BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales


REPLANTEANDO LA INTERACCIÓN GOBIERNO-SOCIEDAD: LECCIONES DE LA GOBERNACIÓN AMBIENTAL EN LA FRANJA MÉXICO-ESTADOS UNIDOS

Ricardo V. Santes-Álvarez


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8.2. ANÁLISIS DEL DISCURSO

El término ‘discurso’ es usado para referirse a piezas orales y de texto, regularmente mayores que una oración. De acuerdo a Putnam y otros, el discurso da cuenta de historias, narrativas, y cosas por el estilo, desarrolladas de manera cronológica y secuenciada sobre una base regular, y apuntando hacia la causalidad. En este sentido, el Análisis de Discurso (AD) es el estudio de la organización del mensaje en la comunicación; es una herramienta cualitativa interesada tanto en la forma del lenguaje como en su función, e incluye el estudio de la interacción oral y los documentos escritos. Todo análisis de discurso se ocupa de las formas de su organización y de la búsqueda de principios utilizados por los comunicadores reales desde su perspectiva; esta es la razón por la cual algunos dicen que este procedimiento potencia el análisis del lenguaje “más allá de la oración”, aspecto que implica una teoría de construcción de significado casi coexistente con una teoría de comportamiento y cultura humana.

Así, valores, creencias, intereses personales y de grupo, y conocimiento especializado que emerge del debate político alrededor de los estudios de caso sobre los problemas de residuos peligrosos y contaminación del aire son “tamizados” mediante el análisis de discurso.

El AD observa una solidez reconocida y se califica como un método de investigación superior porque analiza cómo el lenguaje es presentado en documentos escritos y aún en entrevistas en vivo. Si bien, vale reconocerlo, los resultados son siempre objeto de interpretación, la cuestión no es acerca de qué tan confiable pueda ser el método sino más bien acerca de qué tan útil resulta para clarificar un problema. El análisis de discurso es una herramienta útil para tratar con asuntos tales como el discurso ambiental, el cual surge de la convergencia de diversos puntos de vista y es sensitivo a la influencia de valores, creencias, intereses personales y de grupo, y conocimiento especializado.

El AD exhibe una aceptación general en la investigación social y política; resulta, por tanto, una herramienta pertinente para dar solidez a la evaluación de las variables propias de la corresponsabilidad ambiental que se lleva a cabo en esta investigación. La figura 14 ejemplifica parte de la mecánica de búsqueda de variables en documentos. En un desarrollo posterior, es factible obtener una evaluación más objetiva mediante la conversión de los resultados del análisis de discurso a expresiones cuantitativas, o indicadores de corresponsabilidad en la gobernación ambiental. La importancia de los indicadores en el trabajo científico es notable, como se verá a continuación.

8.3. INDICADORES

Las teorías en ciencias sociales en general y políticas en particular están formuladas en términos de conceptos o construcciones pero no pueden ser observadas o medidas directamente. Ejemplos de tales construcciones son democracia, corrupción, radicalismo, motivación, anomia, predicción de la política, libertad cívica, obstáculos burocráticos, y así por el estilo. La medición de una construcción hipotética se alcanza indirectamente a través de uno o más “indicadores” observables, tales como respuestas a temas en cuestionarios, y respuestas o inclusive interpretación de respuestas encontradas en documentos escritos u orales, que se asume representan adecuadamente una concepción.

Dentro del desarrollo teórico, el investigador define los conceptos (democracia, libertad política, ejercicio del sufragio, por ejemplo) y entonces puede especificar cómo varios de ellos se relacionan entre sí. Esto incluye, primeramente, la clasificación de los conceptos como dependientes o independientes; enseguida, para cada concepto dependiente se debe clarificar cuál de las otras construcciones teóricas se postula como aquella de la cual ese concepto depende.

Dado que los conceptos son inobservables, la teoría no se prueba directamente. Lo que uno hace es examinar la validez teórica de las relaciones postuladas en un contexto dado. Antes de que la teoría pueda probarse empíricamente, para cada dimensión de cada concepto debe definirse un conjunto discernible de indicadores. Por supuesto, debe haber principios claros de correspondencia entre los indicadores y los conceptos, de tal manera que cada construcción y dimensión sean distintas.

Arthur Dahl comenta sobre la aplicación útil de los indicadores en el contexto del desarrollo sostenible. Anota que, sin caer en juicios de valor acerca del desarrollo, una estrategia apropiada es producir indicadores “vectores”, los cuales muestran básicamente la dirección del movimiento hacia, o alejándose de, una meta, así como la velocidad de ese movimiento. “Tales indicadores—dice Dahl—, permitirán a cada país definir por sí mismo cómo se imagina su ideal [sociedad sostenible], y entonces dar un informe, para cada indicador, sobre si éste avanza hacia su propia meta, y a qué velocidad”. Dahl observa que este procedimiento ayudaría a los hacedores de políticas a ver en tiempo real si una tendencia planeada está yendo en la dirección correcta, y cuántos años le tomará obtener el resultado deseado.

Los indicadores, por lo tanto, son útiles para revelar cambios en los valores de una variable o característica sobre la cual se tenga algún interés; similarmente, ayudan a cuantificar, simplificar, y dar seguimiento a eventos, estados y desarrollos. Asimismo, son usados para comunicar hallazgos al público en general, para facilitar las decisiones políticas, y/o ayudar en la evaluación de políticas.

Diversas organizaciones internacionales acostumbran confiar en indicadores para apoyar su trabajo; es el caso que instituciones como Business Environmental Risk Intelligence, Freedom House, y Transparency International entre otras, elaboran indicadores para aproximarse al nivel o calidad de la gobernación exhibida por diferentes países. Los indicadores se encuadran en dos dimensiones de la gobernación: descripción y evaluación; en tal forma, se refieren como indicadores de proceso e indicadores de desempeño. Los primeros describen los “insumos” (inputs) institucionales que producen resultados de gobernación, mientras que los segundos proporcionan información de la calidad de la gobernación.

De acuerdo con el Banco Mundial, un ejemplo de medida de proceso es el pago promedio de servidores públicos (relativo al sector privado o al ingreso per capita); otro ejemplo es si la elección de legisladores nacionales es gobernada o no por representación proporcional. Por su lado, ejemplo de medida de desempeño es jerarquizar a los gobiernos con respecto a niveles de corrupción, o a la predecibilidad de la hechura de políticas. Y en general, en tanto que los medidas de desempeño tienen contenido normativo, las medidas de proceso no. Finalmente, el BM deja en claro que los indicadores de gobernación difieren en dimensiones adicionales, como pueden ser los aspectos de la gobernación evaluados, la especificidad, el método de generación de datos, la transparencia y replicabilidad, la calidad y precisión, entre otras.

Las críticas hacia el uso de indicadores no están ausentes; en la mayoría de los casos, se refieren no únicamente a lo que se evalúa sino a quién y cómo efectúa el procedimiento, así como a la dificultad de hacer repetitivas tales evaluaciones. Sin embargo, los que estudian al gobierno y su accionar y se hallan a favor de los indicadores resaltan sus ventajas en cuanto a su capacidad de hacer comparables los “desempeños” gubernamentales.


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