CONSIDERACIONES TEÓRICAS ACERCA DE LA ECONOMÍA INFORMAL, EL ESTADO Y LA GERENCIA
Alexei Ernesto Guerra Sotillo
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La relación entre el Estado y la economía informal, remite de manera directa al papel del ente estatal como sujeto planificador y regulador del hecho económico y productivo en cualquier sociedad, y a las políticas y acciones generadas en su seno en esa dirección.
La concepción, valoración y enfoque teórico sobre la realidad económica, de quienes en un momento histórico determinado detentan el poder político en un sistema social, influyen en no sólo en el diagnóstico de la realidad social, económica, productiva o política, sino en el marco legislativo, y en las acciones, programas y políticas públicas que se van generando, para el logro de sus finalidades de bienestar colectivo.
Los cambios en el entorno reciente, han modificado no sólo los esquemas de producción económica, intercambio y relaciones laborales, sino que han influido en la capacidad del Estado para hacer frente a sus deberes y responsabilidades.
La idea, y la necesidad del cambio, persisten en el debate actual sobre el hecho social, y sobre el rol del Estado. Abend (2000), cita a Evans para quien
Guste o no guste, el Estado tiene una función central en el proceso de cambio estructural, aun cuando dicho cambio se defina como un ajuste estructural. El reconocimiento de este papel central retrotrae, inevitablemente a las cuestiones vinculadas con la capacidad del Estado…La respuesta no está, pues, en el desmantelamiento del Estado, sino en su reconstrucción.
Es válido analizar brevemente algunos elementos de esa reconstrucción en términos teóricos, para elaborar una breve aproximación posterior, a la actuación del Estado venezolano frente a la economía informal, a partir del nuevo texto constitucional de 1999, bajo la concepción de la economía social o popular.
2.1 El replanteamiento de lo Estatal
Es innegable que en el contexto actual, de contradicciones entre la retórica liberal y competitiva que ensalza las ventajas de la globalización, y la persistencia de pobreza y exclusión social en distintos puntos del orbe, el Estado ve constreñido su poder político y económico, debilitando así su rol de proveedor de bienes y servicios públicos. El “Welfare State”, (Estado de Bienestar o Estado Benefactor) representaría de tal suerte una víctima que se resiste a ceder a la “letal” dinámica económica del neoliberalismo.
Es la tesis de Messner (1995) que muchos países latinoamericanos enfrentan hoy el difícil reto de encontrar una salida al trilema compuesto por un Estado débil por ineficiente, empresas débiles en mercados subdesarrollados y actores sociales débiles por falta de estrategias. Adoptando una postura crítica frente a la “teoría económica de la política” (teoría del public choice) por su excesivo individualismo y su limitada compresión de la conducta social, Messner señala la presencia de la noción de “conjunto”, de “colectivo”, de “grupos de actores”, que trascienden esa concepción individual, y apuntan al surgimiento de formas de organización en redes, en las que los problemas se resuelven, cada vez más, con base en la coordinación horizontal de políticas en sistemas de decisión conjuntos o redes de políticas pluralistas.
Ha expresado este autor (1995:263), que en razón de la dependencia mutua entre las empresas, las instituciones públicas y los actores sociales, las políticas públicas son formadas, crecientemente, en estructuras políticas formales o informales fuera de los canales convencionales de los poderes legislativo o ejecutivo y los aparatos administrativos, es decir, que las redes políticas adquieren mayor importancia, desarrollando así una “socialización de la política”, o la existencia de un sistema de “soberanías compartidas”.
Para Cartaya y Betancourt (1991) se evidencia que el concepto de Economía Informal alude a un sector social homogéneo y general cuando en realidad no es así, pues se trata de un segmento heterogéneo de la población de trabajadores, tanto de carácter coyuntural debido a la crisis existente, como de carácter estructural propio de nuestras economías.
Para estas autoras, el mundo de los informales lo constituyen: el artesano, el limpiabotas, el buhonero, el ayudante familiar, el microempresario, los desocupados por la industria, etc., agrupándose bajo una misma denominación muchas situaciones que se caracterizan por tener diferentes relaciones de producción. Señalan estas investigadoras, que este hecho dificulta la formulación de políticas de bienestar social adaptadas a la realidad específica de cada sector. Debe partirse entonces, de una realidad heterogénea