BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales


LAS MICRO Y PEQUEÑAS EMPRESAS MEXICANAS ANTE LA CRISIS DEL PARADIGMA ECONÓMICO DE 2009

Genaro Sánchez Barajas



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2. El sistema capitalista en México: del modelo de sustitución de importaciones hacia el modelo neoliberal

La onda larga anterior del capitalismo penetró en México en la segunda mitad del siglo XX, con el predominio de las ideas keynesianas del Estado interventor en la economía y las técnicas del “fordismo”. Se instrumentó bajo el régimen de economía mixta cuyo paradigma fue el modelo de desarrollo estabilizador, que se sustentó en un conjunto de políticas públicas aplicadas para lograr crecimiento con estabilidad, dentro de las que destacaron:

a) La promoción y consolidación del sector industrial para satisfacer prioritariamente el mercado interno;

b) el proteccionismo comercial y;

c) la regulación detallada de los intermediarios financieros, a través de un Estado interventor que estableció un sistema socioinstitucional que le permitió introducir la fórmula de economía mixta para coordinar las fuerzas productivas e impulsar la política de sustitución de importaciones desde la década de los años 50 hasta los 70, principalmente.

En este período la economía se industrializó e hizo posible la producción de bienes de consumo no duradero, así como la producción de algunos insumos (electricidad, hidrocarburos) y ciertos bienes intermedios (petroquímica básica, acero, fertilizantes) y de consumo duradero (automóviles, refrigeradores), que hicieron en gran parte las empresas filiales de las empresas trasnacionales y las empresas paraestatales del gobierno mexicano: Pemex, CFE, Fertimex, Sicartsa, etcétera.

En opinión de algunos expertos (Mancera Aguayo, 1993:4), durante el período 1955-1970 la economía mexicana tuvo una evolución caracterizada por la estabilidad y el crecimiento económico: El PIB mantuvo una tasa de crecimiento medio anual de casi 7% y la inflación en el lapso de 1961 a 1970 fue 2.5% en promedio anual.

Este fuerte impulso a la economía descansó a partir de la década de los años 60, en una política de sustitución de importaciones caracterizada por:

a) El fomento simultáneo de las exportaciones;

b) desarrollo de la industria de bienes de capital;

c) racionalización del proteccionismo; y

d) la redefinición de la participación del Estado en la economía.

Es interesante señalar que algunos estudiosos de las características de operación del capitalismo en México al amparo de la política de sustitución de importaciones, han llegado a considerar que la economía mexicana prácticamente se había cerrado para proteger las actividades industriales de la competencia externa. De ahí que para explicar el cambio o transición suelen decir en general que se pasó de una economía cerrada a una economía abierta.

Se considera que lo anterior no es del todo exacto y sólo debe interpretarse como el interés por hacer énfasis en el cambio experimentado del fordismo al posfordismo, ya que la realidad indica, sí efectivamente, que se pretendió un desarrollo nacional autónomo, pero no totalmente proteccionista, puesto que se establecieron y hasta se incrementaron los vínculos comerciales con el exterior, en particular con el capital foráneo: las grandes empresas trasnacionales llegaron y operaron exitosamente en el país. Todo parece indicar que la legislación nacional se concretó a matizar la participación de estas empresas al cuidar que no fueran a controlar monopolicamente el mercado interno en toda su extensión y, simultáneamente, a promover la exportación de lo que se llamó el “excedente económico”, para enfatizar que se concedía un interés prioritario al fortalecimiento y satisfacción del mercado nacional.

Al respecto, su fortalecimiento exigía empresas productivas capaces de abastecer la demanda interna; para ello era menester importar en ciertas ocasiones maquinaria, equipo y refacciones que, para su control, se creó el Sistema de Permisos Previos (Ortiz Wadgymar, 2001:38), el cual implicaba que para importar un producto era necesario solicitarlo y tramitar su permiso ante un Comité que determinaba si era o no necesario para el país.

O sea que aun cuando en el período del modelo de desarrollo estabilizador las importaciones fueron mayores que las exportaciones (por que eran necesarias para modernizar la planta productiva nacional, que atendía preferencialmente al mercado interno), estaban justificadas por que los bienes de capital y las nuevas tecnologías foráneas no se producían en México.

Por cierto, las empresas trasnacionales se adecuaron a la política oficial proteccionista y obtuvieron ventajas como la exención de impuestos por la reinversión de utilidades y las nuevas inversiones que realizaban, así como múltiples facilidades para importar prácticamente todo lo que requerían para producir y vender en México y el resto del mundo, muchas veces en mejores condiciones de costos con respecto a sus oficinas matrices.

En estas condiciones el sistema capitalista se consolidó en México y desde entonces opera a través de sus grandes empresas con rentabilidad en el país. Ahora bien, con el devenir histórico, al observar tanto el gobierno mexicano que la globalización era irreversible y debía de prepararse, como las empresas trasnacionales, que ya no había materias primas baratas y que operaban con tecnologías obsoletas que reducían sus tasas de ganancias, se coincidió en que había que cambiar de estrategia hacia la que en 1988 Bela Balassa llamó “el retorno al crecimiento hacia afuera”, dado que en la década de los años sesenta se habían promovido tímidamente las exportaciones.


 

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