Mtro. Miguel Ángel Aguilar Aguilar
miguel_ik@hotmail.com
La educación ha sido central en el análisis económico de las naciones, principalmente como uno de los determinantes de la productividad. La educación de la fuerza de trabajo permite aumentar su productividad en el trabajo. En este sentido podemos decir que la relación entre educación y trabajo es claramente estrecha, como consecuencia la educación debe un vínculo directo al mercado de trabajo. Es por ello que la educación juega un papel determinante cuando se habla de incrementar el desarrollo de un país. Además la educación contribuye a mejorar la convivencia social. “En la medida en que la educación promueve procesos de socialización en los individuos, desarrolla actitudes y comportamientos tales como: la tolerancia, el reconocimiento a la diversidad, el respeto de derechos fundamentales, entre otros.” (Cuamatzin, 2006). Por lo que hablar de educación necesariamente nos conduce al análisis del mercado de trabajo. La educación enseña habilidades y conocimientos a los estudiantes, quienes en un futuro inmediato pasarán a formar parte de la Población Económicamente Activa. Esta relación entre educación y trabajo es directamente proporcional, por lo que cambios en la educación tendrán efectos en el trabajo y viceversa.
Además, reconociendo la importancia que tiene la educación, por un lado en el aumento de la productividad de las empresas y por consiguiente en el desarrollo económico de las naciones, y por otro en el desarrollo profesional y en el mejoramiento de calidad de vida sus familias. Iniciamos este análisis abordando el mercado de trabajo en tres niveles; mundial, nacional y local en un contexto de globalización. Lo anterior a partir de la apertura comercial e integración de los países al mercado mundial, que han generado reformas a estos tres niveles. Posteriormente se abordó la importancia del Capital Humano. Partimos de la Teoría Clásica del Capital Humano con Adam Smith y John Stuart Mill, quienes reconocen la relación entre educación y trabajo, con sus respectivas características cada uno. También se consideró a la Teoría Neoclásica, siendo William Stanley Jevons, Carl Menger y Leo Walras como sus figuras más representativas. “(…) en la Escuela Neoclásica, el análisis del mercado de trabajo no difiere del que se aplica a una mercancía cualquiera, es decir, centra su atención en la interacción entre la demanda y la oferta de trabajo a fin de obtener el nivel de empleo y el salario de equilibrio (Teoría del Equilibrio General). Esta perspectiva no presta mayor atención a la relación entre la escolaridad y las remuneraciones” (Borges, inédito). Como derivación de la corriente Neoclásica del mercado de trabajo, encontramos la Teoría del Capital Humano, la cual “intenta explicar por qué la educación y la experiencia laboral influyen en las remuneraciones del individuo, así como cuáles son los factores que determinan la cantidad de educación que desean las personas. El Capital Humano es el valor del potencial que tienen los individuos para obtener ingresos” (Borges, inédito). Posteriormente surgieron críticas sobre la Teoría del Capital Humano, que dieron como resultado teorías alternativas, de las cuales destacan la Teoría de las Filas y la de Segmentación de Mercados. En donde nuevamente se pone de manifiesto la importancia que tiene la educación de los individuos, tanto en un mayor crecimiento económico, como en las diferencias de estratos con respecto al acceso a la educación y al mercado de trabajo. Por lo anterior podemos decir que a partir de los cambios que han sido suscitados en la vida económica de las naciones, el papel de la educación ha adquirido nuevas características, pero no por ello ha perdido importancia determinante del aumento de la productividad y la competitividad de las naciones. “Respecto a la educación, organismos internacionales como la UNESCO y la CEPAL, consideran a la educación como factor de desarrollo humano, de cohesión social y como una herramienta necesaria para que los seres humanos puedan sobrevivir, desarrollar plenamente sus capacidades, vivir y trabajar con dignidad, participar plenamente en el desarrollo, mejorar la calidad de vida, tomar decisiones fundamentales y continuar aprendiendo.” (Martínez de Ita; 2006).