LAS MICRO Y PEQUEÑAS EMPRESAS MEXICANAS ANTE LA CRISIS DEL PARADIGMA ECONÓMICO DE 2009
Genaro Sánchez Barajas
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En este contexto de crecimiento hacia afuera a través de las empresas privadas preferentemente, el Estado mexicano firmó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, TLCAN, mismo que entró en vigor el 1 de enero de 1994 (SECOFI, 1992a: 1,3,5,7), despertando grandes expectativas en virtud de que sólo con Estados Unidos ya se hacían las dos terceras partes del comercio exterior mexicano y, ahora, esta zona de libre comercio ofrecía un potencial de 360 millones de personas consumidoras en los tres países. La interpretación del documento signado es que este Tratado alienta las políticas de inversiones, empleos y de oportunidades de inversión, es decir, los negocios.
Es indudable que entre sus ventajas facilita la compra y venta de productos industriales y agrícolas entre los tres países signatarios: México, Estados Unidos y Canadá; mediante sus mecanismos de operación se regula la compra y venta de los servicios, que son, entre otros: el transporte terrestre, las telecomunicaciones, los servicios profesionales, así como los bancos, compañías aseguradoras, construcción de casas, hoteles, hospitales y escuelas, se impulsa la educación, el turismo, y se apoya a médicos, abogados, profesores así como a comerciantes pequeños y grandes.
Indica que las compañías extranjeras no explotarán el petróleo; no entrarán empresas foráneas a comercializar directamente el petróleo, gas, refinados y petroquímica básica; y que no habrá inversión extranjera en petróleo, satélites, telegrafía, radiotelegrafía, servicio postal, emisión de billetes y monedas, entre otros.
También señala los productos de Estados Unidos que quedarán sin impuestos de importación de inmediato a México: locomotoras, fotocopiadoras, videocasetteras, aviones, bulldozers, teléfonos celulares, maquinaria, equipo electrónico, equipo de transporte no automotriz e instrumentos de precisión.
Los productos estadounidenses que quedaron exentos del pago de impuestos de importación inmediatamente a México, fueron, en 1994: Autos, refrigeradores, lavadoras; y de Canadá: tractocamiones, champús y pañales.
Se observa que con esta calendarización se pretendía proteger durante un período más largo a la industria mexicana y, supuestamente, le daba más tiempo para prepararse y enfrentarse a la competencia de los productos y servicios elaborados y proporcionados por los socios comerciales.
Para crear más empleos en México se exigía que todos los vehículos que se comercializaran entre los tres países, debían contener un alto porcentaje de partes fabricadas en la región, como los motores, los asientos, los limpiaparabrisas, cajas de velocidad, frenos etcétera. Al respecto, durante la realización de esta investigación, se evaluará el impacto que tuvo esta medida, ya que, entre otras cosas, las facilidades brindadas a las maquiladoras para importar temporalmente equipos e insumos que incorporan a sus productos y luego vía exportación salen del país, representa alrededor de 95% del flujo comercial en este ramo y constituyen la causa principal por la que no se utilicen los de origen nacional. En caso de ser satisfactorio el balance a más de 10 años de distancia de que se firmó el TLCAN, ello significará que México se habrá incorporado a la era posindustrial, ya que las empresas extranjeras se verán obligadas a transmitirnos el know how para la fabricación de sus productos en este país.