentes problemas que confronta.

Un estudio comparativo de la práctica de la gobernación ambiental permite conocer las alternativas y obstáculos para alcanzar niveles superiores. La experiencia extraída del análisis de 10 estudios de caso permite descubrir que los “objetivos” mayores de la gobernación son cuatro: Cooperación, Relaciones de poder, Fortalecimiento institucional y democracia, y Procesos de gobernanza. En el aspecto de cooperación, se argumenta que, en un mundo con fronteras cada vez más porosas, en donde inclusive se observan experiencias nacionales proclives a ceder amplios espacios de su soberanía en aras de la integración, la cooperación internacional encuentra una serie de desafíos; entre ellos, el escaso entendimiento sobre los procesos económicos, políticos y socio-ambientales que ocurren en otros países. En cuanto al aspecto de relaciones de poder, se argumenta que los lazos entre países y en el interior de ellos reflejan asimetrías de poder y dependencias, así como la prevalencia de unos intereses sobre otros. El debate sobre la capa de ozono y la relación transfronteriza alemana-polaca son casos ilustrativos.

En cuanto al objetivo de instituciones y democracia, se manifiesta que en algunos países desarrollados y en la mayoría de aquellos en vías de desarrollo, el fortalecimiento de las instituciones políticas y los esquemas democráticos inicia su camino. Así que no es difícil hallar problemas como incoherencia de políticas, internacionales y nacionales; soslayo de intereses sociales; culturas políticas ligadas a pasados recientes autoritarios y corruptos; prácticas exclusionistas de actores no gubernamentales, quienes quedan marginados de la posibilidad de participar en los procesos políticos que les interesan y afectan; así como escasa proclividad al diálogo por parte de las autoridades estatales. El número de ejemplos es vasto. Finalmente, con referencia al objetivo de procesos de gobernanza, se determina que la gobernación ambiental transita por un universo de aproximaciones poco consistentes. En la mayoría de los casos, su práctica enfrenta barreras estructurales, institucionales, culturales, o políticas, que hacen lento su desarrollo. Son escasas las experiencias que muestran una gobernación en estadios avanzados, a la manera de la gobernanza; el caso canadiense y el ejemplo clásico de la Euregio pueden considerarse como las experiencias de gobernación más avanzadas.

Los casos estudiados revelan la persistencia de algunos problemas: 1) Desatención a los asuntos que interesan a la población; 2) Deficiente inclusión de los ciudadanos por parte de la autoridad; 3) Soslayo de problemas relativos a los derechos de la población local; 4) Dificultad de los sectores no oficiales para tener voz en la gestión; 5) La rendición de cuentas parece irrelevante; 6) Ausencia o ineficiencia de las estructuras burocráticas para dar seguimiento a los procesos; 7) Falta de confianza en la democracia y en las instituciones; 8) Inviabilidad de una división de responsabilidades precisa y estática ante un medio ambiente complejo e incierto; 9) Altos niveles de incertidumbre jurídica; 10) Bajas posibilidades de acceso a la justicia; 11) Incertidumbre por una inequitativa política ambiental, bien entre el Norte y el Sur o entre comunidades locales y el Estado; 12) Ambigüedades jurisdiccionales en el contexto internacional; 13) Exclusión de grupos de países pobres.

Al confrontar el conjunto de variables de la propuesta predominante de gobernación con la realidad de las experiencias extraídas (Cuadro 2), se aprecia, de inicio, que la tipología de elementos que dan sustento a la propuesta es limitada, pues sólo algunas de sus variables son referidas.

En la práctica de la gobernación ambiental existe una tendencia a dar mayor peso a participación pública, inclusión, acceso a la información, y certidumbre jurídica. Esa tendencia deviene en un desequilibrio en la relación gobernante-gobernado, como se había indicado, pues solamente uno de los aspectos que le conforman, la participación pública, resalta el papel del segundo; en consecuencia, no existen los contrapesos que coadyuven a una mejor distribución de derechos y obligaciones. Además, no hubo una sola instancia que se atreviese a referir el tema de la Transparencia, menos su puesta en marcha. La evidencia muestra que existe un desarrollo escaso de condiciones para un fácil acceso a niveles de gobernación avanzados; que el desequilibrio contribuye a un ejercicio de poder inadecuado; que existen otros aspectos de la gobernación ambiental que tienen importancia, pero que quedan al margen de las características relevantes de la propuesta predominante. Son características que tienen que ver con los sectores gobierno-elites (Capacidad gubernamental, Apertura, Coordinación intergubernamental, Adaptabilidad institucional, Integración de políticas, Legitimidad, Igualdad representativa, Responsiva gubernamental, Coherencia de políticas), gobernado (Incremento en la capacidad colectiva, Pluralidad de actores, Análisis de la información, Comunidad, Capacidad de elección, Conocimiento local), así como el sector donde ambos tiene influencia (Balance de influencia, Diálogo, Conocimiento científico, Confianza).

Las experiencias revisadas muestran que variables tan pregonadas por la literatura, como el caso de transparencia, no son útiles como elementos analíticos y explicativos del estado de la gobernación en cualquier parte del mundo; muestran, por otra parte, que variables no justipreciadas por las fuentes pueden dar mejor luz en el asunto. En esa tesitura, más allá de añadir variables a una propuesta alternativa, es prioritario hallar un esquema de justos contrapesos entre variables adscritas a diferentes sectores de actores, que permita establecer un mejor equilibrio en el ejercicio del poder dentro de un marco de corresponsabilidad. La apuesta ha de ser por la búsqueda de nuevas formas de gobernación que atiendan con interés las preocupaciones locales y de los países en vías de desarrollo. El apoyo del mundo desarrollado a estas necesidades es imprescindible.