LAS MICRO Y PEQUEÑAS EMPRESAS MEXICANAS ANTE LA CRISIS DEL PARADIGMA ECONÓMICO DE 2009
Genaro Sánchez Barajas
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Con el fin de dar continuidad y así complementar el marco teórico de 1980 en adelante, diremos que la globalización se ve como la extensión del nuevo ciclo económico en que se halla inmerso actualmente el capitalismo. En términos generales la globalización se concibe como un cambio histórico del capitalismo que se expresa bajo una nueva base económica en las relaciones entre los países, que afecta los espacios nacional e internacional. De manera más precisa podrían apuntarse las dos siguientes definiciones establecidas por Dabat (1998):
a) Es la expresión de una nueva estructura del sistema capitalista, que aun cuando se halla en proceso de formulación, ya está modificando radicalmente de manera simbiótica las relaciones entre los espacios nacional e internacional.
b) Es un producto de las estrategias de agentes muy poderosos como las empresas trasnacionales, las multilaterales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, etc., y ciertos gobiernos de países desarrollados, cuyas acciones impactan negativamente las economías y sociedades de los países en vías de desarrollo.
Por los resultados observados en México y con base en las hipótesis establecidas para realizar la investigación, se adoptarán ambas interpretaciones.
Al respecto, al hablar de espacios, han cobrado importancia los conceptos de región y de globalización a partir de la década de los años 80, cuando se tomó conciencia del papel tan importante que desempeñaba el espacio internacional como de la influencia que tenía sobre los Estados nacionales y su espacio territorial.
En la actualidad coexisten estas dos expresiones territoriales debido a que los países en su intento por acceder a las redes productivas internacionales y a la inversión extranjera directa para sus empresas, sus gobiernos suelen negociar acuerdos de integración regional, lo cual aparentemente les ha dado buenos resultados como es el caso de México en el TLCAN. En otras ocasiones los países y, preferentemente sus grandes empresas, se promueven directamente en el mercado internacional, de manera que actualmente compiten entre sí las dos estrategias de inserción internacional.
Por otra parte, se observa que el espacio internacional influye contraponiendo entre sí las estructuras nacionales de producción para generar la competencia internacional. La contraposición en gran medida proviene de las directrices, que con una visión mundial, establecen los países y empresas transnacionales en el mercado, de ahí que cada mercado nacional reacciona de acuerdo a la capacidad que tenga para satisfacer la demanda del exterior.
De lo anterior se infiere que la globalización en general permite que interactúen entre sí, valga el énfasis, los mercados nacionales e internacional, que se da por medio de vínculos comerciales, financieros, tecnológicos, etc., y que la reacción de los primeros está supeditada al poder de sus propias fuerzas motoras o fuentes de innovación y dinamismo.
Las fuentes de innovación y dinamismo pueden ser endógenas y exógenas (Dabat, 1998:77). Las primeras se derivan del crecimiento extensivo e intensivo de la acumulación de capital en el espacio nacional, en tanto que las segundas, son fuentes externas que inciden en el espacio nacional a partir de la acción agresiva o pacífica de las potencias capitalistas (conquistas principalmente comerciales, financieras, tecnológicas, asistencia técnica, convenios de colaboración, etc.).
Miguel Ángel Rivera Ríos ( 2000:78) comenta que en el largo plazo el espacio internacional terminará por absorber al nacional El cambio estructural que está generando la reestructuración del espacio internacional desde que los nuevos procesos tecnológicos irrumpieron en la década de los años 80, está representado por el desarrollo de estructuras integradas internacionalmente, tanto de índole productivo (encadenamientos productivos de las empresas transnacionales) como financieros (integración al sistema financiero mundial), (Scott, 2000).
Los encadenamientos productivos internacionales, poseen grandes potencialidades para el desarrollo económico de los países al actuar como circuitos para la transferencia de conocimiento tecnológico entre empresas y países; este conocimiento se transmite:
a) Con la importación de maquinaria y equipo;
b) mediante convenios interempresariales (subcontratación, licencias, patentes);
c) la inversión externa directa.
Cualesquiera que sea el medio utilizado para transmitir la tecnología, siempre genera un proceso de aprendizaje, es decir, la interacción entre la empresa poseedora del conocimiento y la empresa receptora del mismo favorece su transferencia, con una lógica de organización “posfordiana” que significa altos márgenes de flexibilidad en función de la organización productiva.
En lo que se refiere a la integración de los países al sistema financiero mundial, ésta se inició en la década de los años 90 una vez que habían resuelto sus problemas de deuda externa, situación que dio certidumbre e indujo la afluencia de capitales hacia las “economías emergentes” que, en turno, generaban ganancias que fluían al país fuente del capital y así, se fue consolidando el circuito financiero.
En ese período predominaron las inversiones en valores sobre los tradicionales préstamos que hacían los bancos comerciales. El cambio en la composición del capital, dentro del que predominaron los fondos mutuales, los de protección y los bancos de inversión, hizo vulnerable el mercado financiero por que los nuevos agentes de intermediación presionaron por mayores rendimientos en sus portafolios de inversión, principalmente a través de retiros masivos (ataques especulativos), lo cual generó las crisis financieras de Turquía, Brasil, México y Rusia, y obligó a sus gobiernos a reglamentar su excesiva exposición al capital especulativo (de corto plazo) y a legislar privilegiando la inversión extranjera en actividades productivas (largo plazo).