RISARALDA, EVOLUCIÓN Y PERSPECTIVAS DE DESARROLLO
Mario Alberto Gaviria Ríos
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De lo anterior debe quedar claro que, en materia de desarrollo humano en Risaralda, las mayores dificultades se concentran en el agotamiento de la dinámica de crecimiento económico, la inequidad en el acceso a las oportunidades de educación y los problemas de calidad, expresados estos últimos en los altos niveles de deserción y repitencia de los escolares.
La globalización constituye una nueva realidad que ha traído consigo nuevos fenómenos, teorías y procedimientos en la gestión del desarrollo regional. En este nuevo contexto la dinámica de la región ya no se explica tanto a partir de la Nación, esquema característico de las economías cerradas y centralizadas, con altos niveles de protección de las actividades productivas. Por el contrario, ahora la fortaleza de un país se sustenta es a partir de un desarrollo más autónomo y articulado de sus regiones, las cuales deben poder interactuar abiertamente con el entorno internacional a partir de su proyecto estratégico.
En ese sentido, la gestión del desarrollo regional en el contexto de la globalización sobrepasa el tradicional manejo de las competencias y los recursos económicos que fluyen desde el nivel político – administrativo central. Ello exige al departamento una capacidad para orientar los procedimientos de la gestión pública y privada; aprovechar los recursos materiales, humanos, cognitivos y sociales; relacionarse en forma positiva con el entorno nacional e internacional; y construir un proyecto de futuro colectivo para el logro del desarrollo humano y social regional. A su vez, el objetivo básico de una gestión estratégica territorial es establecer un proceso endógeno que supone la activación creciente de varias capacidades, entre las que se cuenta el lograr mayor autonomía regional de decisión, para definir su propio estilo de desarrollo y para diseñar, negociar y ejecutar instrumentos de política pública congruentes con tal decisión.
En el ámbito económico el establecimiento de un proceso endógeno y sostenible de creación de riqueza y bienestar exige una estrategia orientada por la oferta, es decir, por las potencialidades productivas regionales. Una transformación productiva hacia sectores exportadores y con una base tecnológica creciente, con un enfoque sistémico que favorezca en forma creciente las articulaciones hacia atrás y hacia adelante de la industria y los servicios con los sectores de recursos naturales.
Frente al reto de recuperar la dinámica económica del departamento, resulta fundamental avanzar en un enfoque sistémico tendiente a favorecer los encadenamientos sectoriales, a través del fortalecimiento de las cadenas productivas que se han identificado como prioritarias para el desarrollo del departamento. Cabe anotar que en el cálculo reciente de la matriz Insumo – Producto para Risaralda (CIR, 2001) se encontró que varias ramas industriales se destacan por tener un alto nivel de encadenamientos hacia atrás (café transformado, maquinaria y suministros eléctricos, cueros y sus productos, maderas, alimentos, bebidas, calzado, productos metálicos, vidrios y maquinaria general y especial, entre otros).
El departamento deberá igualmente avanzar en la recuperación y fortalecimiento del Sistema Regional de Innovación, asumiéndolo de manera progresiva como un proceso interactivo de producción y difusión de tecnología y de aprendizaje colectivo; lo cual exige a su vez apoyarlo en una estrategia de conformación de redes y sinergias entre el sector productivo, las universidades, los centros de investigación y la administración pública.
Otra exigencia en el tema del desarrollo humano tiene que ver con la equidad en el acceso a los beneficios de la generación de riqueza. Entre los propósitos señalados en la “Visión Risaralda 2017” se consideraron la equidad de género, de ingreso y territorial (Gobernación de Risaralda, 2000); sin embargo, hoy sigue siendo apremiante el compromiso con las tareas para la construcción de equidad en estos frentes.
Como se anotó antes las coberturas en educación y los avances en la reducción del analfabetismo siguen siendo desfavorables para las regiones más apartadas del departamento. Esto a pesar de que, como se reconoció en las discusiones que orientaron la construcción de la Visión 2017, una condición necesaria para hacer sostenibles las transformaciones económica, social, cultural y política del departamento, es la armonía territorial.
La búsqueda de la equidad territorial exige, entre otras, orientar los diferentes programas que desarrolla el sector público departamental hacia la generación de equilibrios entre la vida urbana y rural, entre el ambiente metropolitano y el resto del departamento; asumir compromisos de solidaridad y acompañamiento en la gestión del desarrollo, para reducir las condiciones de pobreza de los municipios más deprimidos; promover la cooperación entre municipios.
En cuanto a la equidad de género, si bien se tienen que continuar los esfuerzos en la ampliación de cobertura de la educación, esa tarea demanda reconocer las diferencias en el comportamiento de la deserción escolar y actuar en consecuencia; en tanto, como quedó evidenciado, mientras esa deserción en los hombres tiende a producirse de manera temprana en la escuela primaria, el retiro de las mujeres es mayor en el ciclo de secundaria.
Así mismo, una parte importante de la estrategia de cobertura educativa deberá considerar el trabajo del lado de la demanda, de modo que se consideren las condiciones socioeconómicas y familiares de los y las estudiantes y se definan acciones concertadas con los padres de familia, especialmente en lo que tiene que ver con los apoyos extraescuela que se consideren pertinentes.
De manera complementaria a la estrategia de cobertura, será necesario desarrollar esfuerzos encaminados a elevar la eficiencia del sector educativo, de tal manera que se avance en la reducción de la repitencia en los escolares. Para ello será fundamental una estrategia de apoyo integral que considere, entre otras, la conformación de equipos interdisciplinarios responsables de orientar los programas de acompañamiento académico en los colegios.
Finalmente, y como ya se mencionó, la igualdad de género exige valorar y promover en condiciones similares los comportamientos, aspiraciones y necesidades de las mujeres y los hombres. El propósito no es que él y ella sean iguales, sino que lo sean sus derechos, obligaciones y oportunidades; lo cual demanda una política pública orientada a garantizar la equidad de género, entendida como justicia en el tratamiento a mujeres y hombres de acuerdo a sus respectivas necesidades.
En relación con lo anterior, un tema central para el departamento de Risaralda tiene que ver con los esfuerzos requeridos para favorecer un mayor acceso de las mujeres al mundo de lo público y lo privado, especialmente en lo relacionado con su participación en el mundo del trabajo, la propiedad de los activos y las decisiones políticas.